Introducción
Roberto Martínez Santiago
Este número de la Revista Iberoamericana
de Educación propone una mirada puntual y necesariamente
incompleta sobre algunas de las cuestiones que pueden resultar
significativas para animar el debate que sirve de trasfondo a la
definición de políticas públicas sobre la educación
básica. Por lo tanto, queda muy lejos de nuestra intención
pretender el tratamiento exhaustivo de todos los temas que componen
la realidad de la educación básica en Iberoamérica.
En todo caso, con el tratamiento de este tema esperamos llamar la
atención sobre las dificultades a las que deberán
enfrentarse los sistemas educativos, por la complejidad y dimensión
que va adquiriendo la educación básica cuando todavía
no se han resuelto los principales problemas que la caracterizan.
No podemos pasar por alto que dicha realidad es
la forma que hoy adopta la resolución temporal de las tensiones
que históricamente tienen como escenario las relaciones entre
los requerimientos sociales y las posibilidades de satisfacerlos
por parte de los sistemas educativos.
Quizá este sea el motivo por el cual el
mismo concepto de educación básica ha ido reflejando
parcelas cada vez mayores del proceso educativo. Desde la capacitación
para la lectoescritura y el cálculo elemental hasta la promoción
de una vida saludable, el ejercicio de la ciudadanía y la
vida en democracia, la idea de educación básica parece
haber marcado el ritmo de respuesta (o de propuesta) que los sistemas
educativos han dado a los retos del desarrollo humano.
Esta expansión no parece haber encontrado
sus límites. La puesta en práctica de conceptos como
«educación para todos» y «educación
durante toda la vida» nos sitúan ante la necesidad de
una resignificación del concepto de educación básica.
Desde ahora no será posible ignorar las necesidades educativas
de algunos grupos de adultos que no han alcanzado aquellas capacidades
que se proponen para las nuevas generaciones. Teniendo en cuenta
los resultados positivos obtenidos por la educación inicial,
tampoco podrá desconocerse el derecho de los grupos involucrados
a que esas prácticas lleguen a considerarse como parte irrenunciable
de la educación básica. Estos son sólo dos
ejemplos de las dificultades referidas más arriba.
Ese tipo de proceso puede ser entendido, una vez
más, como causa o como efecto de cambios en los paradigmas
sociales, pero, en cualquier caso, tiene consecuencias sobre los
propios sistemas educativos y sobre las políticas que habrán
de adoptarse para resolver los nuevos desafíos.
Por una parte, cuestiones como el incremento del
riesgo de pérdida de la (poca) calidad y el aumento de la
(mucha) inequidad existentes; la redefinición del papel social
de la escuela, y, en particular, de la educación básica,
y los propios fundamentos del modelo educativo vigente, pasan a
ser cuestiones que deberían ocupar la atención de
los actores educativos y de toda sociedad que considere a la educación
como elemento de cohesión, de desarrollo, de justicia social
y de otras cuestiones positivamente valoradas.
Por otro lado, el debate se amplía para
abarcar a los instrumentos de políticas públicas.
Reformas educativas, medidas fiscales, cambios en la participación
del sector en los presupuestos, programas sociales, promoción
de la iniciativa privada, cooperación internacional, incentivos
a los docentes, son sólo algunas de las propuestas que ponen
en práctica las administraciones públicas y que pasan
a formar parte de los estudios, críticas, apoyos o rechazos
de quienes son conscientes de la importancia de lo que está
en juego.
Dichos cambios, sus consecuencias y las prácticas
que de ellos se derivan, parecen registrarse en el territorio de
los sistemas nacionales. Sin embargo, hoy sabemos que ninguna situación
que se dé dentro de un sistema local está exenta de
las influencias de otras experiencias, teorías o políticas
que ella misma desarrollará, a poco que alcance los circuitos
de validación y de difusión propios de los espacios
globalizados.
A propósito de tales temas hemos querido
plantear el contenido de la sección monográfica del
presente número. Sobre algunas de estas cuestiones, vistas
desde la perspectiva de las experiencias nacionales o desde la «globalidad»
iberoamericana, tratan los análisis, las propuestas y las
opiniones de los autores invitados.
Esa posición alejada de la problemática
local permite a Fernando Reimers plantear la relación entre
el éxito escolar y lo que él llama «la buena
enseñanza», definiendo, desde el inicio de su artículo,
uno de los desafíos a los que se debe hacer frente para que
aquella relación alcance su grado óptimo. Dice Reimers:
«Concentrarse en la buena enseñanza, sin embargo, requerirá
reemplazar un ideario equivocado que ha dominado entre quienes toman
decisiones de política educativa así como entre las
agencias de desarrollo y cooperación internacional».
Susana Decibe, desde su experiencia como ex ministra
de Educación de Argentina, concentra su atención en
las cuestiones pendientes de solución o de mejoramiento.
Para ella, los procesos de reforma emprendidos durante la última
década del siglo xx han quedado inconclusos, y resulta necesario
retomarlos o profundizar en ellos para alcanzar los objetivos previstos.
El problema puede estar en la voluntad política necesaria
para afrontar los costos que podría generar la adopción
de las medidas que se proponen.
También son las reformas educativas, en
este caso las que pusieron en práctica tanto la administración
central como la de algunos estados federales de Brasil, las que
permiten a Rudá Ricci realizar una detallada comparación
de los modelos propuestos desde ámbitos anglosajones y asiáticos
con los provenientes de países latinos. No quedan fuera del
análisis las consecuencias que siguen teniendo en la diferente
forma de entender las realidades sobre las que deben actuar los
gobiernos locales y nacionales.
Entre las cuestiones que debe observar la educación
básica, las de la atención y la integración
de grupos minoritarios están ocupando un lugar destacado
en la preocupación de las autoridades educativas. Para algunos
sistemas, la incorporación a las escuelas de importantes
contingentes de alumnos provenientes de otros países es una
situación novedosa a la que están respondiendo con
políticas específicas. María Antonia Casanova
da cuenta en su artículo de las medidas adoptadas por la
Comunidad de Madrid para tratar a esos colectivos y a todos aquellos
que, por sus particulares características, componen lo que
la autora llama una sociedad de «diferentes».
Si es cierto que las cuestiones locales reflejan
la influencia de los procesos globales, la responsabilidad sobre
sus consecuencias no puede quedar limitada a los directamente afectados.
Es deseable que la comunidad internacional, bajo ciertas condiciones,
coopere en apoyo de aquellos. Abundando en ese sentido, la sección
monográfica se cierra con la reproducción de una ponencia
de la secretaria general adjunta de la OEI, María Rosario
Fernández Santamaría, sobre la situación de
la educación básica en Iberoamérica y los retos
que plantea para la cooperación internacional.
El número se completa con la interesante
sección de Otros Temas, que al incorporar dos trabajos
ofrece una mayor variedad temática en los contenidos de la
Revista.
Juan Carlos Jurado aborda de manera exploratoria
diferentes factores que han posibilitado que en la sociedad contemporánea
los niños y los jóvenes hayan irrumpido en los escenarios
de la vida pública como los «reyes del hogar»,
dando lugar a la creación de un nuevo campo de acción
para la educación, dirigido a esta franja de la población
que ha logrado mayores grados de autonomía cultural con respecto
a los adultos para definir sus formas de aprender y de socializarse.
Con un ensayo basado en el pensamiento de Hannah
Arendt, Sabina Barone y Pablo Mella desarrollan la noción
de acción educativa, destinada a pensar sobre la educación
en nuestros días. «Pensar sobre la educación
dicen no es lo mismo que defender uno entre los paradigmas
pedagógicos conocidos o diseñar propuestas técnicas
de planificación institucional». Este contexto teórico
sirve a los autores para plantear las posibilidades de la institución
educativa acerca de la consecución de una «sociedad
del pensamiento», superadora de las de la información
o del conocimiento.
Por último, el número ofrece sus
habituales reseñas de libros y de revistas
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