| La labor educativa de los profesores de 
              educación físicaAlfredo Furlan *  
              SÍNTESIS: El término calidad es producto 
                del discurso empresarial capitalista, que es trasladado al terreno 
                educativo por los sectores burocrático y empresarial. Si 
                los conceptos educación y su práctica significaban 
                por sí mismos hechos positivos, actualmente, bajo la imposición 
                de dichos sectores, hemos de añadir la palabra "calidad" 
                cuando tengan un valor agregado, reconocido por todos como tal, 
                de acuerdo con criterios de costo-beneficio. Para ello, los "productos" 
                generados por las escuelas deben ser evaluados y estandarizados 
                siguiendo el "universal" impuesto por el mercado. Las políticas públicas en materia educativa que 
                están encuadradas en esa lógica, promueven la privatización, 
                la deslocalización y la competitividad de las instituciones 
                educativas, produciéndose discursos alejados de las problemáticas 
                que afectan a las comunidades específicas. El carácter 
                de formadora de la totalidad humana históricamente asignado 
                a la educación, se trastoca por el discurso de la calidad 
                educativa, que enfatiza el desarrollo de "competencias". 
                Productividad, competitividad y rendimiento, son las exigencias 
                de una educación de calidad. Se producen entonces la fragmentación 
                y la desarticulación del proceso educativo, y la formación 
                del sujeto. Si bien es cierto que los proyectos educativos que 
                apuntaban a la formación total del hombre (bio-psico-social) 
                no lo han conseguido de forma cabal, ninguno ha apostado por la 
                división tajante entre sujeto intelectual, sujeto emocional 
                y sujeto corporal, como el discurso de la calidad lo hace. En este texto abordamos, en primer lugar, algunas características 
                del discurso de la calidad en educación, y las funciones 
                que cumple en la práctica educativa real. En segundo lugar, 
                nos aproximamos al impacto que puede tener en la escuela y en 
                la Educación Física el mismo discurso, que tiende 
                a fragmentar y a mercantilizar tanto las prácticas educativas 
                como a las personas. En tercer lugar, apuntamos algunas tareas 
                del profesor de Educación Física destinadas a resistir 
                los embates de la mercantilización de su tarea y la visión 
                parcial sobre los sujetos que educa. Para terminar, anotamos una 
                "Reflexión final" en torno a una propuesta educativa 
                que no fragmente al sujeto. SÍNTESE: O termo qualidade é produto do 
                ciscurso empresarial capitalista, que é transmitido ao 
                terreno educativo pelos setores burocráticos e empresarial. 
                Se os conceitos educação e sua prática significavam 
                por si mesmo fatos positivos, atualmente, sob a impressão 
                de tais setores, temos que acrescentar a palavra "qualidade" 
                quando tenham um valor adicionado, reconhecido por todos como 
                tal, de acordo com critérios de custo-benefício. 
                Para isso, os "produtos" gerados pelas escolas devem 
                ser avaliados e padronizados seguindo o "universal" 
                imposto pelo mercado.  As políticas públicas em matéria educativa 
                que estão enquadradas nessa lógica, promovem a privatização, 
                a deslocalização e a competitividade das instituições 
                educativas, produzindo-se discursos afastados das problemáticas 
                que afetam às comunidades específicas. O caráter 
                de formadora da totalidade humana historicamente assinado à 
                educação, se altera pelo discurso da qualidade educativa, 
                que enfatiza o desenvolvimento de "concorrência". 
                Produtividade, competitividade e rendimento, são as exigências 
                de uma educação de qualidade. Se produzem, então, 
                a fragmentação e a desatirculação 
                do processo educativo, e a formação do sujeito. 
                Também é certo que os projetos educativos que apontavam 
                à formação total do homem (bio-psico-social) 
                não conseguiram de forma cabal, nenhum apostou pela divisão 
                cortante entre sujeito intelectual, sujeito emocional e sujeito 
                corporal, como o discurso da qualidade o faz. Neste texto abordamos, em primeiro lugar, algumas características 
                do discurso da qualidade em educação, e as funções 
                que cumpre na prática educativa real. Em segundo lugar, 
                nos aproximamos ao impacto que pode ter na escola e na Educação 
                Física o mesmo discurso, que tende a fragmentar e a mercantilizar 
                a prática educativa e as pessoas. Em terceiro lugar, apontamos 
                algumas tarefas do professor de Educação Física 
                destinadas a resistir os embates da mercantilização 
                de sua tarefa e a visão parcial sobre os indivíduos 
                que educa. Para terminar, anotamos uma "reflexão final" 
                em torno de uma resposta educativa que não fragmente o 
                indivíduo. * Profesor titular adscrito al Proyecto de Investigación 
              Curricular de la Unidadde Investigación Interdisciplinaria 
              en Ciencias de la Salud y la Educación, División de 
              Investigación y Postgrado, Facultad de Estudios Superiores 
              Iztacala, Universidad Nacional Autónoma de México. 1. El discurso de la calidad educativaEn las dos últimas décadas, hemos vivido un cambio 
              sustancial en las relaciones que nuestros países mantienen 
              con las potencias productoras de modelos y de tradiciones pedagógicas. 
              Hasta comienzos de la década de los 90, cada uno de los Estados 
              latinoamericanos aplicaba, en forma particular, las partes de los 
              modelos que más conviniesen a sus propias perspectivas de 
              desarrollo, combinándolas, en general, con una variopinta 
              producción local. Incluso se seguían modelos provenientes 
              de diferentes tradiciones, según el éxito que hubieran 
              obtenido los mismos en conquistar a nuestros intelectuales y a nuestros 
              actores. Por ejemplo, en la década de los 80, las teorías 
              norteamericanas sobre el currículo convivieron con las corrientes 
              institucionalistas francesas, con fragmentos de la teoría 
              crítica alemana, y con los modelos de investigación-acción 
              impulsados sobre todo por algunos especialistas ingleses. La década de los 90 se inició con el proyecto globalizador 
              que Estados Unidos impusieron e impulsaron como modelo universal 
              de pensamiento y de acción. En el terreno educativo, esto 
              significó una notable reducción del pensamiento pedagógico, 
              y una simplificación y banalización de la problemática 
              del campo. La implantación de las políticas globalizadoras 
              (privatización, desregulación, evaluación, 
              gerenciamiento) impusieron la agenda política y académica, 
              y redujeron los débiles atisbos de autonomía preexistentes. 
              Las palabras que usábamos tradicionalmente para hablar de 
              la tarea educativa sufrieron una seria corrosión a partir 
              de un acoso conceptual ya secular, que se ha intensificado a un 
              ritmo "bárbaro" desde principios de la década 
              de los 90 bajo la égida de la Globalización. La noción de "calidad de la educación" 
              apareció en el campo educativo ya avanzado el proceso de 
              universalización del acceso a la escuela, a partir de mediados 
              del siglo pasado. Su invocación provino de la apreciación 
              del deterioro del "nivel cultural" de las escuelas, que 
              fue causado por el "atraso" de los sectores populares 
              que engrosaban las estadísticas de la expansión. Entonces 
              funcionaba como crítica a la falta de una efectiva acción 
              compensatoria, muy ligada a la ideología del Estado del Bienestar, 
              o bien como nostalgia de las viejas costumbres.  A pesar de los esfuerzos por seguir sujetando el sentido de la 
              "calidad" a propósitos igualitarios o a preocupaciones 
              conducentes a la equidad por parte de colegas bien intencionados, 
              el auge arrasador de los "mercados" y de sus expresiones 
              teóricas, ha resignificado en esta dirección a nuestro 
              concepto. En América Latina, la "calidad" se ha transformado 
              en un factor determinante para el diseño de políticas 
              educativas. El término cumple una función ideológica 
              en el contexto globalizado; es una estrategia de control político 
              y cultural que se reduce a verificaciones, a través de evaluaciones 
              estandarizadas aplicadas por organismos externos a las escuelas. 
             Las evaluaciones que hasta hace poco y todavía en muchos 
              casos siguen siendo responsabilidad exclusiva de las escuelas han 
              tendido cada vez más a ser implementadas por organismos especializados 
              constituidos fuera del ámbito de las instituciones educativas: 
              se concretan mediante alianzas entre instituciones académicas, 
              como ocurre en el nivel superior; en otras ocasiones, es el Estado 
              el que las crea y el que, de hecho, las dirige; o pueden estar en 
              manos de particulares individuales, de corporaciones y/o de empresas. 
              Que sean unas u otras no es inocuo, sino que tienen un peso doctrinario 
              o sectorial enorme. En definitiva, tanto los asuntos que se incluyan 
              en los exámenes estandarizados como los que hayan de evaluarse, 
              generan una reacción en cadena, que, como su nombre indica, 
              encadenan a las escuelas, a los currículos, a los docentes, 
              y a los organismos encargados de determinar los contenidos de la 
              evaluación. Los directivos y los maestros se ven obligados 
              a preparar a sus alumnos para que "triunfen" en los exámenes; 
              de no hacerlo, pueden esperar con seguridad serias consecuencias. Los exámenes estandarizados cumplen diversas funciones: 
              en primer lugar, la de clasificar a los alumnos, a las escuelas, 
              a los distritos, a los estados, departamentos o provincias, y a 
              los países, de acuerdo con un orden de mérito. La 
              estandarización y la homogeneización se pueden justificar 
              exclusivamente para esa finalidad. Una segunda función es 
              la de brindar pautas a los responsables de la gestión acerca 
              de la productividad, verbigracia, sobre la calidad de cada una de 
              las entidades mencionadas, para decidir los estímulos o las 
              penalizaciones que se les hayan de aplicar, según sea el 
              caso, con lo cual la información clave también es 
              el orden de mérito. La tercera función de la evaluación, 
              que es la supuestamente más importante de acuerdo con el 
              discurso tecnocrático que trata de legitimar estos procedimientos, 
              es la realimentación, es decir, la que tiene que ver con 
              devolver la información a los involucrados: funcionarios, 
              maestros y alumnos, para que ajusten lo necesario a sabiendas de 
              los errores. Sin embargo, cuando se trata de exámenes nacionales 
              o aun estatales, provinciales o departamentales, esta devolución 
              requiere procedimientos más o menos complejos y costosos, 
              además de una capacitación suficiente de los receptores 
              para que puedan interpretar los resultados. Por todo ello, la devolución 
              en nuestros países casi nunca se lleva a cabo. Los usos que 
              se le dan, en definitiva, son los de estimular la competencia, afianzar 
              la concepción del mundo que los implica, y hacer una utilización 
              política de los datos en función de las necesidades 
              de los agentes que hacen sus apuestas en este ámbito. En la última década, y bajo el título 
              de "política de reforma de la educación", 
              se estableció un nuevo plan, supervisado por un organismo 
              cuya sede está en Chile y que se llama PREAL (Programa de 
              Promoción de la Reforma en América Latina y el Caribe), 
              en el que en uno de sus documentos1 se plantean, 
              entre otras, las dos siguientes líneas generales para la 
              reforma institucional: "Descentralización de la Gestión 
              Administrativa", y "Autonomía Escolar y Descentralización", 
              que significan la desarticulación de los efectos más 
              positivos del modo de gestión centralizado, el espíritu 
              de cuerpo, y el sentimiento de pertenencia a una colectividad organizada. 
             El mismo documento señala algunas reformas en la educación 
              media, entre las que sobresale la referente a la calidad. Sobre 
              el diagnóstico hecho en los países de América 
              Latina en este sentido, dice: 1.2 En términos de calidad:  
               La enseñanza 
                es poco pertinente e inadecuada si se la mide con base en estándares 
                internacionales, y claramente disfuncional con respecto a los 
                avances tecnológicos. 
  Los profesores no cuentan 
                con conocimientos actualizados, su pedagogía es tradicional, 
                y frecuentemente están desmotivados. 
  Los textos y materiales 
                de enseñanza son escasos e inadecuados. 
  Las escuelas y los liceos 
                públicos no tienen sentido de misión e identidad 
                propias, y los directores tienen poca autoridad y reconocimiento, 
  No existen patrones 
                de medida sobre logros en el rendimiento y estándares de 
                calidad, ni vínculos con actores estratégicos que 
                puedan orientar con sus demandas [empresarios, académicos, 
                padres de familia (p. 33)].
 Este tipo de argumentaciones precede indefectiblemente a la instauración 
              de exámenes estandarizados, como el único camino para 
              certificar los niveles de calidad del sistema. Es interesante observar ciertas contradicciones 
              aparentes entre los distintos discursos difundidos en los últimos 
              años. Por ejemplo, mientras que el discurso de la "gestión 
              de base local" justifica la necesidad de aumentar el poder 
              de decisión de los establecimientos para poder integrar sus 
              proyectos educativos institucionales, el "discurso de la calidad" 
              disminuye el poder local e incrementa el de los organismos encargados 
              de la elaboración y aplicación de pruebas estandarizadas2. Si nos ubicamos en la perspectiva de que el principal rasgo de 
              la época en la que vivimos es el de la creciente privatización 
              de la educación, entenderemos por qué esas contradicciones 
              son sólo aparentes. El aumento de poder para decidir la orientación 
              de los proyectos institucionales, es contrapesado por la disminución 
              del poder de controlar la evaluación. Al quedar neutralizada 
              la libertad de decidir la orientación de los proyectos, la 
              noción de libertad se transfiere al marketing de los vendedores 
              de materiales didácticos y de programas multimedia. Lo que 
              realmente se está promoviendo bajo el nombre de libertad, 
              es la capacidad de elegir lo que se va a comprar.  Asociadas a la calidad encontramos dos características, 
              que, en Estados Unidos, se han exacerbado en las últimas 
              dos décadas, y que hoy están siendo exportadas al 
              resto del mundo, y muy en especial a nuestros países: la 
              privatización y la mercantilización radical de la 
              labor educativa. Estas características constituyen un problema 
              de la mayor seriedad y complejidad como para agotarlo en este texto, 
              pero me gustaría citar algunas de las cosas que dicen Larry 
              Cuban y David Tyack3 en relación con dicho 
              fenómeno, dentro de la propia historia de los intentos de 
              reforma en los Estados Unidos:  
              La reforma de las escuelas públicas ha sido, ya de tiempo 
                atrás, un medio predilecto de mejorar, no sólo la 
                educación, sino la sociedad misma (p. 9). Una ideología protestante y republicana deseosa de convertir 
                literalmente a los Estados Unidos en el país de Dios, inspiró 
                a los promotores del movimiento por la escuela pública 
                durante el siglo XIX. [En las últimas décadas] los innovadores que han 
                propuesto o apoyado reformas, por lo general han sido gentes ajenas 
                a las escuelas públicas: tecnócratas, profesores 
                universitarios, vendedores de productos que quieren imponer, políticos 
                deseosos de obtener rápidos resultados antes de la próxima 
                elección, funcionarios de fundaciones y jefes de empresas. 
                Impacientes por el ritmo glacial impuesto por la reforma que las 
                quiere incrementar, libres de recuerdos institucionales de pasadas 
                modificaciones como estrellas fugaces, y, a veces, con la esperanza 
                de obtener rápidas ganancias, así como un pronto 
                ascenso, prometieron reinventar la educación. Cuando las 
                empresas decidieron firmar contratos con distritos escolares para 
                enseñar capacidades básicas a potenciales "desertores" 
                de la escuela, aconsejaron a sus vendedores emplear "el máximo 
                optimismo plausible" para convencer al público [este 
                término fue tomado del idioma de los contratistas aeroespaciales 
                dirigido al Pentágono: P. Carpenter-Huffman; G. R. May, 
                y G. C. Summer (1974): Change in Education: Insights from Performance 
                Contracting, p. 54, Cambridge, Mass, Ballinger. Los autores observan, 
                al hablar de los contratistas por desempeño en las escuelas, 
                que "la competencia entre las escuelas por vender sistemas 
                de enseñanza no demostrados parece haber producido, en 
                realidad, incentivos perversos para aspiraciones infladas" 
                (p. 218)]. Los partidarios de la tecnología a veces prometieron una 
                instrucción "a prueba de maestros" (como si las 
                máquinas y el software fuesen miniescuelas autónomas 
                y no una herramienta pedagógica, entre otras muchas). Los 
                reformadores con visión de negocios, al hablar de la escuela, 
                adoptaron términos económicos como "productividad", 
                "mercado", "clientes", "reestructuración", 
                "rendimiento", "productos" y "administración 
                de calidad total". Con el correr de los años los conceptos 
                han cambiado, pero no el afán de emular a las empresas 
                ni de impresionar a las elites de los negocios, las cuales dominaban 
                muchas juntas escolares y foros políticos (pp. 219-220). [...] gente ajena a la escuela intentó reinventarla:
  Importando a las escuelas 
              unas complejas técnicas nuevas de administración y 
              de presupuesto, creadas por las empresas y por el gobierno durante 
              los años sesenta y comienzos de los setenta. 
  Cediendo contratos de 
              instrucción a los innovadores, quienes afirmaban que las 
              empresas privadas podían enseñar las cosas básicas 
              mejor que las escuelas públicas [...] ganándose un 
              dinero en el proceso. 
  Empleando la tecnología 
              para transformar la instrucción. 
  Y fundamentando los incentivos 
              y las vías hacia una carrera en la enseñanza sobre 
              la competencia y sobre la jerarquía. Los resultados de estos intentos difirieron por reformas, pero, 
              en general, ejercieron poco efecto duradero sobre las escuelas públicas 
              (p. 221).
  
              El negocio de 
                la escolaridad Como sus predecesores de la época progresista, los reformadores 
                orientados hacia las empresas en los años sesenta y setenta 
                tenían soluciones tecnocráticas prefabricadas para 
                los problemas de la educación. A veces, ya tenían 
                productos en busca de mercados. Muchos de ellos pensaban que los 
                actuales administradores de las escuelas eran planificadores incompetentes, 
                y que no eran responsables de los resultados. Otro [asunto] fue 
                tratar a las escuelas públicas como un mercado de servicios 
                de instrucción, en el que las empresas podían competir 
                enseñando a los niños mediante el uso de las últimas 
                tecnologías de instrucción y de ingeniería 
                conductual, como máquinas pedagógicas y de recompensas 
                extrínsecas por aprender. Métodos comerciales de 
                planeación y de presupuesto, competencias e incentivos, 
                con ayuda de las nuevas tecnologías: todo esto podría 
                transformar las anticuadas escuelas públicas en centros 
                de eficiente enseñanza (p. 223). Los autores de este texto, que recomendamos leer complementándolo 
              con la exposición de alguno de los trabajos de Popkewitz 
              sobre el proceso de reforma en Estados Unidos, cierran su libro 
              proponiendo como vía más propicia para reformar la 
              escuela "la transformación desde dentro", apoyando 
              y estimulando el trabajo de los maestros. Si asumimos la "transformación desde dentro" propuesta 
              por Cuban y Tyack, es necesario asumir también que el desarrollo 
              de la calidad del trabajo educativo de la escuela requiere un ajuste 
              continuo entre los proyectos pedagógicos y la práctica 
              real. Para saber en qué sentido hay que orientar los ajustes, 
              es importante concretar lo pensado en una etapa a lo que se va ideando 
              y produciendo a lo largo de todo el desarrollo del trabajo formativo. 
              Desde esta perspectiva, las escuelas que logran educar tienen las 
              siguientes características:   
               Sensibilidad frente 
                al medio en el cual existen. Capacidad para reconocer sus demandas 
                y para seleccionar las mejores. 
  Una identidad fuerte, 
                es decir, un proyecto claro y coherente, una guía consistente, 
                y un sentimiento de pertenencia. 
  Un conjunto de posibilidades 
                de interacción variada, y con diversas regulaciones normativas 
                dentro de un ethos común. 
  Un clima de aprecio 
                por la cultura valiosa, que reduzca la posibilidad del "doble 
                discurso". 
  Un compromiso con sus 
                sujetos y la disposición para cuidarlos.
 Estos factores son más determinantes (sin que excluyan o 
              sustituyan a los otros) que los recursos o los métodos. Dicho 
              de otro modo, Las claves son el entusiasmo, el respeto y la comunidad. 
              Lo que proviene del corte técnico ayuda, pero no es lo principal. 
              Se transforma en principal sobre todo cuando falta, como impedimento, 
              como resorte de la desmoralización.  2. Escuela y Educación FísicaSe ha buscado imponer una suerte de "pensamiento único" 
              en el conjunto del espectro económico, político y 
              social, y con una total nitidez en nuestro campo educativo. Se trata 
              de una configuración discursiva, en la que sus rasgos más 
              notorios son: una centralización en el individuo, al que 
              se le otorga la virtualidad de ser responsable de su propio destino; 
              una dinámica relacional, cuya regulación más 
              fuerte es la competencia de cada individuo frente a sus pares, próximos 
              o distantes (porque es la más poderosa de las diosas de nuestro 
              mundo actual), en la que la línea de producción prioritaria 
              es la de "ganadores", y, correlativamente, también 
              la de "perdedores"; el valor más preciado es el 
              del "éxito", en particular el que es ratificado 
              a través de la acumulación de riqueza; la clave del 
              control político es la evaluación, administrada desde 
              el exterior de los centros escolares, y, en consecuencia, con una 
              competencia que le permite ser operacional en función de 
              la comparación (una comparación real y permanente 
              de resultados, medidos gracias a la intervención de instrumentos 
              estandarizados). Sella este "discurso único" la 
              adopción de un paradigma administrativo empresarial, en el 
              que domina el lenguaje de la gerencia, que, a su vez, desvaloriza 
              el lenguaje todavía vigente en el medio educativo que se 
              acuñó durante la historia de la escuela como institución 
              pública. La sustitución discursiva avanza a trompicones, 
              pues recibe frecuentes "palizas" infringidas por la capacidad 
              de resistencia de la cultura y de los simbolismos de la era institucional. 
             El "pensamiento único" repele cualquier modo de 
              convocar fantasmas de filiación colectivista. La exacerbación 
              del discurso gerencial tampoco da lugar para la instauración 
              de "colectivos". Lo que sí tolera, y hasta promueve 
              a veces, es el trabajo de equipos, lo que, en el terreno de sus 
              expresiones pedagógicas, y dentro del marco de las ofertas 
              de programas a distancia, se traduce en el "aprendizaje colaborativo". 
              Pero la noción estelar que expresa el "espíritu" 
              del modelo dominante es la de sinergia, que alude a la confluencia 
              de fuerzas en la construcción del logro, sin que cada fuerza 
              pierda su identidad ni su modo de operar individual. En el contexto del individualismo, la palabra aprendizaje puede 
              llegar a sustituir a la palabra educación. Se aprende a aprender, 
              se aprende a producir y a competir. Las políticas que se 
              han impulsado desde los organismos internacionales que operan como 
              punta de lanza del proyecto hegemónico, han tenido un sesgo 
              fuertemente antiinstitucional o desinstitucionalizador. Con el discurso 
              de la calidad educativa, el sistema educativo va rompiendo sus relaciones 
              con el Estado y con la sociedad. El fenómeno educativo, desde 
              este discurso, se concibe como una producción de capital 
              humano preparado para la productividad, para la competitividad, 
              etc., en suma, para necesidades de la empresa y de la administración, 
              y desligadas de la convivencia y de la cooperación social. 
             En sentido estricto, la educación, en la medida en la que 
              es un proyecto colectivo, supone un colectivo con proyecto. Funciona 
              como valor siempre positivo. Se requiere una anulación explícita 
              de la positividad para revertir el signo de la educación. 
              Su sentido positivo se nutre de una aspiración colectiva 
              orientada hacia el mejoramiento; es incomprensible la palabra educación 
              sin la alusión a la relación social. La educación 
              en su sentido clásico, consolidada por la pedagogía, 
              no acepta calificativos; no se puede hablar de "educación 
              de calidad", porque el calificativo absorbe toda la resonancia 
              positiva. Mientras que los proyectos escolares generados bajo los 
              criterios del "pensamiento único" tienden a priorizar 
              los aprendizajes, y la evaluación de los mismos se fundamenta 
              en medir los productos obtenidos en términos de eficacia 
              en relación con los objetivos impuestos por las políticas 
              educativas basadas en la "calidad", los proyectos educativos 
              persiguen los objetivos de los colectivos o el de las instituciones; 
              para existir, la educación reclama un orden superior, que 
              se ancla en un proyecto de nación, y que tiene como finalidad 
              aprender a vivir juntos. El "cuerpo necesario" tendría que estar bien nutrido, 
              protegido y tolerado. Esta es una antigua reivindicación 
              de los sujetos: provisión y respeto, que tiene que ser alguna 
              vez el umbral mínimo universal.  Sin embargo, el cuerpo sufre y goza con los embates. Recibe propuestas 
              de las más variadas fuentes. Se desmonopoliza (o se pluraliza) 
              el discurso asumido hasta hoy por la educación. La medicina 
              abre cada vez más puertas para escuchar otras voces. El cuerpo 
              padece de una búsqueda de opciones, sin que los nortes tradicionales 
              resten inmóviles. El cuerpo es receptor de las esquirlas de las granadas que van 
              explotando a medida que se avanza. El cuerpo ya se ha hartado de 
              ser el testigo mudo. Quiere participar y tener protagonismo en todo 
              lo que signifique búsquedas y hallazgos. Quiere dejar el 
              sitio de copiloto de la mente, y restaurarse como enclave del aprender. 
              Para muchos, debe volver al centro de las consignas de los valores. 
              Debe dejar de ser objeto enmascarado, maquillado, plastificado, 
              sobredimensionado, quirúrgicamente idealizado, mutilado por 
              la modelización, sobreestimulado por la competencia, expandido 
              por la angustia, enterrado por la intolerancia. Debe volver a ser 
              pauta de medida de lo necesario, renaturalizarse y recuperar sus 
              proporciones, recontactarse con la tierra y con el deseo, compartido 
              y amasado por el amor, desfabricado y recreado. Hoy en día el cuerpo está muy compartimentalizado. 
              Según sea la necesidad o la pulsión, elegimos servicios 
              diversos. Y, además, los departamentos tienen muchísimas 
              secciones. Basta recorrer un shopping para percatarse de ello: zapatos, 
              trajes y vestidos elegantes, vestimentas informales, deportivas; 
              supermercados de alimentos; tiendas dedicadas a fotografía, 
              a discos, a equipos electrónicos para oír, para ver, 
              para hablar, para jugar, para computar; librerías. La misma 
              sensación se tiene cuando se camina por un hospital de especialidades. 
             La visión jerárquica de la cultura y de la sociedad 
              ha pesado más a lo largo de la historia a través de 
              la división entre trabajo manual y trabajo intelectual (y 
              la de las continuas redefiniciones entre trabajos calificados o 
              no calificados, entre trabajos dignos y serviles, etc.), que por 
              la distinción entre cuerpo y mente. Quiero decir con esto 
              que el planteamiento pedagógico de las escuelas básicas 
              no se alteraría sustancialmente si se dedicara un tercio 
              del tiempo total disponible a actividades físico-deportivas. 
              Esto es así, hasta el punto de que algunas escuelas privadas 
              ofrecen como "producto propio" la posibilidad de dedicar 
              más tiempo que el que le está asignado en el currículo 
              oficial a las actividades de este orden. Las actividades físico-deportivas 
              o gimnásticas, o aun las de la "vida en naturaleza" 
              (si es que se mantiene esta antigua clasificación), tienen 
              dentro de cada una de ellas jerarquías socialmente definidas. 
              Hay deportes que practican las elites, y deportes orientados más 
              hacia la gente corriente, aunque es justo reconocer que dichas jerarquías 
              se han agrietado en muchos casos. Un ejemplo es el éxito 
              alcanzado por jugadores provenientes de sectores populares en deportes 
              como el golf y el tenis. Incluso es plausible que hoy las jerarquías 
              hayan extraviado sus nexos rígidos con la "distinción" 
              clasista, y que lo que defina el estatus de oficios o de especialidades 
              deportivas sea sobre todo su rentabilidad. Hoy domina el negocio 
              del espectáculo, y muchos otros que se aprovechan de él 
              (las apuestas, sin ir más lejos). Pero los negocios, si bien pueden romper antiguos códigos, 
              con su creciente tendencia a la concentración producen la 
              más implacable jerarquía de hecho: distinguen a los 
              excluidos de cualquier otro modo de caracterización.  La Educación Física real, por su 
              parte, no atiende a concepciones antropológicas, no se basa 
              en un estudio minucioso de las técnicas, de los usos ni de 
              los hábitos corporales de cada una de las sociedades en las 
              que se implanta, ni de una comprensión profunda de cuáles 
              son las capacidades físicas del individuo y de cómo 
              se pueden optimizar. Tampoco promueve una ilusión de cierta 
              necesidad trascendente, definida en términos de adaptación 
              motriz al medio ambiente, lo cual implicaría que las propuestas 
              de la materia se basaran en estudios sistemáticos de cuáles 
              son esas necesidades adaptativas al ambiente físico y social. 
              Se requerirían estudios integrales de qué competencias 
              motrices necesitaría desarrollar un chico para adaptarse 
              a esos ambientes. Si esto fuera así, se encontrarían 
              propuestas diferentes según se tratara de alumnos que vivieran 
              en un medio montañoso o en una llanura, en una zona mediterránea 
              o en la costa, además de especificar diferencias según 
              el modo de vida de cada uno de los grupos sociales que habite las 
              distintas regiones. De ser así, nunca se podría haber 
              producido un testimonio como el de los alumnos de Barbiana4:  
              En los exámenes de gimnasia, el profesor nos trajo una 
                pelota y nos dijo: "jueguen al baloncesto". Nosotros 
                no sabíamos jugar. El profesor nos miró con desprecio 
                y dijo: "muchachos infelices". Él es como ustedes. Tener habilidad en un rito convencional 
                le parecía importante. Le fue a decir al director que no 
                teníamos educación física, y que quería 
                mandarnos a examen en septiembre. Cada uno de nosotros era capaz 
                de treparse a un encino. Allá arriba soltaba las manos 
                y bajaba una rama de cien kilos con el hacha. Después, 
                arrastrarla por la nieve hasta la puerta de la casa, a los pies 
                de nuestra madre.  Me contaron de un señor de Florencia que para subir a 
                su casa tomaba el ascensor, y que se compró otro aparato 
                costoso con el que simulaba que estaba remando. Ustedes le pondrían 
                la nota más alta de educación física (p. 
                31). Resulta obvio que no es esa la forma en la que se procede para 
              elaborar los programas de la materia de Educación Física. 
              La elaboración de dichos programas casi nunca depende de 
              estudios de esta naturaleza, ni de los de tipo antropológico, 
              ni priorizan usos y costumbres populares, sino que se estructuran 
              según la tendencia profesional que prevalezca en el ámbito 
              en el que se hacen los planes. Quiero decir con esto que, si los 
              que dominan los organismos donde se hacen los planes apuestan por 
              el deporte (o por cualquier otra orientación profesional) 
              como la actividad que debe prevalecer a lo largo del currículo, 
              los programas reflejarán esta orientación, y sabemos 
              que la iniciación deportiva debe más a los modelos 
              que provienen del deporte profesional que de estudios como los arriba 
              señalados. ¿Qué importancia tiene todo esto? 
              Mucha, desde mi punto de vista. Creo que cualquier profesión 
              autolimita su desarrollo si tiene dificultades para reconocer su 
              origen y su justificación actual. Las definiciones que hipertrofian 
              indican la presencia de un malestar de los profesionales respecto 
              a su historia y a su labor. Nunca el autoengaño conduce a 
              un mejoramiento. 3. Las tareas del profesor de Educación Física¿Es deseable recuperar una mayor unidad? 
              Hay muchos que así lo desean. Por mi parte, creo que es útil 
              mirar a otras culturas y a otras épocas para comprender posibilidades 
              diversas. Me resultó muy sugerente el rescate que hizo Michel 
              Foucault5 de las tres disciplinas que se ocupaban 
              del cuidado de sí mismo en la antigua Grecia. Transcribo 
              desde el comienzo el párrafo que explica el papel del maestro: 
              
              No existe preocupación por uno mismo sin la presencia 
                de un maestro, pero lo que define la posición del maestro 
                es que aquello de lo que él se ocupa es precisamente del 
                cuidado que pueda tener sobre sí mismo aquel a quien él 
                sirve de guía. El maestro es quien se cuida del cuidado 
                del sujeto respecto a sí mismo, y quien encuentra en el 
                amor que tiene sobre su discípulo la posibilidad de ocuparse 
                del cuidado que el discípulo tiene por sí mismo. 
                Al amar en forma desinteresada al joven discípulo, el maestro 
                es el principio y el modelo del cuidado de uno mismo que el joven 
                debe tener de sí mismo en tanto que sujeto.  Las tres líneas de evolución de la noción 
                de cuidado son las siguientes: la dietética (relación 
                entre el cuidado y el régimen general de la existencia 
                del cuerpo y del alma); la economía (relación entre 
                el cuidado de uno mismo y la actividad social), y la erótica 
                (relación entre el cuidado de uno mismo y la relación 
                amorosa) (pp. 49-50). Según Foucault, los ámbitos correspondientes son 
              el cuerpo, el entorno y el hogar. Tal vez forzando un poco se encuentren 
              allí las claves para repensar -o para seguir pensando el 
              "cuerpo necesario", en el marco de una idea del sujeto 
              posible. Salud, trabajo social y amor eran los hilos, o también 
              el crecimiento armónico, la capacidad de cooperar y la potencia 
              expresiva.  Otra línea de reflexión es la que 
              se infiere de la lectura de un texto de Iván Illich6, 
              y que está conectada con las actuales búsquedas de 
              una ética de la tolerancia y de la "convivencialidad"; 
              es la siguiente: Parlebas llamó la atención, en el 
              campo de la Educación Física, acerca de la dimensión 
              semiótica (significante y comunicativa) del movimiento corporal, 
              lo que en el campo de las artes siempre fue el supuesto básico. 
             Hay bastante bibliografía sobre el lenguaje del cuerpo por 
              donde rastrear ideas útiles para profundizar o para fantasear. 
              El texto de Illich sostenía que, antes de que se impusieran 
              las lenguas "maternas" (que derivaban de la que hablaba 
              la madre iglesia), se hablaban lenguas vernáculas, y, en 
              general, varias aprendidas por convivencia. Mezclando tal vez irreflexivamente 
              los planos, pensé que los cuerpos siguen siendo políglotas. 
              Pueden comunicarse con el lenguaje de la danza, de la mímica, 
              del juego con reglas. Es posible que se requiera defender la naturaleza 
              políglota del cuerpo en movimiento. Reducir nuestro proyecto 
              al monolingüismo del deporte (en sus diversos dialectos), implica 
              enseñar sólo el código triunfar-perder, que, 
              sin duda, es importante. El código compartir, o el código 
              acompañar, por ejemplo, quedan fuera o son instrumentados 
              en función del triunfo. Quizás, y sin que nos lo propongamos, 
              desde la "capacitación deportiva" (hoy la habilidad 
              prevalece sobre el ethos, por lo que me resisto a llamarla "educación 
              deportiva", y menos aún "educación por el 
              deporte") se marque un modelo general de relación corporal 
              con el otro. La pareja de uno, ¿es el equipo de uno o el 
              equipo a vencer? Un buen deportista nunca aspira al empate. ¿Qué 
              valores estamos promoviendo? Mejor un cuerpo políglota, pues 
              deja al cuerpo comunicarse con quien quiera.  Por otra parte -creo-, el profesor de Educación Física 
              debe ser un profesional de la educación que vote por esa 
              apuesta colectiva que es la escuela. Ésta sigue y seguirá 
              siendo un lugar privilegiado de reunión. Un lugar, en el 
              sentido de instancia, acaso no acotado en un espacio, sino acotado 
              de manera significativa. Privilegiado, pues allí se destaca 
              a los sujetos y a cierta cultura (skolé significa ocio, que 
              en Grecia se refería a la cultura de los hombres libres, 
              a la contemplación). De reunión, pues la educación 
              es una dimensión del estar con otros, de la comunidad, o, 
              si se quiere, de lo universal imprescindible: el respeto a la vida. 
             Si bien tiene sentido construir la especificidad de la profesión, 
              pues es clave para la propia reunión y para el entusiasmo 
              sectorial, ésta no puede tener valores diferentes a los que 
              sustenta el proyecto educativo en su conjunto. Un sobregiro de entusiasmo 
              local puede transformar tal entusiasmo en depreciación. Se 
              requiere un profesor que haga bien su trabajo, pero dicho trabajo 
              no se restringe a la cancha (ni tampoco huye de ella). Creo que 
              los profesores de Educación Física tienen un programa 
              complejo, interesante y fundamental:   
               Ayudar a que la escuela 
                no pierda de vista que sus sujetos también "son" 
                cuerpos y movimientos. Su individualidad y su sociabilidad se 
                construyen desde el propio cuerpo, de la aceptación del 
                propio cuerpo. El profesor de Educación Física debe 
                bregar por conseguir que la escuela, en su conjunto, cuide de 
                que el sujeto se cuide, en el sentido griego. De la misma manera, 
                debe llamar la atención sobre el hecho de que los sujetos 
                son psicosomáticos cuando aprenden y se desarrollan, no 
                sólo cuando se enferman. Para lograr esto, es crucial que 
                los profesores de la materia no olviden que en la cancha de juego 
                los sujetos también "son" inteligencias, emotividad, 
                compromiso.
  Ayudar a que la escuela 
                no olvide que sus sujetos son individuos particulares, con deseos 
                y con entusiasmos personales, con capacidad para elegir o para 
                decidir. Esa relativa plasticidad y esa tolerancia de las diferencias 
                que tiene la Educación Física, en la medida en la 
                que es una encrucijada de diversos lenguajes, y que en la escuela 
                se mantiene al dar la posibilidad de elegir el deporte, o, si 
                las hubiere, otras opciones, es bueno que se trate de compartir 
                con los otros colegas. La mirada del profesor de Educación 
                Física que detecta las capacidades de cada uno (en la medida 
                en la que valora el cuerpo de cada alumno, sin marginar a los 
                que no encajan en su proyecto selectivo), debe hacerse más 
                común y propia de la escuela. Aunque sea cierto que la 
                escuela trata de igualar las posibilidades, no puede lograr este 
                propósito si no se iguala frente a las diferencias. Dado 
                que los cuerpos son demasiado evidentes como para no reconocer 
                sus particularidades, el profesor tiene una gran responsabilidad 
                respecto de la afirmación del sí mismo y de la individualización.
  Ayudar más a 
                que la escuela funcione como centro de convivencia. La preocupación 
                por la recreación, por el equipo, por los grupos, por el 
                espíritu colectivo del campamento, por el aprovechamiento 
                del espacio, por la sensibilidad a los climas, son herramientas 
                con las que los profesores de la materia suelen contar, y que 
                pueden contribuir de forma muy especial a introducir lo vivencial 
                en la escuela. Este es un conjunto de virtudes de trascendencia 
                virtual para la renovación de los centros escolares.
  Lo mismo cabría 
                decir de la sensibilidad de los profesores de Educación 
                Física por las características del terreno. Las 
                exploraciones que se hacen por medio del excursionismo o el cuidadoso 
                reconocimiento que efectúan los montañistas, las 
                adaptaciones motrices que se requieren durante las carreras de 
                campo traviesa, el relevamiento del terreno o de la cancha de 
                juego, etc., otorgan al profesor una capacidad por demás 
                interesante para ayudar a la escuela a comprender su entorno, 
                su territorio global. Se debe colaborar para el desaulamiento 
                (parcial) de la escuela, con el fin de que las comunidades no 
                se desescolaricen.
 4. Reflexión final¿Qué rasgos debería tener una propuesta educativa 
              que no fragmente al sujeto? La respuesta que voy a dar puede resultar 
              sorprendente para muchos. Lo primero que se requiere es comprender 
              con claridad lo que ha transmitido y lo que pretende transmitir 
              la escuela. Es preciso recordar que la escuela ha enseñado 
              disciplinas desde sus comienzos en la era cristiana. No es casual 
              que se aluda al trivium y al cuadrivium como a las primeras configuraciones 
              del contenido que transmitía la escuela cristiana. En la 
              paideia griega ocurría algo similar. No se enseñaba 
              una letra, un movimiento, o parte de una melodía, sino que 
              se enseñaba a leer y a escribir, así como gimnasia 
              y música. La escuela, en general, no difundía conceptos 
              o informaciones aisladas, sino los conjuntos, tales como estaban 
              desarrollados por las disciplinas. En la época moderna esto 
              siguió siendo así, y continúa prevaleciendo 
              hasta hoy. Del mismo modo, las escuelas técnicas transmiten 
              oficios, no técnicas aisladas. A comienzos del siglo XX se 
              produjo en Estados Unidos una discusión muy seria acerca 
              de esta práctica, de la cual nació la moderna teoría 
              del currículo. Bobbit se quejaba de que la escuela priorizaba 
              la transmisión de disciplinas académicas, y de que 
              descuidaba el aprendizaje de las conductas que necesitaba un alumno 
              para adaptarse de la manera más productiva posible a su medio 
              social específico. Proponía un currículo centrado 
              en los aprendizajes de los estándares de comportamiento útil 
              para cada grupo social. Por su parte, John Dewey denunciaba que 
              la organización del conocimiento en disciplinas académicas 
              expresaba el modo de entendimiento del adulto, y que violentaba 
              los rasgos que caracterizan el modo como perciben los chicos. Sugirió 
              un currículo centrado en la experiencia, que alterase la 
              organización disciplinaria al menos en los primeros grados, 
              y que fuese avanzando hasta posibilitar el aprendizaje de la disciplina 
              en un segundo momento. Estos planteamientos, si bien tuvieron y 
              tienen múltiples seguidores, nunca pudieron llevarse a cabo 
              en los sistemas educativos; permanecieron como propuestas experimentales 
              que no lograron penetrar de manera estable en la estructura escolar. 
              Vale decir que la escuela transmite configuraciones complejas de 
              saberes, que, además -como afirman algunos autores ingleses, 
              constituyen tradiciones reconocidas como legítimas por los 
              sectores dominantes. Por lo tanto, transmiten las tradiciones propias 
              de las matemáticas, pero, también, tradiciones como 
              la práctica de deportes, de gimnasia, o de cualquier otra 
              clasificación de actividades ludocorporales. La escuela nunca 
              definió los contenidos que transmite de una manera del todo 
              inductiva, partiendo de estudios de necesidades y diferenciando 
              con detalle conocimientos, sentimientos o movimientos. La pretensión 
              de que lo que la escuela enseña se derive de estudios de 
              necesidades o de cualquier otro modo que pase por alto la realidad 
              aludida por ejemplo, las taxonomías de logro que diferencian 
              conocimientos, actitudes y habilidades, o aspectos cognitivos, aspectos 
              afectivos y aspectos psicomotrices-, se entiende más como 
              producto de las hipertrofias que provocan la lucha por la sobrevivencia 
              de las profesiones docentes, que de la realidad de la práctica 
              escolar. Para terminar, quiero aventurar la hipótesis de que una 
              de las causas de la actual crisis del sistema educativo tiene que 
              ver con el hecho de que la escuela, hasta ahora, ha enseñado 
              tradiciones o disciplinas, y no ha accedido a incorporar a su oferta 
              aprendizajes aislados, que, por ejemplo, provengan de demandas del 
              mercado de trabajo, si es que no pueden formar parte de una configuración 
              disciplinaria. Habrá que pensar esto con cuidado, porque 
              es evidente que existen disciplinas tradicionales que han incrementado 
              su importancia para el mundo actual, y que, por lo tanto, están 
              más vivas que nunca, mientras que subsisten otras que es 
              probable que hayan perdido actualidad, y que, en consecuencia, su 
              transmisión no tenga hoy el mismo interés que tuvo 
              antaño. Es necesario hacerse una pregunta similar con respecto 
              a la selección interna de los contenidos de cada una de las 
              disciplinas. Es factible que se conserven temas cuya transmisión 
              no se justifique hoy, y que también se sigan manteniendo 
              retrasos con respecto a los avances que la investigación 
              de su propio ámbito ha logrado. En el campo de la Educación 
              Física es preciso preguntarse, así mismo, si la selección 
              de actividades ludocorporales que se sigue haciendo refleja la enorme 
              diversificación que, bajo el impulso de los medios, ha tenido 
              este sector de la cultura. Han proliferado un sinnúmero de 
              nuevas disciplinas de competición (los deportes extremos, 
              por ejemplo), como igualmente las ofertas de aparatos y de métodos 
              para ser esbelto y fuerte en pocas horas. En nuestros días, 
              el riesgo principal que corre la institución educativa está 
              emparentado con las visiones fragmentarias ya aludidas; sólo 
              que las propuestas fragmentarias actuales provienen sobre todo del 
              mercado y de las políticas públicas que promueve el 
              "pensamiento único" globalizador. El desplazamiento 
              que se verifica de la noción de educación, y su suplantación 
              por la idea en apariencia revolucionaria de un centramiento en el 
              aprendizaje, trae aparejado con claridad un embate a la forma clásica 
              del currículo escolar. Las nuevas propuestas enfatizan aprendizajes 
              funcionales a circunstancias de coyuntura, y diluyen con más 
              fuerza todavía que las disciplinas clásicas la unidad 
              del sujeto. Aunque es mucho lo que hay que reclamarle a la escuela 
              respecto del olvido contemporáneo de que sus sujetos son 
              corpóreos y pensantes a la vez, es mucho mayor el riesgo 
              que acompaña a estas nuevas proposiciones, que en los casos 
              más parcializantes de las propuestas escolares existentes. 
              Se puede decir que en el centro educativo los sujetos siempre fueron 
              cuerpo, mente, sentimientos, en una unidad indisoluble. Ningún 
              planteamiento curricular ha fracturado la unidad de los sujetos, 
              pero tampoco se puede decir que la haya considerado ni impulsado 
              del modo más interesante e inteligente. En la escuela, en 
              tanto hubo y hay sujetos, hubo y hay cuerpos.  BibliografíaALUMNOS DE BARBIANA (1975): Carta a una profesora, México, 
              Ediciones de Cultura Popular. FOUCAULT, M. (1987): Hermenéutica del sujeto, Madrid, La 
              Piqueta. GAJARDO, M. (1999): "Reformas educativas en América 
              Latina. Balance de una década", en PREAL, n.º 15, 
              septiembre. ILLICH, I. (1988): Alternativas II, México, Joaquín 
              Mortiz-Planeta. TYAC, D., y CUBAN, L. (2000): En busca de la utopía. Un 
              siglo de reformas de las escuelas públicas, México, 
              Fondo de Cultura Económica.  Notas:1 Marcela Gajardo: «Reformas 
              educativas en América Latina. Balance de una década», 
              en PREAL, n.º 15, septiembre de 1999. 2 No deja de resultar curioso 
              que la casi indecorosa insistencia en la calidadtermine reducida 
              a un problema de cuantificación. 3 David Tyac y Larry Cuban (2000): 
              En busca de la utopía. Un siglo de reformas de las escuelas 
              públicas, México, Fondo de Cultura Económica. 4 Alumnos de Barbiana (1975): 
              Carta a una profesora, México, Ediciones de Cultura Popular. 5 Michel Foucault (1987): Hermenéutica 
              del sujeto, Madrid, La Piqueta. 6 Iván Illich (1988): 
              Alternativas II, México, Ed. Joaquín Mortiz - Planeta.     |