La Revista Iberoamericana de Educación es una publicación editada por la OEI 

 ISSN: 1681-5653

Está en: OEI - Revista Iberoamericana de Educación - Columna de opinión

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  Opinión

Memorias de un discapacitado

José Antonio Rodríguez Caballero
Especialista de Música de Primaria con una discapacidad visual

Una de las grandes barreras a las que se enfrenta una persona con discapacidad es la empatía.

Resulta muy difícil explicar qué se siente cuando uno no puede alcanzar metas que otros si han conseguido. Y al margen de las buenas intenciones de psicólogos, pedagogos y especialista en la materia, uno sigue siendo, a fin de cuentas, el que tiene que soportar esa carga. Le quedan dos opciones: negarla y abandonarse a sí mismo o asumirla como la mejor de las peores opciones.

Como niño que he sido alguna vez, una de las actividades más frustrantes es la Educación Física.

En otro tiempo, en el que la integración era una utopía, el niño con discapacidad, se veía relegado a ser un mero espectador de las habilidades y destrezas de sus compañeros y compañeras. Vivir esa experiencia, empalizarla, resulta muy difícil, yo diría que inaccesible para alguien que no sea la persona misma que la sufre.

Afortunadamente, hoy día la Educación Física y el deporte en general ha abierto un gran abanico de posibilidades a las personas con discapacidad. Aún así, existen reticencias que quiero enumerar a continuación:

1) El papel del especialista de Educación Física:

  • Considerando que no sea la mayoría de los casos, ya que no barajo estadísticas al respecto, el especialista es el primer obstáculo para el niño discapacitado. Por un lado, porque supone un trabajo adicional que muchas veces no está dispuesto a asumir y por otro, por la falta de recursos humanos y la gran responsabilidad que va a pesar sobre él.

    2) El papel de la familia:

  • El proteccionismo mal entendido ha creado una barrera infranqueable en los niños con discapacidad. En muchos casos, los mismos padres se convierten en el obstáculo del desarrollo de estos niños y niñas y quieren actuar como airbag de sus vidas sin darse cuenta que realmente están condenándoles a una vida sin atractivos.

Yo he vivido esas dos caras de la discapacidad en la Educación Física y afortunadamente mi espíritu de lucha me ha ayudado a "sobrevivir" y a desarrollarme como persona. Por eso, quisiera hacer dos recomendaciones.

La primera, a los profesionales. Arriesguen, luchen, la labor docente ni empieza ni termina con el estereotipo de alumno.

La segunda a los padres. No culpen a nadie de los éxitos o fracasos de vuestros hijos e hijas con discapacidad, será él quien les culpe por no haber puesto lo suficiente en la contribución a su "normalización".

Correo electrónico: rie@oei.es Número 39/5
10 - 08 - 06

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