Enfoques actuales de la Educación Física y el Deporte.
Retos e interrogantes: el manifiesto de Antigua, Guatemala
Pedro Gil Madrona y Onofre R. Contreras Jordán
*
SÍNTESIS: El objeto de conocimiento de la educación
física (en adelante ef) es el movimiento del ser humano
y su reciprocidad a través del ejercicio físico,
en cuanto le va a relacionar con la educación, con la socialización
y con la cultura. En ese sentido, en el presente artículo
intentaremos aportar algunas reflexiones de interés: de
una parte, para el docente del área de ef, y, de otra,
para los estamentos sociales que tienen asignadas competencias
de decisión en los gobiernos de los diferentes países.
Este artículo intenta reproducir los contenidos, los debates
surgidos, el manifiesto final de los participantes, y las propuestas
de futuro desarrolladas en el transcurso del seminario, que, bajo
la denominación de «Enfoques actuales de la educación
física y el deporte. Retos e interrogantes», se
llevó a cabo en el Centro de Formación de la Cooperación
Española de la Agencia Española de Cooperación
Internacional en Iberoamérica, y que tuvo lugar en Antigua,
Guatemala, entre los días 21 y 25 de noviembre de 2005.
En efecto, irrumpimos en el concepto de ef como ciencia, así
como también en los conceptos de raza, de religión
y de cultura, en un intento de pasar de una multiculturalidad
racial, étnica y religiosa, a una interculturalidad a través
de la ef, con la idea de la actividad física y de la salud
desde una perspectiva actual (obesidad, anorexia, bulimia y tercera
edad) en el deporte en la edad escolar, y en los valores asociados
al deporte como cultura universal, en el ocio y en la recreación.
A su vez, nos ocuparemos del diseño y del desarrollo curricular
en la actividad física y deportiva, inmersos estos temas
en los diversos apartados a modo de estándares. Como consecuencia,
plantearemos ejemplos de cómo abordar la obesidad, la bulimia
y la anorexia nerviosa, la identidad racial, o los valores en
el deporte, por medio de la actividad física y deportiva.
Así mismo, hablaremos acerca de la evolución profesional
del maestro de ef y del educador deportivo, para concluir ofreciendo
a nuestros lectores el manifiesto final del citado seminario de
formación de La Antigua, Guatemala, cuyos participantes
fueron personas con responsabilidad en el ámbito de la
ef en los diferentes países de América Latina.
SÍNTESE: O objeto de conhecimento da educação
física (mais adiante ef) é o movimento do ser humano
e sua reciprocidade através do exercício físico,
enquanto o vai relacionar com a educação, com a
socialização e com a cultura. Neste sentido, no
presente artigo tentamos aportar algumas reflexões de interesse:
de uma parte, para o docente da área de ef, e, de outra,
para os estamentos sociais que têm designadas capacidades
de decisão nos governos dos diferentes países.
Este artigo tenta reproduzir os conteúdos, os debates
surgidos, o manifesto final dos participantes, e as propostas
de futuro desenvolvidas através do seminário que,
sob a denominação de «Enfoques atuais da educação
física e o esporte. Desafios e perguntas», se levou
a cabo no Centro de Formação da Cooperação
Espanhola da Agência Espanhola de Cooperação
Internacional em Ibero-América, e que teve lugar em Antigua,
Guatemala, entre os dias 21 e 25 de novembro de 2005.
Efetivamente, irrompemos no conceito de ef como ciência,
assim como também nos conceitos de raça, de religião
e de cultura, numa tentativa de passar de uma pluralidade cultural,
étnica e religiosa, a uma pluralidade cultural através
da ef, na idade da atividade física e da saúde desde
uma perspectiva atual (obesidade, anorexia, bulimia e terceira
idade), no esporte na idade escolar, e os valores associados ao
esporte como cultura universal, no lazer e na recreação.
Em seu momento, nos ocuparemos do design e do desenvolvimento
curricular na atividade física e esportiva, imersos estes
temas nos diversos tópicos a modo de padronização.
Como consequência, planejamos exemplos de como abordar a
obesidade, a bulimia, e a anorexia nervosa, a identidade racial,
ou os valores no esporte em e através da atividade física
e esportiva. Assim mesmo, falaremos a respeito da avaliação
profissional do mestre de ef e do educador esportivo, para concluir
oferecendo a nossos leitores o manifesto final do citado seminário
de formação de A Antigua, Guatemala, cujos participantes
foram pessoas com responsabilidade no âmbito da ef nos diferentes
países da América Latina.
* Universidad de Castilla-La Mancha, España.
1. Introducción
El presente trabajo intenta reproducir, aunque sea a modo de pinceladas
y siquiera sea brevemente, los contenidos temáticos que fueron
estudiados, los debates que surgieron, el manifiesto final de los
participantes, y las propuestas de cara al futuro emanadas del seminario,
que, con el mismo nombre que el título del artículo,
se llevó a cabo en el Centro de Formación de la Cooperación
Española de la Agencia Española de Cooperación
Internacional en Iberoamérica, en Antigua, Guatemala, y que
se celebró entre los días 21 y 25 de noviembre de
2005. En él participaron los siguientes países iberoamericanos:
Bolivia, Chile, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, España,
Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Perú, Uruguay
y Venezuela, y contó con la colaboración del Consejo
Superior de Deportes del Ministerio de Educación y Ciencia
de España, a través de la Organización de Estados
Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(oei).
Está claro que el movimiento del ser humano es el objeto
de conocimiento de la ef, y que la conexión que con ella
se lleva a cabo mediante el ejercicio físico se va a relacionar
con la educación, con la socialización y con la cultura.
En tal sentido, intentaremos aportar algunas reflexiones que pueden
ser de interés para el docente de nuestra área de
conocimiento, por un lado, y, por otro, para los estamentos sociales
en general y para los políticos en particular de los diferentes
países, en este caso los iberoamericanos, que tienen asignadas
competencias en la toma de decisiones en sus respectivos gobiernos.
Por cuestiones de espacio, se nos planteó una duda: exponer
íntegramente uno de los temas tratados, o bien presentar
una pequeña síntesis de cada uno de los capítulos
que se abordaron; al final, optamos por esta última alternativa.
De ahí que, debido a las citadas razones de espacio, presentemos
solamente algunas de las nociones y de las ideas que allí
se discutieron, así como un esquema de las propuestas planteadas
acerca de una posible intervención. En dicho sentido, irrumpimos
en este trabajo, al igual que lo hicimos en el seminario al que
nos referimos, en el concepto de ef como ciencia, como también
en los conceptos de raza, de religión y de cultura, en un
intento de pasar de una multiculturalidad racial, étnica
y religiosa, a una interculturalidad a través de la ef; en
la idea de la actividad física y de la salud desde una perspectiva
actual (obesidad, anorexia, bulimia y tercera edad); en la de la
corriente psicomotriz; en la del deporte en la edad escolar, y en
los valores en el deporte, en el ocio y en la recreación.
A su vez, nos hemos ocupado del diseño y del desarrollo curricular
en la actividad física y deportiva, y de la progresión
profesional del maestro de ef y del educador deportivo, si bien
aquí estos aspectos estarán inmersos en los diversos
capítulos, ya que, obviamente, son temas de los que cada
uno daría para un artículo independiente. En dicho
sentido, pensamos que debíamos presentar los diferentes aspectos
tratados de modo abreviado, y ofrecer por eso el manifiesto del
seminario de formación de La Antigua, cuyos participantes
eran personas con responsabilidad en el ámbito de la ef en
distintos países de América Latina.
2. La educación física como ciencia
Haciendo un poco de historia, la ef nace con el hombre, pero la
ef moderna surge en el siglo xviii con un enfoque terapéutico
e higiénico. Esta idea «médica» da paso,
en el siglo xix, a la «gimnástica», más
próxima a la idea de ef. En los primeros años del
siglo xx se inician dos vertientes alusivas a esta materia: la del
deporte, en las Islas Británicas, y la que se lleva a cabo
en el continente europeo, que es higienista y militar. A partir
de los años 70 del pasado siglo xx, se produce de manera
simultánea una reconceptualización y una renovación
indiscutible de la ef. Las líneas de actuación tradicionales
se han vivificado, en la actualidad, con aportaciones como la danza,
la música, la rítmica, la psi-comotricidad, el ocio,
el tiempo libre o los deportes de aventura, la expresión
corporal, las escuelas de iniciación deportiva y el deporte
educativo, y la ef enfocada a la salud. Estas manifestaciones pueden
ser de sumo interés para afrontar dilemas como los que se
plantearon en el seminario.
González (1993, p. 52) define la ef como «la ciencia
y el arte de ayudar al individuo en el desarrollo intencional (armonioso,
natural y progresivo) de sus facultades de movimiento, y, con ellas,
el del resto de sus facultades personales». Si observamos con
detenimiento la definición, son tres los conceptos que se
repiten: la ef es una ciencia, ya que tiene un cuerpo de conocimiento
suficiente y específico, derivado de una metodología
científica. En segundo lugar, el objeto de conocimiento es
el movimiento humano, pero no desde un punto de vista exclusivamente
mecánico, sino con una cargada intencionalidad cognoscitiva,
afectiva y social. En tercer lugar, la palabra «educación»
forma parte inseparable de esta ciencia. La ef, por lo tanto, es,
ante todo y sobre todo, educación.
La EF alcanzará su verdadero valor educativo como desencadenante
de mejoras biológicas e higiénicas (condición
física y salud) con mejoras perceptivas (organización
y estructuración corporal), con mejoras cognitivas (resolución
de problemas), con mejoras social-relacionales (la conducta motriz
en sociedad: expresión corporal, juego motor de cooperación-oposición,
etc.), con mejoras afectivo-emocionales (motivación al ego
y a la tarea, las emociones positivas y negativas), con práxias
(finas y gruesas en la aplicación y en la realización
de movimientos), y con mejoras espirituales (morales y éticas).
3. La actividad física y deportiva: cultura, raza y religión
3.1 De una multiculturalidad a una interculturalidad a través
de la educación física
La escuela, como institución, ha sido estudiada desde diversas
perspectivas. Una de ellas es la perspectiva social. En ese sentido,
la escuela tiene encomendadas una serie de tareas sociales orientadas
a los planos individual y social del individuo, tales como contribuir
a su desarrollo personal, físico, intelectual, afectivo y
social o relacional, intentando integrar a la persona en la comunidad
como un miembro activo y participativo.
En los años finales del siglo xx, y en estos primeros del
siglo xxi, el mundo se ha convertido en una «aldea global».
Lo que ocurre en cualquier lugar del mundo repercute en las decisiones
que se tomen en coordenadas extremas. Las tecnologías de
la información y de la comunicación han permitido
que lo que ocurra a unos cinco mil kilómetros de nosotros,
lo conozcamos en cuestión de horas. Si tradicionalmente Europa,
Estados Unidos, Canadá... han sido lugares de inmigración,
en los últimos años este suceso se ha visto «desbordado»
(Gil Madrona, 2003).
Los fenómenos migratorios internacionales surgidos en los
últimos tiempos han adquirido tal magnitud, que algunos autores
han denominado este siglo como «la era de las migraciones»,
siendo cada vez más reducidas las zonas del mundo que quedan
al margen de las corrientes migratorias, que se producen unas veces
como consecuencia del hambre y de la miseria, otras por los devastadores
efectos de las guerras, y, a veces, por motivos de persecución
política.
El respeto y el reconocimiento hacia el «diferente» son
requisitos para una convivencia pacífica entre las diversas
culturas, y son estos objetivos los que deben ser prioritarios en
«la escuela», en una verdadera educación intercultural,
donde los niños aprenden a convivir a través del proceso
de la socialización, al tiempo que van adquiriendo valores
como la tolerancia, el respeto, etc., pero teniendo en cuenta que,
del mismo modo que pueden adquirir estos valores, también
pueden aprender la intolerancia, la intransigencia y el rechazo
de lo diferente. De ahí que la escuela, al lado de la familia,
constituyan un espacio para formar a los futuros adultos en una
convivencia intercultural (Monreal y Amador, 2004). La educación
intercultural, por tanto, surge no sólo por razones pedagógicas,
sino también por motivos sociales, ideológicos y culturales.
No obstante, es importante que diferenciemos las líneas
que estas políticas pueden seguir. Desde diversos referentes
teóricos (Rosales, 1994; Siguán, 1998; Arnáiz
y Martínez Abellán, 2002), se suelen clasificar en
tres categorías:
- Asimilacionismo: implica la pérdida de
su cultura para los grupos minoritarios. La identidad de origen
no es tenida en cuenta, e, incluso, supone un obstáculo
para el proceso de integración escolar y para la incorporación
a las estructuras sociolaborales y políticas en el territorio
de acogida. Lejos de estas inadecuadas medidas, se sitúan
las recomendaciones que Botton, Puigvert y Taleb (2004) resumen
en un ni imponer, ni obligar.
- Segregacionismo: es un proceso de desarrollo paralelo,
en el que cada grupo étnico-cultural posee sus propias
instituciones laborales, sanitarias, culturales y educativas,
pero en el que el contacto con otros grupos intenta ser prácticamente
nulo.
- Interaccionismo: pretende un desarrollo diferenciado
de los diversos grupos culturales, pero manteniendo una permanente
relación de comunicación entre ellos. Se trata de
facilitar, por medio de las instituciones políticas y escolares,
la mejor intervención posible desde una política
que fomente una igualdad de oportunidades, y de una socialización
por medio de prácticas deportivas, en contraposición
a políticas en las que la competitividad y la victoria
o el récord, generen e incrementen las desigualdades,
posturas que ejemplificarían las políticas derivadas
del asimilacionismo o del segregacionismo.
En esta línea, y desde las referencias de Gutiérrez
Sanmartín (1995), se subraya que, a través de las
actividades físico-deportivas, se pueden alcanzar, entre
otros, los siguientes valores multiculturales: respeto a los demás,
cooperación, relación social, trabajo en equipo, pertenencia
a grupo, convivencia, responsabilidad social, justicia, amistad,
etcétera.
Sin embargo, la respuesta deportiva al multiculturalismo no es
fácil, y requiere para cada caso un conocimiento exhaustivo
que permita una intervención significativa. Desde esta perspectiva,
indicamos una serie de objetivos educativos que pueden ayudar a
orientar la práctica educativa a través del deporte,
para conseguir una sociedad plural y democrática. Nos valemos
para ello de un decálogo, que estaría
formado por los siguientes puntos (Almeida, 2003):
- Contribuir a la educación del alumno, para que sea capaz
de escoger la actividad física como medio de interrelación
personal.
- Facilitar a los estudiantes el descubrimiento de otras culturas,
mediante el reconocimiento de otros cuerpos.
- Facilitar al educando las posibilidades que las prácticas
físico-deportivas permiten para el desarrollo de la cooperación
y para el trabajo en equipo.
- Analizar las posibilidades lúdicas de los deportes y
de las actividades físicas, disociándolas de su
intención agonística.
- Saber adecuar la actividad física a unas características
recreativas que hagan aumentar su disfrute en relación
con otras minorías étnicas.
- Conocer y valorar las prácticas físico-recreativas
de otras culturas, como un planteamiento integrador propio de
una sociedad plural.
- Ampliar la incidencia que tienen la educación física
y el deporte en el proceso de la educación multicultural.
- Contribuir a la organización de la actividad deportiva
del centro educativo dentro y fuera de él (por medio de
asociaciones juveniles), así como aprender a organizar
todo tipo de actividades deportivas, potenciando la convivencia
entre alumnos de diversas culturas.
- Conseguir una educación integral a través de
la práctica del deporte.
- Rehabilitar los valores morales y educativos inherentes al deporte,
es decir, mejorar la comunicación social, favorecer el
agrupamiento de sexos y de razas, y, finalmente, desarrollar la
deportividad intentando superar los prejuicios y los estereotipos
culturales. Por tanto, el deporte aparece como un importante mediador
cognitivo, dada su característica de «ideología
maleable» que permite una interiorización de los valores,
lo que facilita la socialización de los inmigrantes, y
en donde la escuela y las asociaciones deportivas no pueden quedar
al margen.
No obstante, en la labor descrita el deporte también presenta
sus límites, ya que, aunque es particularmente válido
por su capacidad de movilización colectiva y de regulación
de los comportamientos, el carácter universal del gesto deportivo
aparece como el mejor aliado de aquellas políticas que no
se dejan comprometer por las diferencias culturales. Desde este
punto de vista, las técnicas deportivas no son un instrumento
de construcción y de afirmación de la identidad cultural
de las minorías étnicas, sino un artificio para la
mecanización y la estandarización de la sociedad industrial.
En ese sentido, la competición deportiva aparece con toda
claridad como el medio de producir una elite más abierta,
que no tiene en cuenta ni las razas ni los orígenes sociales
unidos en un mismo imperativo de competitividad internacional (Contreras,
2003).
En conclusión, podemos decir que el referencial deportivo
juega un papel capital, en la medida en la que participa en la modelación
de las identidades colectivas, de manera que la eficacia simbólica
del discurso deportivo permite la difusión de creencias y
de ideologías que no son propias, y, por consiguiente, la
integración de minorías étnicas. La «ciudadanía
deportiva» tiene una función reguladora, que permite
a personas de orígenes socioculturales diferentes tener las
mismas funciones, los mismos significados y los mismos valores de
los hechos deportivos, de modo que suponen elementos exógenos
a su propia cultura, por lo que facilita la comunicación
transcultural.
3.2 La religiosidad como un determinante de la actividad física
Estamos en un momento de resurgimiento de las religiones en el
mundo, cuestión de gran importancia no sólo por su
relevancia cultural, sino también por la gran influencia
que ejercen sobre la identidad racial. Las postrimerías del
siglo xx han conocido una reactivación global de las religiones
en todo el mundo, lo que ha supuesto la intensificación de
la conciencia religiosa y la aparición de movimientos fundamentalistas,
circunstancias que han llevado consigo una acentuación de
las diferencias entre las religiones (McNeill, 1993).
A mediados de los años setenta la tendencia hacia la acomodación
de la religión al laicismo «dio marcha atrás»,
y tomó forma una nueva aproximación religiosa encaminada
a recobrar un fundamento sagrado para la organización de
la sociedad, que se expresaba en multitud de líneas, y que
abogaba por el abandono del modernismo fracasado, atribuyendo sus
reveses al alejamiento de Dios.
En efecto, las fuentes de identidad y los sistemas de autoridad
existentes desde mucho tiempo atrás se rompen, los campesinos
emigran del campo a la ciudad, se alejan de sus raíces, y
realizan trabajos nuevos o no trabajan, se mezclan con gran número
de extraños y establecen nuevas relaciones. Precisan nuevas
formas de identidad, nuevas maneras de agrupación estable,
y nuevos conjuntos de preceptos morales que les proporcionen un
sentimiento de sentido y de finalidad. Es la religión, sea
ella moderada o fundamentalista, la que satisface dichas necesidades.
Pero en todas ellas surgieron movimientos de esta segunda categoría,
empeñados en la remodelación de la conducta personal,
social y pública, de acuerdo con los dogmas religiosos (Huntington,
1997).
El cuerpo, como el yo, han cambiado siempre a través de
la historia: primero se configuró como receptáculo
material del alma, pero hoy se presenta como un objeto de consumo
que promete control, poder y renovación de la moral.
Los principios sobre los que se basa la idea del cuerpo, en la
actualidad, están conectados con regímenes específicos,
como el ejercicio y la dieta. Dichos regímenes integran prácticas
que requieren un absoluto control, y que están social y culturalmente
organizados y formados a través de creencias personales,
incluyendo las religiosas. De esta manera, los regímenes
tienen suma importancia en la identidad del yo, porque conectan
los hábitos con aspectos visibles de la apariencia del cuerpo
como un símbolo.
La doctrina de una religión puede afectar de manera positiva
o negativa las conductas saludables, ya sea prescribiendo determinados
comportamientos, ya sea rechazando otros. Si una religión,
como es el caso del Adventismo del séptimo día, prohíbe
el consumo de alcohol, de tabaco y de bebidas con cafeína,
pero que, a la vez, anima al ejercicio regular, no cabe duda de
que desarrolla conductas saludables. En sentido contrario, hay religiones
cuya doctrina puede restringir la práctica de estas conductas,
desaconsejándolas expresamente, o priorizando otros valores
diferentes, como es el caso, por citar alguno, de lo que ocurre
con las mujeres judías y con las musulmanas ortodoxas, que
han de seguir preceptos relacionados con la prohibición del
vestido inmodesto o con la convivencia entre diferentes sexos en
el ejercicio al aire libre (Kahan, 2002).
Desde este punto de vista, la simbología del cuerpo, la
moral de los distintos grupos sociales, la liturgia de sus creencias
religiosas... son elementos que condicionan en gran medida la participación
de los alumnos en las actividades físicas, tanto en el ámbito
escolar como en los quehaceres de esta naturaleza que se realicen
fuera del recinto educativo. En dicho sentido, parece necesario
que la formación del profesorado de educación física
tenga en cuenta las creencias religiosas de los alumnos (Contreras,
2003).
4. Actividad física y salud desde una perspectiva actual:
obesidad, anorexia, bulimia y tercera edad
4.1 La educación física en la perspectiva de un
estilo de vida saludable
La salud es un concepto que la mayor parte de la gente cree saber,
hasta que se le cuestiona su significado. La salud puede tener diferentes
acepciones, dependiendo de las personas que la definan. Para unos,
la salud puede ser equivalente a tener una buena condición
física, y, para otros, disfrutar de un sentimiento de felicidad
producido por la consecución de una buena imagen corporal,
o de un bronceado permanente. Así mismo, mientras que para
un joven la salud puede estar asociada con la participación
en diversos deportes, para una persona mayor puede estar vinculada
a la capacidad de llevar a cabo actividades menos intensas, como,
por ejemplo, salir a pasear o hacer la compra todos los días.
Por tanto, la salud puede abarcar aspectos físicos, mentales
y sociales, cuya definición resulta difícil y compleja:
un buen estado de la salud puede ser definido como «la capacidad
psicológica de realizar, de forma normal, actividades diarias
con seguridad e independencia, sin fatigarse excesivamente».
Los beneficios de la actividad física y de la condición
física se han documentado sobre la salud, basándose
en numerosos estudios fiables (Leon, Connett, Jacob y Rauramaa,
1987; Leon y Norstrom, 1995, entre otros). Así, por ejemplo,
se ha demostrado que varios factores de riesgo de padecer enfermedades
crónicas y cardiovasculares se encuentran presentes o empiezan
ya a estarlo en el período de la niñez (Eisenmann,
2004, y Wedderkopp y cols. 2003). A su vez, muchos son los datos
que sugieren que multitud de beneficios psicológicos están
asociados con un estilo de vida activo: se refuerza el humor, se
reduce la tensión, se aminora el estado de ansiedad, disminuyen
los niveles de aparición de la depresión, se aumenta
el autoconcepto positivo de sí mismo, y, en fin, se logra
una calidad más alta de vida (Pangrazi, Cosbin y Welk, 1996).
Por otra parte, el ejercicio tiene efectos emocionales positivos
en el tratamiento profesional de la presión severa (Internacional
Society of Sport Psychology, 1992).
La actividad física regular está asociada con un
menor número de hospitalizaciones, de visitas médicas
y de medicamentos. De ahí que es importante que la gente
joven sea activa si quiere estar sana, ahora y en el futuro, y,
a su vez, es fundamental para las personas estar sanas si quieren
ser activas físicamente.
Desde una perspectiva actual, la ef integral, en este siglo xxi,
debe aportar el conocimiento sobre las necesidades y sobre las posibilidades
de la persona en su globalidad, sobre sus hábitos de comportamiento
con relación a la salud, sobre el desarrollo funcional del
cuerpo y su capacidad expresiva y de placer, y sobre los valores
personales, interpersonales y de inserción social, por ejemplo,
para lo que hace falta contar con expertos en ef, tal como se hace
en otras áreas del conocimiento.
La propuesta de un modelo de educación para la salud llevaría
consigo la creación de hábitos saludables (de trabajo,
de higiene corporal, de higiene postural, de alimentación,
de prevención de accidentes), el desarrollo de la condición
biológica (impulso de la condición física y
evaluación de la aptitud física), y la utilización
de los espacios y de los materiales (vestimenta adecuada, análisis
de los espacios y uso adecuado del equipamiento y del material)
(Devís y Peiró, 1992).
4.2 Los problemas de la obesidad y la intervención educativa
La obesidad es una enfermedad consistente en un exceso de peso,
teniendo en cuenta la interrelación que debe existir entre
la masa corporal (más de un 20%) y la estatura de la persona.
Si se trata de los adultos de Estados Unidos, y tomando en cuenta
los períodos comprendidos de 1976 a 1980, y de 1999 a 2000,
la obesidad ha alcanzado proporciones de epidemia: casi 59 millones
de adultos son obesos. Además, dicha epidemia no está
limitada a los adultos, pues el porcentaje de gente joven que tiene
sobrepeso ha experimentado tal crecimiento, que en los últimos
20 años se ha visto cómo su cifra se ha incrementado
en más del doble.
Las personas con sobrepeso tienen un riesgo elevado de sufrir enfermedades
del corazón, de contar con una presión alta en la
sangre, de padecer diabetes o de adolecer de artritis relacionadas
con discapacidades, y de contraer algunos cánceres. El coste
anual de la obesidad y del sobrepeso, según estimaciones
hechas de su población en Estados Unidos en el año
2002, fue de cerca de 117 billones de dólares.
Las enfermedades crónicas son las responsables de siete
de cada diez muertes en Estados Unidos, y de más del 75%
de los gastos que se han requerido de atención médica.
Por otro lado, muchas enfermedades crónicas reducen la calidad
de vida de millones de americanos. Gran parte de la carga de la
enfermedad crónica es evitable. La inactividad física
y el comer insanamente contribuyen a la obesidad, a que surja el
cáncer, a producir enfermedades cardiovasculares y a la diabetes.
Juntos, estos dos comportamientos son responsables de 400.000 muertes
cada año, por lo menos. En el 2001, se estimó que
la obesidad producía 9.000 muertes prematuras anuales en
el mundo. Sólo el tabaco suele causar más muertes
evitables. Por todo eso, frenar la epidemia de la obesidad es uno
de los compromisos de la salud pública que debe asumirse
en el nuevo siglo.
A pesar de los beneficios comprobados que produce la actividad
física y que ya han sido descritos, más del 50% de
los americanos y de los europeos adultos no vive una suficiente
actividad física que les proporcione beneficios en la salud;
el 26% no es del todo activo en su tiempo libre. La actividad disminuye
con la edad, y esta es menos común entre las mujeres que
entre los hombres, y entre aquellos con ingresos más bajos
y con menor educación.
La actividad física insuficiente no está limitada
a los adultos. Más de una tercera parte de las personas jóvenes
comprendidas entre los 9 y los 12 años no se dedica regularmente
a la actividad física enérgica. La participación
diaria en las clases de ef en los colegios ha decaído de
un 42% en 1991, a un 32% en el 2001. En ese sentido, se están
tomando medidas nacionales sobre la salud para el 2010, que incluyen
incrementar el nivel de la actividad física y la reducción
del sedentarismo en el comportamiento de los niños y de los
adolescentes, para promover en ellos una vida sana.
La obesidad en la infancia fue reconocida como un asunto serio
de la salud pública en Estados Unidos en los años
80. Sin embargo, la obesidad está ahora tomando un lugar
importante, y el asunto del sobrepeso en los niños ha causado
alarma tanto en los países desarrollados como en los que
están en vías de desarrollo en todo el mundo, y es
similar a las estadísticas de los adultos. Es evidente, en
todos los países donde los datos están disponibles,
que la obesidad en la niñez está demostrando una tendencia
al alza, lo que ha generado mucha preocupación en los académicos,
en los médicos, y en los mismos gobiernos.
Las proporciones que presenta Europa en la actualidad parecen mostrar
ciertas variables. Existe un perfil más o menos graduado,
reduciéndose desde el sur hacia el norte, con niveles bajos
de incidencia en países como Holanda (sólo el 12%
de los niños). Alemania, Dinamarca y Suecia también
experimentan índices relativamente bajos de incidencia, mientras
que los países del Mediterráneo exhiben por lo general
índices más altos de obesidad; así, por ejemplo,
España es el tercer país de Europa en el índice
de niños obesos y con sobrepeso (14% y 29%, respectivamente,
de los que están en edad escolar).
¿Qué hay detrás de la actual epidemia de obesidad
en la infancia?, ¿es que los niños consumen ahora más
comida que antes?, ¿están sus dietas más cargadas
de grasa?, ¿deberíamos señalar un progresivo
declive de la actividad física?, ¿son estas preguntas
las únicas razones o existen algunos otros factores? Las
respuestas para intervenir no están tan claras.
Para aquellos que confían en las leyes de la termodinámica,
el acercamiento a la explicación de este asunto no es tan
difícil: para la estabilidad del peso corporal y para la
de su composición, la energía in (entrante
a través del alimento) debe complementar a la energía
out (saliente mediante la actividad física): puesto
que formamos parte de una sociedad, no podemos seguir permitiendo
realizar elecciones pobres de salud, tales como ser físicamente
inactivos y tener una dieta insana, ya que, sin duda, estas elecciones
conducen a la obesidad.
Los niños obesos tienen un alto riesgo de padecer el Síndrome
Metabólico. Este síndrome es definido como aquel que
conduce a la adquisición, como mínimo, de los problemas
siguientes: obesidad abdominal, escasez de alta densidad de hipoproteínas,
colesterol, hipertrigliceridemia, hipertensión, y no tolerar
la glucosa. Aquí es donde las escuelas deben ser las protagonistas.
¿Qué papel pueden adoptar las escuelas para encontrar
una solución?
Ambos, el entorno de la escuela y el ambiente familiar, son los
responsables del creciente aumento de la obesidad infantil. De nueve
a diez meses al año los niños van a la escuela cinco
de cada siete días de la semana, durante cinco, seis o siete
horas diarias. La cafetería de la escuela está provista
de diferentes alimentos, el programa de ef determina el tiempo dedicado
a la actividad física, y el currículo escolar controla
los aprendizajes acerca de las relaciones entre la conducta personal
y la salud. Aparte de la escuela, la familia influye con no poca
intensidad en la vitalidad del niño. Los padres son quienes
deciden comprar alimentos de altas calorías, y/o los que
permiten que sus hijos caigan en largos períodos en los que
sólo realizan labores sedentarias, facilitando la balanza
entre la toma de energía y el gasto. Con el incremento de
la ac-tividad física y con una dieta equilibrada, se puede
reducir la obesidad, aunque hay que tener en cuenta que es mejor
prevenirla que curarla. En Dinamarca y en Holanda montar
en bicicleta es difundido como una forma de transporte, pues del
60% al 70% de los niños se vale de este medio para ir al
colegio cada día. Esos dos países tienen el índice
más bajo de sobrepeso y de obesidad de la niñez en
Europa.
4.3 La correcta percepción de la imagen corporal y la
autoestima como instrumentos de prevención de trastornos
alimenticios en adolescentes
Los trastornos producidos por la conducta alimenticia constituyen
un fenómeno en continuo aumento entre la juventud, que está
produciendo enormes problemas: desde los sanitarios hasta los económicos,
pasando por los de naturaleza afectiva que se dan dentro de las
familias.
Algunos de los componentes de los trastornos de las conductas alimenticias
son los que están relacionados con la distorsión de
la imagen corporal producida por la propia insatisfacción
corporal, que se dan en todas las edades, pero principalmente durante
la adolescencia, y sobre todo entre las mujeres, si bien en los
últimos años hay un aumento de casos también
en los chicos.
Los llamados por lo común trastornos de la alimentación,
son, de hecho, alteraciones de la conducta que se tienen en relación
con los alimentos, y que se conocen también como desórdenes
o perturbaciones del comer, de la ingesta, de la conducta alimenticia,
etc. Entre ellos, los más importantes son la anorexia y la
bulimia nerviosas, así como los co-nocidos médicamente
como trastornos alimentarios no específicos.
Las características esenciales de la anorexia nerviosa consisten
en el rechazo a mantener un peso corporal mínimo o normal,
en un miedo intenso a ganar peso, y en una alteración significativa
de la percepción de la forma o del tamaño del cuerpo.
Además, las mujeres afectas a este trastorno, aunque hayan
pasado la menarquia, sufren amenorrea.
Por su parte, la bulimia nerviosa consiste en atracones y en métodos
compensatorios para evitar ganancias de peso. De otro lado, la autoevaluación
de los individuos con esta enfermedad se encuentra excesivamente
influida por la silueta y por el peso del cuerpo.
Hilde Bruch (1962) fue la primera en sugerir la existencia de una
alteración de la imagen corporal en la anorexia nerviosa,
de forma que argumenta: «Lo patognómico de la anorexia
no es la gravedad de la malnutrición per se, sino más
bien la distorsión de la imagen corporal asociada a esta».
Así, la citada autora (1973) considera como circunstancia
primordial de la anorexia la producida por los trastornos de la
imagen corporal, pues al referirse a la distorsión de tal
imagen incluía alteraciones tan variadas como conciencia
cognitiva del yo corporal, conciencia interoceptiva de sensaciones
corporales, sensación de control sobre las funciones del
propio cuerpo, consideración afectiva de la configuración
corporal real, y autovaloración de la deseabilidad del cuerpo
por parte de otros. De esa manera, el malestar producido por la
percepción de la imagen corporal y de su evaluación
estética negativa, constituye el principal factor que precede
a la intención de adelgazar.
Otros estudios han puesto de manifiesto que la distorsión
perceptiva corporal es muy superior en pacientes con trastornos
alimenticios. Por ejemplo, Sunday y otros (1992) observaron
que las pacientes anoréxicas sobrevaloraban el tamaño
de sus caderas y el grosor relativo de su cuerpo. Fichter y otros
(1986), por su parte, habían verificado tal valoración
en la cintura y en la zona superior de los muslos. Distintos trabajos
han evidenciado que las pacientes con trastornos alimenticios tienden
a fijar su atención preferente en las partes de su cuerpo
que menos les satisfacen, mientras los sujetos normales se concentran
sobre todo en la silueta corporal global (Freeman y otros, 1991).
Así mismo, Gila y otros (1998), hallaron que las adolescentes
anoréxicas sobreestimaban todas las partes de su cuerpo,
aunque las percibidas con mayores distorsiones fueron tórax,
cintura y caderas.
Comoquiera que los programas de ef incorporan entre sus contenidos
aspectos relacionados con el esquema corporal, con la imagen corporal,
con aspectos perceptivos, etc., es decir, que tratan, entre otras
cosas, de educar la percepción tanto interoceptiva como exteroceptiva
del propio cuerpo, es por lo que surge y se sugiere una intervención
educativa en y desde el área de la ef, con la intención
de prevenir los desajustes perceptivos sobre el propio cuerpo en
jóvenes púberes.
Se trata, por tanto, de que la intervención del profesor
de ef, hasta ahora inexistente en el tratamiento de este trastorno
nervioso, pueda ayudar a prevenir dicha enfermedad, al ser de gran
ayuda en el aprendizaje de la percepción de la imagen corporal
y del autoconcepto, que son algunas de las variables implicadas
en la aparición de este trastorno. El tratamiento de un desarreglo
como el de la Anorexia-Bulimia debe ser multidisciplinar, y, una
vez que se ha producido el diagnóstico diferencial, las terapias
suponen la parte de un todo no excluyente: la aportación
de la ef.
Desde el campo de la educación en general, y de la ef en
particular, trataremos de contribuir a la reducción de los
trastornos alimenticios en púberes y en adolescentes, de
corregir la mala asimilación de la imagen corporal para prevenir
las citadas disfunciones, de mejorar la insatisfacción con
la propia silueta, de plantear y de enseñar actividades psicomotrices
que les permitan afianzar y aceptar su imagen corporal, de informar
de la manipulación a la que se ven sometidos los adolescentes
por los medios de comunicación, de concienciar de la existencia
de cánones de belleza establecidos, diferentes para hombres
y para mujeres y variables en el tiempo, para realizar juicios críticos.
4.4 La tercera edad o una juventud casi eterna en una constante
alianza con la actividad física
Tanto nuestro cuerpo como nuestra mente se rigen por una sencilla
regla: lo que no se usa, se atrofia. Esta regla cobra más
importancia a medida que envejecemos, pues, con el paso del tiempo,
vamos perdiendo de manera paulatina nuestra capacidad física
e intelectual. Si logramos mantenernos corporal y mentalmente activos,
reduciremos el ritmo de deterioro de nuestras funciones, y aumentaremos
la calidad de los años dorados de nuestra vida.
Los datos de los que disponemos sobre la población española,
por ejemplo, nos indican que en torno al 20% de la población
estará formado por personas mayores de 65 años en
el 2030. Los cambios que se producen en el envejecimiento son, sobre
todo, disminución de la capacidad aeróbica; reducción
de la masa ósea, con lo que se es más propenso a sufrir
fracturas; decrecimiento de la resistencia y de la fuerza musculares,
debido en gran parte a la atrofia muscular; retraimiento del sentido
del equilibrio; mitigación del tiempo de reacción;
debilitamiento del metabolismo basal y aumento de la grasa corporal;
bajón del sistema inmune, y mengua de la flexibilidad.
Si nos fijamos en todos estos cambios, vemos que están relacionados
en gran parte con la actividad física y no tanto con el envejecimiento,
de tal manera que pueden ser retrasados o atenuados mediante un
ejercicio regular aeróbico que movilice grandes masas musculares,
y también con ejercicios de fuerza. Por lo tanto, es creíble
que muchas de las pérdidas ocasionadas por la edad son evitables,
si se combaten con una intervención apropiada de la actividad
física. Hay estudios en Estados Unidos que advierten que
un dólar invertido en ef supondrá en el futuro un
ahorro de tres dólares en sanidad. En este sentido, si un
individuo, cualquiera que sea su edad, conoce los beneficios directos
o indirectos que puede brindarle el ejercicio, se mostrará
más dispuesto a desarrollar cierta actividad física.
Algunas personas buscan en el ejercicio una forma de combatir el
estrés, mientras que otras lo practican para aumentar su
nivel de bienestar. De hecho, hay tantas razones para hacer ejercicio
como personas que lo practican.
Hoy los médicos desean que las personas de todas las edades
sean más activas, que se mantengan en movimiento: los niños,
los adolescentes, los adultos, los mayores de 60, los de 70, los
de más de 80, e incluso los de 90, para quienes mantenerse
en movimiento quizás sea más vital que para nadie.
Debido al reconocido valor de la actividad física para preservar
la capacidad funcional y para reducir la fragilidad en altas edades,
combinado con el soporte de la comunidad médica, ha dado
como resultado que se produzcan numerosas clases de fitness
y de actividad física, apareciendo en diversas instituciones
(ejemplo: centros para mayores, hospitales, departamentos de recreación,
clubes de salud y fitness, iglesias, centros de la comunidad,
comunidades de retiro, etc.) alrededor de todo el mundo.
4.5 Hacia un estado de salud permanente: ¿responsabilidad
individual o pública?
Actualmente, el ocio y el tiempo libre han dejado de ser privilegio
de minorías, para convertirse en un derecho de toda la población.
Con el aumento del tiempo libre, nuevos grupos sociales, con diferentes
intereses, han accedido a la práctica de la actividad física
y deportiva. Sin embargo, en la mayoría de los países
estamos lejos de tener una población físicamente activa,
pese al aumento del interés de algunos grupos sociales.
La adopción de un estilo de vida que incluya la práctica
habitual de la actividad física es una elección totalmente
individual. No obstante, existen múltiples condicionantes
que van más allá de la simple voluntad. Ya que llevar
una vida activa exige «conocimiento, tiempo, motivación,
un cuerpo capaz, un ambiente que ayude y algunas veces un equipamiento
caro», todo ello no está al alcance de «los pobres
y los desempleados».
La actividad física se está considerando cada vez
más como una importante línea de actuación
en las políticas sociales y en los planes de salud pública
de muchos países desarrollados, y es de esta manera como
se ha introducido la actividad física dentro de la filosofía
que, desde los años 70 del siglo xx, se ha ido imponiendo
alrededor del término «promoción de la salud».
En ese sentido, la educación para la salud se debe dirigir
a la comunidad, e involucrar a todos los sectores sociales.
5. El deporte educativo o la iniciación deportiva en la
edad escolar
5.1 La educación en valores: realidad o mito
Por tanto, muchos y veloces cambios se están produciendo
en las sociedades contemporáneas: ecología, feminismo,
ancianidad, explosión demográfica, inmigración,
organización de consumidores, revolución digital de
las telecomunicaciones, la propia percepción social del cuerpo,
la ocupación del ocio y del tiempo libre, el deporte como
fenómeno de masas, etc. José Antonio Camacho, ex seleccionador
nacional de fútbol de España, en una entrevista que
le hicieron en el programa de tv Las cerezas, vino a decir
que hoy no se puede entender la vida sin el deporte, y, si cabe,
sin el fútbol. No cabe la menor duda de que el deporte ha
trascendido su papel meramente motriz, para configurarse como uno
de los elementos de mayor promoción política, social,
económica y moral (Acuña, 1994).
La actividad deportiva, según la carta Europea del Deporte
(1992), es todo tipo de tarea física, que, mediante una participación
organizada o de otro tipo, tiene por finalidad la expresión
o la mejora de la condición física y psíquica,
el desarrollo de las relaciones sociales, o el logro de resultados
en competiciones de todos los niveles. Y así es vista, en
la mayoría de los casos, por los chicos en diferentes investigaciones,
en las que se señala que los principales motivos por los
que practican deporte son la ocupación del tiempo de ocio,
la recreación, la salud, y el estar sanos o en buena forma
física (Mendoza y cols. 1994; Castillejo y Balaguer, 1998;
Corral, 2005).
Bien es cierto que hasta nuestros días se han venido estableciendo
numerosas ideas y juicios en torno a la relación entre deporte
y formación moral; pero nos preguntamos:¿de qué
«deporte» se está tratando? ¿se entiende que
es del deporte profesional o de elite, en el que la victoria y los
resultados adquieren una importancia suprema, en el que la competición
constituye sobre todo un espectáculo, y en el que subyacen
intereses económicos y políticos?; o, por el contrario,
¿se habla de un deporte practicado por afición o por
recreación, en el que la importancia de la victoria y de
los resultados es relativa, en el que la com-petición constituye
sobre todo el aliciente del juego, y en ocasiones una forma de ponerse
a prueba y de esforzarse, y en el que la diversión y el bienestar
personal constituyen los principales aspectos que motivan la práctica
deportiva?
Cuando se habla de la definitiva incorporación del deporte
al ámbito educativo, todos los discursos coinciden en que
el reto de futuro consiste en que el deporte pase a ser parte importante
de la formación integral del niño en el centro escolar,
en el barrio y en sus zonas de influencia, desde el ocio y el tiempo
libre, ya que ambos transmiten valores.
Ahora bien, el concepto de deporte, durante la etapa escolar, cambia
y puede tener diferentes concepciones en función de las condiciones
particulares en las que se desarrolle. Moreno (1998) incluye, dentro
del deporte escolar, dos acepciones. Por una lado, el deporte en
la escuela, que se identifica con la práctica deportiva desarrollada
dentro del entorno escolar, con una incidencia directa del profesorado
que enseña en ella. Por otro lado, el deporte en la edad
escolar, que englobaría todas las actividades deportivas
que el alumno realiza fuera del horario escolar.
Ciertamente, la utilización del deporte puede estimular
sentimientos de juego limpio y de subordinación de los intereses
particulares a los generales, pero también, en otros casos,
puede promocionar la insolidaridad, el desprecio hacia los otros
o el deseo de victoria por encima de todo. Esta dimensión
instrumental nos lleva a considerar el deporte como un medio que
el profesor está en condiciones de utilizar para alcanzar
sus objetivos de educación moral y ética. En tal sentido,
es preciso hacer notar que muchos autores (Gutiérrez Sanmartín,
1995) reconocen en el deporte un contexto de alto potencial educativo
para la adquisición de valores y para el desarrollo de actitudes
socialmente necesarias.
Hoy en día, uno de los aspectos centrales es la discusión
sobre si es factible introducir el deporte en la escuela o no, ya
que se entiende que el deporte contiene elementos que promueven
una apología de aplastar al contrario, y que desvirtúa
valores como la solidaridad, el compañerismo, la ayuda mutua,
el altruismo, etc. En parte eso es verdad, porque en el deporte
actual lo que importa es el resultado. Por otro lado, la presión
social de los aficionados deportivos, de los políticos, de
los medios de comunicación, y de los propios alumnos/as,
empuja a que el deporte esté en el currículo escolar.
De ahí que haya autores, como Acuña (1994), que subdividen
los valores, a su vez, en dos subgrupos: por un lado, los que promueven
la obtención de un récord, la victoria y la superación,
y, por otro, los que se limitan a la diversión, al entretenimiento
y al mantenimiento físico. Desde este punto de vista, el
deporte escolar, y en la edad escolar, es educativo en la medida
en la que, como maestros, además de ocuparnos de la enseñanza
de los aspectos técnico-tácticos y del desarrollo
de las cualidades físicas de los alumnos, nos centremos también
en transmitir valores.
A este respecto parece oportuno citar a Le Boulch, cuando dice:
«un deporte es educativo cuando transmite [a quien lo practica]
el desarrollo de sus aptitudes motrices y psicomotrices, en relación
con los aspectos afectivos, cognitivos y sociales de su personalidad».
Es decir, se trata no sólo de una educación por conocimientos
(técnica, fundamentos individuales, táctica, etc.),
sino, además y sobre todo, de una educación en aptitudes
que se configuren en el ámbito global de la personalidad
del niño, y que le ayuden a formarse como persona por encima
de las creencias, de las ideas y de las ideologías en las
que, sin ningún género de dudas, se pueden ver inmersos
(Seirullo, 1995). De ahí que el deporte, bien utilizado,
puede enseñar resistencia, estrategias de juego, habilidades
básicas, coordinación, estimulación del juego
limpio y del respeto a las normas, así como a conseguir un
esfuerzo coordinado y la subordinación de los intereses propios
a los del grupo; y, mal utilizado, el deporte puede fomentar la
vanidad personal, el deseo codicioso de victoria, y el odio a los
rivales (Gutiérrez, 1996). En ese sentido, nosotros, como
educadores, tenemos la misión de favorecer la primera opción;
de lo contrario, habría que preguntarse: ¿Qué
sentido tiene para nosotros, desde la pedagogía y el deporte
escolar, no enseñar esto? Por lo tanto, desde la perspectiva
educativa, la iniciación en los deportes debe suponer la
«inmersión» del alumno en un proceso, que, mediante
la propia práctica y el propio aprendizaje deportivo, le
haga crecer y desarrollarse en los planos intelectual, motriz, moral
y actitudinal (Velázquez, 2001).
Pero, por otro lado, ¿podemos hablar de una educación
deportiva moral? ¿El deporte es o se hace educativo? ¿Qué
debemos tomar en consideración para una educación
deportiva en valores? ¿Qué estrategias podemos poner
en práctica sin hipotecar tiempos de aprendizaje como el
motriz y el cognitivo? ¿Existen propuestas efectivas?
Veamos un ejemplo llevado a cabo en Norteamérica por el
profesor Daryl Siedentop (1994) a través de una unidad didáctica
de «educación deportiva». El objetivo de la educación
deportiva es crear deportistas competentes, cultos y entusiastas.
Un sistema de tareas de aprendizaje se planea para obtener como
resultado, al mismo tiempo, estudiantes expertos y cualificados,
pero que también entiendan las historias, las tradiciones
y los matices del deporte, y que sean complacientes participantes
dentro de una cultura amplia del deporte.
La educación del deporte coloca a los estudiantes en pequeños
equipos. Una sesión típica de educación deportiva
involucra a los estudiantes no sólo en la habilidad de aprendizaje
y en los juegos, sino, así mismo, en adoptar posiciones de
líderes y de ser capaces de asumir responsabilidades para
la dirección de la unidad. Entre los roles que un estudiante
puede tomar encontramos el de entrenador, el de educador, el familiar,
el de capitán, el de árbitro, el de marcador, el de
estadista, y el de miembro de la junta organizadora de los deportes.
Así, la educación deportiva es diseñada para
mostrar a los estudiantes que una experiencia deportiva en grupo
es más completa que los deportes en los que sólo hay
un jugador de forma individual.
Conforme la sesión avanza y progresa, las habilidades de
refinar y de practicar toman menos tiempo de clase, y el enfoque
se traslada a una competición de equipo formal en la que
el espíritu de dicha competición consiste en reunir
puntos para ganar partidos, en mostrar buen comportamiento deportivo
y juego limpio, en ser organizado, y en completar deberes directivos.
Al final de la competición formal, se presenta una variedad
de premios que distingue a los standings finales, al árbitro,
al juego limpio, y a la participación. El argumento esencial
para la educación deportiva reside en la creencia de que
las experiencias del deporte dirigidas apropiadamente en comunidad,
y el deporte interescolar (entre diferentes colegios), captan el
entusiasmo de los participantes y proporcionan experiencias que
son valoradas por ellos. Las raíces conceptuales de este
modelo denominado educación deportiva, se derivan de la educación
del juego: el deporte es una forma de juego, y en una sociedad,
cuanto más madura es, cuenta con mayor número de personas
que están enganchadas al juego y al deporte.
5.2 La iniciación deportiva: cooperación o competición
Una de las razones por las que practicamos deporte se encuentra
en su envoltura competitiva. Sin embargo, «competir es una
conducta humana, que, por sí misma, no debe ser considerada
como buena o mala; es el uso y la orientación de la misma
la que le puede dar uno y otro carácter» (Hernández,
1989). De ahí se puede deducir que es del todo apropiado
enseñar a competir, siempre como medio para conseguir autosuperarnos,
o para mejorar con respecto a nosotros mismos, pero nunca para violar
los derechos de los demás en beneficio propio. Desde esta
idea, lo que se propone es un disfrute organizado de la competición
(Csikszentmihalyi, 1997), lejos de esa acerba filosófica
de «al enemigo ni agua», o «bacalao para la sed».
Según Romero (2004), podemos hablar de tres manifestaciones
deportivas: el deporte para todos, el deporte rendimiento, y el
deporte espectáculo. El deporte para todos, en su origen,
«es una práctica centrada en el ocio, la recreación,
la salud, el tiempo libre, adaptado a las posibilidades concretas
de cada persona, y organizado por una gran variedad de instituciones,
ayuntamientos, barrios, clubes, e incluso hasta la organización
espontánea del mismo»; por su parte, el deporte rendimiento
«se aparta de la actividad física libre y espontánea,
y se practica en un sistema planificado que está articulado
y controlado en un primer grado por clubes deportivos y por las
federaciones deportivas».
Ahora bien, las escuelas deportivas siempre han perseguido la selección
de buenos jugadores, lo cual estaría justificado cuando nos
referimos al deporte rendimiento, pero no tiene sentido que esto
se haga durante el período de iniciación deportiva.
Ruiz y Sánchez (1997) nos señalan que la selección
de los mejores jugadores no se puede producir demasiado pronto,
ya que a edades tan tempranas lo que deben hacer los chicos es adquirir
una buena motricidad a través del juego. Las fases del proceso
de enseñanza serían las siguientes: iniciación,
desarrollo y perfeccionamiento, y transcurrirían desde los
8 hasta los 16 años.
La mayoría de los autores considera que la iniciación
deportiva debe promoverse a partir de los 9 años (Blázquez,
1996; Velásquez, 2001, por citar algunos de ellos). Este
ejercicio deportivo, en cuanto a planteamiento metodológico
se refiere, debe hacerse mediante prácticas polideportivas,
ya que, según Schmidt (1988), la ejecución de múltiples
deportes proporciona una gran riqueza motriz, siendo esta la base
de la especialización. Así, el niño realizará
al principio el entrenamiento en varios deportes, para que pueda
percibir, conocer, y, por último, elegir la realización
específica de uno concreto, con el bagaje motriz necesario
para una práctica en la que desarrollará las habilidades
del que haya optado por ejecutar. En esa iniciación deportiva
los aspectos a tener en cuenta serían la maduración
y el aprendizaje, la especialización o la polivalencia, la
coeducación y la interculturalidad.
5.3 El educador y el entrenador como agentes de cambio y como
elementos fundamentales en la práctica deportiva
El educador, y por extensión el entrenador, son fundamentales
en la práctica deportiva, de tal manera que ellos tienen
que asumir la responsabilidad de dirigir una práctica físico-deportiva
con objetivos estrictamente educativos. Por tanto, las administraciones
responsables y los propios profesores del área, deben luchar
para que el deporte escolar, y en la edad escolar, no sea un punto
y aparte en la formación de los escolares.
Para salir de dudas, es necesario decir que la escuela no es neutral,
y que el profesor tampoco lo es (Bolívar, 1995; Prat y Soler,
2003; Savater, 1998). Debemos ser conscientes de que, directa o
indirectamente, transmitimos una serie de valores a nuestros alumnos,
ya que aquellos son contenidos (explícitos o implícitos)
inevitables en todo proceso de enseñanza-aprendizaje. Bajo
esta realidad, es conveniente que sepamos qué es lo que hacemos,
por qué lo hacemos, y, sobre todo, para qué lo hacemos.
Por lo tanto, estaremos tomando partido por una u otra opción
ideológica acerca del modelo de enseñanza, de escuela
y de alumno que queremos. Los profesionales de la ef no pueden estar
en el mar de la confusión.
6. Manifiesto de Antigua, Guatemala. Propuesta de los participantes
del seminario de formación de formadores
Tal y como hemos visto en las secciones anteriores, los beneficios
que puede suministrar la ef y deportiva en la vida de las personas,
cualquiera que sea su edad, son muchos. Por eso, la finalidad de
las propuestas, algunas ya formuladas en los apartados precedentes
de este trabajo, es dar respuesta al siguiente interrogante: ¿Cómo
promocionamos la actividad física en la vida de las personas
de cualquier edad? Una estrategia utilizada en numerosos países
es la de tratar de asegurarse que en el ámbito escolar, en
donde se adquieren hábitos y adherencias, todos los alumnos
participen en la asignatura de ef en sus centros educativos. Dicha
estrategia cree basarse en premisas como las que afirman que los
alumnos participan de manera suficiente en sus clases de ef, que
el currículo escolar oferta un número suficiente de
clases de ef, y que el dis-frute derivado de la participación
en las clases de dicha materia derivará en un gusto por la
actividad física y por el deporte.
También partimos de la idea de que la promoción de
la acti-vidad física con estos fines es una tarea que no
es exclusiva de la ef, de que la actividad física no es un
monopolio de esta asignatura, de que ella, como materia, no debe
tomar como suyas las soluciones a los problemas del sobrepeso o
de la obesidad de la población estudiantil y adulta, de los
trastornos de los comportamientos alimentarios, de la multiculturalidad,
de la delincuencia, de la bebida, ya que algunos de tales problemas
están relacionados con aspectos médicos, psicológicos,
políticos, etc., todos ellos complejos, y que están
más allá del alcance del profesional de la ef. Por
lo tanto, nuestro punto de partida es el de que, si bien la actividad
física, por sí sola, no podrá resolver estos
problemas, sí tiene capacidad o puede ser un instrumento
o una herramienta muy valiosa para incidir en la promoción
de la salud, en la creación de estilos de vida saludables
para el futuro, en la adquisición de valores democráticos,
y en la formación en valores sociales, individuales y morales
a través de la práctica deportiva; en fin, es un medio
para desarrollar los derechos humanos, la unión de las culturas,
el diálogo entre civilizaciones, una verdadera interculturalidad,
etc. De ahí nuestro análisis y nuestra propuesta.
- Razones por las que las personas no practican actividad física
y deportes:
_ Falta de oportunidades.
_ Falta de conocimiento/educación.
_ Promoción/difusión.
_ Falta de tiempo.
_ Cambio de hábitos provocados por el desarrollo tecnológico.
_ Cambio de hábitos alimenticios.
_ Centralización de las actividades en las urbes.
_ Seguridad ciudadana.
- Cómo pueden los gobiernos solucionar estos problemas:
_ Mediante la elaboración de políticas que promuevan
la organización de diferentes escenarios/plataformas,
para impulsar la práctica de la actividad física
y de los deportes a largo plazo.
_ A través de la creación de espacios y de instalaciones
para la práctica de la actividad física.
_ Contribuyendo a la formación inicial y permanente
de los maestros y profesores de ef.
_ Creando escuelas de padres y madres que les informen de los
beneficios de la actividad física y deportiva para toda
la vida.
_ Formando técnicos deportivos con altas capacidades.
_ Informando al ciudadano de la importancia que tiene la práctica
deportiva para su salud (longevidad y calidad de vida).
_ Exponiendo anuncios publicitarios en paneles y en los medios
de comunicación, acerca de la realización de campañas
en pro del deporte y de la actividad física como procedimientos
para la mejora de la calidad de vida.
_ Organizando foros de discusión y de debate, como el
seminario que nos ocupa, en los que se expongan y se conozcan
las actuaciones llevadas a cabo en los diferentes países
de Iberoamérica.
- Instituciones y/u organizaciones que pueden apoyar los procedimientos
destinados a lograr la masificación de la actividad física
y de los deportes, y rol de las mismas:
_ CON.
_ Clubes sociales.
_ Escuelas deportivas genéricas.
_ Escuelas deportivas específicas.
_ Clubes deportivos.
_ Asociaciones y federaciones.
_ Empresas privadas.
_ ONG.
_ Medios de comunicación.
_ Colegios.
_ Universidades.
_ Organizaciones sociales (sindicatos).
_ Iglesias.
_ Sector público (municipios).
_ Salud pública/médicos.
Educar al ciudadano en la importancia que debe concederle a la
actividad física para él y para su familia, y ofrecerle,
a través de educadores y de técnicos deportivos con
una práctica múltiple, variada, divertida, en la que
imperen ejercicios diversos que motiven a su participación,
propuestas acordes con su edad y con sus intereses, y no una mera
repetición de ejercicios sin distinción de la edad,
de los intereses y de la condición particular de cada participante.
- Cuál es la forma más efectiva para practicar deporte
a largo plazo:
_ Sensibilizando y concienciando a la población a través
de los medios de comunicación, de anuncios, de propaganda.
_ Confeccionando guías que promuevan la ef para la salud
en todas las edades: niñez, juventud, edad adulta y tercera
edad.
_ Promoviendo guías de actividad física para
las mujeres, para los discapacitados, y para las minorías
étnicas.
_ Estableciendo guías que puedan ser aplicadas a adultos
y a mayores a través del continuo seguimiento de los
procesos para ser saludable, independientemente de los ajustes
que se tengan que hacer de los adultos mayores en cuidados de
larga duración.
_ Promoviendo la posibilidad de organizar a la comunidad para
la creación de clubes públicos/privados.
_ Modificando políticas de Estado en relación
con el deporte y la recreación: masificando el deporte,
la actividad física y la recreación... buscando
medallas.
_ Organizando eventos deportivos y competiciones deportivas
por edades y por deportes.
_ Capacitando a los educadores físicos: confeccionando
guías y currículos para la formación de
instructores, de maestros de profesores y de monitores en ef.
_ Una mayor presencia del área de ef en el currículo
escolar: cantidad de horas de ef en los colegios y en las instituciones
educativas.
_ Una planificación estratégica.
_ Clubes escolares.
_ Clubes universitarios.
_ Clubes deportivos.
_ Oportunidades creadas por el gobierno o por los municipios.
_ Eventos.
- Conclusiones:
Gobierno: elaboración de políticas
que impulsen la organización de diferentes escenarios/plataformas
para promover la práctica de la actividad física
y de los deportes a largo plazo. Incremento del número
de instalaciones deportivas y de espacios donde se puedan llevar
a cabo prácticas deportivas por todos los ciudadanos.
Mantener informado al ciudadano de la importancia que tiene
la práctica deportiva para su salud (longevidad y calidad
de vida). Adiestrar a técnicos y a educadores deportivos
con altas aptitudes, para que sean capaces de diseñar
y de implementar un currículo de ef que forme en valores,
que atienda la obesidad, la multiculturalidad, etc., en los
nuevos modelos de iniciación deportiva, ya que la ef
escolar encierra un carácter preventivo, que trataremos
de evidenciar, para no caer en lo que dice el proverbio turco:
«Cuando el carro se ha roto, muchos os dirán por
donde no se debía pasar». Por lo tanto, una de las
claves está en preparar maestros que enseñen programas
que contengan objetivos modernos; si, según nosotros,
la ef debería centrarse en la promoción de la
actividad física a lo largo de la vida, tenemos que estar
seguros de que los profesores han alcanzado la suficiente preparación
como para enseñar programas que promuevan esta actividad.
El gobierno solo no puede financiar todo el deporte desde la
base hasta el más alto nivel, de manera que se precisa
la colaboración de clubes privados, de los ciudadanos,
etc.
Sociedad: organización de asociaciones/clubes
en torno a las propuestas, a los programas o a los proyectos
de las actividades del gobierno y del municipio.
Medios de comunicación: incidir
en la importancia de la práctica de actividades físicas
y deportivas, a través de mensajes en anuncios publicitarios,
en los informativos, en programas específicos, o en la
propia retransmisión de eventos deportivos, para la mejora
de la salud individual y colectiva, y para la adquisición
de valores como la superación de metas, la cooperación,
la solidaridad, la cohesión entre los grupos sociales,
el esfuerzo, el respeto de las normas, etc.
Individuo: que tome conciencia de la mejora
individual que le produce la práctica de actividades
físicas y deportivas a él y a su familia. Adherencia
paulatina a la acción física, a través
de su participación en actividades físicas con
prácticas variadas, que le produzcan disfrute, que le
ocupen el ocio y el tiempo libre en labores físicas que
le causen y le provoquen gozo y satisfacción.
Pensamos que la ef puede actuar como un agente de cambio. Ahora
bien, la mejor manera de efectuar el cambio será planeándolo.
Si la ef va a ser un agente de cambio, primero tiene que tener una
clara visión de dónde quiere ir a parar. Si vamos
a ser responsables del cambio, es necesario que sepamos decidir
para qué vamos a ser responsables. Debemos encontrar objetivos
comunes y recursos dirigidos hacia esos objetivos. Si fallamos en
el futuro, será porque no decidimos qué bifurcación
del camino queríamos tomar. Si, por otra parte, la ef puede
estar de acuerdo con objetivos comunes y con programas para llevar
a cabo estos objetivos, puede y esperemos que llegue a ser un importante
agente de cambio social para el mañana.
Estas fueron las propuestas del seminario de Antigua, Guatemala,
que los participantes intentarán llevar a sus gobiernos.
A su vez, todos los participantes consideraron de sumo interés
mantener vivos estos eventos al menos cada dos años, con
el fin de ver y de contrastar avances y progresos.
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