Presentación
La planificación inicial de la sección monográfica del presente número respondía a dos propósitos de distinto, aunque convergente, orden. El primero, un objetivo institucional, buscaba acompañar la puesta en marcha de la iniciativa de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (oei)1, que intenta definir las metas educativas para Iberoamérica con el horizonte en el año 2021. El segundo propósito, más ajustado a la línea editorial que ha mantenido la rie, planteaba un ejercicio de prospectiva que permitiese ofrecer a los lectores una selección representativa de un teórico imaginario sobre el futuro, a mediano plazo, de la educación en nuestra área de actividad.
La respuesta obtenida a esa convocatoria resultó de una casi inesperada –aunque bienvenida– contundencia. La indudable representatividad y contrastada experiencia de los autores que se interesaron por la propuesta pone de manifiesto la necesidad del debate abierto en torno al futuro, esperado y esperable, de la educación iberoamericana y la oportunidad y pertinencia del proyecto de la oei.
Por otra parte, el tratamiento que esos especialistas realizaron nos muestra la conveniencia de desertar de planteamientos que no tengan en cuenta los elementos tanto históricos como actuales, que dan sentido y concretan la realidad educativa desde la que se parte en la búsqueda de aquel horizonte que, como tal, resultará utópico de necesidad.
Los autores vienen a decirnos, desde cada una de sus formas de ver e interpretar esta realidad, que la educación, como toda actividad humana, es deudora de su pasado y que su porvenir está escrito en los posos de su hoy. Pero también nos recuerdan con unos pocos ejemplos, que los distintos componentes de ese hoy y su evolución serán algunos de los elementos que den forma y contenido a la educación de mañana.
Lejos de toda intención determinista, los autores consideran la intervención humana (política, ética, pedagógica, económica, etc.) como el factor alrededor del cual seguirá desarrollándose el proceso educativo, y sobre el cual descansa la responsabilidad por la construcción de «la educación para la generación de los bicentenarios».
No vale, en esta tarea, el uso indiscriminado de la huera imaginación o la irreal construcción de inconsistentes fantasías. Se trata, en todo caso, de proyectar, sobre una definida temporalidad, los posibles y deseables estados de una realidad educativa inmersa en los procesos históricos de los que forma parte, y cristalizada, únicamente, por la tecnología aplicada a su análisis transversal.
Por su parte, los artículos que componen la sección «Otros temas» resultan un ejemplo apropiado de una de las características que definen a las publicaciones científicas: la incertidumbre sobre la disponibilidad de trabajos que, por su interés y calidad, hagan inexcusable la obligación de su publicación. Esta característica se combina con el inconveniente de que no siempre coincide, en el tiempo editorial, suficiente cantidad de material que responda a esos criterios.
En esta oportunidad se ha producido ese tan ansiado fenómeno, permitiéndonos ofrecer a los lectores cuatro artículos que, además de su interés temático y sólida elaboración, cuentan con el respaldo de la firma de autores de reconocido prestigio en los ámbitos académicos en los que actúan.
Así, desde la psicología social, María de la Villa Moral plantea y analiza la tesis de que las escuelas son un síntoma del aparente malestar que produce la contradicción y falta de correspondencia existente entre una institución de la modernidad y los alumnos, como individuos de una sociedad de condiciones posmodernas.
Begoña Gros y Pablo Lara investigan sobre el concepto de «innovación» en el ámbito de la formación en la educación superior, y lo hacen desde el modelo adoptado por la universidad en la que actúan profesionalmente.
El artículo de José Penalva viene a cuestionar que el discurso de la educación emocional, que se ha impuesto como un complemento superador del exceso cognitivista en la teoría de la educación, suponga una respuesta satisfactoria a la complejidad antropológica y a las necesidades educativas del ser humano.
No basta con que unos contenidos y situaciones de aprendizaje dispuestos en clases on line sean «asistidos», sino que deben ser operados individual y colectivamente para que lleven implícitos, entre otras, posibilidades de interactividad entre los actores. Desde esta premisa, Marco Silva y Edméa Santos construyen su exposición sobre el diseño didáctico de la educación on line.
Las ya habituales Recensiones de la sección «Novedades editoriales», completan un número que espera participar positivamente del proceso de construcción de la educación, del que tomó prestado su título.
Hasta la próxima.
Roberto Martínez Santiago
Notas
1 El proyecto lleva por título «Metas educativas 2021: la educación que
queremos para la generación de los bicentenarios».
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