La Revista Iberoamericana de Educación es una publicación editada por la OEI 

 ISSN: 1681-5653

Está en: OEI - Revista Iberoamericana de Educación - Columna de opinión

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  Opinión

La escuela que necesitamos

Francisca Lanail (*)

En este ensayo me referiré solamente a aquellas instituciones que trabajan con adolescentes. En especial, haré hincapié en la etapa que va desde los 12-13 años a los 17-18. Es en este segmento donde más agudamente se viven los conflictos educacionales y en el que los choques generacionales y sociales se manifiestan con más fuerza. Intentaré describir la institución escolar, el mundo en que está inserta y el desfasaje entre ambos. Finalmente, analizaremos algunas propuestas para mejorar la educación de nuestros jóvenes.

¿Cuál es hoy la función de la escuela?

Otrora, la institución que claramente delimitaba el campo del bien y del mal, de lo permitido y de lo no permitido, de lo aceptado y de lo repudiado socialmente en la formación de los jóvenes era la familia. Hoy en día, por razones que escapan a este ensayo, la familia ha dejado de cumplir, o cumple muy precariamente, esa función. Una parte de la misma ha sido traspasada silenciosamente a las instituciones escolares. La organización y el funcionamiento de las mismas se adaptaron a las nuevas necesidades de la sociedad de los adultos y, de hecho, se crearon condiciones negativas para la transmisión de conocimiento y la formación de hábitos de trabajo y estudio en los niños y jóvenes. Concretamente, la docencia fue suplantada por la contención y la asistencia.

Fuera y dentro de la institución escolar

Paralelamente al debilitamiento de la familia y al cambio de función de las instituciones escolares, el mundo ha adquirido algunas características que sin duda también afectan la labor docente. La organización social actual se caracteriza, entre otras cosas, por la distribución masiva de la información, por el desafío creativo, por la gran movilidad económica y social, por el vasto uso de la tecnología, por la facilidad para el intercambio de ideas y por la necesidad de trabajar en equipos de individualidades muy sólidamente formadas.

Estos rasgos de la sociedad actual facilitan la consolidación de un nuevo modo de aprender: sin roles fijos; sin ámbitos cerrados ni horarios determinados; valorativo de la creatividad intelectual, del espíritu emprendedor y de la adquisición de las capacidades cognitivas complejas que aseguren el saber que, el saber hacer y el ser de los individuos. Una de las particularidades de este proceso de aprendizaje es que parte casi siempre del interés del aprendiz y puede ser bastante solitario y diverso, al menos en una etapa. Esta nueva forma de aprender tiene un importante número de adeptos, sobre todo entre los jóvenes.

Las instituciones educativas tienen organizadas sus tareas en una forma diametralmente opuesta. La escuela actual mantiene roles fijos, espacios y tiempos rígidamente determinados; es rutinaria y memorística, no es polémica ni creativa ni emprendedora; sacraliza lo homogéneo y castiga lo heterogéneo; se desentiende, salvo casos excepcionales, del saber hacer y del ser; le impone al aprendiz qué debe saber y cuándo y cómo lo debe aprender; por último, es ruidosa e inútilmente multitudinaria.

Las consecuencias de esta disparidad son fácilmente observables con sólo permanecer una mañana en una institución educativa: el fracaso académico, la violencia en las relaciones y la insatisfacción institucional resumen una multitud de conflictos

El perfil del egresado

Hoy en día la educación necesita formar un ciudadano activo, en condiciones de obtener el dato para convertirlo en información útil e incidir con él en la transformación de la realidad. Es un rasgo del perfil de este egresado el uso de su libertad y criterio propio y la posibilidad de acceder a campos más amplios que sus mayores en conocimientos y trabajo. En realidad, es un ser capaz de avizorar y apropiarse de todos aquellos cambios que sean pertinentes para su desarrollo intelectual y laboral. De la rapidez de adaptación a estos cambios depende su supervivencia.

El Mundo

La nueva cultura

¿A qué llamo ”la nueva cultura”?

Dicho en una forma simplificada y lisa, la nueva cultura se caracteriza, en lo pertinente para esta discusión, por la distribución masiva de la información, por el desafío creativo, por la gran movilidad económica y social, por el vasto uso de la tecnología, por la facilidad para el intercambio de ideas y por la necesidad de trabajar en equipos de individualidades muy sólidamente formadas. Una sociedad moldeada en tales términos es compleja y no se deja esquematizar fácilmente.

La información es tan masiva que cuesta no enredarse en ella y para ser utilizada requiere de habilidades que no están presentes en todos los hombres; el desafío creativo lleva a una competitividad muy despiadada; la movilidad es tanto para arriba como para abajo; el intercambio intelectual presupone arduos compromisos y postergaciones; el trabajo en equipo no es nada fácil, justamente debido a las fuertes individualidades que exige.

El cruce de disciplinas es la fuerza motora de la actividad humana en el mundo actual. Luego, son de suma importancia en la formación de los hombres y mujeres:

1) la valoración de puntos de vista distintos para enriquecer la visión, para crecer en sabiduría;

2) el hábito de realizar los esfuerzos necesarios por entender y valorar la opinión del otro cuanto más distinta a la nuestra sea;

3) el hacer hincapié en aprender a escuchar, más que en hacernos escuchar y

4) el privilegiar a quien refute nuestras creencias porque nos ayudará a no equivocarnos.

En realidad, el secreto del éxito en las relaciones humanas parece ser la negociación y el acuerdo mutuamente conveniente.

Los cambios más notables

Trataré de presentar, en forma simplificada, aquellos cambios que más han afectado a las instituciones escolares.

La información

Uno de los rasgos más salientes de este momento es el libre acceso a la información. Los datos y la información que antes permanecían en cotos cerrados hoy se despliegan entre el común de las gentes.

Creatividad y conocimiento

El problema hoy en día no es acceder a la información como en otra época. El gran reto es estructurar la información que nos va llegando sobre aquellos temas que nos interesan. Aunque seamos muy selectivos según sea nuestra personalidad, cultura, e intereses, debemos ser capaces, no de memorizar, sino de organizar toda la información que nos llega, comprenderla y utilizarla para la acción o para generar nuevos conocimientos.

Nuevas formas de aprender

Hay otro fenómeno que interesa directamente a las instituciones educativas. Es la forma de abordar los aprendizajes que se está imponiendo en nuestros jóvenes. Hoy los textos tienen una característica que podríamos bautizar como “navegabilidad”. No es un rasgo menor ya que desde un texto es posible saltar al universo textual con la conveniente posibilidad de retornar al primero si hiciera falta. Nada más antirutinario y desordenador que esta forma de aprender. Es más, tiene el grave problema de dispersar y disparar hacia no se sabe dónde al aprendiz. Por eso la labor docente, lejos de desaparecer, es necesaria pero distinta.

La sociedad

Aceleración en los cambios

Otro de los aspectos destacables de este nuevo mundo es el vertiginoso cambio en cuanto a conocimientos, tecnología, comunicación y accesibilidad a la cultura. Es muy difícil mantenerse al día en cualquier disciplina, sobre todo si se dejó transcurrir un tiempo sin hacerse cargo de las novedades.

Por otra parte, la revolución tecnológica llevó al desarrollo de muchas habilidades en las que los adultos, por edad y formación, difícilmente puedan competir con los jóvenes.

Lo notable de la situación es que un rasgo, la adaptabilidad a los cambios, es el que marca una diferenciación cada vez mayor.

Jerarquización de la sociedad

Estos acelerados cambios produjeron la obsolescencia de relaciones establecidas que tenían que ver con una jerarquía de otras épocas.

La transmisión de los conocimientos, con anterioridad a estos cambios, estaba basada en una estructura jerárquica y en un protocolo muy institucionalizado; pero en este momento el que puede enseñar no es sólo el que estaba en el vértice de la pirámide, sino que cualquier persona se convierte en poseedor y transmisor de conocimiento, inclusive los alumnos y los que otrora permanecían en la base de la pirámide.

Movilidad social

Los modos tradicionales con los que los jóvenes se insertaban en el campo laboral se han hecho trizas. Hoy en día se privilegian tanto los conocimientos y la creatividad con valor práctico como las habilidades para conducir equipos de trabajo y resolver problemas, el empuje y perseverancia para lograr las metas propuestas, la astucia e inteligencia en las confrontaciones, la capacidad de análisis y razonamiento.

Aceptación de la heterogeneidad

Una vieja tendencia educativa nos ha llevado a valorar la homogeneidad antes que la disparidad de actitudes, valores, creencias, modas y métodos. Justamente esa búsqueda de homogeneidad es lo que se ha revelado como carente de riqueza y poco propicia para el desarrollo de las personas. Lo cierto es que cada vez más la sociedad es proclive a aceptar, sin juzgar demasiado, lo “distinto” y a partir del estudio tratar de aprender de lo nuevo.

Las nuevas generaciones pronto aprendieron que de la diversidad nace la riqueza y el conocimiento.

El trabajo

Equipo

Dada la riqueza y sutileza de las cuestiones planteadas en las diversas ciencias y actividades económicas no es posible pensar en un individuo que conozca todo y encare la solución de los problemas cual dios griego. El intercambio de puntos de vista enriquece la visión de cada integrante de los equipos de trabajo; con ello se aprende y se cometen menos errores en las hipótesis de trabajo. Esta necesidad de trabajar en equipos hace que el estudioso valore la opinión disidente, aprenda a escuchar y realice esfuerzos para entender.

Individual y solitario

Todo lo dicho no contradice la formación de sólidas individualidades acostumbradas al estudio solitario y esforzado. La adquisición de ciertas habilidades intelectuales y manuales necesarias para participar productivamente en un equipo requiere del entrenamiento intensivo. Y éste suele ser individual. Recién una vez adquiridos importantes conocimientos y capacidades la persona está en condiciones de formar parte de los equipos de trabajo.

La Institución

Desprestigio

Si bien algunas encuestas la reconocían hasta hace poco como una de las instituciones con más credibilidad y los discursos de políticos y sindicalistas de todos los colores incluyen su defensa, a la hora de las verdades nos encontramos con una sociedad que actúa como si la escuela fuera la más desprestigiada de las instituciones.

Y esta última afirmación no se refiere a gobernantes y políticos solamente. Involucra a los padres, a los alumnos y a los propios docentes.

Padres

Los padres aceptan de buen grado una actitud flexible en lo que se refiere a su trabajo, relación de pareja y amistades; pero exigen una escuela que mantenga el rigor y la obediencia en sus hijos. Lo que sobre todo agradecen a la escuela es la contención que ésta realiza del joven manteniéndolo “entre cuatro paredes” protegido de enemigos tenebrosos. También es notable el desprecio que manifiestan por los conocimientos a la hora de defender a sus hijos ante un aplazo o cuando repiten el curso. En esos casos no vacilan en desautorizar a quien sea con tal de evitar la pérdida

Jóvenes

Por otra parte, los jóvenes toman a manos llenas toda la libertad que les posibilita esta nueva visión del mundo fuera de la institución educativa. Adquieren destrezas importantes en aquellos terrenos que resultan de su interés y no es raro verlos realizar ingentes esfuerzos para lograr ciertos éxitos valorados entre sus pares. Sin embargo, en sus conductas escolares aparecen la falta de interés, el facilismo, las actividades lúdicas escapistas, el abandono personal, la falta de contracción al trabajo, la irresponsabilidad, la mentira.

Hay, y no son pocos, los que rápidamente descubren, y así lo manifiestan, que no hace falta concurrir a una institución educativa para aprender lo que ellos quieren saber. En lo que respecta a la valoración de las instituciones educativas basta con recordar las técnicas de copiado en exámenes, la poca inquietud por aprobar las materias, las faltas de respeto al personal y a las instituciones escolares, los desmanes en sus fiestas, los daños ocasionados a los pupitres y edificios escolares.

Desgraciadamente muchos jóvenes utilizan las instituciones educativas para “pasarla bien” sin tener que asumir responsabilidades ni compromisos que por otra parte el sistema educativo no le plantea con coherencia.

Docentes

Por último veamos a los docentes. Cada vez se exige menos saber académico en la formación del docente.

Muy poco efectivo puede ser el trabajo realizado en el aula con una carga horaria de cuarenta y tantas horas semanales y con una población de más de treinta y cinco alumnos por curso por atender. Es sabido que el porcentaje de inasistencia docente ronda el 30% de las horas a dictarse y que en un porcentaje muy significativo los docentes aceptan dictar cátedras para las que no están preparados académicamente.

Este panorama refleja, más que ninguna declaración, la opinión de los docentes sobre la función de la escuela.

Organización

Docentes y alumnos supeditados rígidamente a la organización

En realidad las estrategias administrativas y legales de las instituciones educativas están orientadas a satisfacer el cumplimiento de las rutinas superficiales que tienden a asegurar la escolaridad más que a crear las condiciones adecuadas para que los alumnos aprendan.

La organización es tal que asegura el horario de entrada y de salida, los recambios de profesores, dar la cantidad de horas asignadas a cada disciplina, que los docentes puedan trabajar en varias instituciones, cumplir con la responsabilidad administrativa de informar quiénes aprueban y quiénes no y otras semejantes. De ninguna forma se busca crear las condiciones óptimas para el proceso de enseñanza-aprendizaje ya que la estructuración es rígida e inamovible.

Relaciones de aprendizaje

Homogeneidad vs. heterogeneidad

La amplitud, la permisividad social no se instaló en las instituciones educativas que, si bien resultan tolerantes con peinados raros, cabellos verdes o respuestas insolentes, para nada lo son en lo que respecta a su función pedagógica. El modo de establecer las relaciones pedagógicas es rígido, esquemático, con jerarquías que no condicen con la realidad, con metas que no son del interés de nadie, sin espacios para la creatividad ni para la manifestación de las distintas personalidades.

Desinterés por las individualidades

Consecuencia de la homogeneización es la anulación de las individualidades: ni docentes ni alumnos tienen individualidad. Así es como se pierde la posibilidad de movilizar al alumno con la presentación de una diversidad que lo obligue a elegir, a componer, a asociar, a disentir, a opinar, a proponer. No se establece una relación con cada alumno, sino que se da clase al montón.

Tampoco la institución escolar se preocupa por qué quiere, qué busca, qué necesita el docente. Esto es, la institución y las autoridades tratan a los docentes como si fueran un cuerpo monolítico.

Ausencia de diálogo, ausencia de proceso

No hay creatividad, la actividad está fosilizada, falta libertad, se valora casi excluyentemente la homogeneización, se ignoran las individualidades. Todo esto lleva inevitablemente a la falta de diálogo y, por lo tanto, a la ausencia de proceso. Lo que se ha matado es el proceso de aprendizaje. El docente está solo detrás del escritorio y el alumno solo delante del escritorio.

Líderes y equipos de trabajo

Una de las carencias más pronunciadas de nuestras escuelas es la falta de líderes estudiantiles y de equipos de trabajo. Al cercenar las posibilidades de mostrarse como diferentes a los demás, los líderes sólo se desarrollan en la parte no oficial de las instituciones. Están los jóvenes que lideran las “barritas” que se concentran en desmanes o perturbaciones de clases y en enfrentamientos con otras “barritas”. Pero no hay mecanismos para encauzar algunas naturales dotes de dirigentes hacia el trabajo en equipo de los alumnos.

Imaginemos

¿Cómo debiera ser el lugar para enseñar y aprender?

Imaginemos en primer lugar, un espacio amplio y cálido, colmado de libros, películas, música, revistas, enciclopedias digitales, software de todo tipo, pinturas, esculturas, instrumentos musicales, elementos para deportes. No nos olvidemos de una buena cantidad de computadoras conectadas a Internet. Es decir, un espacio que forme parte del mundo, aunque se halle acotado para un fin específico: la enseñanza. En ese espacio los docentes y los alumnos deben poder disponer de todo el tiempo necesario para hacer uso de estos materiales y para construir un diálogo fecundo de transmisión y adquisición de conocimientos, habilidades y experiencias. Los momentos y los tiempos se darán según la necesidad del trabajo.

Pero lo más importante del lugar es que pueda construirse en él un clima de trabajo serio y gratificante. Sobre todo, es necesario construir una relación exenta de violencia, de imposiciones y de enfrentamiento. Es muy importante eliminar los encajonamientos externos; sí es positivo y deseable establecer mediante acuerdos los límites, las obligaciones y los derechos de los docentes, los alumnos, los padres y los funcionarios.

Las escuelas deben ir perdiendo el aspecto de lugar de encierro que han ido adquiriendo con los años. Simplemente porque hay que lograr que el alumno esté en la institución porque quiera estar no porque esté obligado.

Cuatro Instrumentos

Ahora bien, si tuviéramos el lugar apropiado, ¿qué más podríamos hacer? Necesitamos cuatro instrumentos transformadores:

1) determinar una única función de la escuela: favorecer el proceso de enseñanza-aprendizaje;

2) flexibilizar la organización institucional otorgando mayor libertad a sus miembros para ir consolidando la autogestión;

3) consolidar las autonomías de las instituciones permitiéndoles diferenciarse entre sí;

4) propugnar una relación docente-alumno más abierta y sincera; más exigente ya que expone a ambos a las consecuencias de sus errores; más de persona a persona y no de persona a grupo y que favorezca la recuperación de la autoridad pedagógica.

Entonces, ya estamos en condiciones de realizar la tarea para la que hemos sido formados y los docentes podemos revertir la situación justamente tomando los conflictos y dándolos vuelta a nuestro favor.

Revertir los conflictos

Abundancia de información: aprovechar su democratización

Los datos al alcance de todos le quitan al docente el papel privilegiado de “poseedor y transmisor” de conocimientos que hasta hace poco ostentaba. Sin embargo, desde la escuela desperdiciamos la posibilidad de que todos se responsabilicen de la tarea de aportar la información, no sólo el dato,que ayude a consolidar el conocimiento.

Libertad del aprendiz: explotarla en favor del aprendizaje

Gracias a la posibilidad de estudiar solo por Internet, en revistas, en libros, por cable, etc., el joven retoma la oportunidad y dirección de su formación. No depende de lo que le quieran enseñar en la escuela, busca movido por su interés. Lo notable es que ese interés suele autoalimentarse por su propia satisfacción. También es una oportunidad para el docente valerse de esta automotivación para lograr, partiendo de ella, llegar al conocimiento institucionalizado.

Nuevas habilidades informáticas: intercambiar roles

Internet es la mayor base de datos conocida hasta ahora. En este terreno los jóvenes han adquirido una capacidad mayor que sus docentes. Si los docentes se decidieran a tomar el papel de alumnos e incitar a “sus alumnos” a que tomen el de docentes en la enseñanza de estas nuevas habilidades podrían dar lugar a una inédita experiencia docente que seguramente los enriquecería a todos. El desafío es utilizar al máximo todos los recursos informáticos como instrumentos idóneos para la adquisición de conocimientos.

Valores generacionales distintos: lograr que convivan

El estudio, el respeto a las reglas, el espíritu de grupo, pero también el individualismo y la fe en un mañana mejor son particularidades detectadas en los jóvenes que no siempre se manifiestan en las instituciones educativas. Esto ocurre porque en esos ambientes no se permite la exposición de las individualidades ni se admiten los criterios propios de los jóvenes.

Revertir esta situación, darle un espacio ordenado al joven, hacerlo sentir partícipe de la tarea pedagógica puede hacer que la relación se enriquezca y cambie de confrontación a trabajo en común.

Post Scriptum

Cuando hayamos caminado, aunque sea un poco, por estos senderos, seguramente tendremos que sentarnos a pensar qué está mal, qué debemos cuidar, qué no debemos volver a hacer, qué nos atrevemos a hacer, qué tendríamos que haber hecho. Nos guste o no las instituciones escolares son como los buques en alta mar. Hay que solucionar los problemas mientras navegamos. Yo diría que, por suerte ocurre así; si no fuera así algún trasnochado funcionario cerraría las escuelas por un año y elaboraría un pormenorizado plan de reestructuración para poner en marcha al año siguiente.

* Profesora de Castellano y Literatura por la Universidad Nacional del Comahue; ex Directora de la Escuela de Educación Técnica nº 1 de General Roca, Río Negro, Argentina.

 

  Número 38/3
25 - 03- 06

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