Revista Iberoamericana
de Educación / Revista Ibero-americana de Educação vol. 85, núm. 2
(2021/03/15), pp. 73-94, isSn: 1022-6508 / isSne: 1681-5653 /
https://doi.org/10.35362/rie8523936 Organización de Estados
Iberoamericanos (OEI) / Organização de Estados Ibero-americanos
(OEI) Artículo recibido /
Artigo recebido:
02/06/2020; aceptado / aceite: 22/02/2021 |
Yoga y formación del profesorado
Yoga
and teacher training
Lourdes
Fuente Torre
1 ; Agustín de la
Herrán Gascón 2
1
CEIP Miguel de Unamuno (Madrid), España; 2
Universidad Autónoma de Madrid (UAM)
Resumen
El yoga es una
de las metodologías formativas, basadas en la meditación, más antiguas y
contrastadas. Originario de la India, en los últimos años ha incrementado su
presencia en la educación occidental. Cada vez hay más centros educativos en
los que se desarrolla yoga para niños. Sin embargo, su relación con la formación
del profesorado sigue siendo un reto pedagógico apenas atendido. El objetivo
del estudio es conocer cómo influye la práctica sistemática del yoga en la
conciencia del docente de educación infantil y primaria. Se trata de comprender
si esta práctica es relevante desde la perspectiva de la experiencia formativa
y profesional de los docentes. Se parte de una conceptualización de conciencia,
tanto desde un punto de vista “etic”, o de la teoría,
como “emic”, o de los participantes, según la
terminología de Harris (1980). Para responder al objetivo, se llevan a cabo
veintiún estudios de caso, mediante entrevistas en profundidad. Los
participantes son dieciséis maestros de educación infantil y primaria que
practican yoga sistemáticamente, y cinco maestros de yoga, expertos y
reconocidos. Los resultados, obtenidos mediante análisis de contenido, indican
que la práctica del yoga ayuda a desarrollar la conciencia del docente de un
modo efectivo, y otras cualidades importantes para la función docente,
estrechamente vinculadas a la conciencia, como la empatía y la humildad
didáctica. Se concluye que la práctica del yoga es una metodología formativa
que contribuye al desarrollo personal y profesional de los docentes.
Palabras
clave:
yoga; formación; conciencia; desarrollo personal y profesional del docente;
educación.
Abstract
Yoga is one of the oldest and most contrasted
meditation-based training methodologies. Originally from India, in recent years
has increased its presence in Western education. There are more and more educational
centers where yoga is developed for children. However, its relationship with
teacher training remains a barely attended pedagogical challenge. The objective
of the study is to know how the systematic practice of yoga influences the
consciousness of the teacher of early childhood and primary education. It is
about understanding, if this practice is relevant from the perspective of the
formative and professional experience of the teachers. It starts from a
conceptualization of consciousness, both from an “ethic” point of view, or from
the theory, as “emic”, or from the participants, according to the terminology
of Harris (1980). To answer the objective, twenty-one case studies are
conducted through in-depth interviews. The participants are sixteen teachers of
early childhood and primary education who practice yoga systematically, and
five yoga teachers, experts and recognized. The results, obtained through
content analysis, indicate that the practice of yoga helps to develop the
teacher’s consciousness in an effective way, and other important qualities for
the teaching function closely linked to consciousness, such as empathy and
didactic humility. It is concluded that the practice of yoga is a formative
methodology that contributes to the personal and professional development of
the teachers.
Keywords: yoga; training; awareness; personal and professional development of the
teacher; education
1. Introducción
En la investigación pedagógica
hay un alto interés y mucha preocupación científica por el desarrollo personal
y profesional del docente y por la mejora de su práctica. Hay unanimidad en la
relevancia de la reflexión, entendida como ámbito clave para alcanzar ese
objetivo. Autores reconocidos, como Korthagen (2010),
Pérez (2010), Torre (2010), Gimeno (1998) o Day (2006) propugnan la atención a
la reflexión del docente como ámbito formativo y medio para lograr el
desarrollo humano profesional y el cambio didáctico.
Sin embargo, desde el enfoque
radical e inclusivo de la formación, se ha observado que la reflexión sobre la
práctica sólo cambia superficialmente, cuando lo hace, y no trae,
necesariamente, cambios profundos en la enseñanza, ni en el desarrollo
profesional y personal de los docentes (Herrán, 2011a, 2014, 2018; Ramírez y
Herrán, 2012). Por esta razón, se deduce que el enfoque técnico reflexivo,
pudiendo ser necesario en muchas situaciones, no es suficiente, profesional o
epistemológicamente, si la referencia es una educación más cabal.
La
observación fundamental es que tanto la práctica como la reflexión son efectos
de quien las realiza. Por tanto, si la formación del profesorado se centra en
los efectos, será, bien superficial, bien profundizable,
completable con una atención al interior. ¿Cabe,
entonces, un enfoque más profundo centrado, además de en la reflexión y en la
práctica, en quien realiza la práctica? El enfoque radical e inclusivo de la
formación incluye como prioridad formativa de cualquier educador el acceso
directo al autoconocimiento a través de la meditación (Herran, 1993, 1995, 1996, 1997, 1998, 2003,
2004, 2011a, 2014, 2016a, 2016b, 2017a, 2017b, 2017c, 2017d, 2017e, 2018). La
meditación es una metodología y el autoconocimiento un ámbito altamente
complementario a la reflexión sobre la práctica, pero no tiene nada que ver con
la acción del pensamiento o la indagación. Por tanto, un enfoque complejo que
atendiese ambas vertientes sería, a priori, más completo que cualquiera de los
dos considerados aisladamente. En la medida en que hoy la perspectiva técnico reflexiva define la normalidad en la formación del
profesorado y de la Didáctica, la inclusión de la meditación pudiera ser
oportuna y eficaz, si de formación personal y profesional más plenas se trata.
La reflexión no llega a toda la
práctica ni a toda la persona del docente. No es que el pozo sea demasiado
profundo; es que la cuerda es demasiado corta. Por ejemplo, no llega al
autoconocimiento y casi nunca llega al cambio de la mala práctica generada por
egocentrismo docente (Herrán
y González, 2002). Entre otras razones, asociables a nuestro
sistema educativo, esto ocurre por el enfoque normal de la formación del
profesorado, que excluye de los ámbitos básicos el
autoconocimiento, el egocentrismo docente y la conciencia. No obstante, los
tres retos o ámbitos son accesibles o comprensibles desde el tercero, la
conciencia8).
Si la tendencia del docente es
egocéntrica y la conciencia está inhibida o no desarrollada –entre otras cosas,
porque no se incluye en la formación normal o no se habla de ella-, nos
encontraremos con la imposibilidad de desarrollar la conciencia en el niño. Es
más, será difícilmente perceptible la conciencia de la falta de conciencia y la
consecuente necesidad autoeducativa de desarrollarla
en sí y con el otro. Por tanto, un punto de partida para mejorar la educación
de todos puede ser atender al desarrollo de la conciencia del docente, no sólo
para mejorar la educación, sino, yendo más allá en los planteamientos y
objetivos cercanos, para contribuir a la mejora de la sociedad y de la
humanidad.
Desde
la Edad Antigua, tanto en el Oriente clásico como en Occidente, se ha valorado
el autoconocimiento. En el siglo –VI, dos maestros influyen decisivamente en el
desarrollo del conocimiento de Occidente y de Oriente: Sócrates (Platón, 1969),
semilla de la Filosofía y de la Pedagogía, habla de autoconocimiento, pero no
explica cómo acceder o cultivarse en su sentido. Siddhartha Gautama (Buda, 1977),
en cambio, realiza una aportación metodológica y experimental en torno a la
meditación. Antes que él, el yoga se desarrollaba en la India como práctica
meditativa orientada tanto a la salud física y psíquica, como a la propia
educación y formación. Específicamente, tanto la meditación como el yoga se
orientaban al desarrollo de la conciencia y al conocimiento de sí mismo.
En esta investigación se plantea
comprobar si una vía de conciencia clásica, ancestral y contrastada
experimentalmente durante milenios como es el yoga, incide o afecta a la
conciencia del docente, y si el desarrollo de esta conciencia, en su caso,
puede ayudar concreta y eficazmente al desarrollo personal y profesional
docente y a la mejora de su práctica didáctica. Si se verificase, significaría
que el yoga es una metodología importante, realizable y conveniente en la
formación de los profesores.
Que la práctica del yoga ayuda a
la salud física y al bienestar personal de quien lo practica es algo verificado
en numerosas investigaciones relevantes (Correa y Guerra, 2014; Jyoti, Rani y Gandotra,
2015). También se han confirmado beneficios significativos de salud y bienestar
en docentes (Deniz, Torres y Alcantar, 2010). La presente investigación se
apoya es éstas, pero se intenta centrar en la relación del yoga con el
desarrollo de la conciencia y la formación del docente. Como se ha apuntado, la
investigación sobre formación con base en la conciencia de los profesores es
muy escasa.
2. Marco
Teórico
El neurocientífico Damasio (2010) conceptualiza la conciencia como “la
capacidad de darse cuenta de la realidad”. Análogamente la define Calle (2017),
maestro de yoga y gran conocedor de la tradición meditativa de la India, al
expresar que “la conciencia es la capacidad de darse cuenta, de percibir y
percibirse, de conectarse con el aquí-ahora a través de la poderosa energía de
la atención”. Herrán (1998) propone un sistema para ordenar clasificaciones de
estados de conciencia, reuniéndolos en siete grupos. Por su parte, Goleman y
Senge (2016) clasifican la conciencia en tres ámbitos de aplicación,
diferenciando entre autoconciencia o conciencia de sí, conciencia del otro y
conciencia de sistemas más amplios, diferenciando subámbitos
(Figura 1):
Figura
1. Ámbitos
de aplicación de la conciencia.
Fuente: Goleman y Senge (2016).
Nuestra conceptuación de
conciencia, aplicada a la educación y al yoga como metodología formativa,
incluye una perspectiva holística. No se ciñe al pensamiento, ni equivale a
metacognición. Se refiere a la totalidad de la persona, en todos los planos
constitutivos y de desarrollo: físico, existencial, emocional, mental y
espiritual, y a su mutua interrelación. Globalmente, se relaciona con la
conciencia de la totalidad del mundo y con nuestra relación vital con él, para
la evolución personal, social y de la humanidad. La conciencia es
desarrollable, según muestran los psicólogos transpersonales, y su desarrollo
pleno atravesaría por varias etapas. Para González-Zarza (2006) los niveles de
desarrollo de la conciencia son: preegoico, egoico, prepersonal, personal,
organísmico-social y transpersonal. Se corresponderían con las etapas de Piaget
completadas con las teorías psicoanalíticas de Freud y Jung. Por su parte,
Wilber (2007) distingue varios niveles de la conciencia humana: nivel de
persona, nivel de ego, organismo total y nivel unidad.
Desde las disciplinas
meditativas y formativas, se habla de “vías de conciencia” (Herrán, 1995, 1998)
o de caminos para el desarrollo de la conciencia. Para Kornfield
(2003), las diferentes técnicas de desarrollo de la conciencia modifican la
forma en la que nos relacionamos con nuestras experiencias. Además, tratan de
promover cualidades internas, como la concentración, la serenidad, la
profundización y el equilibrio de nuestra conciencia. Dentro de éstas, el yoga
es una técnica o vía para el trabajo interior, con el fin último del desarrollo
o evolución consciente. “La palabra ‘yoga’ deriva de la raíz sánscrita yug, término
polisémico “que significa ligar, unir, sujetar, uncir, concentrar la atención,
utilizar y aplicar” (Iyengar, 2007, p. 201). Por
medio del trabajo interior, a través del yoga, se llega al autoconocimiento en
diversos niveles de profundidad, pasando por la autoconciencia, que hace que
nos demos cuenta de nuestras fortalezas, debilidades, estados mentales y
emocionales, condicionamientos, identificaciones, etc. El enfoque holístico de
la educación busca enfatizar en el ser, más que en el hacer y en el tener. Como
propugna Mayor Zaragoza, la educación no debe basarse sólo en el saber o tener,
sino también en el ser: el ser de nuestros alumnos, lo más valioso de su vida y
lo más importante para un verdadero desarrollo humano, cuestión nada baladí
ante la actual situación tanto social como medioambiental.
Desde la perspectiva del enfoque
radical e inclusivo, tanto en el plano personal como social, la educación es un
proceso que transcurre del egocentrismo a la conciencia. Esta acepción requiere
la inclusión de estos constructos, junto al autoconocimiento, en la formación y
en la ciencia normal. Tanto el ego como la conciencia son constructos y
fenómenos básicos para la comprensión del enfoque meditativo y autoformativo de la tradición yóguica y de Siddhartha
Gautama, a la que ya se hizo referencia. Con esta mirada pedagógica, la
educación habitual, a la que se refieren los organismos internacionales, los
sistemas educativos y los currícula, se ocupa
eminentemente de lo exterior del ser humano. Se entiende por exterior lo
interesante para la existencia, a saber, lo social o profesionalmente
necesario, que tiende a enfatizar el tener y el hacer sobre el ser (Fromm,
1991). Este enfoque, sin embargo, no es dual, sino dialéctico y sintético, y lo
que propone es que la educación tiene que ocuparse de todo a la vez: de lo
exterior y de lo interior, de lo demandado y de lo importante no demandado, de
retos coyunturales y perennes, del aprendizaje y del descondicionamiento,
de competencias y de la conciencia, de la reflexión y la meditación, etc. De
ahí su calificativo de ‘inclusivo’.
Desde una perspectiva global,
holística y transpersonal, la educación es un recurso clave de nuestro tiempo y
el recurso cultural que puede fomentar el proceso de desarrollo personal y
social durante toda la vida (Sanches, 2008). Desde el
enfoque radical e inclusivo (Herrán, 2014), nuestra educación no es plena, sino
incompleta, tiene carencias graves, porque desatiende lo interior, al no
incluir el egocentrismo, la conciencia, el autoconocimiento, la muerte, la
humanidad, etc.) como de la metodología autoformativa.
Un modo de avanzar en su proceso de compleción es incluyendo la interiorización
y el desarrollo de la conciencia a través de la meditación. Dentro de las
disciplinas meditativas, una de las más contrastadas y antiguas es el yoga.
Este estudio se apoya en la teoría transpersonal, holística y con el enfoque
radical e inclusivo de la educación, y propone como fin último de la educación
el desarrollo o creciente despertar de la conciencia del alumno a través del
yoga aplicado a la formación de los profesores.
Así pues, el sentido último de
la educación, en la que la práctica del yoga adquiere todo su sentido, pasa por
mirar más la evolución en complejidad de conciencia de la persona, de la
sociedad y de la humanidad, que su interés, rentabilidad o eficacia personal o
social. La orientación del proceso formativo a través de la persona toma como
referencia el autoconocimiento, al que cabe aproximarse a través del despertar
de la conciencia y, desde él, a una experiencia de vida más centrada y con
sentido. La metodología didáctica para una enseñanza con base en la conciencia
se apoya en un trabajo personal previo o coherente –en este contexto, desde la
práctica sistemática del yoga y durante un tiempo suficiente- de profesores o educadores.
Es decir, la pauta es que los educadores y docentes primero se ocupen de su
formación y de su práctica, antes de enseñar nada a los demás, como apuntaba
Confucio (1969).
Reconociendo
la amplitud y profundidad del campo en que nos situamos, se pretende
conocer cómo influye la práctica sistemática del yoga en la conciencia del
docente de educación infantil y primaria. Para ello, nos interesa conocer,
desde una perspectiva fenomenológica, cómo conceptúan la conciencia y cómo
interpretan su experiencia formativa los profesores practicantes de yoga que
participan en el estudio. Será interesante contrastar sus testimonios con las
definiciones de expertos. A partir de ahí, se podrá deducir si hay influencia,
desde una la perspectiva “emic” o teórica, entre la
realización de una práctica como el yoga y el desarrollo de la conciencia del
docente.
Los objetivos específicos de
investigación, que concretan el objetivo general, son:
1. Describir lo que los docentes que participan en
el estudio entienden por conciencia.
2. Comprender y explicitar la relación que se
establece entre la conciencia y la educación, desde su perspectiva
experimental.
3. Analizar, comprender y explicar las
implicaciones que la práctica sistemática del yoga tiene en la conciencia del
docente.
4. Verificar y, en su caso, clarificar si
una práctica como el yoga puede ser beneficiosa para el desarrollo personal y
profesional docente.
3. Metodología de la investigación
El enfoque del estudio es
cualitativo. La investigación cualitativa parte de la tradición filosófica
hermenéutica de mediados del siglo XX. Considera que la ciencia que investiga
los fenómenos humanos debe ser interpretativa y buscar la comprensión en
profundidad de los procesos de estudio y de las relaciones, sin huir de la
subjetividad. En este sentido, González (2008) afirma que: “La subjetividad es
el fenómeno; la objetividad es una pretensión”. Para Martínez (1988) el
epicentro de una investigación cualitativa e interactiva son los valores y la
subjetividad de los participantes. En este sentido, el enfoque comprensivo que
proviene de la investigación en ciencias humanas recupera al actor y sus
intenciones:
El enfoque comprensivo que
deviene de la tradición de las ciencias humanas se caracteriza por reconocer la
trascendencia de la subjetividad humana y del contexto histórico en la
confrontación de la vida social, recuperando al actor como elemento central que
realiza acciones con sentido, es decir con intención (Aguayo, 2013, p. 37).
Dentro del enfoque cualitativo,
la investigación se incluye en una perspectiva fenomenológica o subjetivista,
que “da prioridad a la perspectiva del sujeto, de la persona, en la
interpretación de la realidad” (Tójar, 2006, p. 66).
Desde nuestra perspectiva e intencionalidad investigadora reivindicamos,
además, la asociación del conocimiento con el cuerpo y los procesos derivados
de él: sensaciones, percepciones, intuición, deseos, sentimientos, intereses,
etc., para recuperar el significado holístico asociado a la experiencia, tanto
propia como del otro. Es más, al tratarse de educación y estar muy presente la
relación formativa con y sobre personas, se pone en juego la ‘experiencia
del tú’, del encuentro con el otro (Buber, 1977), la transformación personal
que eso supone y lo que, desde ahí, pueda decirse del saber adquirido o
desprendido, desde la conciencia actualizada.
El diseño de investigación es el
estudio de casos, definido por Yin (2009) como un método que permite un estudio
holístico y significativo de un acontecimiento o fenómeno contemporáneo, dentro
del contexto real en que se produce. Se seleccionaron veintiún participantes,
con el siguiente perfil: maestros y maestras de educación infantil o primaria,
practicantes sistemáticos de yoga durante al menos dos años y durante al menos
cinco de los siete días de la semana, al menos 20 minutos cada meditación. Se
intentó que fueran tanto hombres como mujeres, aunque por las características
sociodemográficas de la profesión, se anticipaba que serían más maestras que
maestros. Sin embargo, no se encontró ningún hombre que cumpliera las
características de trabajar como maestro y ser un practicante sistemático de
yoga. Entre los profesores se contó con la participación de tres maestros (varones)
y de dos maestras de yoga profesionales, con una mayor experiencia en esta
práctica meditativa, que, eventualmente, impartían clases de esta disciplina,
bien a adultos, bien a niños o a ambos. Se pretendía con ello posibilitar la
triangulación de datos desde participantes distintos.
La técnica de recogida de datos
que se entendió adecuada fue la entrevista semiestructurada y en profundidad. A
través de la entrevista, la comunicación pone en juego las visiones de los
sujetos implicados, en este caso, de investigador y de participante
investigado. En la entrevista interesan los diversos puntos de vista, así como
tener en cuenta tanto las perspectivas “emic” y “etic” (Harris, 1980), es decir la descripción subjetiva de
los participantes (“emic”) y del discurso de la
teoría o de los expertos (“etic”). Afirma Bourdieu
(2006) que, en el marco de la entrevista, sólo la reflexividad, comprendida
como método, presenta las condiciones para la objetivación científica del
sujeto. El hecho de narrar sobre uno mismo y las propias vivencias, obliga
a tomar conciencia de sí, de los sentimientos, pensamientos, creencias,
sentido, etc., ayudando reactivamente a la construcción y toma de
conciencia de nuevos conocimientos y saberes. Desde la formación actual, se
narra el pasado, se resignifica el presente y se sistematizan y comunican
conocimientos (significados) que lo describen, cuestionan y explican para la
mejora personal y profesional.
Para Bourdieu (2006), el
investigador debe esbozar estrategias para ayudar al entrevistado a descubrir
su verdad. Según Contreras y Pérez de Lara (2010) el valor de verdad de una
investigación descansa en:
La autenticidad de la relación
que se establece entre las reflexiones pedagógicas y la forma en que éstas se
han generado en el diálogo con la realidad estudiada; en la honestidad de
afrontar la propia subjetividad mientras se busca conocer y dejarse afectar por
los acontecimientos; en mostrar la multiplicidad de significados posibles y la
forma de generarse preguntas, enseñando la manera en que nacen y se relacionan
con lo vivido (p. 71)
El análisis de los datos en una
investigación cualitativa de este tipo pretende conocer el saber experimental y
subjetivo, que nace de todas las facetas humanas particulares y dialógicas. El
procedimiento para su realización fue un análisis de contenido, donde se busca
el significado, apoyado en razones, expresión y testimonios de los casos
participantes. Según Bardin (1996), el análisis
de contenido sería:
el conjunto de técnicas de
análisis de las comunicaciones tendentes a obtener indicadores (cuantitativos o
no) por procedimientos sistemáticos y objetivos de descripción del contenido de
los mensajes permitiendo la inferencia de conocimientos relativos a las
condiciones de producción/recepción (contexto social) de estos mensajes (p.
32)
Las entrevistas fueron grabadas
y posteriormente transcritas, previa autorización y consentimiento informado de
todos los entrevistados. El análisis de contenido se realizó con el apoyo del
programa Atlas.ti. Las
respuestas se codificaron, categorizaron y subcategorizaron inductiva y
deductivamente (Fereday, 2006).
3. Resultados
y discusión
El sistema de categorías en esta
investigación fue mixto, es decir, se estableció de forma emergente y sobre la
base de categorías definidas a priori. Las categorías fueron redefinidas,
reorganizadas, comparadas y relacionadas en una red de significados, según los
testimonios de los participantes (Figura 2).
Figura
2. Beneficios
profesionales del yoga.
Fuente:
Elaboración propia.
Se reflejarán a continuación
solo los resultados unánimes o coincidentes en, al menos, tres cuartas partes
de los participantes.
No se apreció ninguna
diferencia, ni patrones de respuesta diferenciales entre los profesores de
infantil y primaria practicantes sistemáticos de yoga y los que, además, eran
profesores de yoga con adultos o con niños.
La mayor o menor práctica
requerida para la selección de los participantes no influyó decisivamente en
sus expresiones o en el contenido de sus argumentaciones.
Las definiciones que los
maestros de infantil y primaria dan de ‘conciencia’ se acercan bastante a las
de los profesionales del yoga y a las reunidas en el marco teórico: “La
conciencia es lo que realmente somos” (P. 6). “Para mí, la conciencia es esa
actitud de permanecer alerta para discernir el camino de la sabiduría” (P. 5).
“La atención y la percepción vivas y centradas en lo que se está haciendo” (P.
8).
Así, desde un punto de vista “etic”, la conciencia se interpreta como autoconciencia,
conciencia del otro y conciencia de sistemas más amplios (Goleman y Senge,
2016). Sin embargo, la categoría semántica más recurrente es la de
autoconciencia. No obstante, los participantes relacionan la autoconciencia con
la conciencia del otro. Todos los participantes coinciden con Goleman y Senge
(2016), en que la primera en la base de la segunda. Las definiciones referidas
a la conciencia de sistemas más amplios se dan en mucha menor proporción.
Los participantes consideran la
conciencia como una entidad más allá de la mente, como la actividad cerebral de
darse cuenta, proceso de presencia y conexión, facultad humana: comprensión,
autoconocimiento y sabiduría y la relacionan con cualidades humanas como la
responsabilidad y la coherencia. “Desde la conexión con el mundo y lo superior,
hasta la responsabilidad de cada uno, lo que conlleva a que cada cosa que yo
hago tenga una consecuencia” (P. 1). Coinciden, desde este conocimiento
experimental, con Calle (2017) y la teoría del yoga, que conceptúan la
conciencia profunda más allá de la mente.
Todos estos maestros consideran
que la conciencia es un factor muy importante en la formación y en el desarrollo
profesional y personal del docente. Este consenso coincide con el enfoque
radical e inclusivo, que afirman que la formación es en términos de más y más
conciencia aplicada al ámbito o contenido de que se trata, y que el desarrollo
personal y personal o formativo lo es en la medida en que se produce una
evolución del egocentrismo a la conciencia (Herrán, 1995, 1997, 1998, 2011b).
En cuanto a esta relación concreta de la conciencia con la docencia, se aíslan
dos dimensiones de análisis, surgidas de los datos: Conciencia docente y
conciencia educativa.
La
conciencia docente implica un papel menos directivo y asocia el desarrollo de
cualidades del educador, como la responsabilidad, la coherencia, la madurez
docente, la empatía, la humildad didáctica, el amor por los alumnos y la confianza
en los demás y en sí mismo. Para Day (2006), la profesión docente tiene que ver
sobre todo con el amor. Coincide con la mirada filosófica profunda de Lledó
(1999). El afecto y la compasión son, para Day (2006), características
esenciales del establecimiento y mantenimiento de la conexión con los alumnos y
los compañeros de trabajo. Desde un punto de vista didáctico, precisa que: “El
comportamiento afectivo guía la atención del alumno, lo que es determinante del
rendimiento, por lo que es probable que las relaciones emocionales positivas
reduzcan la incidencia de problemas conductuales y aumenten la motivación por
aprender.” (Day, 2006, p. 67)
La conciencia pedagógica,
entendida como la que los docentes tienen sobre la educación, se concreta en su
modo de entender la finalidad educativa. En los profesores practicantes de yoga
que participaron en el estudio, el sentido de la educación tiene que ver, sobre
todo, con desarrollar la conciencia y, desde ella, cultivar las cualidades
humanas e innatas del niño, como la libertad, la bondad o la felicidad. En un
segundo plano, pero sin relegarlas, quedan cuestiones más asimilables a la
instrucción, como el aprendizaje intelectual de contenidos o el desarrollo de
competencias. Se considera importante el desarrollo de la capacidad
intelectual, la atención y la flexibilidad mental, un factor de la creatividad.
En este sentido, coinciden con la tesis de Krishnamurti (2016) en que la
libertad está en el hecho de aprender a observar con atención el mundo que le
rodea:
Lo importante en educación es
despertar en el alumno la inteligencia, el amor, la compasión y la libertad
interior. La libertad, no como el acto de decidir, sino en el acto de percibir
sin condicionamientos del pasado, de nuestro sistema de creencias y de juicios
(Krishnamurti, 2016).
Otras capacidades que los
docentes dicen necesario desarrollar en los niños son la coherencia, que surge
del equilibrio dinámico entre los diferentes tipos de capacidades: amor,
bondad, sensibilidad, relacionadas con la capacidad de empatía, y la intuición
y flexibilidad mental, relacionadas con la sabiduría que el niño tiene desde su
infancia, coincidiendo en esto con Herrán (2015). En síntesis, para los
participantes lo más importante a desarrollar en el niño es el cultivo de todas
las capacidades humanas de forma integral, armónica y equilibrada: sociales,
afectivas-emocionales, cognitivas o intelectuales, corporales y
morales-espirituales. Teniendo en cuenta que se trata de sacar de dentro del
niño la sabiduría que tiene, englobaría aspectos de
todas ellas cuando surgieran de la conexión consigo mismo, mediante la atención
aplicada a la práctica del yoga y mediante el desarrollo de la conciencia.
Coinciden con Ederra (2017) en que así la sabiduría del niño estaría
íntimamente ligada al autoconocimiento y a la intuición:
La intuición es un puente a otra
sabiduría que, lejos de contribuir a la separatividad,
interrelaciona y unifica al ser humano. La intuición ilumina nuestra mente
analítica y ensancha nuestro corazón. Se cultiva a través del silencio interno
de la mente, y potencia el amor, la fuerza de voluntad y la conciencia. Como
docentes, puede guiarnos y transmitirnos aquello que necesitamos crear,
desarrollar o aplicar en el aula a cada momento, para ofrecer experiencias de
aprendizaje verdaderamente significativas al alumno, en las que su propia
sabiduría interna sea estimulada, en las que aprenda por descubrimiento propio
y desarrolle sus cualidades e inteligencias múltiples a través de su propia
intuición, creatividad y conciencia. (p. 16).
Más allá del plano de sus
alumnos, pero dentro de la cuestión del fin de la educación, para la totalidad
de los docentes, el sentido último de la educación se correspondería con la
evolución del ser humano o de la humanidad. No hay respuestas que se detengan
en el desarrollo de un sistema menor (nacional, geográfico, religioso,
educativo, etc.).
En cuanto a los beneficios que
los profesores practicantes de yoga consideran que esta disciplina les ha aportado,
tanto en los planos personal como docente, la mayoría de ellos respondieron más
allá de la dualidad planteada. Los testimonios mayoritarios apuntaron a un
beneficio directo en el plano personal que, no obstante, se manifestaba en el
trabajo. Estos testimonios sintéticos confirman la tesis de que el desarrollo
profesional del docente requiere una previa madurez de la persona Fernández
(2007) o de que no hay desarrollo profesional sin desarrollo personal en la
docencia (Herrán, 2008).
Desde la perspectiva de los
profesores practicantes, la clase de conciencia que el yoga ayuda a desarrollar
con más fuerza es la conciencia de sí, especialmente la emocional y corporal.
Sin embargo, la mitad de los participantes se refiere a la conciencia
espiritual, que interpretan como experiencia de conexión con el mundo y lo
superior, que conduce al autoconocimiento verdadero mediante la conciencia.
En ninguno de los casos hay
equivalencia entre lo superior y Dios, la Divinidad o similares; más bien se
relaciona con la naturaleza, el universo, la vida. Esta conciencia espiritual
se correspondería con la conciencia transpersonal de la que hablan los autores
de la teoría transpersonal (Wilber, 2007), que equivaldría al más alto nivel de
desarrollo de la conciencia. La conciencia espiritual se identifica con la
moral autónoma (Kohlberg, Clark y Higgins, 1997), cuyos indicadores tienen que
ver con el darse cuenta de los propios valores, de lo que está bien o mal de
forma autónoma, sin reglas impuestas desde fuera. En un sentido compatible,
Osho (2010) afirma que cuando se es consciente la bondad se convierte en el
modo habitual de ser, y el bien viene por sí solo, para lo cual solo hay que ir
hacia adentro. En este sentido, el autor critica la “conciencia moral”, que
conceptúa como una estrategia de la sociedad para esclavizar a la persona
(Osho, 2010, p. 180).
Todos los participantes
expresaron que la práctica sistemática del yoga les ayudaba directa y
concretamente al desarrollo de la conciencia del otro. Destacaron que el
incremento de la conciencia del otro era esencial en el trabajo docente, por
ser una tarea esencialmente comunicativa. Se extendió la tarea comunicativa
tanto con los miembros del equipo educativo, familias y alumnos. Unánimemente
consideran que el yoga les había ayudado a mejorar, al volverse más empáticos
y, por tanto, más conscientes de sus necesidades: “Miro con más distancia los
roces personales y el ego entre los profesores y tiendo a ser más indulgente o
menos estricta con los alumnos” (P. 2). “A nivel personal, me ha ayudado mucho
a escuchar a los niños, a percibir su potencial y a restarme yo en importancia,
humildemente.” (P. 3)
También hubo acuerdo en que el
yoga fue útil para incrementar cualidades pedagógicas de los docentes. Algunas
cualidades a las que el yoga ayudó a desarrollar, según los maestros, fueron
las que consideraban esenciales para la labor docente: amor, atención,
coherencia, empatía, humildad, responsabilidad (constancia, capacidad de
trabajo y esfuerzo), confianza y presencia. Esto confirma la valoración del
amor de Day (2006) o de Lledó (1999), entre otras. La percepción de ganancia de
atención y de empatía coincide con Walsh y Vaughan (2003), que recogen:
“investigaciones que sugieren que los procesos perceptuales de los meditadores
son más sensibles y más rápidos y que su empatía se
agudiza” (p. 96). De la empatía surge la también citada por varios
participantes humildad (didáctica), que incrementa la posibilidad de atención y
apertura a personas (alumnos y otros educadores: profesores y padres) y a
situaciones, y a aprender de ellas. Así mismo, los maestros practicantes de
yoga observaron que había otras cualidades relacionadas con la empatía que la
práctica del yoga había potenciado en su enseñanza del día a día: tolerancia y
capacidad de comunicación y relación.
También expresaron haber sido
fortalecidas por la práctica sistemática del yoga la paciencia, la fuerza
interna, la aceptación y la positividad, interpretable como energía y
optimismo. Todas ellas son cualidades relacionadas con la resiliencia que,
según Aguaded y Almeida (2016), son rasgos
importantes para el docente, en cuyo trabajo pueden experimentarse episodios de
frustración o de dureza. Los testimonios apuntaron a un incremento de la
capacidad de disfrute, por ganancia de sensibilidad, dependiente de la
capacidad de sentir bienestar con independencia de estímulos exteriores. Este
efecto es relevante, porque, si se es capaz de disfrutar de lo que estamos
haciendo, será más fácil transmitirlo a alumnos y familias, y se incrementará
la posibilidad de desarrollo personal y profesional.
En cuanto a los cambios que
provoca el yoga en la conciencia aplicada a la educación, se concretaron en una
interpretación diferente de la finalidad educativa, traducible en la importancia
de trabajar en el desarrollo de la conciencia del niño, la conciencia sobre los
elementos pedagógicos y la preocupación por la introducción de elementos del
yoga en la clase, para el beneficio del alumno, de la formación y de la
instrucción. Se alude a la falta de conciencia educativa aplicada, tanto a la
educación como en las leyes, en currículo escolar y en la formación de los
profesores, coincidiendo con Herrán (1998). La justificación u observación
principal se refiere, precisamente, a que no parece haber noción clara de lo
importante que es desarrollar la conciencia para cada ser humano en particular
y para la sociedad global.
De acuerdo con la finalidad
educativa a la que unánimemente apuntan los maestros –el desarrollo de la
conciencia de los alumnos-, la enseñanza debería consistir en sacar lo que el
niño ya tiene, como potencial condensado en una sabiduría innata. Los maestros
resaltan la importancia de tener en cuenta las necesidades de los niños y su
motivación, de crear metodologías vivas, con base en la conciencia, por medio
del silencio y la práctica de la atención consciente. Afirman que el yoga les
ha permitido ser conscientes de que los libros de texto, las metodologías y los
exámenes no respetan al niño. El respeto, que señalaban casi todos los docentes
como elemento importante en la educación del niño, no se está teniendo en
cuenta con determinados elementos pedagógicos, que en muchas ocasiones vienen
impuestos desde fuera. Esta percepción confirma la relevancia del “respeto
didáctico” (Herrán y González, 2002) como factor de una enseñanza formativa.
Finalmente, los practicantes
coincidieron en que el yoga enseña, sobre todo, que todo está unido en nuestro
ser, y que son circunstancias externas las que nos separan de nosotros mismos,
el resto de los seres y la naturaleza. De ahí que el yoga contribuya a ampliar,
profundizar, equilibrar, afinar, serenar y relacionar lo próximo con la
conciencia ecológica. Los profesores practicantes de yoga comparten una
conciencia sociopolítica que traspasa las fronteras del aula y de los sistemas
egocéntricos, y una relación con la evolución social y de la humanidad. Desde
esta percepción amplia y no parcial, se observan los problemas concretos, tanto
sociales como medioambientales.
5. Conclusiones
A partir del objetivo principal
del estudio y del
análisis de los resultados se deducen algunas conclusiones preliminares.
La primera, de carácter
gnoseológico, confirma que las descripciones y testimonios “emic”
(subjetivas y experimentales) de los participantes verifican conclusiones y
tesis “etic” (teóricas), desde las que cabría observar
una validación de su contenido, en sentido estricto.
En segundo lugar, el yoga es una
metodología formativa eficaz, desde la perspectiva de los participantes. En
efecto, para los profesores practicantes de yoga, esta disciplina meditativa
ayuda a fomentar cualidades formativas relevantes de los docentes, ratificadas
por teóricos e investigadores de la educación. Todas ellas se consideran
necesarias para el desarrollo personal y profesional del docente y
esenciales para el trabajo docente. Los más relevantes son: positividad
(energía y optimismo), capacidad de esfuerzo, fortaleza, capacidad de
relacionarse y amplitud y flexibilidad mental.
En tercer lugar, la práctica del
yoga desarrolla la conciencia del docente, entendida tanto como autoconciencia,
como conciencia del otro, aspecto esencial en la profesión docente, y, en menor
medida, la conciencia de sistemas más amplios.
Por otra parte, el yoga ayuda a
ver claramente que el fin de la educación y la enseñanza pasa por el desarrollo
de la conciencia, comprendida como el factor más importante de la educación,
junto al control del egocentrismo humano (Herrán, 1995, 2014). Se traduce en el
desarrollo integral de las capacidades, la priorización de aspectos humanos y
emocionales sobre los contenidos escolares, la importancia de cambiar el
modo de entender el aprendizaje, que no es extrínseco, sino relacionado con
sacar lo que el niño ya lleva dentro, aunque se apoye en libros de texto, otros
recursos, metodologías directivas, exámenes, etc. Los
participantes comparten la convicción de que la educación es la base de las
soluciones, pero por educación no entienden la intervención que fomenta la
adaptación personal a los sistemas políticos y económicos, perpetuando
desigualdades y contribuyendo al deterioro de nuestro medio ambiente. Más bien
identifican educación como proceso de adquisición y desarrollo de conciencia.
En quinto lugar, los resultados
apuntan a que la práctica del yoga contribuye al desarrollo personal y
profesional del docente, desde el fortalecimiento de su conciencia e,
indirectamente, a la educación del alumno. En efecto, al variar la perspectiva
con la que el docente mira y ve la educación y a los alumnos, se mejora
espontánea, automáticamente la relación con ellos, con las familias y con los
compañeros de trabajo. En consecuencia, se considera positiva y conveniente la
práctica del yoga, comprendida como una disciplina o vía de desarrollo de la
conciencia.
Globalmente, los resultados
confirman la tesis del enfoque radical e inclusivo de la formación que apunta a
que, para la mejora de la enseñanza, centrarse en la práctica y en la reflexión
sobre la práctica podría ser un error de planteamiento, por ser, ambos, efectos
de quien realiza esa práctica. La alternativa formativa complementaria es centrarse
en la causa o fuente de la reflexión o de la práctica, esto es, en el ego
docente y la conciencia de quien reflexiona y desarrolla la práctica e,
idealmente, en su cultivo formativo meditativo. Los resultados coinciden con el
enfoque radical e inclusivo de la formación en cuatro necesidades y cambios
epistemológicos: (1) Redefinir y complementar los fines de la educación, tal y
como normalmente se entienden, desde la Pedagogía (Monarca, 2009). (2) Atender
e incluir enfoques formativos complementarios con base en la conciencia, junto
a los modos en que habitualmente se forma a los profesores, desde una
perspectiva técnico-reflexiva. (3) Incluir constructos educativos claves, como
el ego docente (Herrán y González, 2002), la conciencia (Herrán, 1998), el
autoconocimiento esencial (Herrán, 2004), los condicionamientos mentales
(Krishnamurti, 2016), etc. (4) Favorecer el tránsito en
complejidad de una educación y una enseñanza basadas en el aprendizaje a una
educación y una didáctica basadas en la conciencia, sin renunciar al
aprendizaje.
Desde el enfoque radical e inclusivo de la formación, la pregunta
clave no es si el yoga pudiera o no incluirse en la formación del profesorado,
sino ¿cómo es posible que una metodología autoformativa
tan contrastada todavía permanezca tan lejos de la educación en general y de la
formación del educador y del profesorado, en particular, así como de las
ciencias que los estudian, con especial referencia a la Pedagogía y la
Didáctica (Herrán, 1995)?
Los
resultados apuntan a que la práctica sistemática del yoga puede ser
una metodología importante para el profesorado y la educación. Potencia,
además, numerosas cualidades de los profesores. En especial, redunda en una
mejor relación interpersonal y educación de los alumnos. Esta forma de
meditación es altamente compatible con el enfoque técnico reflexivo. El yoga se
muestra, así, como una práctica del máximo interés pedagógico.
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Como
citar (APA): Herrán, A. de la & Fuente, L.
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https://doi.org/10.35362/rie8523936 |