Introducción
La irrupción de los medios de comunicación social
en la vida y en las relaciones de los ciudadanos, en particular
de los más jóvenes, está provocando una creciente
preocupación social, con unas consiguientes y poco específicas
demandas a la institución educativa.
Apoyándonos en Jesús Martín-Barbero (1996),
dicha preocupación puede ser entendida como una reacción
ante la desligitimación y la deslocalización
de las formas continuas del saber promovido en la escuela desde
el texto escrito, que constituye el centro de un modelo lineal mecánico;
ante el saber visual que subvierte el modelo escolar por
etapas, legitimado por la autoridad del maestro; y ante el cortocircuito
que se produce en las relaciones entre padres e hijos, al tener
estos últimos acceso, por su propia cuenta, al mundo que
antes les estaba vedado: el de los adultos.
Esta perspectiva del problema plantea la necesidad de que, desde
el sistema educativo, o más propiamente desde la escuela,
se articule algún tipo de respuesta pedagógica que
permita reinterpretar el papel de los medios en las sociedades contemporáneas,
y que dote a los ciudadanos de las capacidades que les faciliten
una relación crítica con la propuesta mediática
a la que están expuestos.
Tal es la intención de la sección monográfica
del número que hoy presentamos, intención recogida
con exquisita precisión en el breve texto preparado por Roxana
Morduchowicz, a quien agradecemos haber hecho posible, con su colaboración
en la coordinación, la realización de este número.
«En las últimas décadas, la escuela ha sostenido
una relación nada sencilla con los medios de comunicación.
Entre el amor y el espanto, este vínculo se ha movido más
cerca de la desconfianza, la acusación y la condena, que
de la aceptación y el reconocimiento. Los medios de comunicación,
sin embargo, desempeñan un papel central en la vida de los
niños y de los jóvenes. Primera actividad de ocio
y principal fuente de información, los medios afectan e influyen
sobre la manera en que los niños y los jóvenes perciben
la realidad e interactúan con el mundo».
Las identidades de los jóvenes se trazan en la intersección
del texto escrito, la imagen electrónica y la cultura popular.
Los centros comerciales, los cafés, la televisión,
los recitales de música, el cine y las nuevas tecnologías,
modifican la percepción que los más jóvenes
tienen de la realidad, su actitud ante el conocimiento y el modo
en que conciben el mundo.
Una educación en medios propone analizar estos cambios a
través de la percepción de la realidad. La educación
en medios de comunicación tema de nuestro monográfico
piensa la escuela como una vía de entrada a la cultura (y
como una vía de entrada de la cultura) y a la comprensión
del mundo. Enseñar sobre los medios significa explorar sus
lenguajes como maneras de nombrar y de organizar la realidad, y
entender los mensajes de los medios como lecturas que intentan explicar
cómo es la sociedad y por qué funciona como funciona.
La educación en medios propone una nueva forma de alfabetización.
Hay quienes hablan de una primera alfabetización, protagonizada
por el libro y por la cultura letrada, y una segunda alfabetización
que nos abre a las múltiples escrituras que hoy conforman
el mundo audiovisual e informático. Es por esta pluralidad
de escrituras por la que pasa hoy la construcción de ciudadanos
que sepan leer, tanto libros como periódicos, noticieros,
videojuegos, videoclips y CD-Roms. De ahí la importancia
que cobra hoy una escuela capaz de un uso creativo y crítico
de los medios audiovisuales y de las tecnologías informáticas.
La valoración de la cultura popular desde la escuela responde
también a las exigencias de la sociedad actual. Mientras
los hijos de las clases más favorecidas entran en interacción
con el ecosistema informacional y comunicativo desde su propio hogar,
los hijos de los sectores populares, cuyas escuelas públicas
(espacios decisivos de acceso a las nuevas formas de conocimiento)
no tienen en su inmensa mayoría la más mínima
interacción con el entorno informático, están
quedando excluidos del nuevo campo laboral y profesional que la
cultura mediática y tecnológica supone (Martín-Barbero
y Rey, 1999).
El presente monográfico intenta explorar dichos aspectos
y responder a estos y otros interrogantes. ¿Es posible que
la escuela redefina su relación con la cultura y abra nuevos
espacios en los que los alumnos aprendan a leer y a resignificar
su propia relación con el entorno mediático? ¿Es
posible que la escuela sirva de vehículo para la interpretación
de la cultura y de la mutua potenciación? ¿Es posible
que la escuela permita a los alumnos experimentar y definir qué
significa ser productores culturales capaces de leer diferentes
textos y de producirlos?
En suma, nuestro número 32 intenta explorar la relación
entre la escuela y los medios de comunicación, el potencial
de una educación que toma a los medios como objetos de estudio,
y las formas en que esta enseñanza tiene lugar. Desde contextos
y realidades muy diferentes, el objetivo es siempre el mismo: revalorizar
la identidad cultural de los alumnos en la que los medios
de comunicación ocupan un lugar esencial, y enseñar
a pensar el mundo mediado y representado en la pantalla de televisión,
en las páginas de un periódico, en una película
o en la navegación por Internet.
La sección «Otros Temas» se centra en la perspectiva
CTS (Ciencia, Tecnología y Sociedad) para la enseñanza
de las ciencias y de la tecnología.
Sin abandonar ese enfoque, Tomás Buch realiza una propuesta
crítica desde la cual plantea la necesidad de revalorizar
a la educación tecnológica frente a la «predominante»
educación científica.
Por su parte, Mariano Martín Gordillo y Carlos Osorio dan
cuenta de un proyecto para la difusión de la cultura científica,
que apunta a favorecer el desarrollo de las competencias requeridas
para participar en ciencia y tecnología.
La XIII Conferencia Iberoamericana de Educación (Tarija,
Bolivia, 4 y 5 de septiembre de 2003) concluyó con una Declaración
que los ministros y ministras elevaron a los Jefes de Estado y de
Gobierno de Iberoamérica. Como es norma de la RIE, el texto
completo de ese documento se recoge en la sección «Documentos»,
que, junto con las reseñas de los libros y revistas recibidos
en esta redacción desde el cierre del número anterior,
completan el material que ofrecemos a nuestros lectores
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