Introducción
Formación ética y ciudadana, Educación moral,
Formación ética y cívicas, Educación
en valores, Formación para la ciudadanía
estos
son algunos de los nombres que, mediante asignaturas específicas
o como ejes transversales, ocupan el espacio curricular dedicado
a la preparación para el ejercicio crítico y responsable
de la condición de ciudadano en la mayoría de los
países de Iberoamérica. Los programas de Educación
cívica son instrumentos cada vez más importantes en
esos países para que los ciudadanos tomen conciencia de sus
derechos y responsabilidades.
Hace más de quince años, cuando el tema comenzaba
a ocupar la atención de los círculos académicos,
y las políticas educativas aún no consideraban su
potencialidad pedagógica, la Organización de Estados
Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura
empezó a trabajar sobre la educación en valores, y
no ha cesado desde entonces. Ese trabajo constante se manifestó
a través de conferencias, seminarios, cursos de formación,
publicaciones, asistencia técnica y otras actividades que
contribuyeron a que la educación en valores ocupase finalmente
un lugar destacado en las agendas ministeriales.
Algunos de los frutos de ese trabajo se vieron reflejados en la
Revista Iberoamericana de Educación que, además de
los monográficos sobre Educación y democracia -números
7 y 8- y Ética y formación universitaria -número
29-, ha ido recogiendo valiosas aportaciones sobre perspectivas
específicas de esta cuestión. Género, gobernabilidad,
sociedad educadora, CTS, sostenibilidad, medios de comunicación
fueron algunos de los temas que permitieron presentar diferentes
formas y ámbitos desde los cuales promover una educación
en valores que impulsase la consolidación de sociedades democráticas
participativas y plurales en Iberoamérica.
En este número hemos querido centrarnos en la relación
entre la educación y la ciudadanía, pero invirtiendo
el planteamiento editorial sostenido hasta este momento. Por eso,
hemos convocado a especialistas de diversas disciplinas para que
cada uno, desde su ámbito, plantee las posibilidades que
dichas disciplinas pueden aportar a la formación de personas
moral y éticamente competentes en el ejercicio de la ciudadanía.
Para ello planteamos algunos interrogantes que, en su momento,
fundamentaron la decisión de dedicar este número a
la educación para la ciudadanía. ¿Es necesario
incluir en el currículo obligatorio la formación de
la ciudadanía democrática? ¿Cómo y dónde
se aprende a respetar los principios democráticos? ¿Es
necesario que los ciudadanos sean virtuosos, o es suficiente con
que cumplan la ley?
Las respuestas las aportan expertos en enseñanza de las
ciencias y la tecnología, en relaciones entre escuela y ciudadanía,
en alfabetización científica, estudiosos de la universidad
como ámbito de desarrollo ético y moral y, por supuesto,
especialistas en educación en valores.
A la luz de los textos que conforman este número de la RIE,
y en particular de lo que los mismos omiten, cabría una conclusión
que puede sintetizarse en un lema: "La ciudadanía es
educable". Ninguno de los autores pone en duda esta posibilidad,
ni la necesidad y conveniencia de que se lleve a la práctica
en todos los niveles educativos y por todos los medios disponibles,
teniendo como objetivo alcanzar niveles óptimos de "pensamiento
posconvencional, último nivel de desarrollo moral, que permite
distinguir, al margen de lo que es más conveniente para todos,
aquello que también es moralmente válido"1.
Este número se completa con la sección "Documentos",
que recoge la Declaración de Montevideo, firmada en la XVI
Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, y las reseñas
de las novedades editoriales que han llegado a nuestra redacción.
Roberto Martínez Santiago
Nota:
1- Miquel Martínez (2006): «Formación
para la ciudadanía y educación superior», en
Revista Iberoamericana de Educación, n.º 42, Madrid,
OEI.
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