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Marlen Campos Vidal *
Carol Vargas García **
* Profesora de Educación Física, Deportes y Recreación. Mágister en Educación,
mención Gestión y Política Educativas. Universidad Austral de Chile.
** Profesora de Educación Física, Deportes y Recreación. Colegio Santa Marta.
Valdivia, Chile.
SÍNTESIS: La presente investigación tiene como propósito comprender, describir y categorizar las nociones corpóreas de niñas residentes del Hogar del Niño de la Ciudad de Valdivia que han sido vulneradas en sus derechos. La metodología utilizada es de carácter cualitativo, utilizando como instrumentos registros iconográficos, entrevistas individuales semiestructuradas y registros audiovisuales aplicados en seis menores residentes del Hogar. Como conclusión del estudio, se observa que existe una fragmentación de la noción corpórea, debido a la no resolución de los conflictos vivenciados por cada una de ellas, lo que impide el re-conocimiento de sí mismas, generando baja autoestima, falta de identidad y repliegue constante. Así también, los conflictos internos entre las niñas afectan la convivencia, pues las llevan a constantes agresiones y discusiones que perjudican aun más la vida personal y colectiva. Debido a la falta de labor transdiciplinaria, surge una propuesta de trabajo desde la asignatura de Educación Física, basada en el re-conocimiento de las niñas mediante el trabajo individual y grupal, por medio de actividades vinculadas al juego cooperativo, juegos circenses, danza y disciplinas como el yoga y el reiki.
Palabras clave: cuerpo; noción corpórea; educación física; abuso infantil.
Noción corpórea y abuso infantil. Una propuesta pedagógica desde la educación física escolar
SÍNTESE: A presente pesquisa tem como propósito compreender, descrever e categorizar as noções corpóreas de meninas residentes no Lar da Criança da Cidade de Valdívia, que foram vulneradas em seus direitos. A metodologia utilizada é de caráter qualitativo, utilizando como instrumentos, registros iconográficos, entrevistas individuais semiestruturadas e registros audiovisuais aplicados em seis menores residentes do lar. Como conclusão do estudo, observa-se que existe uma fragmentação da noção corpórea, devido à não resolução dos conflitos vivenciados por cada uma delas, o que impede o re-conhecimento de si mesmas, gerando baixa autoestima, falta de identidade e acanhamento constante. Assim, também, os conflitos internos entre as meninas afetam a convivência, pois, leva-as a constantes agressões e discussões que abalam ainda mais a vida pessoal e coletiva. Devido à falta de trabalho interdisciplinar, surge uma proposta de trabalho a partir da matéria de Educação Física, baseada no re-conhecimento das meninas, mediante o trabalho individual e grupal, por meio de atividades vinculadas ao jogo cooperativo, jogos circenses, dança e disciplinas como o ioga e o reiki.
Palavras-chave: corpo, noção corpórea, educação física, abuso infantil.
Corporeal notion and child abuse. A pedagogical proposal from the school physical education
ABSTRACT: The present investigation has as purpose understand, describe and categorize the corporeal notions of girls resident girls of the Childs home in the City of Valdivia that have been hacked in their rights. The methodology used has a qualitative nature, using instruments such as iconographic records, individual semi-structured interviews and visual records applied in six minors residents of the home.As a conclusion of the study, the report notes that there is a fragmentation of the corporeal concept, due to the non-resolution of the conflicts experienced by each one of them, which prevents the re-discovery of themselves, causing low self-esteem, lack of identity and constant withdrawal. As well, the internal conflicts between the girls affect their connivance, because it leads them to constant attacks and discussions that affect even more personal and collective life. Due to the lack of transdisciplinary work, arises a proposal work from the subject of Physical Education, based on the re-cognition of girls through individual and group work, through activities related to the cooperative game, circus games, dance and disciplines such as yoga and reiki.
Keywords: body; corporeal notion; physical education; child abuse.
A lo largo de nuestra historia como seres humanos, el cuerpo se ha considerado como una herramienta de trabajo productiva, algo ajeno, segmentado en dos partes, estableciendo un dualismo entre el cuerpo y la mente. Este paradigma planteado por René Descartes (1596-1650) considera que el pensamiento es algo ajeno al cuerpo, separando la mente pensante del cuerpo no pensante. Sin embargo, surgen propuestas que lo contradicen, como los estudios de Damásio (1997) con relación a la neurología y los sentimientos, que plantean la existencia, en términos anatómicos y funcionales, de un hilo conductor que conecta la razón con los sentimientos y el cuerpo.
Particularmente, la Educación Física tradicional responde a ese modelo determinista y mecanicista que potencia lógicas de subordinación y pensamiento convergente, de lo cual emergen cuerpos adiestrados y entrenados, donde el ejercicio docente se acerca más a la instrucción funcional que al desarrollo significativo y con sentido de los estudiantes. Es desde esta perspectiva que la motricidad humana nace como una apuesta distinta en relación a la concepción del ser humano. Así surgen visiones del cuerpo desde un enfoque holístico, complejo y sistémico, y gracias a estudios como los de Merleau-Ponty (1971), Zubiri (1974), Morín (2000), Sergio (2003) y Trigo (2001) entendemos al ser humano como un cuerpo / sujeto único e indivisible.
Desde esta configuración es que le damos sentido a la forma de vivir en y con el mundo, donde todo lo que sucede en un lugar determinado nos afecta consciente o inconscientemente, configurando nuestro ser.
En el caso específico del abuso sexual a menores, tenemos claro que el daño producido no solo afecta la dimensión física o la dimensión psicológica, por separado, en relación al cuerpo, sino que desde esta mirada integral y compleja del ser humano sabemos que todas las dimensiones se ven alteradas. Es por esta situación que consideramos necesario el trabajo transdisciplinario en la búsqueda de la superación, desde un trabajo en conjunto de las diferentes áreas que apoyan y son parte del grupo del Hogar.
El sentido del cuerpo en el pensamiento de Merleau-Ponty encierra una búsqueda sobre la comprensión de la existencia humana; una búsqueda que nunca acaba sobre el enigma del hombre, abierta siempre a nuevas preguntas (Salin, 2004). Para este autor, lo sensible se vuelve primordial para la significación central de la vida. Plantea la problemática de la corporeidad humana, que sitúa la existencia como propiamente corpórea, posibilitando una visión de cuerpo y de acción (movimiento intencional o intencionalidad operante) integrados en la totalidad humana. En la búsqueda de la comprensión del hombre de forma integral, nos dice: «Hombre es un ser en el mundo y solo puede ser comprendido a partir de su facticidad» (en Salin, 2004, p. 64). Desde esta perspectiva, el fenómeno de la motricidad humana es comprendido por Merleau-Ponty como «ser en el mundo»: motricidad como intencionalidad original y como sentido de todas las significaciones.
Es entonces desde esta concepción de motricidad que Sergio (2003) nos plantea que el cuerpo en acto es un espacio de signos de donde emergen la carne, la sangre, el deseo, el placer, la rebeldía, las emociones y sentimientos de lo más variados.
A partir de la motricidad es que podemos sostener que en lugar de hablar de cuerpo es más conveniente y pertinente hablar de corporeidad, que no es otra cosa que la experiencia de ser cuerpo. En este sentido, la corporeidad surge como vivencia de la acción, que se define como «la vivencia del hacer, sentir, pensar y querer; donde el ser humano es y se vive solo a través de su corporeidad» (Trigo, 2001, p. 9).
Por lo tanto, corporeidad es contenido y continente de relación y ser en el mundo, donde además la noción de cuerpo ha pasado a ser noción corpórea, la percepción de mi corporeidad, cuerpo condicionado por todos los factores históricos, culturales, afectivos, sociales y ambientales que afectan a la persona. Se habla de cuerpo simbólico, consciente, denominándolo corporeidad.
Al interior de la motricidad podemos mencionar que la noción corpórea (Trigo, 2001) es una capacidad de dimensión introyectiva del ser humano, cuya activación y funcionamiento está a cargo del sistema nervioso central y que hace referencia a la percepción actualizada de la corporeidad, a la «consciencia de yo» en relación al entorno social, psicológico y cultural en el que se coexiste, integrada por el esquema, la imagen y la conciencia corporal.
Según Vayer (1973), el esquema corporal es «la organización de las sensaciones relativas a su propio cuerpo en relación con los datos del mundo exterior» (Trigo, 2001, p. 2). A través de la observación de nuestro propio cuerpo y también el de los demás, especialmente a partir de la vista y el tacto, es que se forma nuestro esquema corporal, único y propio de cada persona. Afectan a esta concepción las experiencias que hayamos tenido, la situación actual que estamos viviendo y los factores externos que influyen en la percepción de estímulos.
Al mismo tiempo, define la imagen corporal como la síntesis de todos los mensajes, estímulos y acciones que permiten a la persona diferenciarse con el mundo exterior y hacerse con el yo sujeto de su propia experiencia. Esta imagen se forma en cada uno de modo subjetivo por medio de las experiencias vividas en y con su cuerpo y desde las relaciones externas con los otros (Trigo, 2001).
Por último, Iriarte (1981) define la conciencia corporal como la idea que cada individuo tiene acerca de lo que es su cuerpo, por qué está formado y cómo está, desarrollando su vida con normalidad y seguridad. Toda esta autoconciencia del propio cuerpo es la base de autoafirmación de uno mismo como persona y de las capacidades individuales (Trigo, 2001).
Cada individuo construye, tras un largo proceso en el que vive gran cantidad de experiencias, una representación mental de su propio cuerpo (imagen corporal), a partir de la cual, entendiéndola como una estructura organizada, sobre y con la cual va a poder actuar, tendrá conciencia corporal. Shinca (1980) señala que «para ello es necesario interiorizar las sensaciones corporales y racionalmente ir tomando conciencia de ellas» (Trigo, 2001, p. 3).
El concepto de género se desarrolla para responder a la natural diferencia sexual en diferentes terrenos de lucha, junto con la teoría y práctica feminista. En torno a este concepto se intentan explicar y cambiar los sistemas históricos de diferencia sexual, donde hombres y mujeres se constituyen y sitúan socialmente en relaciones de jerarquía y antagonismo.
Haraway (2001) plantea que en general las teorías feministas han insistido en la unión del sexo y la raza y en el entrelazamiento del género con la clase. Así también De Beauvoir (1942) manifiesta: «Uno no nace mujer, sino que se deviene».
Butler (1998), en el sentido de las palabras de De Beauvoir, plantea que el género no es una identidad estable sino que se constituye débilmente por el tiempo, y se instituye por una repetición estilizada de actos. Según esta autora, el género debe ser entendido como la manera mundana en que los gestos corpóreos, los movimientos y las normas de todo tipo conforman la ilusión de un «yo» generizado constantemente. Esta formulación desplaza la idea de género hacia un concepto que requiere una conceptualización de temporalidad social constituida. Si el cimiento de la identidad de género es la repetición estilizada de actos en el tiempo, en la relación arbitraria entre esos actos y en las diferentes maneras posibles de repetición se encontrarán posibilidades de transformar el género.
Para De Beauvoir y Merleau-Ponty, el cuerpo se entiende como el proceso activo de encarnación de posibilidades culturales e históricas, acciones que van construyendo el género, permitiendo posibilidades de transformación cultural por medio de tales actos. Para De Beauvoir existe una distinción entre sexo, hecho biológico y género. Ser hembra es un hecho sin significado alguno; a la vez, ser mujer es haberse hecho mujer, obligar al cuerpo a conformarse a partir de una idea histórica de mujer, induciéndolo a volverse un signo cultural, siguiendo una posibilidad histórica delimitada y transformando todo esto como un proyecto corporal sostenido y repetido (Butler, 1998).
Butler (1998) menciona que el género no es determinado por lo que uno es ni tampoco por lo que uno tiene. En el mismo sentido, Scott (1996) postula que el término «género» es utilizado para establecer las relaciones sociales entre sexos. Su uso explícito rechaza las explicaciones biológicas del estilo de las que encuentran un denominador común para diversas formas de subordinación femenina, en los hechos, que las mujeres tienen capacidad para parir y que los hombres tienen mayor fuerza muscular. Por lo tanto, esta acepción revela que el género es un proceso de construcción social más allá de un cuerpo sexuado, donde se dan a conocer las identidades subjetivas de hombres y mujeres, donde los aspectos psico-socio-culturales son asignados a cada uno por su medio social.
El abuso sexual, según el Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación (cide) (1998), es la situación de abuso que va en conjunto con el poder y el control en una circunstancia de fuerte dependencia. Para no entrar en debate acerca de cuál sería el término correcto, se establece que dentro de esta discusión cualquier agresión que violente el derecho de los niños a un desarrollo armonioso podría resultar una alteración en su madurez. En el caso de las menores de esta investigación, debemos especificar que en su gran mayoría, por no decir todas, han sufrido algún tipo de agresión sexual, de las cuales en Chile se establecen con más frecuencia el abuso sexual, el incesto y la violación.
Según Abelmann (1987), el primer concepto de abuso sexual abarca a todo tipo de actos con motivo sexual, considerándose también las manipulaciones y otras acciones sin contacto sexual propiamente dicho. Se observa además que se produce un ciclo intergeneracional del abuso, es decir, dependiente de las experiencias de los padres, que constituyen familias abusadoras que transmiten a los hijos dichos actos (Fietz, 2001). Lecannelier (2006), por su parte, menciona uno de los postulados centrales de la teoría del apego: plantea que las relaciones tempranas disruptivas, negligentes y abusivas pueden ser bases de una desorganización en edades posteriores.
Así, el impacto que genera la separación de los seres queridos y la deprivación asociadas en el desarrollo de un niño o niña ha sido una cuestión para resolver por parte de los psicólogos y psiquiatras infantiles, como también por otros especialistas.
Durante el proceso de análisis se crearon categorías deductivas a partir de los conceptos desarrollados anteriormente: esquema, imagen y conciencia corporal, que conforman el concepto de noción corpórea. El análisis estableció 49 códigos, que fueron agrupados en siete subcategorías: Autoestima, Género, Identidad, Repliegue, Segmentos corpóreos, Vínculo y Convivencia en el Hogar.
Se desarrolló la creación de una unidad hermenéutica a través del software Atlas ti 5.0 que reúne las entrevistas, dibujos y videos que fueron analizados para obtener los resultados de nuestra investigación.
Dentro de la primera subcategoría, Autoestima, el código con mayor frecuencia corresponde a Preferencias, definido como gustos acordes a la personalidad de cada niña. Esto nos permite conocer que, a pesar de la ambivalencia que presentan, tienen claro cuáles son sus inclinaciones y sus gustos personales, lo que pudiese determinar un conocimiento de sí mismas y un reconocimiento de sus diferencias en relación con sus compañeras. Por ejemplo, responden: «Mi comida favorita es el arroz con huevo, arroz con salchichas, fideos con papas fritas, arroz con pollo asado» [P1:1:8 (48:48)]; «Me gusta jugar en la escalera con los colchones» [P3:3:2 (6:6)].
Un segundo código relevante corresponde a Inseguridad, que se refleja en los borrones que aparecen en los dibujos de varias participantes al momento de representar la figura humana. Podemos interpretar que el borrar en el dibujo indica la anulación de una parte del cuerpo. En el caso particular de la participante Ma, esos borrones pueden relacionarse además con la apreciación de sí misma, que manifiesta como negativa: «Ahora tampoco me gusta como soy, ahora con 14 años me veo fea y ridícula» (extracto del relato del dibujo).
A esta identidad marcada por la inseguridad se suma la actitud, que es manifestada por las niñas de manera negativa. Esta presenta una frecuencia de 9 repeticiones, en tres casos en particular, donde se manifiestan opiniones como: «Cuando me levanto pienso que pase rápido nomás el día» [P:7:7:5 (25:25)]; «Cuando me levanto por la mañana y me sale algo mal, me levanto con el pie izquierdo» [P:5:5:1 (4:4)].
Una segunda subcategoría corresponde a Vínculo, donde el código Familia es recurrente y se considera que existe una estrecha relación entre la niña y su núcleo familiar, ya que en reiteradas ocasiones mencionan a una o varias personas de este núcleo como importantes en su vida. Las siguientes frases corresponden a lo manifestado por las niñas: «Me pongo contenta cuando estoy con mi mamá, mi abuelo, mi tío Nelson, mi hermana y mis primos» [P1:1:5 (24:24)]; «Me gustaría estar más con mi mamá» [P4:4:4 (21:21)]; «Al levantarme y acostarme pienso en mi mamá» [P: 4:4:3 (4:14)].
El código Confianza es otro recurrente en esta subcategoría, donde las menores declaran no confiar en alguien particular, salvo en oportunidades donde se refieren al personal del hogar. Algunas citas textuales de le entrevista lo demuestran: «Confío en la tía Rosita» [P7:7:8 (43:43)]; «No se puede confiar en alguien» [P7:7:7(39:39)].
En la subcategoría Repliegue nos encontramos con aspectos relevantes en relación con la imagen que algunas niñas tienen de sí mismas al momento de describirse gráficamente. Se aprecia una imagen negativa, en la que se consideran desordenadas, feas y ridículas, y manifiestan que no les gusta su figura y que no pueden confiar en sí mismas, lo que conlleva una identidad negativa con una muy baja autoestima. En el caso de la menor Me, existe en su dibujo del presente una ausencia de ambas manos, que podemos relacionar al contacto que ella mantiene con su ambiente.
La participante Da, en su dibujo del pasado manifiesta estar desnuda y con las piernas abiertas a una altura mayor a la de sus hombros; nos dice: «Andaba pilucha cuando chica» (extracto del relato del dibujo).
La participante Mi, en el dibujo del pasado presenta leves indicios de segmentos corpóreos, además de una inclinación de la figura hacia el lado izquierdo. La figura del presente no diferencia entre segmentos corpóreos y es más pequeña que la del pasado, lo que refleja que la niña presenta alteraciones respecto del tamaño de su dibujo con la edad que presenta. En la entrevista es relevante que esta participante manifiesta que nada le provoca tristeza y que no le interesa llevarse bien con las compañeras del hogar: «Estoy bien así»; que no le interesa aprender a jugar ningún juego: «Porque todos me los sé». Consideramos que estas palabras representan una actitud de ego que la mantiene en una escala mayor en comparación a sus compañeras y le permite actuar de manera agresiva o ruda con ellas, llegando en algunas ocasiones a golpearlas, haciéndolas llorar. Sin embargo, al momento de manifestar que le gustaría ser un gato «porque son cariñosos», aflora su lado emocional, por lo que podemos entender que, a pesar de su actitud frecuente, en su interior, en lo más profundo de ella, existen sentimientos que la vinculan con el amor y el cariño. Este repliegue indica un ocultamiento de las niñas consigo mismas. Algunas no logran reconocer cómo se estructura el cuerpo ni sus partes; las ocultan, de lo que inferimos que existe un fuerte daño en relación con la imagen que tienen de sí mismas, producto de lo acontecido en su violación.
En la subcategoría Género destaca el código Presencia de elementos del rostro y vestimenta, como detalles dentro de la figura humana del presente, lo que puede indicar una configuración femenina y el reconocimiento de sí misma como mujer. En este sentido, Nancy (2007, p. 16) nos dice:
El cuerpo es una envoltura, sirve para contener lo que luego hay que desenvolver. El desenvolvimiento es interminable. El cuerpo finito contiene lo infinito, que no es ni alma ni espíritu, sino el desenvolvimiento del cuerpo.
Las niñas no son capaces de desenvolverse, o quizás sí lo hacen, pero de una manera que resulta agresiva, con actos que lastiman a las demás. También nos dice:
El cuerpo es también una prisión para el alma, donde purga una pena que no es fácil de discernir, pero que fue muy grave […]. El cuerpo expresa al espíritu, es decir, lo hace brotar hacia fuera, le saca el jugo, lo hace sudar, le saca chispas y arroja todo en el espacio. Un cuerpo es una deflagración.
Esto les pesa a las niñas, las dificulta ante el reconocimiento de sí mismas, de lo que son, de lo que sienten consigo, en relación con las demás. No toman conciencia de sus actos; algunas están tan dañadas que la única forma de expulsar su dolor y su rabia es haciendo daño a las otras, posesionándose sobre ellas y estando siempre alertas para defenderse.
Se advierte una fragmentación que se percibe en las entrevistas y figuras realizadas por las niñas. Esta fragmentación significa que existen procesos vividos que no han sido resueltos, independientes del tiempo en que hayan sufrido el abuso. Se plasma la visión de un concepto de cuerpo dañado, vulnerable, con heridas con las cuales conviven pero que no logran internalizar; por momentos aparecen las sombras que nublan la percepción de lo que se está viviendo, pero en otros se clarifican, asumiendo lo ajeno como propio y condicionando el emocionar de cada una.
A raíz de esto es que se necesita un re-conocimiento por parte de las niñas que les permita conseguir mayor autonomía como instrumento de libertad humana. Este debe generarse desde la vivencia corpórea, comprendiendo que todos los sucesos que viven condicionan su posterior manera de actuar.
Según Fietz (2001), cuando el abuso es cometido por alguien cercano, ocurren trastornos en el vínculo. Esto no es tan claro en el caso de estas niñas, ya que a pesar que la mayoría de ellas fue abusada por alguien próximo a su núcleo familiar, los vínculos desde ellas permanecen, lo que se aprecia cuando en las entrevistas manifiestan que prefieren estar en su casa, con sus papás, tíos, primos, abuelos… Podemos inferir, entonces, que el Hogar no las hace sentir protegidas, seguras, consideradas y queridas; es para ellas un lugar en el que solo son cuidadas, pero no donde pueden reflejar un ambiente familiar.
La no resolución de los conflictos producidos por el proceso traumático desencadena situaciones que van agravando la configuración de cada niña. Es por esto que la noción corpórea radica en la fragmentación de las dimensiones que la conforman, a las que hemos denominado imagen, esquema y conciencia.
No existe un reconocimiento acabado de sí mismas, lo que las lleva en ocasiones a una baja autoestima, falta de identidad y repliegue constante, donde se ocultan y actúan de manera impulsiva rompiendo con todo esquema de respeto, orden y aceptación. Existe además una anulación de sí mismas, que las lleva a caer en la desvalorización y a vivir procesos flagelantes donde se pierden en una corporeidad ajena y desintegradora, una corporeidad construida desde el abuso que genera despliegues incontrolables, sin ser capaz de volver sobre sí mismas para remediarlos.
Existen así dos situaciones fundamentales: la primera es la acción de impulsividad, en la que las niñas recurren a golpes e insultos cuando se sienten invadidas; la segunda es la acción de introspección de sí mismas, en la que intentan no darse a conocer demasiado, ya que con ello pueden sentirse desequilibradas.
En este sentido, es de relevancia mencionar las palabras de Maturana: «En la estructura de un niño, su cuerpo, su sistema nervioso, su sistema inmunológico, es decir, toda su corporeidad, surgen cambios que siguen un curso según la vida que suceden que viven» (Maturana, 1999, p. 220)
Relacionado al caso de las niñas, estas viven el día a día sin mayores expectativas, lo que no permite un progreso ni una reflexión acerca de lo que son, desencadenándose acciones mutilantes, lo que muestra una vez más los conflictos personales arraigados a ellas, de los que no se liberan en tanto no se re-conocen.
Por otra parte, no existen figuras claras a las cuales las niñas puedan acercarse para resolver conflictos, principalmente los emocionales, sino que deben resolverlos por sí mismas, construyendo una convivencia negativa y no representando lo que debiese ser un Hogar de acogida y protección. Sin embargo, existen lazos, preferentemente hacía las tías de trato directo, que en ocasiones forman parte del grupo de personas de confianza y contención con las que las niñas pueden contar. Aun así se requiere de un trabajo focalizado en la comunicación y relación entre las menores del Hogar.
En este sentido, los beneficios de la comunicación están en vivir con placer el intercambio con las compañeras de juego, participando en las iniciativas de las demás, aceptando otros puntos de vista y generando empatías. Esta comunicación se puede concebir desde las líneas de acción que sugerimos a continuación.
Generar encuentros entre las niñas permite que broten las emociones, facilitando el despertar de la percepción de las demás y de sí mismas, a favor del respeto y del diálogo. Es a partir de este aporte de Aucouturier (2004) y Fietz (2001) que sugerimos una propuesta relacionada con el re-conocimiento de las niñas de sí mismas y de las personas que forman parte de su entorno, además de la mejora de la convivencia interna del Hogar por medio de encuentros desde la corporeidad, desde la disciplina de la Educación Física a partir de la experiencia individual.
Desde la Educación Física y la concepción del hombre como una unidad integral, consideramos pertinentes las siguientes líneas de acción con el objetivo de contribuir al desarrollo humano de cada una de las menores participantes de la investigación.
• Es posible mejorar la convivencia dentro del Hogar mediante encuentros grupales que impliquen contacto, el despliegue de todo lo que las niñas son, agrupadas de acuerdo a las edades, donde las niñas puedan primero interiorizar consigo mismas, relacionarse y re-conocerse con sus compañeras, generando un encuentro personal y grupal que favorezca la aceptación de sí mismas y de la diversidad.
• El contacto entre las niñas permite derribar mecanismos de protección y defensa que normalmente crean las víctimas para sobrevivir frente a la vivencia amenazante.
• Es necesario que las niñas participen en estos encuentros de forma voluntaria, lo que generará una mejor disposición.
• Es ventajoso el trabajo grupal, pues de esta manera las niñas reciben una retroalimentación de las demás, compartiendo la vivencia. Esto alivia el propio dolor y permite la superación de la vergüenza y el aislamiento social (Fietz, 2001).
• Estos encuentros pueden generarse desde el juego cooperativo, terapias como el reiki, el yoga o los juegos circenses.
Los objetivos de estos encuentros son los siguientes:
• Aceptación y apoyo de los pares.
• Integración e identificación con el grupo.
• Disminución de la hiperactividad y la agresividad.
• Aumento de la autopercepción positiva.
• Superación del aislamiento social, la vergüenza y los sentimientos de culpa.
• Recuperación de la confianza.
• Fortalecimiento de la identidad
Dentro de los contenidos a desarrollar, sugerimos los siguientes:
• Inclusión e integración.
• Praxis cooperativa.
• Desafíos y propuestas.
• Seguridad y confianza.
• De lo propioceptivo a la percepción propia.
• Confrontación.
• Autoestima.
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