| El cuerpo y la motricidad en educación infantil. El análisis 
              de la práctica como base de la elaboración de un proyecto 
              para el tratamiento del ámbito corporal en educación 
              infantilMarcelino J. Vaca Escribano * 
              Síntesis: El relato de una jornada escolar, con 
                un grupo de niños y niñas que comienzan su escolarización, 
                da pie a un conjunto de reflexiones sobre las relaciones que se 
                establecen entre el alumnado, la maestra y los temas motivo de 
                enseñanza y aprendizaje.  La vida en las aulas puede ser analizada desde diferentes ópticas. 
                En este artículo se hace especial hincapié en aquello 
                que tiene que ver con el cuerpo y su motricidad, no tanto para 
                destacar una materia escolar, la educación física, 
                como para reflexionar sobre la influencia y oportunidad de los 
                aspectos biológicos en el conjunto de la acción 
                educativa. Atendiendo las conclusiones, siempre provisionales, que se derivan 
                de estos análisis y reflexiones, proponemos un proyecto 
                educativo para el ámbito corporal en los comienzos de la 
                escolarización que contempla una doble dimensión: 
                su integración en las preocupaciones educativas generales, 
                y su desarrollo como área de expresión y experiencia. Síntese: O relato de uma jornada escolar, com um 
                grupo de meninos e meninas que começam sua escolarização, 
                da pé a um conjunto de reflexões sobre as relações 
                que se estabelecem entre o alunado, a professora e os temas motivo 
                de ensino e aprendizagem. A vida nas salas de aula pode ser analizada desde diferentes 
                pontos de vista. Neste artigo se dá especial ênfase 
                naquilo que tem a ver com o corpo e sua motricidade, não 
                tanto para destacar uma matéria escolar, a educação 
                física, como para refletir sobre a influência e oportunidade 
                dos aspectos biológicos no conjunto da ação 
                educativa. Atendendo as conclusões, sempre provisórias, que 
                se derivam destas análises e reflexões, propomos 
                um projeto educativo para o âmbito corporal nos princípios 
                da escolarização que contempla uma dupla dimensão: 
                sua integração nas preocupações educativas 
                gerais, e seu desenvolvimento como área de expressão 
                e experiência. * Profesor titular de la Escuela Universitaria de Educación 
              de Palencia, Universidad de Valladolid, España. 1. IntroducciónMi primer encuentro con la vida laboral se produjo a través 
              del ejercicio de la profesión de maestro. Pronto me interesé 
              por el alumnado de las primeras edades aunque quizás 
              sea más correcto decir que hicieron que me interesara, 
              pues siempre estaba vacante para el último que llegaba al 
              colegio aquel inquietante primero de egb, en el que uno se 
              hacía responsable de enseñar a leer, a escribir, etcétera. En mis quince años de maestro no ejercí como especialista 
              de educación física, porque no existía esa 
              figura; lo hice como tutor del grupo, aunque siempre presté 
              una atención especial a estudiar y a desarrollar, en la medida 
              de mis posibilidades, el potencial educativo del ámbito corporal. 
              Era una manera de poner a prueba mis estudios de educación 
              física, y, haciéndolo, me fui encontrando con su enorme 
              interés. Cuando ingresé como profesor en la Escuela de Magisterio, 
              la materia que debía impartir era Educación Física 
              y su Didáctica, pues aún no se habían implantado 
              los estudios de maestro de educación física. Desde 
              entonces, hace ya más de quince años, he procurado 
              estudiar la integración del ámbito corporal en las 
              primeras edades escolares, en particular las comprendidas entre 
              los tres y los doce años. Mis resultados acerca de las aportaciones de la investigación 
              a la enseñanza se acercan bastante a lo afirmado por Lawrence 
              Stenhouse (1987, p. 81): Llego a la conclusión de que la investigación sólo 
              puede perfeccionar notablemente el arte de enseñar si:  
              1. Ofrece unas hipótesis (es decir, unas conclusiones 
                provisionales) cuya aplicación cabe comprobar, porque pueden 
                ser puestas a prueba en el aula por parte del profesor. 2. Ofrece descripciones de casos o generalizaciones retrospectivas 
                acerca de casos suficientemente ricos en detalle como para proporcionar 
                un contexto comparativo en el que juzgar el propio caso. Y a esto me dedico sobre todo; de ahí que el presente artículo 
              sea un reflejo de ello, situado en un contexto determinado, un centro 
              escolar en el que se imparte educación infantil y primaria. Comenzaré por el segundo postulado, es decir, ofreciendo 
              la descripción de un caso, rico en detalles, y capaz, 
              creo yo, de proporcionar un contexto comparativo en el que 
              juzgar el propio caso a todos aquellos maestros y maestras que 
              desarrollan su trabajo en el segundo ciclo de la educación 
              infantil. Para empezar, presentaré la impresión que me produjo 
              la primera jornada escolar a la que pude asistir como observador 
              externo. Cualquier jornada, incluso cualquier lección, es 
              suficiente para poder contemplar la complejidad de la práctica 
              educativa. Nos detendremos a analizarla en sus dimensiones más 
              llamativas.  A continuación haremos una nueva lectura de lo narrado, 
              fijándonos de un modo particular en la dimensión corporal 
              de los sujetos. Justificaremos el porqué de este énfasis, 
              que no se debe tanto al interés de destacar una materia escolar, 
              sino a hacer ver la repercusión del cuerpo y de la motricidad 
              en la globalidad del comportamiento de los sujetos.  Llegados a este punto trataremos de globalizar lo hasta allí 
              expuesto, utilizando lo ocurrido en el resto de la semana, pues, 
              si bien es cierto que las jornadas se parecen unas a otras, también 
              lo es que siempre hay detalles que las singularizan. Por eso, cuando 
              hablamos de horarios escolares, nos referimos fundamentalmente al 
              que se produce durante la semana.  El recorrido efectuado nos permitirá centrar la atención 
              en el primer postulado planteado por Stenhouse. Ofreceremos las 
              conclusiones provisionales, que nos llevarán a justificar 
              el interés de reflexionar, de forma compartida, sobre los 
              horarios que relatan la práctica que se desarrolla a lo largo 
              de la semana, y presentaremos un proyecto sobre cómo debería 
              ser entendido y tratado el ámbito corporal en educación 
              infantil, para que pueda ser puesto a prueba por parte del profesorado. 2. Mi primer contacto con el grupo escolarLa práctica que expongo a continuación, tratando 
              de situarme en el pensamiento de los estudiantes, tuvo lugar en 
              el Colegio Público «Ramón Carande», en una 
              de las aulas correspondientes a alumnos de tres años, el 
              23 de septiembre de 2004 . Los padres no entran con nosotros, se quedan en el patio. La escuela 
              es cosa nuestra. Hay que aceptarlo. Esta brusca separación, 
              este no mirar para atrás, se nos ha presentado como una condición 
              para ser «mayores», porque resistirse es de «pequeños». 
              Por otra parte, pudimos comprobar, tanto en experiencias propias 
              como ajenas, que protestar no tiene muchos efectos. Con mamá 
              o papá quizás, pero con la maestra las cosas se complican 
              [...]. Nos agarramos unos a otros y formamos una fila que conduce 
              hacia el aula. No voy solo, tengo amiguitos.  
              
   
 Nos dejan introducir algo de casa, y esto nos ayuda; yo me he traído 
              mi dinosaurio preferido.  Una vez dentro nos vestimos de estudiantes, y comienzan las tareas 
              escolares. La maestra nos dice lo que hay que hacer. La mayoría 
              de las veces se dirige a todos, pero yo estoy acostumbrado a que 
              me lo digan a mi solito. Hay algunas cosas que parecen claras, pero también las hay 
              confusas, que me dejan sin saber muy bien qué es lo que debo 
              hacer...  * * * Hay ratos en los que hay que escuchar, estar calladitos, pero también 
              hay momentos en los que nos movemos, en los que nos atienden personalmente. 
              Participamos en canciones y en bailes, aunque no siempre sé 
              por qué ni qué es lo que hay que hacer exactamente. 
             Con frecuencia tenemos que estar en silencio para escuchar a la 
              maestra que nos cuenta cosas, a veces sobre nosotros mismos. En 
              estas tareas voy descubriendo ciertas cuestiones; por ejemplo, que 
              alguna letra del nombre de mi compañero también está 
              en mi nombre. 
 
 
 Repetimos canciones que poco a poco voy reconociendo, tanto en 
              lo que dicen como en los movimientos y en los gestos que hacemos 
              en ellas. * * * Tenemos un aula, pero no siempre estamos en ella; a veces nos vamos 
              a otra más amplia, en la que bailamos, y en la hacemos un 
              corro grande que procuramos que no se rompa. También hacemos 
              gestos, como indica la canción, y jugamos a algún 
              juego, que se repite al día siguiente, y que poco a poco 
              me parece más divertido. Se trata de un lobo que pretende 
              comerse a los cerditos; yo procuro no acercarme mucho, aunque tengo 
              amigos muy valientes que siempre se ponen en primera fila. Un día 
              yo fui el lobo. Yo también me sé la canción, 
              aunque la canto muy bajito. 
 
 
   También tenemos un patio, y nos vamos a él para buscar 
              pajitas largas y cortas con el cubo que nos ha dado Marisol. Yo 
              intento buscarlas, y cuando las encuentro se las enseño a 
              los otros niños o a la maestra. A veces me canso de buscar 
              pajitas, y lo que hago es coger puñados de arena. Me encanta 
              apretar fuerte la arena en mi mano, sentirla entre mis dedos y observar 
              cómo se escapa. 
 
 
 * * * Cuando volvemos del patio, pasamos por los baños para lavarnos 
              las manos y para hacer pis si tenemos ganas. He de intentar hacerlo 
              todo solito, porque Marisol únicamente nos ayuda si cree 
              que no podemos. Después, ponemos el mantel en la mesa grande 
              para comer unas galletas y para beber agua todos juntos.  
 
 Cuando terminamos, recogemos la mesa y nos vamos a otros lugares 
              del aula en los que podemos hacer diferentes cosas: jugar a cocinitas, 
              insertar bolitas en una cuerda, moldear plastilina, ver cuentos, 
              construir rompecabezas... 
 * * * Cuando se va terminando el tiempo en la escuela, nos quitamos la 
              bata. A veces yo no puedo hacerlo solo, y me ayuda un amigo que 
              sí lo sabe. Pero yo también quiero saber hacerlo; 
              no quiero estar con la bata puesta cuando todos se la hayan quitado; 
              aunque sea, me la quitaré sin desabrocharla.  
 
 
   Nos vestimos para ir a recibir a nuestros padres que nos vienen 
              a buscar. Pero, antes de irnos, hablamos con Marisol sobre las cosas 
              que al principio dejamos en nuestra cajita, y de las cosas que hemos 
              hecho durante el día. 3. Analizando lo ocurrido Observando sólo una jornada, podemos darnos cuenta de la 
              enorme complejidad que tiene cada una de las situaciones educativas 
              por las que va transcurriendo la vida escolar. Marisol1 es la que está 
              al frente, y la que tiene la responsabilidad de canalizar los procesos 
              educativos que este grupo casual de niños y de niñas 
              emprende. No le gusta trabajar a puerta cerrada, sino que quiere 
              plantear de manera abierta las cuestiones que surgen en su trabajo. 
              Sabe que es imposible acertar siempre, y, por eso, lleva años 
              tratando de trabajar en equipo; de ahí que, en cuanto puede, 
              sitúa observadores en su quehacer profesional.  Nos conocimos hace años, cuando era yo 
              quien actuaba, mientras ella, junto a otras compañeras, observaba 
              cómo desarrollaba mis lecciones en la sala-gimnasio del colegio 
              con el alumnado de infantil y de primaria2. Ahora 
              es ella la que me invita a ser cronista de cuanto sucede en su clase, 
              para después analizarlo y elaborar los criterios de las siguientes 
              actuaciones. Llevamos nueve años trabajando en equipo. El relato expuesto tiene fecha de septiembre, pero a partir de 
              primeros de octubre tan solo hemos podido reunirnos en el colegio 
              durante dos horas a la semana, procurando, eso sí, que éstas 
              coincidan con aquellas situaciones educativas que están más 
              relacionadas con los aspectos corporales y motrices, dado que el 
              proyecto que desarrollamos conjuntamente se refiere al tratamiento 
              educativo del ámbito corporal.  Textos como los que acabamos de exponer, ilustrados 
              por lo general con imágenes, cuentan lo ocurrido y se convierten 
              en material de intercambio con el resto de los maestros y maestras 
              que forman parte del grupo de trabajo3.  Es suficiente observar un día 
              de la vida escolar para darse cuenta de que enseñar 
              supone que la maestra tiene que elegir contenidos, métodos 
              y rituales para facilitar el aprendizaje de sus alumnos. 
              La educación, por tanto, no se corresponde con el azar, sino 
              con el pensamiento estratégico de un docente que lucha contra 
              la fatalidad4, inventando medios para que cada 
              niño y cada niña se interesen y luchen por aprender, 
              por crecer, por construirse como personas5.  Sabemos bien que educar no es fabricar6, 
              comprendemos y aceptamos que no es posible actuar sobre la conciencia 
              de los niños y de las niñas (un principio que llevó 
              a Freud a declarar que la educación es una profesión 
              imposible), pero creemos, a pie juntillas, en la educabilidad de 
              absolutamente todos. Basta observar un día de la vida escolar 
              para darse cuenta de cómo la maestra se afana por generar 
              situaciones educativas, por organizarlas y por enlazarlas unas a 
              otras, de manera que armonicen los intereses de los estudiantes 
              con las orientaciones educativas de los profesores7. Las jornadas escolares y menos a estas edades, no se 
              diferencian mucho unas de otras, pero siempre hay matices que los 
              alumnos reconocen: «hoy vamos al gimnasio», «hoy 
              damos inglés», etc. Por eso, la reflexión de 
              la jornada se complementa con una visión más amplia, 
              que abarca toda la semana escolar. El equilibrio entre los intereses del alumnado y los del profesorado, 
              entre la dinámica general del aula y la inserción 
              en ella de los diferentes casos particulares que día tras 
              día se van haciendo más visibles, entre la estructura 
              de las relaciones sociales que se establecen y el desarrollo de 
              las tareas disciplinares señaladas en el currículo, 
              que tienen un ciclo semanal, y, que, como dice Puig Rovira (2001, 
              p. 72), van dando carácter de normalidad, de previsibilidad, 
              tanto a las relaciones personales como a las tareas que se realizan: La vida en un aula escolar, y en cualquier otra institución 
              social, ha de estar pautada por un conjunto de rutinas que hagan 
              previsible la relación personal y el trabajo. La seguridad 
              que buscamos será la consecuencia de la previsibilidad. Advertimos, 
              sin embargo, que seguridad y previsibilidad no irán en detrimento 
              de valores como la creatividad, la autonomía y la democracia, 
              sino que son condiciones que los hacen posibles. 4. Haciendo hincapié en el ámbito corporalLa jornada escolar narrada muestra, como podemos observar a continuación, 
              una serie de situaciones educativas que generan diferentes presencias 
              corporales (escritas en cursiva). Encuentro
  Organizan su ropa, de algún modo se «desnudan» 
              de calle para «vestirse» de escuela; observan la historia 
              que poco a poco van generando en el aula... Son diez minutos en 
              los que el alumnado va desarrollando diferentes tareas en las que 
              no hay restricciones en la motricidad. Denominamos a esta presencia 
              cuerpo silenciado.  
               
                 
                   
                     
                       
                          Asamblea
  Progresivamente van pasando al lugar de la charla, se sientan en 
              su silla y comienzan un intento de diálogo en el que la maestra 
              es la protagonista. Son veinte minutos en los que el cuerpo debe 
              pasar desapercibido, en los que se solicita inmovilidad para poder 
              atender aquello que se les comenta, para poder participar en lo 
              que la maestra les propone. A esta presencia la denominamos cuerpo 
              silenciado. Moverse para comprender
  Algunos de los conceptos a los que la maestra hace referencia pueden 
              ser representados corporalmente. Hacerse grandes y pequeños 
              para representar las primeras letras, los primeros números. 
              A esta presencia, bastante extendida [debido quizás a la 
              influencia de la definición de psicomotricidad de Picq y 
              Vayer (1969), a la que consideramos «una acción 
              pedagógica y psicológica que utiliza los medios de 
              la educación física con el fin de normalizar y de 
              mejorar el comportamiento del niño»], y que se caracteriza 
              por el uso del cuerpo y del movimiento para hacer comprender algunos 
              conceptos, la denominamos cuerpo instrumentado. Tareas de lectoescritura
  Cada día se cambia de protagonista; hoy le toca a Aron. 
              Marisol va convirtiendo los sonidos de su nombre en letras en la 
              pizarra. Son cinco minutos en los que el silencio y la inmovilidad 
              son necesarios para poder atender las complicadas explicaciones 
              de la maestra. Así representamos el sonido «A», 
              que encontramos en Ana, en Aron, y también en Paula [...]. 
              Vuelve el cuerpo silenciado. Canciones con movimiento
  Marisol, como otras muchas maestras de infantil, recurre con frecuencia 
              a las canciones. Se trata de cinco minutos dedicados a la representación, 
              con gestos y con movimientos de lo que la canción dice, y 
              que vienen a aliviar el cansancio provocado por la exigencia de 
              inmovilidad de la situación educativa anterior. La tarea 
              necesita de la motricidad, y, con ello, la presencia del cuerpo 
              implicado. En la sala de baile
  Frente al aula habitual hay otra, cuyo espacio es bastante mayor, 
              que se utiliza como comedor. En esos momentos está libre, 
              y durante veinticinco minutos la actividad motriz va a protagonizar 
              la intervención educativa a través de juegos motores 
              y/o de canciones que reclaman gestos y movimientos acordes con su 
              ritmo. A esta presencia en la que la cultura motriz, las habilidades 
              de percepción rítmica, etc., son los motivos de la 
              enseñanza y del aprendizaje, la denominamos cuerpo objeto 
              de tratamiento educativo. En el patio
  Hoy no se trata de ese tiempo de recreo al que estamos acostumbrados, 
              sino que se utiliza este espacio escolar para desarrollar una tarea 
              tan pautada como el resto. Durante veinte minutos se desplazan y 
              adoptan diferentes posturas, buscando aquellas pajas que les permitirán 
              construir la casa del lobo del cuento, que hacía un momento 
              se representaba en la sala de baile. Volvemos a encontrarnos con 
              el cuerpo implicado.  La higiene y el desayuno
  Vuelven del patio, organizan sus cubos y van pasando por los baños. 
              Hacen pis si lo desean, y se lavan las manos; saben que, una vez 
              en el aula, deberán sentarse a la mesa en la que platos y 
              tazas están listos para desayunar. Las necesidades de higiene 
              y de alimentación han sido las protagonistas en los últimos 
              veinticinco minutos. Se trata del cuerpo objeto de atención. Rincones
  Cuando terminan de desayunar recogen los platos, y se van incorporando 
              a otros lugares, que, con pequeñas modificaciones, han ido 
              apareciendo en el aula. Existe un sistema de distribución 
              que les permite ir pasando por los diferentes rincones. Durante 
              quince minutos las presencias corporales se mezclan. Las actividades 
              pueden ser muy diferentes: manipulación de objetos, ordenación 
              de los mismos, juegos simbólicos, copias de muestras [...]. 
              Por todo esto podemos observar figuras de cuerpo implicado 
              y otras de cuerpo silenciado. Momento de la despedida A una indicación de Marisol, los alumnos van recogiendo 
              los materiales del rincón en el que se encuentran, y comienzan 
              a prepararse para volver a casa. Marisol les recuerda lo realizado a lo largo de la jornada, lo 
              aprendido, lo que no hay que olvidar [...]. En algunos casos, les 
              da un sobre para que lo entreguen a los papás [...]. La presencia 
              corporal va pasando del cuerpo implicado al cuerpo 
              silenciado, para volver de nuevo al primero, cuando enfilan 
              el pasillo que les conduce al patio donde sus familias les esperan. 
               
                | Situación educatica | Tiempo | Presencias corporales |   
                | Encuentro | Diez minutos | Cuerpo implicado |   
                | Asamblea | Veinte minutos | Cuerpo silenciado |   
                | Moverse para comprender | Diez minutos | Cuerpo instrumentado |   
                | Tareas de lectoescritura | Cinco minutos | Cuerpo silenciado |   
                | Canciones con movimiento | Cinco minutos | Cuerpo implicado |   
                | En la sala de baile | Veinticinco minutos | Cuerpo objeto de tratamiento educativo |   
                | En el patio | Veinte minutos | Cuepo implicado |   
                | La higiene y el desayuno | Veinticinco minutos | Cuerpo objeto de atención |   
                | Rincones | Quince minutos | Cuerpo implicado y Cuerpo silenciado |   
                | Momento de despedida | Quince minutos | Cuerpo implicado y Cuerpo silenciado |  Hemos descrito una jornada concreta. Podría haber nuevos 
              matices si el relato se correspondiera con el mes de octubre, por 
              ejemplo, o con un día de la semana en el que tienen asignado 
              el gimnasio, la clase de inglés, etcétera.  Pero, en cualquier caso, observaríamos que:  
               La estructura que se 
                construye procura diversificar las presencias corporales, de tal 
                modo que den como resultado una curva fisiológica acorde 
                con la naturaleza de los sujetos. Los niños necesitan relacionarse 
                unos con otros, jugar unos con otros para descubrir los diferentes 
                espacios, para dominar los materiales a su alcance, para aprender 
                a manejarlos en función de sus planes [...]. Si los obligamos 
                a silenciarse, a inmovilizarse, a no tocar, el niño 
                se apaga, frena sus disposiciones y queda trabado en sus adquisiciones 
                (Dolto, 1981, p. 190).
  Las tareas escolares 
                se localizan en aquellos lugares del aula o del centro que les 
                dan mayor sentido y posibilidades a los aprendizajes y al desarrollo 
                de competencias que en ellos se procuran.
  El tiempo se administra 
                de tal modo que los diferentes equilibrios de intereses a 
                los que antes aludíamos, van dando la seguridad y 
                el sosiego que necesita una práctica intencionadamente 
                educativa. La tranquilidad, el sosiego y la previsibilidad que 
                suponen la repetición de las situaciones educativas y el 
                orden en el que se van produciendo a lo largo de las diferentes 
                jornadas de la semana, no sólo no merman, sino que facilitan 
                la creatividad y la autonomía de los diferentes miembros 
                del grupo.
 Pero, ¿por qué hacer hincapié en el ámbito 
              corporal? Se podría pensar que este énfasis se debe, 
              de forma exclusiva, a nuestra declarada vinculación con la 
              actividad motriz. Sin embargo, no es exactamente así. Nuestro 
              deseo de incorporar esta perspectiva en el pensamiento del profesorado 
              se debe a que puede generar una concepción diferente del 
              alumnado, y, en consecuencia, una acción educativa distinta. 
              Somos maestros, nuestro objetivo es orientar el proceso educativo 
              de los estudiantes, y uno de los ámbitos que nos puede ayudar 
              a conseguirlo es la capacidad de movimiento que tienen, de manipulación, 
              de expresión y de comunicación, de reproducir y de 
              transformar la cultura motriz. Los maestros y las maestras de estas edades saben bien, a juzgar 
              por sus insistentes demandas de formación en dichos asuntos, 
              que el cuerpo y la motricidad:  
               Están vinculados 
                a la alegría, a la ilusión que supone expre-sarse, 
                relacionarse, ser con los otros.
  Reclaman su presencia 
                en el aula, quizás porque la mayoría de lo que hasta 
                ahora conocen lo adquirieron manipulándolo, tocándolo, 
                lanzándolo; porque sus relaciones han supuesto siempre 
                acercamientos, abrazos, alejamientos trucados, en el sentido de 
                que la mayoría de las veces tenían la intención 
                de comprobar si seguían siendo perseguidos.
  Contienen una expresividad, 
                un modo de decir anterior a las palabras, o que acompañan 
                a esas primeras palabras titubeantes y deshilvanadas; componen 
                un lenguaje que vale la pena comprender, pues ayuda a conocer 
                al sujeto, a saber cómo, cuándo y dónde intervenir, 
                a darse un tiempo sin hacerlo; en definitiva, a establecer fórmulas 
                con las que es posible ganar la confianza y la credibilidad del 
                alumnado.
  Facilitan la construcción 
                de contenidos específicos, y colaboran en el desarrollo 
                de habilidades y de destrezas motrices.
 5. Por qué el horario semanal es el punto de partida de 
              nuestras reflexionesEl análisis compartido de relatos que describen la práctica 
              educativa en una lección o en una jornada en el conjunto 
              de la semana escolar, es uno de los temas nucleares en nuestras 
              actividades de formación del profesorado, y en la investigación 
              sobre el tratamiento pedagógico del ámbito corporal 
              en educación infantil. Sin duda, continuaremos relatando 
              tramos de acción educativa en diferentes contextos, que nos 
              permitirán enriquecer la práctica y ajustar las hipótesis 
              desde las que trabajamos en esta etapa de la educación. De manera progresiva hemos ido concretando conclusiones provisionales, 
              cuya aplicación cabe comprobar, porque pueden ser puestas 
              a prueba por parte del profesor. Algunas de las razones por 
              las que utilizamos el horario semanal como punto de partida de nuestras 
              reflexiones las exponemos a continuación:  
               Nos permiten observar 
                cómo es concebido y desarrollado el potencial educativo 
                del ámbito corporal. En estas concreciones encontramos 
                también orientaciones para establecer estrategias de modificación, 
                que, de nuevo, provocarán relatos evaluables.
  Ponen en evidencia 
                los acuerdos y las discrepancias entre el horario oficial y 
                el horario real, entre lo que decimos y lo que hacemos.
  Expresan los modos 
                de entender y de proceder de los maestros y de las maestras en 
                la complejidad de la vida del aula. Nadie puede situarse al margen 
                de esta cuestión.
  Al utilizar un vocabulario 
                tan particular y a la hora de con-cretar, ponen de manifiesto 
                organizar y definir las situaciones educativas y las deficiencias 
                de coordinación entre el profesorado.
  Las modificaciones 
                que se producen (o que no se producen) a lo largo del curso, son 
                una interesante variable para observar los ajustes que se realizan 
                (o no) entre los alumnos, los profesores y los temas de enseñanza 
                y aprendizaje en el devenir del curso escolar.
  Pueden presentarse 
                como materiales pedagógicos y didácticos que otros 
                maestros son capaces de evaluar de forma compartida, al compararlos 
                con su propia situación profesional, y al tomar decisiones 
                e idear estrategias de intervención a partir de ellos.
  El horario, como estructura, 
                es un ente vivo que se va configurando en el devenir del curso 
                escolar, dando marco a los procesos de enseñanza y aprendizaje; 
                radiografiando la vida escolar, va expresando el rumbo que ésta 
                va tomando, y, en consecuencia, va brindando opción a la 
                modificación y al ajuste.
 6. Un proyecto educativo para el ámbito corporal en educación 
              infantilAnalizando estos datos, entendemos la necesidad de tener como referencia 
              un proyecto para el ámbito corporal en educación 
              infantil. Un proyecto no es un programa; es, más bien, 
              una estrategia que traza las bases que la práctica concreta, 
              y que se mueve con una doble finalidad:  
               Participar en las preocupaciones 
                educativas generales:
  Elaborando y ajustando los cuadros horarios semanales 
                y diarios, combinando oportunamente las diferentes presencias 
                corporales, y procurando una mayor presencia del cuerpo implicado. 
                Analizando las necesidades de materiales y de espacios, 
                recreándolos, de tal manera que ayuden a un encuentro más 
                armónico entre biología y cultura.   Sensibilizando con otros proyectos que se desarrollan 
                sobre higiene, sobre alimentación y sobre hábitos 
                saludables.  Capacitando para establecer conexiones entre la educación 
                formal, la no formal y la informal, que envuelve al alumnado de 
                estas edades en sus entornos de vida.   Establecer un plan 
                para aquellas situaciones en las que el ámbito corporal 
                es objeto de tratamiento educativo.
 En este sentido, es necesario elaborar una propuesta curricular 
              en la que se definan los contenidos específicos, y a 
              partir de la cual se concrete en cada contexto una programación 
              general anual, en la que, a su vez, se señalen los procesos 
              de enseñanza-aprendizaje en forma de unidades didácticas 
              que haya que impartir a lo largo del curso escolar. Cada unidad 
              didáctica se desarrolla a través de diferentes 
              situaciones educativas (lecciones y cuñas, 
              principalmente), en las que el ámbito corporal es el objeto 
              de tratamiento. BibliografíaDolto, F. (1981): «¿Tiene el niño derecho a saberlo 
              todo?», en Tener hijos/2, Barcelona, Paidós. 
             Meirieu, P. (1998): Frankenstein educador, Barcelona, Laertes. Picq, L., y Vayer, P. (1969): Educación psicomotriz y 
              retraso mental, Barcelona, Editorial Científico Médica. Puig Rovira, J. (2001): La tarea de educar. Relatos sobre el 
              día a día de una escuela (Premio 
              Rosa Sensat de Pedagogía 1998), Barcelona, Celeste Ediciones. 
             Stenhouse, L. (1987): La investigación como base de la 
              enseñanza, Madrid, Morata. Notas:1 Hace actividades conjuntas 
              con María, una compañera de trabajo, para poder situarse 
              un poco más alejada de la práctica; está en 
              las clases de inglés, aunque no es lo habitual en una tutora; 
              siempre está abierta a acoger estudiantes en prácticas... 2 En mi deseo y en mi intención 
              de no desvincularme de los centros educativos en los que había 
              pasado los últimos quince años, y a propuesta del 
              Centro de Profesores, ideé un plan de trabajo compartido 
              que consistía en impartir algunas lecciones en la salagimnasio 
              delante del profesorado al que liberaba, para después hacer 
              una reflexión sobre lo ocurrido que le permitiera incorporarlo 
              a su quehacer profesional. 3 Desde hace más de una 
              década, los martes, de 18,30 a 21,00 horas, nos reunimos 
              en la EUE para analizar prácticas y para elaborar teorías 
              sobre el tratamiento pedagógico de lo corporal (TPC) en educación 
              infantil (EI) y en educación primaria (EP). 4 Creo que me entenderán 
              si la expreso con ese burdo refrán que, a fuerza de oírlo, 
              permanece aún en mi memoria: Es imposible luchar contra el 
              sino, el que nace lechón muere cochino. 5 La cultura motriz proporciona 
              extraordinarios ejemplos en los que podemos observar a los pequeños 
              intentando hacer lo que ven hacer a los mayores: Cuántas 
              horas no habrá invertido Irene (3 años) para poder 
              participar con los mayores, como lo hace, en los saltos de comba. 6 Los interesados en este asunto 
              disfrutarán leyendo Frankenstein educador, del profesor Philippe 
              Meirieu. 7 Siempre que observo jornadas 
              de este tipo, recuerdo mis primeros encuentros con los diferentes 
              grupos con los que trabajo. Siento que la lección es algo 
              parecido a la definición que mi profesor de biomecánica 
              hacía sobre la marcha en el ser humano: una sucesión 
              de desequilibrios que se libran por muy poco.   |