El que no sabe nada es un imbécil,
pero el que sabe y se calla es un criminal
Bertol Bretch
Las gallinas son "buenas", a diferencia de los pollos,
porque ponen muchos huevos, tal vez hasta huevos de oro, sin embargo,
las gallinas que no producen huevos por supuesto que para lo único
que sirven es para torcerles el buche y hacerlas caldo; hasta aquí
parece que comúnmente podríamos estar de acuerdo,
sin embargo, si asociamos esta idea inicial a que los estudiantes
son como pollos que están aprendiendo a ser, a hacer, a vivir
y a saber, mientras que los académicos somos ya como gallinas
(o gallos, pues, independientemente de género), nos corresponde
producir y enseñar a hacerlo a los pollitos, de otra manera...
GULP!
El académico, a diferencia de un profesor o docente (mal
llamado "maestro" ya que no podría poseer el grado)
o presuntuosamente "catedrático", desempeña
necesariamente un doble rol: el de profesor y el de investigador
; lo anterior ya que académico (Del lat. academicus, y este
del gr. ??ad?µ????) , es ser perteneciente a una academia,
siendo ésta una esfera de trabajo y producción de
conocimiento que adquiere autoridad moral y pública por esa
segunda tarea productiva, no de ensayos subjetivos como el presente,
sino constructivos de conocimiento objetivo, racional y sistemático
derivado del trabajo de investigación científico tecnológica.
Un profesor o docente, a diferencia de un académico, es
simplemente un actor con capacidad reproductiva de los saberes ya
creados por otros y que se limita a transmitir conocimientos (cual
marioneta o muñeco de ventrílocuo) muchas veces caducos
a sus dicentes (a los pollos), empleando el mismo recetario para
la acción e incluso, en muchos casos, con los mismos ingredientes,
año tras año. Esta figura de "profesor"
o de "docente", incluso en educación básica,
tiende a pasar a la historia por ser un simple instrumento reproduccionista
de un sistema educativo que requiere de crítica, de transformación,
no sólo de cambios o parches; el docente o profesor que no
tienda a perfilarse como académico parece extinguirse, o
al menos, a perder vertiginosamente competitividad y capacidad de
venta de servicios profesionales.
Tal vez el adjetivo calificativo del profesor universitario sea
el de "catedrático", ya que de acuerdo con la Academia
Española de la lengua, significa "Profesor titular de
una cátedra, que tiene una cátedra para dar enseñanza
en ella.", siendo que en las universidades, a diferencia de
escuelas de niveles inferiores, el docente se especializa en una
cátedra (especie de púlpito con asiento, donde los
catedráticos leen y explican las ciencias a sus discípulos.
), siendo esa labor la de un docente que sabe, especializadamente,
de alguna materia.
Sin embargo, en educación superior, donde la Pedagogía
se transforma en Andragogía , ahora la cátedra se
orienta a la formación de habilidades (o competencias), privilegiando
la de actitudes, ante un mundo en fuerte competencia. Esto último
es lo que torna imperativa la formación de actitudes y habilidades
para producir conocimiento.
Por lo anterior parece pertinente repensar nuestro rol docente
(...o académico?) en instituciones de educación superior,
para lo cual nos podrían ayudar algunas palabras de connotados
especialistas: Las metas de la educación son:
a).- Crear hombres que sean capaces de hacer cosas nuevas, y
b).- Formar mentes que estén en condiciones de criticar,
verificar y no de aceptar todo lo que se les diga."
mientras que la misión del académico sería,
para ese efecto:
Relacionar a estudiantes con procesos de investigación debido
a que estamos preparándolos para sociedades que aún
no existen. , construyendo su aprendizaje mediante el descubrimiento
personal.
Para ello el docente requiere transformarse en académico,
en un transmisor de saberes que a la vez sea constructor de nuevo
conocimiento, y ahora, transmisor de nuevas dudas, provocando y
enseñando a que los dicentes descubran por sí mismos
los saberes necesarios para haceres competitivos y para atender
con actitudes proactivas (antes reactivas a lo que el 'profe' les
mostraba), sus necesidades de crecimiento personal como poseedores,
no sólo de conocimientos, sino además como operadores
de las prácticas para generar conocimiento de punta, con
actitudes favorables para su producción.
Volviendo a la alegoría de quien produce o muere, a la metáfora
de gallina productiva o a la matanza para el caldo, continuaré
con esa seria autocrítica tratando de caracterizar roles
y eximir con ello de culpa a unos, pero tal vez incomodando o motivando
a otros.
Alguna vez el respetado poeta Bertolt Bretch acuñó
una célebre frase que pudiéramos, en este momento,
acomodar (con todo respeto al poeta): "hay académicos
que producen un día y son buenos, hay otros que producen
un año y son mejores, hay quienes producen muchos años
y son muy buenos, pero hay los que producen toda la vida, esos son
los imprescindibles". Las gallinas productivas (si no deseamos
que nos llegue el momento de servir sólo para caldo), podrían
así clasificarse en 1.- "Buenas", 2.- "Mejores",
3.- "Muy buenas", y 4.- "Imprescindibles".
Los académicos "buenos". Son como las gallinas
que alguna vez pusieron un huevo, hicieron uno que otro artículo
o escribieron un libro, pero ya han demostrado con creces al patrón,
a quien paga la alimentación de la gallina o a sí
mismos, que ya no producen y están buenos para el caldo.
Son mas bien docentes, o hasta catedráticos, pero no de manera
pertinente académicos, ya que simulando trabajar con el conocimiento
útil, suelen trabajar con el conocimiento obsoleto o caduco
, con saberes que desde años atrás dominan pero con
el mismo librito, dejan de actualizarse y de construir conocimiento
de punta que puedan llegar a criticar, reconstruir y llegar a transmitir.
Tal vez nos acojamos a la benevolencia o tolerancia bíblica
señalada en la parábola del viñador y la higuera
, por la cual alguien espera, sin cortarla, aflojándole la
tierra y echándole abono esperando a que produzca; o tal
vez queda mas claro el riesgo de este rol aludiendo también
a la advertencia bíblica de Pablo, "...el que crea estar
firme, tenga cuidado de no caer." .
Los académicos "mejores". Son académicos
que emocionados cacaraquearon un año, tal vez cuando se titularon
o adquirieron el grado y en su momento publicaron, pero que después
de esa euforia ya dejaron de hacerlo. Se trata de gallinas (o gallos)
que tal vez añoran reconocimientos porque lucharon un tiempo,
pero que se han olvidado de producir. A manera de motivar a estos
"mejores" a que continúen produciendo, me atreveré
a citar un trozo de una conocida frase de la Madre Teresa de Calcuta:
"Sigue aunque todos esperen que abandones. No dejes que se
oxide el hierro que hay en ti. Haz que en vez de lástima,
te tengan respeto. Cuando por los años no puedas correr,
trota; cuando no puedas trotar, camina; cuando no puedas caminar,
usa el bastón, pero... nunca te detengas!!!". No te
esperes a ser caldo de gallina, produce!
Los académicos "muy buenos". Se trata ya de personajes,
ya no sólo de profesores mediocres, ya no sólo de
académicos "buenos" o "muy buenos", sino
de quienes durante muchos años han estado produciendo y cacaraqueando
sus logros, pero que ahora sólo viven de añoranzas,
de su prestigio, de sus logros amarillos, sin nuevos desafíos.
Suelen llamarse a esos figurones "vacas sagradas" de manera
metafórica, ya que se les sigue alabando pero sólo
existen en tanto los valientes no se atreven a cuestionarlos y continúan
rindiéndoles reverencia. El conocimiento científico
está vivo, cambia y evoluciona, vertiginosa y constantemente,
las grandes cantidades de jóvenes que vienen atrás
tienden lógicamente a avasallar a esos académicos
"muy buenos" que viven de su fama, de lo que hicieron
durante años, y éstos, sin darse cuenta ya han "doblado
sus manos".
Los académicos imprescindibles. Por supuesto que nos referimos
aquí a quienes cotidianamente inician el día con el
reto de criticar lo hasta hoy aceptado como válido y así
lo transmiten a sus dicentes; en las aulas constantemente emplean
conceptos tales como "depende", "porqué?",
"no me crean todo", "duden", etcétera,
porque él mismo duda sistemáticamente de cuanto conocimiento
tiene u observa. Se trata ahora de académicos que constantemente
realizan registros, que regularmente escriben y no se callan lo
que saben, que se atreven a publicar en revistas de divulgación,
en especializadas de difusión, en congresos o eventos académicos
de cualquier tipo , y que finalmente someten a crítica lo
que piensan, lo que creen que es válido, con la esperanza
de que compartiendo, se sometan a crítica y en su caso validación
esos saberes subjetivos e irlos acumulando en el mar de conocimiento
objetivado, sistematizado y racionalizado.
Finalmente, ser académico no es ser profesor, docente o
simple catedrático que domina en su caso un campo especializado
de conocimiento, de lo que se sabe. Ser académico es producir,
como las gallinas, constantemente huevos deseables, que sean capaces
de generar a la vez polémica, mucha polémica, porque
si no se ponen huevos que hagan que la otredad reaccione, y en una
positiva y sana autocrítica de sus propios conocimientos
y valores se cuestione con esas referencias, esos huevos no trascienden,
no es lo que la ciencia necesita, podrían ser refritos o
en su caso más de lo mismo.
El hombre no vive solo, vive y convive socialmente en comunidades,
y no es de otra manera como se produce conocimiento, sino compartiéndolo
generosamente con otros que nos ayudarán a confirmar si somos
buenos o muy buenos, si lo que decimos en clases, pensamos o creemos
saber no son elementos obsoletos o simples charlatanerías,
pedanterías o simulaciones.
Si no queremos llegar a perder competitividad y que como a las gallinas
nos tuerzan el pescuezo y nos metan al caldo, hay que producir y
publicar, con una gran dosis de valentía y generosidad, de
disciplina en manejos de tiempos y de preparación interdisciplinaria;
sin pretextos seguramente podríamos lograr algo. Yo no quiero
ser gallina para caldo... usted si?
Fuentes de consulta
ALBANECE Raúl, De cómo se reproducen los Gaznápiros,
en Revista Iberoamericana de Educación, No. 35/3, 25-02-05,
2005
FAURE, Edgar, Aprender a ser, la educación del futuro, UNESCO,
1997
PATTERSON Leslie, et al., Los maestros son investigadores, México,
Edit. Trillas, 2002
PIAGET, Jean, ¿A dónde va la Educación?, Esp.,
Teide, 1983
1.- Profesor TC Tit "C" Depto. de Sociología
y Administración Pública, UNISON, moralesz@sociales.uson.mx;
Page: http://www.internet.uson.mx/webpers/morales/
2.- Patterson Leslie, et al., (2002), Los maestros son investigadores,
Edit. Trillas, México, 338 p.
3.- Real Academia Española de la Lengua, Diccionario
4.- Aunque también se le identifica como al "aula"
, o a la facultad o materia particular que enseña un catedrático.
5.- La "Andragogía" es el cuerpo de conocimientos
y técnicas de formación (ya no sólo de enseñanza),
que tiene como propósito el estudio de los mejores métodos
o técnicas y el empleo de los mejores recursos didácticos
dirigidos a formar estudiantes adultos en el ser, hacer y saber
científico, tecnológico y profesional.
6.- PIAGET, (1983), ¿A dónde va la Educación?,
Teide, Esp. P. 23
7.- FAURE, Edgar, (1997), Aprender a ser, la educación del
futuro, UNESCO, p. 221
8.- Interesante al respecto sería acceder a la lectura de
ALBANECE Raúl, (2005), De cómo se reproducen los Gaznápiros,
en Revista Iberoamericana de Educación, No. 35/3, 25-02-05,
13 p.
9.- Sagradas Escrituras, Lucas, 13, 1-9
10.- Sagradas Escrituras, de la Primera Carta del Apóstol
San Pablo a los Corintios, 10, 1-6, 10-12
11.- Eventos académicos que varían de nombre según
sus dinámicas y expectativas, tales como Coloquios, Congresos,
Foros, Encuentros, Seminarios, etcétera.
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