Número 68 Mayo-Agosto / Maio-Agosto 2015

Presentación
El análisis de los códigos de género en la cultura escolar

Gracias a los movimientos feministas, a partir de la década de 1960 se produce un cambio excepcional en el acceso de las mujeres a la educación, junto a transformaciones legislativas que propician la equiparación de derechos entre hombres y mujeres. Se reivindica entonces el análisis y la crítica de los saberes y la revisión de los códigos de género que transmiten instituciones como la educativa, que reproducen las relaciones de dominación.

Acabada la imposición de la tutela sobre las mujeres, las ideologías sexuales seguirán enmascarando -como determinismo natural o elección particular- lo que es consecuencia de un orden social que permanece vigente. Antes era impuesto; ahora, consentido. El acceso a la educación y a los espacios anteriormente vetados no evita la división sexual, creando en el interior de las instituciones jerarquías y nuevas parejas de oposición homólogas a las divisiones tradicionales en la consideración del saber, del poder y en las relaciones entre sexos. Muchos siglos de relaciones asimétricas quedan grabados en el adn de las instituciones educativas que requieren un análisis crítico y la revisión de contenidos y de formas escolares para contribuir al establecimiento de una igualdad real.

En este monográfico ofrecemos una muestra de este conocimiento producido desde una perspectiva crítica, que nos permite cuestionar la construcción sexuada que sigue en vigor en las instituciones educativas, desde educación infantil hasta la universidad, y que debilita las aspiraciones de las chicas al tiempo que también produce chicos inadaptados.

En el primer artículo vemos cómo se realiza la exclusión de las mujeres del saber, del conocimiento y de la cultura, como expone Pilar Ballarín, siendo la universidad un ámbito privilegiado de reproducción de la sociedad patriarcal a pesar de las profundas transformaciones que ha vivido en el último siglo. La excelencia, la violencia cotidiana y la complicidad colectiva nos muestran cómo las mujeres han ocupado cada vez más espacio, pero aún no lo habitan:

Habitar los espacios de construcción del saber es algo más que llegar a ellos e incorporarse a la creación del conocimiento, requisito indispensable para estar, pero habitarlos requiere hacerlos propios, vivirlos sintiendo que se es parte esencial de su vida que está en propias manos dirigirlos y transformarlos, y para ello se necesita poder (Ballarín, 2010).

También desde la universidad, Florentina Preciado, Karla Kral y María Guadalupe Álvarez plantean que las mujeres están «navegando entre dos mares». En este caso, el análisis se centra en el contexto de los estudios de ingeniería, donde la discriminación y la violencia simbólica forman parte de una cultura diseñada para ellos y en un clima institucional de desigualdad de género. Las mujeres navegan entre dos mares cuando deben posicionarse como «uno de los hombres» para manejar la violencia simbólica impuesta sobre ellas, ya sea por sus compañeros como por los docentes, mientras construyen identidades femeninas alternativas como mujeres con proyección de futuro.

A continuación, Carmen Rodríguez y Nieves Blanco presentan una investigación de actualidad, a partir de la proliferación de informes internacionales donde se evidencian las diferencias en los rendimientos escolares de alumnos y alumnas. Los mejores resultados educativos que obtienen las chicas se están utilizando para proponer en muchos países una enseñanza segregada, demandada por sectores conservadores y fundamentada en la creencia de diferencias sexuales en el proceso de aprendizaje. Contrariamente a esta tesis -y a la tesis tradicional que sostiene una mayor sumisión de las chicas al orden escolar-, la investigación realizada con alumnado de secundaria en España muestra que las alumnas tienen más éxito porque sienten una mayor atracción hacia el proyecto de vida que les proporciona la escuela, frente a experiencias cercanas de otras mujeres. Cuentan con el apoyo de personas clave, madres y compañeras que las apoyan en sus estudios, mientras algunos chicos presionados, por la cultura hegemónica masculina, muestran una actitud negativa en las aulas y rehúyen ser considerados «empollones» para no ser rechazados por los colegas.

Enrique Díez coincide, en su revisión sobre los estudios de las masculinidades, en cómo está reñido ser un alumno brillante con el modelo masculino hegemónico que se les impone a los chicos, lo que les perjudica su actitud ante el trabajo escolar y el aprendizaje. Este modelo de masculinidad hegemónica se relaciona con la fuerza física, el desapego académico, la ausencia emocional y la obligación de heterosexualidad como aspectos centrales en la configuración de la personalidad, así como el afán de control y la competitividad.
Llama la atención cómo en los estudios de las masculinidades se pluraliza desde el inicio sobre las diferentes maneras de construir la experiencia escolar de los varones, mientras las mujeres reciben un tratamiento más homogeneizador, a la vez que existe poca literatura sobre las feminidades.

De rendimiento escolar habla también el macroestudio llevado a cabo por la unesco y analizado por Rubén Alberto Cervini, Nora Davi y Silvia Quiroz sobre las diferencias en matemática y lectura en América Latina. En ellos se analizan el nivel socioeconómico del alumnado y de la escuela, y su relación con la disparidad entre géneros. Ente otras cuestiones, observan que las chicas están más afectadas en sus rendimientos por las condiciones socioeconómicas que los chicos, proponiendo que el género se incluya en la agenda política de los países de la región.

Es un lugar común en las investigaciones de índole más cualitativo, cuando se llega a comprender cómo se desarrolla la experiencia de chicas y chicos en la vida escolar, las contradicciones entre la reproducción de patrones culturales estereotipados y la conformación de identidades femeninas definidas en la resistencia y la ruptura.

En esta línea se produce también la investigación de Marina Tomasini, que nos muestra de qué forma se establecen las relaciones sexuales de poder en la escuela, con la exigencia de determinadas estéticas y con la regulación y el control del cuerpo sobre las estudiantes mujeres, tanto por parte de sus iguales como de los agentes educativos. Se trata de prácticas que constriñen a las chicas, pero a la vez las llevan a la ruptura con las imposiciones tradicionales.

La investigación de Denise Regina y Bruna Bertuol redunda en los aspectos más conservadores reproducidos en la pedagogía de género en educación infantil, desde la que reclama una formación del profesorado en género. En su artículo «Estás sempre chorando, tu é de açúcar?» analizan las prácticas docentes relacionadas con patrones heteronormativos, y conductas y discursos sexistas en una cultura que se reproduce acríticamente y con la que se construyen las identidades de género hegemónico.

Finalmente, cerrando el monográfico, Paulo Díaz, Irene Cadina y José A. García, desde una perspectiva más descriptiva, analizan las relaciones de género y la violencia en adolescentes portugueses, concluyendo con unas claras diferencias entre la forma de violencia ejercida y sufrida sobre todo por los chicos, mientras ellas muestran un comportamiento más social y asertivo. La violencia escolar no se puede analizar sin tener en cuenta el sexo de quien la practica y las diferentes estrategias que se utilizan construidas desde esta educación diferenciada.

Así presentamos este monográfico en el que se habla, desde la crítica, de las desigualdades entre los sexos, entre los hombres y las mujeres, más allá de las elecciones sexuales. No se trata de nombrar a niños o niñas, o de incluir a las mujeres o sus modelos sociales de vida, sino de mirar con una perspectiva crítica las relaciones sociales de dominación que constituyen el orden mundial. Todo ello sin partir de cero, sin olvidar el conocimiento elaborado por la crítica feminista, cargado de rigor y construido durante mucho tiempo, para quitar la razón a quienes piensan que los estudios de género son una cuestión ideológica y no una cuestión de ciencia y justicia.

Carmen Rodríguez -Martínez
Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga

Bibliografía

BallarínDomingo, Pilar (2010). «Entre ocupar y habitar. Una revisión historiográfica sobre mujeres y universidad en España». Arenal. Revista de Historia de las Mujeres, 17(2), pp. 223-254.

 

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