| Representaciones de género de profesores y profesoras 
              de matemática, y su incidencia en los resultados académicos 
              de alumnos y alumnas Raquel Flores Bernal *   
              SÍNTESIS: Las representaciones de género 
                de profesores y profesoras de matemática respecto al aprendizaje 
                de alumnas y alumnos se presentan como un recurso teórico 
                y una categoría de análisis, que permiten develar 
                las estructuras simbólicas sobre la categoría de 
                género, subyacentes en el imaginario colectivo del profesorado 
                de matemática. Dichas representaciones, expresadas en sus creencias, expectativas, 
                actitudes, valores y opiniones respecto a las capacidades y habilidades 
                matemáticas de hombres y mujeres, nos permiten visualizar, 
                a través de la práctica educativa del profesorado, 
                sus mensajes, su discurso corporal y verbal, en torno al cual 
                es necesario reflexionar y re-mirar. Estas expectativas y creencias mediatizan las interacciones pedagógicas 
                que establecen en el trabajo cotidiano y regular de aula con sus 
                alumnos y alumnas, condicionando así el aprendizaje matemático 
                de las mujeres. SÍNTESE: As representações de gênero 
                de professores e professoras de matemática em relação 
                à aprendizagem de alunas e alunos se apresentam como um 
                recurso teórico e uma categoria de análise, que 
                permitem desvelar as estruturas simbólicas sobre a categoria 
                de gênero, subjacentes no imaginário coletivo do 
                professorado de matemática.Estas representações, expressas em suas crenças, 
                expectativas, atitudes, valores e opiniões em relação 
                às capacidades e habilidades matemáticas de homens 
                e mulheres nos permitem visualizar, através da prática 
                educativa do professorado, suas mensagens, seu discurso corporal 
                e verbal, sobre os quais é necessário refletir e 
                re-observar.
 Estas expectativas e crenças se interpõem às 
                interações pedagógicas que professores e 
                professoras estabelecem no trabalho quotidiano e regular de sala 
                de aula com seus alunos e alunas, condicionando assim a apren-dizagem 
                matemática das mulheres.
 ABSTRACT: Mathematics teachers, both male and female, 
                have gender representations of the way students learn. These representations 
                are used as a theoretical resource and as a category for analysis, 
                and allow us to unveil those symbolic structures underlying the 
                beliefs common to mathe-matics teachers, that concern the concept 
                of gender.The before mentioned representations, expressed in teachers' beliefs, 
                expectations, attitudes, values and opinions on the mathematical 
                skills of men and women, allow us to view, through the educational 
                practice of the faculty, their messages, their discourse, both 
                expressed through words and body language. This discourse must 
                be discussed and re-looked.
 These expectations and beliefs influence the pedagogic interactions 
                established by the teachers in their daily regular work in the 
                classroom with their male and female students. In this way they 
                condition the mathematics learning process of women.
 1. INTRODUCCIÓN Durante la última década diversas investigaciones 
              se han interesado en determinar si los estereotipos sexuales afectan 
              los resultados académicos de las niñas. Estos estudios 
              han proporcionado evidencias de que en la escuela primaria las niñas 
              son mejores estudiantes que los niños, circunstancia que 
              se revierte en la enseñanza secundaria, siendo los varones 
              quienes presentan mejores resultados académicos, especialmente 
              en asignaturas científicas (Behrens y Vernon, 1978). Esto 
              se explica como el resultado del proceso de socialización 
              de las niñas, que aunque cuando pequeñas son más 
              sumisas, crédulas y autoconscientes que los niños, 
              se ven alejadas de las exigencias académicas, especialmente 
              las científicas cuyos contenidos están asociados al 
              rol masculino, por el ulterior aprendizaje del "rol femenino". En general, se ha demostrado que los estereotipos de género 
              transmitidos en la escuela afectan los resultados académicos 
              de las niñas, que muestran una baja autoestima en su aptitud 
              para aprender matemática, lo cual puede ser explicado, en 
              parte, por las representaciones de género de profesores y 
              profesoras de matemática. Respecto a los logros académicos de los y las adolescentes, 
              el interrogante que surge de inmediato es por qué si al iniciar 
              la enseñanza escolar el desempeño académico 
              de las mujeres es igual o superior al de los hombres, al terminar 
              la enseñanza media esta situación se revierte, lo 
              que se hace particularmente evidente si se analizan los resultados 
              de las pruebas de ingreso universitario. Ante esta constatación, es pertinente preguntarse: ¿de 
              qué manera o cuánto influyen las representaciones 
              de género en el aprendizaje matemático de las alumnas 
              al finalizar su enseñanza básica? ¿Cuáles 
              son los factores presentes en la interacción pedagógica 
              que potencian o inhiben las capacidades matemáticas de las 
              niñas y que están relacionadas con las representaciones 
              de género de profesores y profesoras de esta asignatura? 2. ANTECEDENTES TEÓRICOS DE LAS REPRESENTACIONES DE GÉNERO La representación social es el paradigma teórico 
              desde el cual deben ser analizadas las relaciones sociales en relación 
              con los procesos de dinámica social y de dinámica 
              psíquica. Estos dos tipos de procesos inciden en la conformación 
              de representaciones sociales: por un lado los cognitivos o mentales, 
              de carácter individual y, por el otro, los de interacción 
              y contextuales, de carácter social. La representación, como proceso de articulación de 
              un sistema ideológico, ha posibilitado la interpretación 
              de procesos en los que intervienen elementos de naturaleza afectiva, 
              cognitiva, ideológica y social que subyacen tras la identidad 
              de género. En este sentido, en la construcción de 
              representaciones son fundamentales los procesos de interacción 
              social, porque es a partir de esta última que se construyen 
              la identidad de género y el proceso mediante el cual se traduce 
              en conductas. Enfocar las representaciones nos permitirá reflexionar sobre 
              los códigos de sentido atribuidos al género. Varios 
              autores como Moscovici (1998), Ibáñez (1988) y Jodelet 
              (1986), coinciden en que categoría asignada a lo social es 
              sinónimo de compartido. Así, Jodelet (1986) plantea 
              que representar es "sustituir a", "estar en lugar 
              de" y, en este sentido, la representación es una representante 
              mental de algo: objeto, persona, acontecimiento, idea, etcétera. Por otra parte, representar es re-presentar ("hacer presente 
              en la mente, en la conciencia"). Además, el campo de 
              representación designa al saber de sentido común, 
              cuyos contenidos hacen manifiesta la operación de ciertos 
              procesos generativos y funcionales con carácter social, aludiendo, 
              por lo tanto, a una forma de pensamiento social. Los sujetos no son como tablas rasas -así lo afirmaban las 
              teorías tradicionales de la "socialización de 
              los roles sexuales"-, sino que están atravesados por 
              un repertorio de discursos de género que, aunque limitado 
              y con desigual poder normativo y prescriptivo, les ofrece distintas 
              formas de percibirse, percibir al otro género y actuar desde 
              diversas posiciones genéricas. De ahí que en cada 
              sujeto/a convivan distintos modelos de género, que a su vez 
              "ganan" distintos predominios según los contextos, 
              vínculos y momentos de la vida: éstas son las denominadas 
              representaciones de género. Se trata de sistemas de valores, ideas y prácticas con una 
              función doble: en primer lugar, establecer un orden que permita 
              a los individuos orientarse en su mundo material y social y dominarlo; 
              en segundo lugar, posibilitar la comunicación entre los miembros 
              de una comunidad proporcionándoles un código para 
              el intercambio social y un código para nombrar y clasificar 
              sin ambigüedades los diversos aspectos de su mundo y de su 
              historia individual y grupal. Siguen, por tanto, una lógica propia que es diferente, pero 
              no inferior, a la lógica científica y encuentran su 
              expresión en un lenguaje cotidiano propio de cada grupo social. Para el antropólogo Jack Goody (1997) es pertinente emplear 
              el término en el sentido latino de representar, es decir, 
              "traer hacia el presente algo previamente ausente", considerando, 
              asimismo, que la intencionalidad tiene una importancia fundamental 
              en la representación y, dado que es la "presentación 
              de algo que no está presente", puede adoptar una forma 
              tanto lingüística como visual. Desde esta perspectiva, las representaciones de género constituyen 
              elaboraciones simbólicas no sólo visuales sino también 
              discursivas acerca de las relaciones entre hombres y mujeres y su 
              lugar en la sociedad. Pueden expresarse de múltiples maneras 
              y constituyen el conjunto de ideas, creencias y significados a través 
              de los cuales cada sociedad, en un tiempo histórico concreto, 
              define los atributos sociales y psicológicos así como 
              los estereotipos de los grupos sociales en cuestión. Por consiguiente, las representaciones de género poseen 
              una dimensión simbólica que afecta y es afectada por 
              la división del trabajo, y, al mismo tiempo afecta y es afectada 
              por las estructuras de poder contribuyendo, asimismo, a la construcción 
              de las identidades subjetivas. Del mismo modo, tales representaciones definen un horizonte normativo 
              que regula las pautas de interacción entre los individuos 
              y proporciona modelos de relación social para hombres y mujeres. Es en la cultura escolar donde se construye un conjunto de supuestos, 
              creencias y valores que predomina en la organización y que 
              dan sentido, en forma inconsciente y consciente, a las prácticas 
              e interacciones que se llevan a cabo en la escuela (Martinic, 2002). Las representaciones que de sus alumnos y alumnas construyen profesores 
              y profesoras, están en estrecha relación con las acciones 
              que desarrollarán en el espacio escolar y, por tanto, de 
              su práctica pedagógica. Si esta representación 
              de género es desigual, ésta incidirá en las 
              expectativas diferenciadas del profesorado. 3. INTERACCIONES PEDAGÓGICAS DESDE UNA MIRADA DE GÉNERO Se entiende por interacción pedagógica a los tipos 
              de relaciones y acercamientos que establecen el profesor o la profesora 
              con niños y niñas en sus actividades cotidianas del 
              aula. De tal manera que, a través de ellas, es posible observar 
              las tendencias que presenta el profesorado en sus acciones normales 
              y rutinarias. El género se define a través de las interacciones 
              sociales que tienen lugar en un amplio abanico de lugares y situaciones. 
              Uno de ellos es la escuela. Es decir, que son los modos de acercarse, 
              comunicarse con uno u otro sexo -presentándose marcadas diferencias 
              en las formas y modos de relacionarse con los niños y con 
              las niñas-, los que valoran los logros académicos 
              con parámetros desiguales para hombres y mujeres, existiendo 
              tendencias a valorar a los alumnos como más inteligentes 
              y capaces que las alumnas. Los desempeños de estas últimas 
              son disminuidos, lo que excluye a la mujer de una auténtica 
              valoración de sus capacidades y potencialidades.  En este escenario, niños y niñas pueden ser alentados 
              a satisfacer expectativas diferentes de la sociedad y, al respecto, 
              Sherman (1998) señala que en la mayor parte del mundo la 
              excelencia intelectual está entrelazada con una serie de 
              expectativas de comportamiento que son contrarias al rol femenino. Sin duda, es en el espacio escolar donde se produce una socialización 
              o proceso de aprendizaje de prácticas y lenguajes propios 
              de un colectivo y es a través de estas prácticas y 
              lenguajes que se construyen unas determinadas concepciones de género. 
              El conjunto de mitos, valores y rituales que caracterizan los contextos 
              definen una cosmovisión particular de género con la 
              carga de asignaciones, prohibiciones y posibilidades de cada persona. 
              Son los procesos de interacción que tienen lugar en estos 
              contextos los que proveen de una serie de roles, valores, pautas 
              y normas predefinidos por la cultura dominante. Las observaciones de las interacciones profesorado-alumnado muestran 
              que los profesores/as de disciplinas científicas interactúan 
              más con sus alumnos varones y los refuerzan en mayor medida, 
              con una discrepancia en el trato que, además se acrecienta 
              a medida que aumenta el nivel educacional. Estas diferencias en 
              el comportamiento se basan en las diferentes expectativas con respecto 
              a las capacidades y posibilidades de niños y niñas. 
              Consciente o inconscientemente se tiende a valorar la importancia 
              de la formación científica más para los niños 
              que para las niñas, y a explicar el éxito por la inteligencia 
              en el caso de los niños y por el esfuerzo en el de las niñas. 
              En gran medida reflejan también las diferentes actitudes 
              de los niños y las niñas, revelando su propia interiorización 
              de los estereotipos de género (Loudet-Verdier y Mosconi, 
              1996; Sadker y Sadker, 1994). Para describir las conductas de profesores y profesoras en el aula 
              se han utilizado muy diversos esquemas de observación. El 
              grueso de estos trabajos ha manejado pautas de observación 
              de los acontecimientos del aula de bajo nivel inferencial en lugar 
              de técnicas de recogida de datos más cualitativas 
              e interpretativas (Leder y otros, 1987). Se presta especial atención 
              a las formas de interacción de profesores y profesoras con 
              alumnos y alumnas de su clase y a los efectos de estas conductas 
              en el aprendizaje de sus estudiantes. En general, el profesorado se dirige más a los hombres que 
              a las mujeres, percibiendo de manera distinta a niños y niñas, 
              y cuando los niños son buenos alumnos lo atribuyen a una 
              mayor creatividad, a la cual consideran indicador de verdadera inteligencia. 
              Las actitudes y comportamientos de profesores y profesoras, estudiados 
              en las investigaciones, reflejan claramente una sobrevaloración 
              de lo masculino en detrimento de lo femenino. La mayor parte del profesorado no es consciente de estas diferencias 
              y, en general, ningún docente cree establecerlas en su trato 
              con alumnos y alumnas, y aunque sí opinan que niños 
              y niñas son diferentes, no saben precisar qué entienden 
              por ello. En el aula, por lo general, la esfera pública está 
              dominada por los varones y las niñas tienden a reducir al 
              mínimo su participación, mostrándose incómodas 
              cuando lo hacen frente al curso. De este modo, tienden a posicionarse 
              como meras espectadoras del proceso de construcción del conocimiento, 
              proceso cuyos protagonistas son sus compañeros y el o la 
              docente. En la interacción entre el profesorado y el alumnado se 
              observó una tendencia a estimular y/o tolerar un mayor protagonismo 
              de parte de los varones, tanto dentro del aula como en actividades 
              externas (Edwards, Micheli y Cid, 1993). Por otra parte, al repetir los prejuicios más conocidos 
              respecto a la diferente capacidad de niños y niñas 
              en relación con las matemáticas o con las ciencias, 
              las expectativas distintas del profesorado respecto a cada uno de 
              los sexos finalmente inciden, como una profecía autocumplida, 
              en la motivación y los resultados que las mujeres tienen 
              en las asignaturas del área de ciencias y, muy probablemente, 
              en sus definiciones vocacionales posteriores. En las clases mixtas, el profesorado de ambos sexos dedica más 
              tiempo, atención y consideración a los varones que 
              a las mujeres. Estas diferentes expectativas son compartidas por 
              todos en general, los padres, las madres, el profesorado y las amistades. Existe evidencia de que niños y niñas reciben diferente 
              tratamiento de parte de sus profesores: Sadker y Sadker (1986-1994) 
              en una experiencia en EE.UU., observaron durante tres años 
              cien clases mixtas de cuarto, sexto y octavo año. En todos 
              los cursos y asignaturas notaron que los niños dominaban 
              las discusiones grupales y que los profesores les prestaban más 
              atención, dándoles más frecuentemente la palabra 
              cuando levantaban la mano, e incluso aceptando que éstos 
              llamasen al profesor mientras las niñas se mantenían 
              sentadas con las manos levantadas. De manera similar, Kimball (1989) 
              encontró que los profesores interactuaban más con 
              los niños que con las niñas, siendo los niños 
              más propensos a entregar respuestas no solicitadas. Sadker 
              y Sadker (1994) identificaron cuatro tipos de reacciones de los 
              profesores y profesoras: elogios, aceptación, corrección 
              y crítica. Se observó, además de mayor reacción 
              de los profesores hacia los niños que hacia las niñas, 
              que eran ellos los receptores de la mayoría de las reacciones 
              pedagógicamente positivas. Por otra parte, cuando los profesores 
              entregaban información evaluativa sobre el desempeño 
              de sus alumnos y alumnas, ésta era recibida en mayor proporción 
              por hombres que por mujeres. La suma de estos factores contribuye a la formación de una 
              identidad femenina desvalorizada, en la que se internaliza la inferioridad 
              respecto del género masculino, ya que, en primer lugar, profesores 
              y profesoras no tienen las mismas expectativas respecto de la conducta 
              y el rendimiento de alumnos y alumnas; en segundo lugar, no evalúan 
              con el mismo criterio el desempeño de ellas y ellos y, por 
              último, ante una conducta similar no aplican igual estímulo, 
              sanción o castigo. De esta manera, las mujeres, por la influencia de la sociedad y 
              de la cultura escolar, no desarrollan la confianza en sus propias 
              capacidades de liderazgo, autoestima, y en parte como consecuencia 
              de ello, tienen experiencias menos positivas que los varones en 
              estos campos de acción. Por este motivo, es necesario profundizar en el conocimiento de 
              estudios centrados en los y las docentes, que den a conocer la concepción 
              estereotipada de los roles sociales que da lugar a la existencia, 
              en el profesorado, de expectativas inconscientes que influyen en 
              la orientación de los y las jóvenes y dan lugar a 
              prácticas discriminatorias (Brancamonte y Rojas, 1996). Es preciso identificar un conjunto de condiciones y factores de 
              carácter técnico-pedagógico que permiten explicar, 
              al menos parcialmente, de qué depende la variación 
              de resultados al interior del conjunto de escuelas públicas 
              ubicadas en contextos urbanos desfavorecidos. 4. RENDIMIENTO DE LAS MUJERES EN PRUEBAS DE MATEMÁTICA En el caso latinoamericano, en el Primer estudio internacional 
              comparativo sobre Lenguaje y Matemática y factores asociados, 
              para alumnos y alumnas en tercero y cuarto grado de educación 
              básica -realizado por la UNESCO y el Laboratorio Latinoamericano 
              de Evaluación de la Calidad de la Educación entre 
              los años 1995 y 2000-, se comprueba que persisten los patrones 
              de género asociados a áreas de aprendizajes. Es así 
              como "Las diferencias en Lenguaje fueron apreciables y significativas 
              a favor de las niñas (en Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, 
              Cuba, Honduras, México, y Venezuela), en contraste con las 
              diferencias en Matemática que fueron favorables a los niños, 
              (en los casos de Argentina, Brasil, Chile y Colombia) donde surgieron 
              diferencias significativas a favor de los niños en matemática" 
              (Informe EPT, UNESCO 2003).  Además, de acuerdo a los resultados que arrojó el 
              Proyecto PISA, 2000 (Proyecto para la Evaluación Internacional 
              de los Alumnos), se constata que respecto a la formación 
              matemática persiste una desventaja apreciable para las alumnas 
              en alrededor de la mitad de los países participantes (Australia, 
              Brasil, Corea, Portugal, España, Luxemburgo, Dinamarca Alemania; 
              Suiza, Francia, Irlanda, Liechtenstein, República Checa, 
              Noruega y Canadá). Respecto de la prueba de matemática 
              sólo en tres países las mujeres obtienen mejores resultados: 
              Letonia, Rusia y Nueva Zelanda, mientras que aquellos en que son 
              obtenidos por los hombres son Corea, Austria y Dinamarca. No obstante, 
              el informe del Proyecto PISA destaca que los resultados de algunos 
              países muestran que las grandes diferencias entre los sexos 
              son superables, puesto que se observa una variación significativa 
              en cuanto a la magnitud de las diferencias de resultado entre hombres 
              y mujeres, lo que sugiere que en algunos países se proporciona 
              un entorno de aprendizaje o un contexto general que beneficia por 
              igual a ambos sexos. También se indica que las alumnas tienden 
              a expresar un mayor interés por la lectura y los alumnos 
              por las matemáticas, lo que expresaría una estrecha 
              relación entre el interés por las materias y los resultados 
              del aprendizaje, sugiriendo que los diferentes hábitos e 
              intereses de las mujeres y los hombres tienen consecuencias de largo 
              alcance sobre el aprendizaje, las que deben ser afrontadas por la 
              política educativa. La diferencia de rendimiento está presente en los resultados 
              obtenidos en la prueba verbal a favor de las mujeres, y de matemática 
              a favor de los hombres, comprobado en otros estudios como el Third 
              International Mathematics and Science Study [Tercer Estudio Internacional 
              de Matemáticas y Ciencias (TIMSS-2000)]. En todos los países 
              que participaron en el estudio, los hombres aventajaron a las mujeres, 
              principalmente en los últimos años de enseñanza 
              secundaria. En los resultados obtenidos en pruebas como la 
              ya mencionada TIMSS y la Evaluación Nacional del Progreso 
              Educativo (NAEP), se refuerzan las creencias tradicionales respecto 
              a las fortalezas de niñas y niños. Las primeras obtienen 
              los mayores puntajes en lectura y escritura, mientras que los niños 
              obtienen sus mayores puntajes en historia, geografía, matemáticas 
              y ciencias (AAUW, 2000). Tanto los estudios internacionales anteriores 
              como las pruebas nacionales en las que Chile ha participado, muestran 
              que hay diferencias en el rendimiento entre hombres y mujeres, y 
              entre estudiantes que pertenecen a distintos niveles socioeconómicos, 
              tendencia que también se observa en el TIMSS 2003. En general, 
              los hombres rinden más que las mujeres, así como los 
              estudiantes cuyos hogares les proveen de altos recursos educativos1 
              rinden más que el resto. El análisis realizado permite 
              afirmar que tanto el género como los recursos educativos 
              en el hogar y la dependencia del establecimiento tienen un efecto 
              individual en los resultados de los y las estudiantes, pues al observar 
              la relación de cada uno de ellos con el rendimiento, controlando 
              el efecto de otro, esa relación se mantiene (TIMSS, 2003). 
              Los datos muestran que, en relación a la medición 
              TIMSS 1999, no se ha producido un avance en la equidad de los rendimientos 
              en Chile. Las mujeres, en el año 2003, tuvieron un rendimiento menor 
              en ciencias que los hombres, tal como sucedió en 1999, pero 
              respecto a matemáticas los hombres obtienen un mejor rendimiento 
              que las mujeres, a diferencia de 1999 cuando hombres y mujeres rendían 
              en forma estadísticamente semejante. En el ámbito internacional también ha aumentado la 
              diferencia en el rendimiento de hombres y mujeres. Entre los treinta 
              y ocho países participantes en 1999, en cinco de ellos los 
              hombres rendían más en matemáticas y en diecisiete 
              en el caso de ciencias (13% y 44% de los países respectivamente). 
              En 2003 ocurre que de los cuarenta y seis países, en nueve 
              los hombres rinden mejor en matemáticas y en veintinueve 
              lo hacen mejor en ciencias (19% y 63% de los países), (TIMSS, 
              2003). Esta constante sobre los resultados obtenidos por hombres y mujeres 
              está presente en los análisis realizados sobre el 
              progreso educativo en América Latina. Se ha trabajado con 
              datos cuantitativos, se habla de "puntajes de pruebas nacionales", 
              "niveles de promedio", lo que dificulta tener una mirada 
              sobre la forma en que se construyen los procesos enseñanza-aprendizaje 
              y sobre cuáles son los tipos de interacción pedagógica 
              que facilitan o posibilitan el progreso o retroceso en alumnos y 
              alumnas en las diferentes instancias del proceso educativo. Esto, 
              junto a la necesidad imperiosa de dotar a hombres y mujeres de las 
              herramientas necesarias para enfrentar la época actual, va 
              a depender del conocimiento y la formación en el desarrollo 
              de la ciencia y la tecnología con base matemática. 
              La importancia de estas disciplinas en la vida cotidiana, ha hecho 
              que la matemática sea considerada una disciplina central 
              en los aprendizajes escolares. Por otro lado, actualmente los responsables de políticas 
              educativas han concedido una notoria prioridad a los temas de igualdad 
              de los sexos en la educación, poniendo un énfasis 
              en las desventajas a las que se enfrentan las niñas, jóvenes 
              y las mujeres en el desarrollo de las matemáticas y las ciencias. Las políticas públicas para alcanzar igualdad de 
              resultados en el desempeño matemático de hombres y 
              mujeres, requieren identificar los factores implícitos en 
              la práctica educativa y la manera en que está condicionada 
              por las representaciones de género de profesores y profesoras; 
              sus creencias; los modelos femeninos / masculinos y sus expectativas; 
              las características de las interacciones del profesorado 
              con alumnos y alumnas que potencian el desempeño y desarrollo 
              de estos últimos. 5. REPRESENTACIONES DE GÉNERO PRESENTES EN CLASES DE 
              MATEMÁTICA Los datos recogidos a través de la observación permiten 
              identificar algunos aspectos de la práctica educativa que 
              son la columna vertebral de las prácticas con equidad de 
              género en el aula. Los que están relacionados con 
              la participación en clases, lo que se traduce por parte del 
              profesorado en la elección de quienes participan, a quiénes 
              se hacen invitaciones específicas para que participen, con 
              quién establece contacto, a quién escucha atentamente, 
              cuál es el tiempo que se da al alumnado para dar respuestas 
              y, por parte del alumno, en quiénes son los que piden la 
              palabra. 5.1 Lenguaje, género y relaciones de poder Entre los profesores y profesoras observados existe una tendencia 
              manifiesta de utilización de un lenguaje docente masculinizado, 
              que se constituye en un instrumento de la cultura hegemónica 
              que fortalece las diferencias entre géneros. Se pudo observar 
              que los profesores tienden a dirigirse a los niños y no a 
              las niñas durante la clase, lo cual también se constató 
              en una de las profesoras. Se estima que esto tiene implicancias 
              directas en la participación, especialmente en la frecuencia, 
              manifestada por las niñas en la clase. 5.2 Número de enunciados Al centrarse en el número de enunciados producidos por docentes 
              y alumnos en cada episodio, observamos algunas características 
              interesantes que resultan relevantes, puesto que el número 
              de enunciados constituye un indicador de la actividad lingüística 
              en cada episodio, y la actividad lingüística es la base 
              empírica a partir de la cual reconstruimos los procesos cognitivos 
              y sociales del grupo. Respecto del número de enunciados, como las preguntas que 
              realizan los profesores al alumnado de la clase, la mayor cantidad 
              de este tipo de enunciados estuvo dirigido a los alumnos de la clase, 
              mientras que el menor número correspondió a las alumnas. En relación a la participación de alumnos y alumnas 
              durante la clase y al incentivo que hace el profesorado para promover 
              dicha participación, mayoritariamente son las profesoras 
              las que piden la palabra a los alumnos y alumnas; hacen invitaciones 
              específicas a las mujeres y escuchan atentamente a sus alumnas 
              guiando su aprendizaje matemático a través de preguntas 
              específicas. 5.3 Profesores En el caso de los profesores observados, éstos sólo 
              invitan a los alumnos de la clase y establecen contacto con preguntas 
              que, mayoritariamente, van dirigidas a ellos. Las niñas, por recibir durante las sesiones de clase un 
              menor número de preguntas que los niños no cuentan 
              con los estímulos, reconocimiento y ayuda que merecen para 
              corregir equivocaciones o aumentar su autoestima. Por lo tanto, 
              sufren una deficiencia en su enseñanza que muchas veces culmina 
              en una falta de confianza académica y de logros educativos. 
              En las aulas, casi siempre, los niños actúan como 
              un imán atrayendo la atención de los maestros en tanto 
              que las niñas, que se conducen en forma recatada, resultan 
              espectadoras de los niños que en ocasiones llegan a sobrepasarlas 
              en las pruebas estandarizadas que ellas antes pasaban exitosamente. 5.4 Profesoras En relación al tiempo que se da para dar respuestas, las 
              profesoras brindan más posibilidades de que sean los propios 
              alumnos y alumnas quienes descubran y construyan su propio aprendizaje. Las profesoras observadas, se mantienen más alertas a las 
              preguntas, respuestas y trabajo de alumnos y alumnas durante la 
              clase. 5.5 Participación de alumnos y alumnas Los alumnos son más activos verbalmente en las clases de 
              los profesores. Las alumnas son menos activas con los profesores que con las profesoras. 5.6 Protagonismo de las mujeres En general, no se presentan ejemplos en clases en que las mujeres 
              sean protagonistas del avance científico y tecnológico. La mayor parte del esfuerzo socializador está concentrado 
              en los niños, es decir, los maestros dejan de atender a las 
              niñas por dedicarse a trabajar la conducta de los niños, 
              de quienes se espera tengan comportamientos más demandantes 
              en lo disciplinario. 5.7 Modelos masculinos y femeninos Tanto en sociología como en psicología, así 
              como en recientes estudios en economía, se reconoce que el 
              comportamiento de los niños y jóvenes está 
              influenciado por el comportamiento y estatus de aquellos con quienes 
              socializa, se une o acepta como ejemplo a seguir (Ginther, Haveman 
              y Wolfe, 2000). Por consiguiente, el comportamiento y características 
              del profesor y/o la profesora afectan tanto como el comportamiento 
              y características de los padres. También influyen negativamente la falta de referencias a 
              los aportes hechos por mujeres y la desatención de elementos 
              culturales particularmente interesantes para ellas, así como 
              las afirmaciones sobre las mujeres hechas en base a prejuicios. 
              En las clases observadas sólo se presenta un modelo masculino. 
             5.8 Nivel de atención Los profesores enfocan más atención a los niños 
              con una frecuente y precisa interacción durante la clase, 
              lo cual relega a algunas niñas a ser ignoradas y el impacto 
              que esto tiene es costoso. Las investigaciones demuestran que el 
              incremento de atención que da una maestra o un maestro a 
              niños y niñas contribuye al rendimiento escolar de 
              cada uno: si las niñas no la reciben, se pierden. Aquellas 
              que entran a las escuelas extrovertidas y alegres crecen para ser 
              sumisas y calladas durante sus años escolares. El poder del tiempo y tipo de atención que le da una maestra 
              o maestro a un niño le permite a este obtener mayores beneficios 
              educativos que a una niña que ha sido frecuentemente ignorada. BIBLIOGRAFÍA AMERICAN ASSOCIATION OF UNIVERSITY WOMEN (AAUW) (Enter 2000): Gender 
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 Nota: * Doctora en Ciencias de la Educación. 
              Pontificia Universidad Católica de Chile. Sectorialista de 
              Educación en el Servicio Nacional de la Mujer, Chile. 1 Índice de recursos educativos 
              en el hogar. El nivel alto indica que al menos uno de los padres 
              del estudiante tiene educación universitaria, hay cien o 
              más libros en su hogar y dispone de escritorio, computador 
              y diccionario para estudiar.    |