Educar para participar en ciencia y tecnología. Un proyecto
para la difusión de la cultura científica(1)
Mariano Martín Gordillo y Carlos Osorio M. (*)
SÍNTESIS: Las relaciones entre ciencia, tecnología
y sociedad pueden ser interpretadas de diversos modos, aunque cada
día es más evidente la necesidad de que la sociedad
esté presente en el gobierno y en el control de la actividad
tecnocientífica. Por ello, es importante que la educación
tecnocientífica se oriente a propiciar una formación
de la ciudadanía que la capacite para comprender, para manejarse
y para participar en un mundo en el que la ciencia y la tecnología
están cada día más presentes. Sin duda, el
enfoque de Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS) es especialmente
apropiado para fomentar una educación tecnocientífica
dirigida al aprendizaje de la participación, aportando un
nuevo significado a conceptos tan aceptados como alfabetización
tecnocientífica, ciencia para todos o difusión
de la cultura científica. En ese marco, los casos simulados
CTS, desarrollados en los últimos años en el ámbito
iberoamericano en relación con iniciativas de innovación
educativa y de formación docente, suponen una propuesta significativa
para orientar la educación tecnocientífica hacia el
aprendizaje de la participación como elemento central de
la educación ciudadana. En este trabajo se presentan los
resultados de un proyecto desarrollado durante el año 2003,
en el que se experimentaron varios de esos casos simulados en más
de 40 aulas españolas de educación secundaria. En
dicho proyecto participaron más de 800 alumnos y más
de 30 docentes, desarrollando coordinadamente las experiencias en
sus aulas.
SÍNTESE: As relações entre ciência,
tecnologia e sociedade podem ser interpretadas de diversas maneiras,
ainda que, a cada dia, seja mais evidente a necessidade de que a
sociedade esteja presente no governo e no controle da atividade
tecnocientífica. Por isso, é importante que a educação
tecnocientífica esteja orientada para propiciar uma formação
da cidadania que a capacite para compreender, para ser manejada
e para participar de um mundo no qual a ciência e a tecnologia
estão, a miúdo, mais presentes. Sem dúvida,
o enfoque da Ciência, Tecnologia e Sociedade (CTS) é
especialmente apropriado para fomentar uma educação
tecnocientífica dirigida à aprendizagem da participação,
trazendo um novo significado para conceitos tão aceitos como
alfabetização tecnocientífica, ciência
para todos ou difusão da cultura científica. Nesse
sentido, os casos simulados CTS, desenvolvidos nos últimos
anos no âmbito ibero-americano relativos às iniciativas
de inovação educativa e de formação
docente, supõem uma proposta significativa para orientar
a educação tecnocientífica direcionada à
aprendizagem da participação como elemento central
da educação cidadã. Neste trabalho são
apresentados os resultados de um projeto desenvolvido durante o
ano 2003, no qual foram experimentados vários desses casos
simulados em mais de 40 salas de aula espanholas de ensino médio.
Em tal projeto participaram mais de 800 alunos e mais de 30 docentes,
desenvolvendo coordenadamente as experiências em suas aulas.
1. Educación CTS, educación para la participación
1.1 Tres imágenes sobre las relaciones entre ciencia,
tecnología y sociedad
Hoy no se discute la importancia que para la sociedad tienen la
ciencia y la tecnología. Sea como determinantes del desarrollo
económico de los países y de la calidad de vida de
las personas, sea como responsables de la transformación
del medio natural y de los cambios en las formas de vida humana,
la ciencia y la tecnología están presentes en las
agendas gubernamentales y no gubernamentales. La discusión
no se centra, por tanto, en la importancia de la ciencia y la tecnología
en la conformación de la realidad presente y en la futura.
De lo que se discute es, más bien, de los objetivos, la financiación,
los mecanismos de evaluación y de control, y, en general,
sobre las decisiones que afectan a la orientación y al gobierno
de la actividad tecnocientífica.
La idea de una ciencia básica motivada por valores exclusivamente
epistémicos, de una tecnología cuyo desarrollo tiene
en la eficacia y en la eficiencia sus únicos valores, y de
una sociedad que recibe y valora como buenos los saberes científicos
y los artefactos tecnológicos, forma parte del conjunto de
imágenes tradicionales que no se ajustan en absoluto a las
realidades del presente. Esa supuesta relación lineal entre
la ciencia (como conjunto de saberes conceptuales), la tecnología
(como conjunto de prácticas ante todo materiales) y la sociedad
(como único escenario de las disputas valorativas) que conformaría
los tres eslabones de una cadena bien ordenada, sólo resulta
clara desde interpretaciones ingenuas y poco atentas a los datos
de la realidad.
Si alguna vez lo fue, hoy ya no es cierto que puedan distinguirse
con nitidez los perfiles de la actividad científica y tecnológica
y establecerse una nítida prelación entre ellas. Tampoco
cabe aceptar que la ciencia y la tecnología son ajenas a
las controversias valorativas y al juego de intereses que caracterizan
a la vida social. Las decisiones, las controversias, los intereses
y los valores afectan a la actividad tecnocientífica en un
grado no menor que a otros ámbitos de la vida social. En
la actualidad se habla de sociedad del riesgo porque el desarrollo
tecnocientífico, lejos de propiciar escenarios deterministas
y controlables, ha supuesto la aparición de nuevas formas
de vida en las que la incertidumbre y la indeterminación,
aunque distintas, no son menores que las que afectaban a las sociedades
precientíficas. Hoy no son las fuerzas de la naturaleza las
principales fuentes de temores e inquietudes para la mayoría
de los seres humanos. Las incertidumbres actuales proceden, más
bien, de la forma en que la tecnociencia va transformando la naturaleza
y generando esa sobrenaturaleza artificial en la que vivimos. De
hecho, buena parte del conocimiento científico actual tiene
que ver con el manejo de esa incertidumbre, con el asesoramiento
para la toma de decisiones en situaciones complejas, y, muchas veces,
controvertidas. Lejos de las certezas tradicionales de la ciencia
normal, la postnormal (Funtowicz y Ravetz, 1993) trabaja en escenarios
plagados de incertidumbres que la propia actividad tecnocientífica
ha ido configurando. Las ventajas y los inconvenientes de los alimentos
transgénicos, la viabilidad y sostenibilidad de las diferentes
fuentes de energía, la orientación de la investigación
biomédica y hasta los interrogantes que despiertan los desarrollos
de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación,
son ejemplos de situaciones controvertidas y de ámbitos en
los que han de tomarse decisiones que entrañan riesgos en
los que no cabe simplificar las relaciones entre la ciencia, la
tecnología y la sociedad al modo en que lo hacía la
tradicional metáfora lineal.
Para superar esa idea lineal de las relaciones entre ciencia, tecnología
y sociedad, se podría proponer una imagen algo más
compleja a partir de una metáfora bidimensional. Las relaciones
entre ciencia, tecnología y sociedad podrían ser representadas
por un telar en el que, sobre la urdimbre del conocimiento científico,
se entretejiera la trama que hace posible el desarrollo de vistosos
artefactos tecnológicos, siempre que aquella urdimbre se
encontrara asentada en la sociedad que le sirve de bastidor. Sin
embargo, la sociedad no es, ni puede ser, aquel soporte que, con
mayor o menor tensión, facilita o dificulta la innovación
tecnocientífica. Más allá de su papel como
soporte o como destinataria de la actividad tecnocientífica,
la sociedad tiene y debe seguir teniendo un mayor protagonismo en
la orientación y en el control de la actividad tecnocientífica.
Las relaciones entre la ciencia, la tecnología y la sociedad
tienen un carácter mucho más complejo y dinámico
que el sugerido por las anteriores metáforas de la linealidad
o el entretejimiento. Más que eslabones de una cadena
o de hilos que se van trenzando para ir formando un tejido acabado
y definitivo, las relaciones entre la ciencia, la tecnología
y la sociedad pueden ser vistas como un proceso de construcción
y reconstrucción recíproca y dinámica. Quizá
la imagen de las redes viarias, de los vehículos que transitan
por ellas y de las personas que los conducen o que viajan en ellos,
sería una metáfora más adecuada para entender
esas relaciones. La extensa red de carreteras que se tiende y ramifica
sobre la superficie del territorio, va haciendo accesibles nuevos
lugares de un modo similar a la manera en que el desarrollo de los
diversos campos científicos va permitiendo conocer nuevos
ámbitos de la realidad. Pero, además, el propio desarrollo
de las redes de comunicación va configurando el territorio
en un proceso constructivo no muy distante del que caracteriza las
relaciones entre los campos epistémicos y las realidades
tratadas por ellos. De otra parte, no cabe entender la construcción
de vías en el territorio sin tener en cuenta el tipo de vehículos
que se va a desplazar por ellas. Éstos, además de
artefactos tecnológicos, son una buena metáfora de
la propia tecnología al mostrar que sus relaciones con la
ciencia son tan estrechas e interdependientes como las de los carros
con las calzadas, los ferrocarriles con las vías y los automóviles
con las carreteras. De hecho, la historia de la ciencia y de la
tecnología, como la de las vías de transporte y los
artefactos que por ellas transitan, es la historia de continuas
interacciones y de transformaciones mutuas. Pero el principal interés
de esta imagen está en el papel que asigna a los sujetos,
a los conductores y a los pasajeros, a la sociedad. Ningún
sentido tendría imaginar carreteras y vehículos sin
las personas que los utilizan. Y es que las carreteras y los automóviles
permiten a las personas trasladarse y vivir en diferentes lugares,
pero también es cierto que son los trazados de las carreteras
y el uso de los automóviles los que, a su vez, van determinando
los hábitos, los territorios y los escenarios en los que
va transcurriendo la vida humana.
Por tanto, la sociedad tiene respecto de la ciencia que permite
conocer las leyes de la realidad, y la tecnología que
hace posible su transformación y manejo, una relación
compleja y hasta contradictoria: a la vez que se sirve de ellas,
está condicionada por ellas. Esta compleja relación
implica un mayor grado de reflexión y de responsabilidad
social sobre la actividad tecnocientífica y sus consecuencias.
Es necesario asumir que la ciencia y la tecnología no son
como hilos que se trenzan de forma lógica y determinada.
Las vías de comunicación pueden tener distintos trazados.
El territorio natural los condiciona pero no los determina.
Son los seres humanos quienes, con sus intereses, van construyendo
los trazados. Para ir de un lugar a otro podemos disponer de transportes
públicos o privados, ferrocarriles o automóviles,
y aunque no siempre sea explícito, esas decisiones también
son humanas y condicionan la vida. Asimismo, la necesidad de un
código de la circulación, la importancia de que los
conductores no sean sólo diestros en el manejo de los vehículos
sino también responsables de sus consecuencias y de sus peligros,
el lugar que deben tener los peatones o la importancia relativa
que se concede al riesgo y a los accidentes, sólo son algunos
ejemplos de las dimensiones en las que esta metáfora puede
resultar adecuada para entender otras vertientes de las relaciones
entre ciencia, tecnología y sociedad.
Pero quizá donde esta analogía se hace más
patente es en el ámbito educativo. Las personas viajan por
las redes viarias mucho antes de saber que pueden tener trazados
radiales o circulares, o de ser capaces de distinguir y apreciar
las diferentes características de los vehículos. Igualmente,
los ciudadanos vienen al mundo y se encuentran con que está
conformado por la actividad tecnocientífica sin que deban
esperar a llegar a las instituciones educativas para saber qué
son las ciencias y las tecnologías. En la escuela se aprenden
las normas de la lingüística, pero es en la vida donde
previamente se ha aprendido a hablar. Del mismo modo, la enseñanza
escolar de la ciencia y la tecnología no las descubre para
un ciudadano que ya ha nacido en medio de ellas, cuando no como
consecuencia de ellas.
1.2 Hacia un nuevo contrato social de la educación científica
y tecnológica
En su versión escolar, el conocimiento científico
y tecnológico tiene características singulares que
no siempre están orientadas a la formación de una
ciudadanía capaz de comprender, de manejarse y de participar
en el gobierno de un mundo en el que la ciencia y la tecnología
son centrales. Conocer las distintas categorías de carreteras,
los lugares por los que pasan y los kilómetros de distancia
entre las ciudades que comunican, pueden ser datos susceptibles
de estudio, pero ese conocimiento es mucho menos valioso que saber
interpretar un mapa de carreteras. Desmontar el motor de un automóvil
y averiguar la función y la relación entre sus piezas
tendrá importancia para el profesional que ha de repararlo,
pero poco aportará al desarrollo de las habilidades para
conducirlo. Nadie podrá discutir que estudiar los mapas de
las carreteras y los motores de los automóviles son contenidos
relacionados con las redes de transporte y con la automoción,
mas también será obvia su impertinencia para la formación
de un conductor. Pero es que, más allá del manejo
de un vehículo y de la interpretación de un mapa,
lo importante es saber elegir el destino y trazar el itinerario
del viaje entre las diferentes alternativas, y saber hacer un uso
responsable de los medios de transporte. En un país ideal,
no todos los ciudadanos deberían estudiar las diferencias
entre los materiales de drenaje de los firmes, ni conocer los procesos
de diseño de las cadenas en las que se montan los automóviles,
pero sería deseable que fueran agentes activos para que las
decisiones sobre el trazado de las carreteras fueran las más
beneficiosas socialmente y las menos perjudiciales para el medio
ambiente, o que, como consumidores, valoraran más los sistemas
de seguridad de los vehículos que la potencia de sus motores.
En relación con la enseñanza de las ciencias y las
tecnologías, la acción educativa tiene ante sí
idénticas alternativas que las que aparecen en la metáfora
de las carreteras y los automóviles. Se puede enfatizar la
enseñanza de los conceptos centrales de las axiomáticas
de las disciplinas científicas y de los procesos de diseño
de los artefactos tecnológicos. Incluso se puede profundizar
en los mecanismos procedimentales y metodológicos inherentes
a ambos con la idea, no siempre justificada, de que esos contenidos
son la base fundamental para la formación del científico
y del ingeniero. Nadie podrá negar que, si se sigue esa alternativa,
los contenidos que se enseñan tienen que ver con ciencias
y con tecnologías. Sin embargo, es difícil defender
que en eso pueda consistir la alfabetización tecnocientífica
de la ciudadanía, y, mucho menos, reivindicar su valor en
la formación básica y universal de todos los ciudadanos.
Del mismo modo que estudiando mapas de carreteras y desmontando
el motor de un automóvil no se aprende a conducirlo, ni mucho
menos a viajar, el estudio de los conceptos o de los problemas propios
de los paradigmas de cada ciencia, o el mero análisis del
funcionamiento de los artefactos tecnológicos, no forma de
manera automática una ciudadanía participativa y capacitada
para los constantes procesos de toma de decisiones relacionados
con la ciencia y la tecnología del mundo en el que vivimos.
A pesar de su prestigio, la educación tecnocientífica
se enfrenta a importantes retos en la definición de sus prioridades
a la hora de articular sus currículos y de diseñar
la forma que han de tener sus prácticas de enseñanza.
El hecho de que la ciencia y la tecnología estén omnipresentes
en la vida actual y que el papel de sus protagonistas, los científicos
y los ingenieros, esté reconocido en la vida social (aunque
no siempre sea del todo percibido), seguramente explica el escaso
debate público sobre los contenidos que deben tener las enseñanzas
de las ciencias y las tecnologías en los procesos de reformas
educativas. En general, se acepta que es bueno que se enseñen
más contenidos de matemáticas, de ciencias naturales,
de tecnologías (mejor si son nuevas), y no es
extraño que las propuestas de aumento de la presencia horaria
de esas disciplinas en el conjunto de los currículos escolares
sean bien recibidas. Pero los contenidos y las formas que deben
tener esas enseñanzas no suelen ser muy discutidos. Tampoco
lo son las razones por las que no siempre les resultan atractivas
a los alumnos y por generar en ellos importantes niveles de fracaso.
En cierto modo se ha producido un proceso de naturalización
del conocimiento científico escolar, que hace de él
algo inercial en el que los contenidos se presentan tan difíciles
como socialmente valiosos. Incluso se llega a pensar en si ambas
cosas no acaban por estar algo relacionadas. La sociedad demanda
de las instituciones educativas una oferta de cultura científica
y tecnológica para los nuevos ciudadanos con el convencimiento
de que eso es algo importante, pero, una vez hecha esa demanda,
no pone condiciones a su cumplimiento, sino que, en cierto modo,
entrega un cheque en blanco a quienes diseñan los currículos
tecnocientíficos, considerando que su papel como expertos
garantizará que sabrán articular del mejor modo las
enseñanzas de las ciencias y las tecnologías. Con
esta entrega del cheque en blanco a la educación científica
y tecnológica, la sociedad se relaciona con ella de un modo
no muy diferente al que caracterizó a los modelos lineales
de desarrollo de la ciencia y la tecnología promovidos por
Vanevar Bush (1945) en los años 40, y que tan inadecuados
se han demostrado con el paso del tiempo (González et
al., 1996).
Del mismo modo que la sociedad ha sido capaz de reclamar un nuevo
contrato con la ciencia y la tecnología, y que en las agendas
gubernamentales y no gubernamentales se vienen manifestando distintos
enfoques de esa idea compartida, parece necesario revisar también
los resultados que la sociedad puede y debe esperar de la educación
tecnocientífica, y promover nuevas alternativas sobre lo
que las instituciones educativas han de ofrecer en dicho ámbito.
Más allá de la evidencia de que las enseñanzas
de las ciencias y las tecnologías son importantes para la
sociedad, conviene analizar qué objetivos, qué contenidos
y qué formas de enseñanza de las ciencias y las tecnologías
son las más adecuadas para la formación de los ciudadanos.
Ajustar lo que se ofrece desde la educación tecnocientífica
a lo que la sociedad necesita para la formación de los nuevos
ciudadanos, no consiste en repetir las viejas fórmulas magistrales
o en reducir las dosis para que puedan ser toleradas por todos.
Hablar de difusión de la cultura científica, de alfabetización
tecnocientífica o de ciencia para todos, son buenas divisas
que aportan pedigrí de modernidad a las propuestas pedagógicas
que buscan amparo en esos conceptos políticamente correctos.
Sin embargo, la buena prensa de esas fórmulas no garantiza
que todo lo que a ellas se remita sea lo más deseable. Tras
esas invocaciones se encuentran interpretaciones y planteamientos
bien diferentes (Acevedo et al., 2003). ¿Por qué
es bueno difundir la cultura científica? ¿Qué
contenidos tecnocientíficos serán los elementos básicos
que permitan esa alfabetización? ¿Qué finalidades
generales deben asignarse a la educación tecnocientífica
que hagan deseable y necesaria esa ciencia para todos? Plantear
a fondo el sentido de estas cuestiones y reflexionar sobre sus posibles
respuestas es importante para poder definir un nuevo contrato de
la educación tecnocientífica que huya de las inercias
y se oriente a satisfacer los compromisos con la formación
ciudadana que demanda la sociedad.
Para ese nuevo contrato de la educación tecnocientífica
con la sociedad podrían considerarse tres elementos básicos
para la definición y justificación del papel de la
enseñanza de las ciencias y las tecnologías en la
formación de la ciudadanía. Tales elementos podrían
resumirse en otros tantos infinitivos: conocer, manejar
y participar. Conocimiento para entender, destreza para
manejar y capacidad para participar son, sin duda, los requerimientos
esenciales para la ciudadanía del siglo xxi.
Muchas veces se ha considerado que la enseñanza de las ciencias
suministraría los conocimientos para comprender el mundo
en el que se vive, que la educación tecnológica proporcionaría
las destrezas para manejarse en él, mientras que las capacidades
para la participación social serían un tema propio
de las enseñanzas sociales y humanísticas o un aspecto
transversal a todas las disciplinas escolares. Sin embargo, tal
reparto de funciones ha olvidado la íntima relación
existente entre esos tres aspectos cuando se habla de la formación
de la ciudadanía. Además, y sobre todo en los dos
primeros, se produce el problema de que sus finalidades y contenidos
pueden ser interpretados hacia la educación general de los
ciudadanos, o como bases para la formación específica
de los científicos y de los ingenieros. Tal vez ambas interpretaciones
son conciliables porque no son contradictorias, pero ha sido frecuente
que la segunda se imponga sobre la primera, lo cual explica la habitual
prioridad que se ha dado al conocer sobre el manejar,
y el casi total olvido del participar en las formas
de organización y en las prácticas más habituales
de la educación tecnocientífica.
De ahí que merezca la pena revisar el sentido en el que
esos tres aspectos pueden orientar el papel de la educación
tecnocientífica hacia la formación de los nuevos ciudadanos,
que les permita encarar los retos del futuro. ¿Qué deben
conocer los nuevos ciudadanos? ¿Qué se les debe enseñar
de las ciencias? La tentación es clara: todo. Todos los saberes
tienen valor, y, por tanto, valdría la pena que fueran enseñados
y aprendidos. No obstante, se acabó el tiempo en que era
posible el ideal de sabio universal que estaba al tanto del desarrollo
de todos los ámbitos del saber. Por ello, conviene contar
con algún criterio para seleccionar lo que de las ciencias
puede ser enseñado, aquello que debe ser aprendido por todos.
Y ese criterio lo pueden aportar los otros dos aspectos que aquí
se proponen: debería conocerse aquello que permita a los
ciudadanos manejarse y participar en el mundo en el que viven. La
utilidad práctica de los conocimientos para la vida real
y para las decisiones en las que los ciudadanos deben participar
sería el criterio para seleccionar cuáles conocimientos
científicos susceptibles de ser enseñados serían
valiosos para la educación de la ciudadanía. Al lado
de este criterio, que puede parecer muy pragmático, cabría
rescatar otro que subrayaría el valor estético del
conocimiento, es decir, el sentido en el que se pueden y se deben
conocer cosas que no tienen utilidad práctica inmediata,
ni facilitan de manera directa la participación en las decisiones
de nuestras vidas, pero que nos las hacen más felices. El
amor a la sabiduría que definía la actitud de los
antiguos filósofos, y el asombro y la admiración que
provocaba en ellos el espectáculo de la naturaleza, serían
unos buenos referentes para reivindicar esos conocimientos sobre
los seres vivos, sobre los planetas y las estrellas, y sobre tantas
otras cosas que, quizá no sean muy útiles para la
vida, pero que sí permiten disfrutar de ella.
Manejarse en la vida cotidiana sería el segundo aspecto
que podría orientar los planteamientos de una educación
tecnocientífica dirigida a la formación de la ciudadanía.
En la medida en que el desarrollo tecnocientífico ha generado
un mundo complejo, cabe demandar de la educación tecnocientífica
el desarrollo de destrezas y habilidades en los individuos que les
permitan manejarse en ese mundo. Por tanto, las enseñanzas
de las ciencias, y sobre todo de las tecnologías, deberían
hacer posible que los ciudadanos puedan desenvolverse con habilidad
en los distintos contextos en los que desarrollan sus vidas, sin
la necesidad constante de pedir auxilio a los expertos o de esperar
que sean ellos quienes resuelvan los problemas prácticos.
Ser capaces de manejarse en los ámbitos domésticos
plagados hoy de artefactos tecnológicos, de resolver los
problemas ordinarios que surgen con la tecnología presente
en la vida cotidiana y en el trabajo, de desenvolverse con soltura
en los escenarios virtuales y mediáticos propiciados por
las nuevas tecnologías de la información y la comunicación,
son aspectos en los que cabe esperar que la educación tecnocientífica
(y ante todo la tecnológica) resulte útil para los
ciudadanos. Pero manejarse en el mundo es saber elegir también
la orientación de la propia vivienda, componer una dieta
o la de hacer un itinerario por el bosque otoñal y disfrutar
de él. Para todo eso puede resultar oportuna una educación
tecnocientífica dirigida por la dimensión estética
antes reivindicada por su importancia para la calidad de vida. La
autonomía en el manejo de los problemas cotidianos que se
le presentan al individuo que supone este segundo aspecto propuesto,
hace que ésta no tenga sólo una función pragmática
sino favorecedora de la libertad individual, ya que la capacidad
de las personas de manejarse entre las circunstancias de su medio
es la mejor garantía de que no serán manejados por
ellas.
Sin duda, la breve caracterización que se ha esbozado del
conocer y del manejar inherentes a la educación
tecnocientífica está orientada a las necesidades prácticas
de la vida. Pero lo práctico no tiene la interpretación
instrumental que muchas veces se ha privilegiado en la reivindicación
de la ciencia y la tecnología, sino que incorpora un sentido
axiológico. La importancia estética del conocimiento
y la liberación que para el individuo supone la adquisición
de destrezas, implica que lo valorativo es un elemento central de
la educación tecnocientífica (Martín Gordillo
et al., 2001). Sin embargo, en el desarrollo de las capacidades
para participar es donde se pone de manifiesto con más intensidad
esta afinidad entre la educación tecnocientífica y
la educación en valores. La idea de ciudadanía, que
es el referente principal de la acción educativa con vocación
de universalidad, remite siempre a la de democracia, y ésta
es indisociable a la de participación. Una educación
tecnocientífica que permita conocer a los individuos los
procesos y manejar los artefactos del mundo que les rodea no formará
ciudadanos capaces de participar en democracia si no integra, además
de los conocimientos para analizar la realidad y las destrezas para
manejarse en ella, estrategias para el desarrollo de aptitudes y
de actitudes participativas y abiertas al diálogo, la negociación
y la toma de decisiones en relación con los problemas asociados
al desarrollo científico y tecnológico.
1.3 El enfoque CTS y la educación para la participación
Seguramente su énfasis en la participación es la
aportación más relevante que el enfoque de Ciencia,
Tecnología y Sociedad (CTS) puede hacer a la educación
científica y tecnológica. Sin duda la contextualización
social e histórica de los procesos que han dado lugar a la
gestación de los conocimientos científicos y al desarrollo
de los artefactos tecnológicos tiene su importancia en la
presentación educativa de los contenidos de las ciencias
y las tecnologías. También la necesidad de establecer
relaciones entre éstos y los principales problemas y controversias
sociales y medioambientales del presente es otro aspecto importante.
Sin embargo, estas dos aportaciones de la perspectiva CTS a la educación
científica y tecnológica, siendo importantes, podrían
quedar limitadas a la de una parcela o dimensión en la enseñanza
de las ciencias y la tecnología; una dimensión CTS
que añadiera a la presentación habitual de los contenidos
de las ciencias y las tecnologías ciertos aspectos relacionados
con el contexto social en la que fueron generados y con las consecuencias
para los seres humanos y el medio ambiente que de ellos se pueden
derivar. Por desgracia, esta dimensión CTS suele tener sólo
un papel adjetivo y marginal, frente a los contenidos sustantivos
tradicionales de los currículos de ciencias y tecnologías.
Por eso, más que una nueva dimensión CTS en las enseñanzas
de las ciencias y las tecnologías, que, por otra parte, no
desborda el carácter analítico del resto de las enseñanzas,
cabe rescatar la relevancia educativa del enfoque CTS en sus aspectos
más dinámicos y activistas vinculados con la evaluación
de tecnologías y con los procesos de participación
pública en las decisiones relacionadas con el gobierno y
el control de la ciencia y la tecnología. Aprender a participar,
junto con conocer y manejarse en un mundo en el que la ciencia y
la tecnología están tan presentes, sería el
modo en el que la educación tecnocientífica podría
reenfocar sus propósitos haciéndose más coherente
con los generales de la educación para la ciudadanía,
que deben presidir todos los ámbitos de la acción
educativa.
Seguramente el privilegio que los planteamientos más discursivos
y analíticos ha tenido en la práctica educativa explique
que las propuestas orientadas a la participación hayan sido
menos frecuentes entre las de innovación educativa en la
enseñanza de las ciencias. En tal sentido, la idea de educar
para participar puede dar un nuevo carácter a conceptos tan
aceptados como alfabetización tecnocientífica, ciencia
para todos o difusión de la cultura científica. Sería
más fácil promover la difusión de esa cultura
científica si desde las instituciones educativas los ciudadanos
se fueran formando en la necesidad cotidiana de participar en las
decisiones que tienen que ver con el desarrollo de la ciencia y
la tecnología desde los niveles macro (por ejemplo, en la
orientación y control democrático de las prioridades
en la investigación y el desarrollo tecnológico),
hasta los niveles micro (por ejemplo, en las controversias sobre
casos cercanos relacionados con la ciencia o la tecnología,
o en las decisiones cotidianas que los ciudadanos toman como consumidores).
De este modo también será más fácil
hablar de ciencia para todos en los contextos educativos, ya que
la orientación participativa de la enseñanza de las
ciencias y las tecnologías está dirigida al conjunto
de los ciudadanos, y no sólo a los expertos, que en los modelos
no participativos detentarían la capacidad de tomar las decisiones.
Además, la educación tecnocientífica, como
educación para la participación, implica esa idea
de alfabetización tecnocientífica que supone poner
a disposición de todos los conocimientos necesarios para
una participación responsable en las decisiones que nos afectan.
Pero la idea de que la educación tecnocientífica
debe apostar por la participación no debe quedar reducida
a discursos retóricos en favor de dicha participación.
Poner de manifiesto las consecuencias negativas de los modelos no
participativos de desarrollo tecnocientífico, y resaltar
las ventajas de la gestión negociada de los conflictos, no
supone que quienes reciben estos discursos hayan aprendido a participar.
A participar se aprende participando, por lo que la reivindicación
para la educación tecnocientífica de la idea de participación
no puede quedarse sólo en un plano analítico o discursivo,
como un tópico más que añadir a los que establecen
lo que se debe enseñar y aprender. Tampoco se trata de inaugurar
un campo de investigación teórica para la didáctica
de las ciencias. Se trata, más bien, de reenfocar en la práctica
los espacios y los tiempos curriculares para que sean posibles formas
participativas, flexibles, abiertas y multidireccionales en las
prácticas reales de enseñanza de las ciencias y las
tecnologías.
Los modelos discursivos, secuenciales, rígidos, verticales
y unidireccionales en la organización de las actividades
en el aula y en la sociedad no son los más adecuados para
hacer posible la participación y la vida democrática.
Por ello, una educación para la democracia deberá
hacer del aula un verdadero laboratorio, un simulador de la participación
democrática. Se suele asumir la importancia de las prácticas
de laboratorio (y de taller) en la enseñanza de las ciencias
(y de las tecnologías), porque en ellas se simulan en situaciones
manejables y controladas los procesos de investigación de
los saberes científicos y de desarrollo de los artefactos
tecnológicos. Pues algo similar a esa simulación entre
la ciencia o la tecnología enseñadas y la ciencia
o la tecnología reales es lo que se propone para las aulas
de ciencias y tecnologías en relación con la sociedad.
Si en la sociedad se dan controversias sobre cuestiones tecnocientíficas
que involucran a diversos actores con intereses y valores enfrentados,
en las aulas de ciencias y tecnologías también se
puede y se debe preparar a los alumnos para la participación
en esas controversias y en esas decisiones que les esperan como
futuros ciudadanos (Désautels y Larochelle, 2003).
Sin embargo, la entrada en las aulas de esas controversias relacionadas
con problemas ligados al desarrollo tecnocientífico puede
resultar difícil. Si se analizan polémicas del pasado
ya resueltas, pueden mostrarse los efectos de ciertas formas de
participación, o lo que supusieron las pugnas entre las razones,
intereses y fuerzas de los diversos actores en litigio ante determinada
controversia pretérita. No obstante, el análisis de
controversias resueltas, a pesar de lo manejables que resultan en
el aula, poco puede aportar al aprendizaje efectivo de la participación
en temas de ciencia y tecnología con implicaciones sociales
en el presente. La alternativa parece ser el tratamiento en el aula
de controversias que se estén dando en la realidad del momento.
Pero, en este caso, la carga emotiva que conllevan y la dificultad
de su manejo didáctico hacen que, más que percibir
las distintas interpretaciones y puntos de vista que se manifiestan
en una polémica, y más que aprender a negociar y consensuar,
se refuercen los prejuicios y los puntos de vista que sobre ese
asunto cada cual trae de la realidad al aula.
Para resolver esa disyuntiva entre el estudio de casos CTS históricos
y clausurados o controversias CTS en tiempo real y abiertos, cabría
tomar otra vez la analogía de la relación entre la
realidad sobre la que las ciencias investigan y el laboratorio en
el que desarrollan sus investigaciones. Las múltiples variables
que inciden en un fenómeno dado se aíslan y controlan
en el laboratorio para hacerlas manejables y para poder realizar
las investigaciones. En cierto sentido, el laboratorio científico
es un simulador de la realidad, un artefacto creado para recrearla
y hacerla más manejable de cara a los propósitos de
la investigación. Al menos eso es lo que los propios científicos
dicen que hacen en el laboratorio. Tal relación de simulación
entre el laboratorio de las ciencias y la realidad sobre la que
se investiga es la misma que podría recrearse en el aula
con la simulación de controversias en torno a problemas CTS
que fueran a la vez verosímiles y manejables. En la realidad,
no siempre resulta fácil identificar a los actores de una
controversia mientras ésta se está desarrollando.
En la realidad, los actores que pugnan en las controversias no siempre
tienen igualdad de acceso a los medios de comunicación ni
a las instancias de decisión. En la realidad, los poderes
con capacidad de decisión no siempre abren el debate público
ni son sensibles a la participación ciudadana cuando han
de tomar decisiones. Pero en una simulación en el aula podría
crearse una red de actores equilibrada, en la que todos tuvieran
idénticas posibilidades de exponer y de defender sus puntos
de vista. Las controversias simuladas CTS no serían verdaderas,
pero sí verosímiles. Se trataría de crear en
el aula, como si se pensara en un laboratorio de participación
social, las condiciones en las que fuera posible ensayar fórmulas
de participación social con el fin de aprender a discutir,
a disentir, a razonar, a argumentar, a negociar y a consensuar sobre
los complejos temas de ciencia y tecnología que afectan a
la realidad. En definitiva, aprender a participar en la orientación,
en la evaluación y en el control del desarrollo tecnocientífico,
partiendo de situaciones ficticias pero verosímiles.
Esta apuesta por el aprendizaje de la participación como
orientador de las enseñanzas tecnocientíficas no puede
desarrollarse sin un notable giro en el papel que el docente tiene
en el desarrollo curricular. Si es cierto que a participar se aprende
participando, también lo es que resulta necesario haber participado
para enseñar a participar. No cabe promover propuestas de
enseñanza participativa que no cuenten con la participación
y el compromiso de los docentes, que serán sus dinamizadores.
Por tanto, es necesario contar no sólo con discursos en favor
de la participación en la enseñanza de las ciencias
y las tecnologías, sino con materiales y estrategias de formación
y de cooperación entre docentes ligados a una práctica
de verdad participativa.
Presidido por estas ideas, entre octubre de 2002 y junio de 2003
se llevó a cabo un proyecto para el Desarrollo de nuevos
materiales y nuevas técnicas didácticas para la difusión
de la ciencia y la tecnología con enfoque CTS en educación
secundaria2,
financiado por la Fundación Española para la Ciencia
y la Tecnología (FECYT)3
y puesto a punto por el Observatorio de Cultura Científica
de la Universidad de Oviedo4, con la colaboración de la Organización
de Estados Iberoamericanos (OEI)5 y el Grupo Argo6. Dicho proyecto estuvo centrado en el desarrollo en aulas de educación
secundaria de propuestas de educación CTS ligadas a la participación,
partiendo del modelo de los casos simulados que se ha venido utilizando
en el Curso Virtual de la OEI sobre el Enfoque CTS en la Enseñanza
de las Ciencias7. En
los siguientes apartados se describen los casos simulados utilizados
en este proyecto, así como la exposición y los resultados
de las diversas experiencias de las aulas españolas en las
que fueron experimentados.
2. Los casos simulados CTS como propuestas para renovar en clave
participativa la educación tecnocientífica
2.1 ¿Qué son los casos simulados CTS?
Los casos simulados CTS consisten en la articulación educativa
de controversias públicas relacionadas con desarrollos tecnocientíficos
con implicaciones sociales o medioambientales. Se trata de una propuesta
educativa llevada a cabo por el Grupo Argo, en la que a partir de
una noticia ficticia, pero verosímil, se plantea una controversia
supuesta en la que intervienen varios actores sociales con ideas,
opiniones o intereses diversos. Científicos, ingenieros,
empresas, asociaciones ecologistas, grupos vecinales, grupos políticos,
asociaciones profesionales, ciudadanos afectados, etc., son el tipo
de colectivos que, en cada caso, pueden constituir la red de actores
que aparecen en cada uno de los casos simulados CTS para su uso
educativo.
En la configuración de esa red se intenta garantizar un
adecuado equilibrio de posturas y de argumentos a fin de que, a
diferencia de lo que sucede muchas veces en la realidad, no se cierre
el debate antes de haberse iniciado. En todas las simulaciones existe
un actor social que hace de mediador y moderador, y que se encarga
de presentar los distintos puntos de vista y de velar por la limpieza
democrática del debate.
El desarrollo de cada caso simulado en el aula sigue una secuencia
de actividades común en todos ellos. Tras la lectura conjunta
de la noticia ficticia y de algunos de los documentos complementarios
(ficticios y reales) con los que se articula el caso, se reparten
los papeles de los actores sociales entre diferentes equipos de
alumnos a fin de que los pongan en su piel y busquen argumentos
para defender las posiciones que les hayan correspondido en la controversia
ficticia. Después de un tiempo en el que el trabajo de los
equipos consiste en documentarse y en investigar para preparar argumentos
en favor de sus posiciones que se recogerán en informes
escritos elaborados por cada equipo, se pasa a la defensa
pública de los mismos, para luego hacer un debate abierto
entre todos los actores. Tal debate es moderado por el equipo que
juega el papel de mediador, que, además, tendrá que
tomar la decisión final sobre el asunto que se discute a
la vista de los argumentos presentados. Más tarde, y ya fuera
de la controversia ficticia, se dedica un tiempo al diálogo
abierto en el aula para analizar la decisión tomada y los
argumentos que han aparecido en la controversia.
En el ámbito de los estudios CTS esas propuestas se inspiran
en la teoría de la red de actores de Callon (1986),
e intentan ser una forma de llevar al aula los problemas de la flexibilidad
interpretativa presentes en la ciencia, tal como ha mostrado este
tipo de estudios en Europa. Los casos simulados CTS guardan también
una estrecha relación con los congresos de consenso,
como experiencias reales de participación pública
de la ciudadanía en ciencia y tecnología (López
Cerezo y Luján, 2000; Martín Gordillo, Osorio y López
Cerezo, 2001).
Las simulaciones CTS pretenden ser una alternativa educativa para
propiciar el aprendizaje social de la participación en las
controversias tecnocientíficas. De ahí que su principal
significado no esté en la veracidad última de sus
propuestas sino en su verosimilitud y relevancia social y educativa.
Las situaciones que se proponen son ficticias pero verosímiles.
Para el aprendizaje efectivo de la participación parece más
apropiado el trabajo con simulaciones que el mero análisis
de casos ya resueltos, sobre los que sólo cabe una labor
de disección casi forense. Las simulaciones CTS permiten
a los alumnos participar de forma efectiva en controversias que
se presentan como vivas, y que, de hecho, podrían estarlo
(varios casos que se habían diseñado como ficticios
se han dado después de forma muy parecida en la realidad).
Esa participación simulada en controversias ficticias hace
posible que los alumnos entren en ellas con la pasión propia
del juego, pero sin el exceso de prejuicios y de implicación
personal que supondría discutir sobre controversias reales,
ante las que puede haber posiciones predefinidas. En tal sentido,
el trabajo con ese tipo de simuladores de participación social
tiene una eficacia similar a la que se atribuye a los simuladores
de ciertos artefactos que permiten el aprendizaje de su manejo,
o al del trabajo con situaciones problemáticas, ideales o
de laboratorio, que se presentan como supuestos útiles para
el aprendizaje de los conceptos científicos. La novedad consiste
en que la simulación tiene como objetivo prioritario el aprendizaje
de la participación en controversias sociales que se dan
en torno a problemas derivados del desarrollo tecnocientífico.
El diseño de cada caso simulado contiene los siguientes materiales:
- Una noticia, ficticia pero verosímil, que se presenta
a los alumnos en el formato de un periódico real, y de
la que se parte para el desarrollo de la polémica de la
que se trata.
- Un cuestionario inicial y final, que sirve para conocer las
informaciones y las actitudes previas de los alumnos sobre las
cuestiones objeto del trabajo, y para contrastar los cambios producidos
al final del mismo.
- Una red de actores que aparece en la polémica descrita
en la noticia ficticia inicial, y cuyos perfiles se presentan
en forma de fichas independientes en las que también se
aportan algunas guías para la búsqueda de informaciones.
- Unos documentos ficticios elaborados para dar apoyo a los argumentos
de los actores participantes, relacionando el conocimiento específico
del área que el caso trata con la polémica concreta
que plantea en forma simulada.
- Unos documentos seleccionados por su pertinencia y claridad
entre la información científica del campo en el
que se sitúa la polémica.
- Materiales didácticos específicos: pautas de
elaboración de informes y preparación de exposiciones,
fichas de organización y evaluación del trabajo
en grupo.
2.2 Los casos simulados experimentados en el proyecto
Los casos simulados que se han desarrollado y experimentado en
el proyecto financiado por la FECYT para el Desarrollo de
nuevos materiales y nuevas técnicas didácticas para
la difusión de la ciencia y la tecnología con enfoque
CTS en educación secundaria son, por tanto, unidades
didácticas diseñadas con la intención de mostrar
las implicaciones sociales de las decisiones tecnocientíficas,
de servir para la educación en la participación democrática,
y de favorecer el interés crítico de los alumnos por
las cuestiones tecnocientíficas al recrearlas en contextos
cercanos, abiertos, polémicos, socialmente relevantes y personalmente
motivadores.
Aunque en el proyecto inicial se proponía el diseño
y la experimentación de cinco casos simulados (los referidos
a fuentes energéticas y sostenibilidad; radiaciones y vida
cotidiana; farmacología y deporte; automatización,
empleo y alimentación; y desarrollo urbanístico y
participación social), en algunas aulas se experimentó
también otro caso simulado que abordaba cuestiones relacionadas
con la investigación sobre vacunas. Por ello, tanto en la
descripción de las simulaciones como en los apartados relativos
al desarrollo y a los resultados del proyecto, se tuvieron en cuenta
los seis casos cuyas temáticas fueron éstas:
- Fuentes energéticas y sostenibilidad: la
polémica de las plataformas petrolíferas
(Grupo Argo, 2003a) es un caso simulado en el que se plantean
las relaciones entre la explotación de los recursos fósiles
y otras formas de producción como la pesca y el turismo.
Las ventajas energéticas e industriales, las maneras de
transformación de los hidrocarburos, los peligros medioambientales,
las repercusiones para la fauna marina, las alternativas energéticas
y las implicaciones sociopolíticas en el entorno inmediato
y en el marco de la geopolítica mundial, son algunas de
las cuestiones que están en el trasfondo de un caso que
plantea la posibilidad de que en un litoral concreto se instalen
plataformas para explotar nuevos yacimientos petrolíferos.
- Radiaciones ionizantes y vida cotidiana: es el
tema que se trata en el caso titulado La controversia de
las antenas de telefonía móvil (Grupo Argo,
2003b), en el que se pone al descubierto la presencia de múltiples
formas de radiaciones no ionizantes, sobre todo en nuestro entorno
inmediato, sobre cuya inocuidad existe cierta controversia. Las
infraestructuras necesarias para el funcionamiento de los teléfonos
móviles, los mecanismos por los que transmiten la información,
las posibles implicaciones para la salud, las variaciones en la
forma de entender la comunicación y el papel que ésta
ha jugado y juega en nuestras formas de vida, son cuestiones que
sustentan una polémica que surge cuando un centro educativo
se plantea si debe aceptar la propuesta que le ha hecho una empresa
de comunicaciones para instalar antenas de telefonía móvil
en su tejado.
- Investigación sobre vacunas: en AIDS-2001:
La vacuna contra el SIDA (Martín Gordillo, 2001)
se abordan los problemas éticos y políticos que
se plantean en los experimentos sobre vacunas, y, en especial,
los que tienen efecto frente a una enfermedad tan significativa
como el SIDA. Las prioridades de las empresas que realizan las
investigaciones, los derechos de los sujetos que participan en
los experimentos, los niveles de riesgo aceptables, son algunos
de los aspectos que se tratan en una controversia en la que hay
que decidir si se acepta una propuesta de experimentación
en fase III con una vacuna que ha desarrollado una multinacional
farmacéutica, teniendo en cuenta que entre los sujetos
experimentales debería haber miles de niños menores
de tres años, que, en su mayoría, pertenecerían
a países africanos en los que la enfermedad es ya una pandemia.
- Farmacología y valoración social: es el
tema tratado en El contrato del dopaje (Camacho Álvarez,
2003), un caso simulado situado en el contexto del deporte profesional,
que sirve de creador y de amplificador de tantos valores sociales
por la inmensa relevancia que se concede a los deportistas. Se
plantea la disyuntiva entre el patrocinio de un equipo ciclista
por una empresa farmacéutica, lo que permite estudiar cuestiones
relativas a los usos socialmente aceptados o prohibidos de los
fármacos, y la posibilidad de encontrar soluciones químicas
para el desenmascaramiento del fraude por dopaje en la competición
deportiva, al uso que la sociedad hace de la competición
como instancia refrendadora o sancionadora de determinados valores
sociales, o a la responsabilidad de los anunciantes respecto de
aquello que apoyan. En este caso se presenta el debate entre varios
actores sociales de un país sobre las ventajas o inconvenientes
de permitir que una multinacional farmacéutica patrocine
a su selección ciclista.
- Automatización, empleo y alimentación: se
aborda en un caso simulado llamado La cocina de Teresa
(Martín Gordillo, 2003), en el que, sobre el fondo de la
modificación de los hábitos alimenticios que conlleva
el auge de la comida rápida, se plantea la problemática
que supone el crecimiento de las tecnologías de organización
social propias de las empresas de ese sector en detrimento de
las formas tradicionales de organización de los restaurantes,
con las implicaciones laborales y culturales que eso representa.
Este caso se expone como un debate entre varios actores interesados
en el futuro de un restaurante, en concreto La cocina de
Teresa, cuya posible venta a una cadena de comida rápida
se somete a deliberación.
- Desarrollo urbanístico y participación social:
en Ahormada: una controversia urbana (González
Galbarte, 2003), se plantean las posibilidades de reorganización
del degradado centro histórico de una ciudad, cuestión
que presume la aparición de variadas propuestas apadrinadas
por actores diferentes interesados en la recuperación del
pasado histórico, en la creación de equipamientos
y de viviendas atractivas para la clase media, en el desarrollo
de un sector productivo mediante la instalación de empresas
viables según las condiciones del lugar, o en la mejora
de las instalaciones sin modificar el tejido social que se ha
ido decantando en la zona.
Cada uno de esos casos se configura en torno a una controversia
suscitada a partir de una noticia concreta. En dicha controversia
participan varios actores, cuyos perfiles corresponden a la naturaleza
de cada caso. Como ejemplificación de los contenidos de esas
simulaciones, a continuación se hace una descripción
de la controversia y de la red de actores de dos de los casos: La
polémica de las plataformas petrolíferas y La
cocina de Teresa.
La polémica de las plataformas petrolíferas
El caso que se propone consiste en una controversia pública
en torno a la conveniencia de que el gobierno regional autorice
o no la explotación de un yacimiento petrolífero marino
recién descubierto por una empresa del sector. El interés
de las autoridades políticas por recabar un respaldo social
para la referida decisión se concreta en la convocatoria
de unas jornadas de trabajo sobre Energía y desarrollo
socioeconómico, con el propósito de analizar
con detenimiento las alternativas que se abren en el futuro inmediato
para la región. En esta controversia participan los siguientes
actores:
- Administración: los distintos organismos gubernamentales
(consejerías de Industria; Trabajo; Agricultura, Pesca
y Alimentación; Turismo...) tienen como principal cometido
definir el interés general de los ciudadanos y promover
la mejora de los indicadores regionales de bienestar social y
de calidad de vida. La Administración ha decidido organizar
unas jornadas de trabajo en las que los diversos actores implicados
debaten la conveniencia o no de que se autorice la instalación
de las plataformas petrolíferas, decisión que deberá
tomar la propia Administración.
- United Cantabric Petroleum (UPC): es una empresa multinacional
que desea iniciar su presencia en las primeras explotaciones petrolíferas
del norte de España, por las excelentes perspectivas que
presenta el yacimiento tanto en cuanto a la calidad del crudo
como a la amplitud de la bolsa. No obstante, le interesa la explotación
siempre que pueda hacerla con garantías de escasa conflictividad
sociolaboral.
- Plataforma Cívica para la Defensa del Litoral (PLACIDEL):
constituida por asociaciones vecinales y ecologistas y por representantes
del sector turístico, se opone al proyecto denunciando
el impacto medioambiental de la puesta en funcionamiento de la
explotación petrolífera, por los posibles daños,
que podrían llegar a ser irreparables, como se ha comprobado
en la trágica historia de los desastres provocados por
las mareas negras.
- Consejo Social para la Explotación de los Recursos
Energéticos del Cantábrico (COSEREC): está
integrado por empresarios y por sindicatos de la zona. Según
este actor, la instalación de las plataformas petrolíferas
abre unas perspectivas de desarrollo económico para la
región que no se pueden desaprovechar, pues constituyen
una oportunidad única para superar la crisis industrial
de la zona.
- Cofradía de Pescadores Virgen del Alba:
radicalmente enfrentada al proyecto. Los puertos de la zona
son de los de mayor actividad pesquera del Cantábrico.
Por tradición, la pesca ha sido una actividad bastante
respetuosa con la vida marina. La instalación de las plataformas
daría al traste con esta actividad, tanto por el peligro
que supone para la fauna marina como por la progresiva sustitución
de las lonjas de los puertos por industrias afines al sector petroquímico.
La cocina de Teresa
El caso que se propone consiste en una controversia para analizar
cómo afectan los procesos de automatización a la cantidad
y a la calidad del empleo en una situación laboral concreta,
como la de un restaurante de cocina tradicional en trance de ser
absorbido por una empresa internacional de comida rápida,
que utiliza productos precocinados y procesos estandarizados. También
se plantea la discusión sobre los hábitos alimenticios
propios de la cocina tradicional, y los efectos que sobre ellos
tienen las nuevas formas de vida asociadas a la comida rápida.
El escenario de este debate es La cocina de Teresa,
un restaurante tradicional situado en Cartagena de Indias cuyo propietario
acaba de fallecer, y cuyos herederos reciben una oferta de compra
por parte de una cadena internacional de comida rápida.
- Herederos de La cocina de Teresa: son los
hijos del dueño a los que ha dejado la propiedad del restaurante,
con la condición de que no tomen ninguna decisión
sobre el futuro de éste sin contar con la conformidad de
las personas que trabajan y se reúnen en él. Están
dispuestos a respetar la voluntad del padre, e intentan conseguir
que todos los afectados se pongan de acuerdo para tomar una decisión
sobre el futuro del restaurante.
- McExpress: gran empresa internacional de comidas rápidas,
con miles de establecimientos en todo el mundo, que ofrece menús
cerrados a precios baratos y con rapidez en el servicio. La empresa
está buscando un local amplio en la parte vieja de Cartagena
de Indias para ofrecer a los turistas sus conocidos menús.
El local de La cocina de Teresa es el lugar ideal.
Además de una buena oferta de compra a los herederos, la
empresa está dispuesta a proponer condiciones ventajosas
a todos los que son citados en el testamento, aunque en ningún
caso aceptaría condiciones sobre la forma de gestionar
el establecimiento en el futuro, que seguiría los estándares
establecidos por la empresa para todos sus locales.
- Círculo Gastronómico y Cultural: fundado
hace casi cuatro décadas, sus miembros se reúnen
todas las semanas para hablar de cultura, a la vez que degustan
las magníficas comidas que se ofrecen en el restaurante.
Son, por tanto, un grupo de intelectuales que hacen de la defensa
de La cocina de Teresa un símbolo de resistencia
frente a los procesos globalizadores y normalizadores a los que
se asiste en todo el mundo.
- Meseros de La cocina de Teresa: ven con
buenos ojos la venta del restaurante. Creen que para ellos, jóvenes
en su mayoría, es una buena oportunidad de futuro. Consideran
que su trabajo es propio de otros tiempos, y se sienten más
próximos a los nuevos hábitos de los clientes que
prefieren, cada vez más, el autoservicio al agobio de unos
meseros vigilando el nivel de su copa. Piensan que en este tipo
de empresas tienen mucho más que ganar que los cocineros,
ya que no se sienten tan vinculados a su quehacer profesional
y aceptan la flexibilidad del mercado laboral propio de las empresas
multinacionales de comida rápida.
- Cocineros de La cocina de Teresa: saben
que no tienen sitio en empresas como McExpress, pues sus
habilidades culinarias no tienen nada que ver con los procedimientos
de elaboración de los menús rápidos que ellos
llaman comida basura. Con argumentos relacionados con la cultura
alimenticia y con hábitos saludables, se oponen a la venta
del restaurante y plantean como alternativa que todos los trabajadores
gestionen directamente el negocio en régimen de cooperativa,
pagando a los herederos del local un alquiler con opción
de comprarlo más adelante si el negocio da suficientes
beneficios.
3. Desarrollo del proyecto
El desarrollo del proyecto tuvo como objetivo la experimentación
de esos casos simulados, y el contraste de su puesta en práctica
por docentes distintos y en contextos distantes de los que correspondieron
a su diseño. Los participantes fueron, por tanto, docentes
de distintas regiones de España, que, entre enero y mayo
de 2002, llevaron los casos simulados descritos a sus aulas de educación
secundaria, y, en uno, al nivel universitario. El proceso llevado
a cabo incluyó tres grandes fases:
- Desarrollo de tres talleres presenciales, de una jornada de
duración, para conocer la didáctica de las simulaciones
CTS participando en una de ellas (enero-febrero de 2003).
- La experimentación en el aula de uno de los casos simulados
diseñados para el proyecto, y la elaboración de
los informes de cada una de estas experiencias. El proceso estuvo
acompañado de la habilitación de un aula del curso
virtual de la OEI para la enseñanza de las ciencias con
enfoque CTS, destinada a facilitar información y asesoramiento
continuo a los docentes que participaron en el proyecto. Para
tal fin se utilizaron las herramientas de los foros, correo electrónico
interno, enlaces y documentos de discusión, entre otros
(enero-mayo de 2003).
- Realización en Oviedo de una reunión final para
la presentación de resultados de las experiencias, y la
definición de acciones futuras por la red de docentes que
se ha constituido en torno a este proyecto (30-31 de mayo de 2003).
Se describen a continuación, con un poco más de detalle,
las actividades realizadas en los talleres presenciales y en la
reunión final del proceso.
3.1 Los talleres y reuniones para la constitución de
la red de docentes participantes en el proyecto
Los tres talleres iniciales se realizaron en las ciudades de Madrid
(25 de enero), Barcelona (31 de enero) y San Sebastián (8
de febrero), y la reunión final en Oviedo (30 y 31 de mayo),
todos en el 2003.
En el taller de Madrid se contó con 26 participantes, en
Barcelona con 19, y en San Sebastián con 9. Constituyeron
la fase preparatoria de la aplicación de los casos simulados,
ya que se aportaron ideas de cómo trabajar, y se abrió
la posibilidad para el futuro desarrollo de estrategias en el aula.
La estructura de trabajo en cada taller se inició con una
ponencia en la que se presentaba el proyecto, se reflexionaba sobre
el enfoque CTS en el ámbito educativo, y se planteaban a
los participantes las propuestas de experimentación. La convocatoria
abierta para participar en los talleres presenciales se planteó
a través del boletín electrónico del área
de cooperación científica de la OEI.
Tratándose de un proyecto para promover el aprendizaje participativo
en el desarrollo de cada taller, se utilizó una de las simulaciones,
concretamente AIDS-2001: la vacuna contra el SIDA. En
ese sentido, el trabajo incluía la preparación de
los argumentos por parte de los diferentes equipos de docentes que
encarnaban a los diferentes actores sociales implicados en el caso,
y el posterior debate en el que se confrontaron dichos argumentos
antes de que el equipo que representaba al actor social que hacía
de mediador en esa controversia adoptara la decisión final.
En los tres talleres los docentes tuvieron ocasión de participar
en una versión abreviada de uno de los casos sobre los que
se les proponía la experimentación en sus aulas. Tras
ese taller, cada docente eligió uno de los casos simulados
propuestos y lo llevó a la práctica al menos en una
de sus aulas.
A finales de mayo se convocó a todos los docentes que participaron
en el proyecto a una reunión de presentación de resultados.
Dicha reunión contó con la participación de
30 personas. En una primera fase, se presentó un avance de
los resultados extraídos a partir de los informes de las
experiencias en el aula que los propios docentes habían remitido
en las semanas anteriores. Después se hizo un trabajo organizado
en diversos equipos para discutir cuatro grandes temáticas.
El primer día se abordó la cuestión de las
nuevas finalidades y las nuevas relaciones que acarrea este tipo
de experiencias de educación participativa en clave CTS.
A este respecto, se valoró el papel del aula como espacio
de conocimiento, en donde la experiencia realizada con la aplicación
de los casos simulados fue considerada por todos como altamente
satisfactoria. Se destacó también la importancia de
articular el aula como un espacio dialógico y participativo,
en el que los alumnos pueden aprender otras formas de relación
entre ellos y con los contenidos educativos. De igual manera, se
enfatizó acerca del nuevo papel del docente, que en estas
estrategias adopta el rol de dinamizador y de facilitador de los
procesos de participación y de aprendizaje cooperativo de
los alumnos.
El segundo día las temáticas se orientaron a la prospectiva
sobre el eventual desarrollo de nuevos casos simulados, a la difusión
del enfoque CTS y a la exploración de nuevas propuestas didácticas.
Todos estuvieron de acuerdo en la necesidad de continuar con la
experiencia, poniendo en práctica otros casos simulados en
diversas materias. También se valoró la posible coordinación
entre profesores españoles e iberoamericanos, mediante el
uso de las plataformas virtuales de la OEI y del grupo Argo. Todo
eso permitiría un permanente intercambio de experiencias.
3.2 Herramientas y protocolos para la experimentación
de los casos simulados
Varias fueron las herramientas utilizadas para el desarrollo del
proyecto y para el posterior análisis y evaluación
de los resultados. Entre ellas cabe destacar la utilización
de un guión común de registro, en el que los docentes
fueron recogiendo información sobre cada experiencia con
el caso simulado elegido en su aula. Así mismo, se diseñó
un protocolo para la evaluación de los cuestionarios inicial
y final realizado por los alumnos antes y después de su participación
en el caso simulado.
Para la redacción de los informes sobre la experiencia en
el aula, cada docente que participó en el proyecto utilizó
un mismo guión, en el que se intentó combinar la presencia
de una serie de elementos comunes que permitieran obtener resultados
globales de todas las experiencias, con una cierta flexibilidad
en la forma de realizar los informes para no perder los elementos
cualitativos de las descripciones de cada experiencia. Dicho guión
contenía seis apartados en los que el docente iba aportando
diversas informaciones sobre el desarrollo de la experiencia en
su aula. El primer apartado se refería a la descripción
del contexto educativo (nombre del centro y población en
la que se encuentra, características de la zona y del centro,
contexto curricular en el que se desarrolló la experiencia,
modo de integración entre las actividades ordinarias, alumnos
que participaron...). En el segundo el docente debía justificar
las razones por las que había seleccionado un determinado
caso simulado de los propuestos (comentarios justificativos de la
elección, adecuación de la temática del caso
al perfil y a los intereses de su grupo de alumnos...). El siguiente
se refería a la organización y desarrollo efectivo
de la experiencia en el aula (temporalización, configuración
y funcionamiento de los equipos, descripción de la fase de
presentación o sensibilización, descripción
de la fase de trabajo y elaboración de los informes, desarrollo
de las exposiciones y su debate, decisión final adoptada
por el equipo mediador, proceso seguido en la evaluación
del trabajo...). El cuarto aludía a la evaluación
de los materiales de la unidad, y, en su caso, a las adaptaciones
realizadas (valoración de la guía didáctica
que acompañaba a los materiales de cada caso, valoración
de los materiales de apoyo para los alumnos y adaptaciones realizadas,
valoración de los documentos del caso, y referencias a otros
documentos utilizados...). En el quinto se abría la posibilidad
de añadir otros comentarios no incluidos en los apartados
anteriores, y se proponía hacer una valoración global
de la experiencia. Por último, al informe debían acompañarse
como anexos los originales de todas las encuestas iniciales y finales
cumplimentadas por cada alumno, la evaluación final de la
experiencia (también se diseñó un cuestionario
al efecto que los alumnos rellenaron de forma anónima), los
extractos de los informes realizados por los alumnos que el docente
quisiera añadir, así como algunas grabaciones o transcripciones
de las exposiciones y de los debates realizados en el aula.
Como ya se comentó, todos los alumnos rellenaron antes de
comenzar la experiencia y a su término, un cuestionario que,
conteniendo diez preguntas referidas al tema de cada caso, permitirían
establecer los conocimientos previos y las actitudes que tenían
sobre dicho tema. Al distribuir el cuestionario al final de la experiencia,
podría comprobarse el grado de variación producido,
tanto en los aspectos conceptuales como en los actitudinales, y
en las argumentaciones que los alumnos daban sobre las mismas cuestiones
al término del trabajo. La información obtenida sobre
los aprendizajes en cada uno de los casos simulados será
tratada en el siguiente apartado. En todo caso, cabe señalar
aquí que en el procesamiento de los resultados de esos cuestionarios
se utilizaron escalas de valor del 1 al 4 para las distintas respuestas
dadas por los alumnos, teniendo en cuenta que la interpretación
de la escala se adaptó a las preguntas de tipo conceptual
o informativo (1: no sabe, no contesta; 2: respuesta incorrecta
o imprecisa; 3: respuesta incompleta pero aceptable; 4: respuesta
completa y precisa), así como a las de contenido valorativo
(1: no sabe, no contesta; 2: respuesta tópica o ingenua;
3: respuesta aceptablemente argumentada; 4: respuesta reflexiva
y crítica). En los protocolos de vaciado de los cuestionarios
también se anotaron aquellas observaciones y comentarios
que permitieran registrar detalles relevantes que aparecieran en
las respuestas dadas por los alumnos.
Una vez establecidas las medias ponderadas en las respuestas dadas
a cada pregunta según los cuatro valores, se compararon los
resultados entre el cuestionario inicial y el final de cada uno
de los casos. Con ello se pudo estimar la diferencia entre ambos
resultados, y, por tanto, la efectiva mejora en la comprensión
y en el progreso en las formas de argumentar sobre cada tema. Un
resumen de los resultados de esos cuestionarios se incluye en el
siguiente apartado.
4. Resultados de las experiencias en las aulas
Aquí se hace referencia a los resultados de las 44 experiencias
con casos simulados que participaron en el proyecto en las Comunidades
de Asturias, Baleares, Castilla-León, Cataluña, Galicia,
Madrid y País Vasco. Las categorías de análisis
que usaremos recogen los aspectos contenidos en el guión,
que ya ha sido descrito, siguiendo una perspectiva hermenéutica
y la de los estudios en Ciencia, Tecnología y Sociedad.
En la tabla 1 se recoge la distribución de los casos por
centro docente. El del SIDA, que no fue diseñado para este
proyecto, se incluye igualmente dado que algunos docentes lo llevaron
al aula en el mismo período y con las mismas condiciones
con las que se desarrollaron los otros cinco casos.
Tabla 1
Centros, docentes y casos
Centro docente |
Docente |
Caso simulado |
I.E.S. Juan José Calvo Miguel, Sotrondio |
Ana Rosa Frechilla García |
Plataformas petrolíferas |
I.E.S. Pravia, Pravia |
Arabela Carranza Herrero |
Plataformas petrolíferas |
I.E.S. Juan José Calvo Miguel, Sotrondio |
Cristina Lejarza Portilla |
Plataformas petrolíferas
Cocina de Teresa;
|
I.E.S. Xunqueira II, Pontevedra |
Andrés Tomé Díaz |
Plataformas petrolíferas |
I.E.S. Galileo Galilei, Navia |
María del Carmen Baruque Calzada |
Plataformas petrolíferas |
I.E.S. Sánchez Lastra, Mieres |
Jesús Rosales Pardo |
Plataformas petrolíferas |
I.E.S. Selgas, Cudillero |
Luis Eloy Fernández García |
Plataformas petrolíferas |
I.E.S. Politécnic, Palma de Mallorca |
Jesús Duque Macías |
Plataformas petrolíferas |
I.E.S. N.º 5, Avilés |
Mariano Martín Gordillo |
Plataformas petrolíferas
Cocina de Teresa;
SIDA |
I.E.S. Investigador Blanxart, Tarrasa |
Manoli Narváez Ferri |
Plataformas petrolíferas |
I.E.S. Villa de Vallecas, Madrid |
Ladislao Martínez López |
Plataformas petrolíferas |
I.E.S. Tapia de Casariego, Tapia de Casariego |
Mónica Rodríguez Marcos |
Plataformas petrolíferas
Cocina de Teresa;
|
I.E.S. Calderón de la Barca, Gijón |
María Viejo |
Plataformas petrolíferas
Ahormada |
I.E.S. Atenea, Fuenlabrada |
María Dolores Castro |
Plataformas petrolíferas |
I.E.S. Universidad Laboral, Gijón |
Victoria Valdés |
Plataformas petrolíferas |
I.E.S. El Olivo de Plata, Parla |
Andrés García Ruiz |
Ahormada |
I.E.S. Alameda de Osuna, Madrid |
Julián Arroyo Pomeda |
Ahormada |
I.E.S. Baix Montseny, Sant Celoni |
Francesc Vilalta Roig |
Ahormada |
I.E.S. Elgoibarko Herri Institutua, Elgóibar |
Miren Apalategui / Iñaki Odriozola |
Ahormada |
I.E.S. Gabriel García Márquez, Madrid |
Antonio Olivares Menéndez y Nieves Gómez
Vilaseca |
Cocina de Teresa |
I.E.S. Elisa y Luis Villamil, Vegadeo |
Emilio Ángel García |
Cocina de Teresa |
I.E.S. Baldiri Guilera, El Prat de Llobregat |
Joaquín Mestres |
Cocina de Teresa |
I.E.S. Corvera, Corvera |
Juan Carlos González Galbarte |
Cocina de Teresa |
I.E.S. Felipe II, Madrid |
Elisa Favaro Carbajal |
El contrato del dopaje |
I.E.S. Comendador Juan de Távora, Puertollano |
Josué Barba Martín |
El contrato del dopaje |
Colegio Concertado San Vicente, Madrid |
Leticia Cariño Fraisse |
El contrato del dopaje |
I.E.S. Antonio Machado-Meco, Meco |
Soraya García Nogales |
El contrato del dopaje |
Colegio San Juan Bautista Salesianos de
Estrecho, Madrid |
Raúl García Briongos |
El contrato del dopaje |
I.E.S. Usandizaga-Peñaflorida-Amara, San
Sebastián |
Miguel Mori |
El contrato del dopaje |
I.E.S. Sant Josep de Calassanç, Barcelona |
Miquel Nistal |
El contrato del dopaje |
I.E.S. Pintor Luis Sáez, Burgos |
Rafael García Romero |
El contrato del dopaje |
I.E.S. N.º 5, Avilés |
Ángel Camacho Álvarez |
SIDA;
Cocina de Teresa;
Plataformas |
Facultad de Humanidades y Educación, Universidad
de Burgos, Burgos |
Jesús Ángel Meneses Villagrá |
La controversia de las antenas de telefonía
móvil |
Algunos docentes experimentaron en sus aulas más de un caso
en el mismo centro. En otras ocasiones lo hicieron con el mismo
caso en diferentes grupos de alumnos; de ahí que el número
de experiencias sobre las que se realizaron informes no coincida
con el de centros educativos ni con el de docentes. En la tabla
2 se resumen los datos globales de los participantes con referencia
al número de aulas en las que se experimentó cada
caso, el de alumnos que intervino y los niveles educativos en que
fueron desarrollados.
Tabla 2
Casos, alumnos y aulas
Casos |
Alumnos participantes |
Grupos |
Plataformas petrolíferas: 17 |
294 |
ESO: 2; Bachillerato: 15 |
Ahormada: 5 |
91 |
Bachillerato: 5 |
Cocina de Teresa: 9 |
153 |
Bachillerato: 9 |
Contrato del dopaje: 8 |
167 |
ESO: 3; Bachillerato: 5 |
SIDA: 4 |
89 |
Bachillerato: 4 |
Antenas de telefonía móvil: 1 |
24 |
Licenciatura en Pedagogía (Universidad):
1 |
Total: 44 |
Total: 818 |
Total: 44
ESO: 5; Bachillerato: 38;
Universidad: 1 |
Los casos simulados fueron experimentados en su mayoría
en grupos de bachillerato (16-18 años), insertándose
como unidades didácticas dentro de los currículos
de diferentes materias. En lo que sigue se recogen algunos de los
resultados extraídos de los informes siguiendo el ya comentado
guión.
4.1 La elección del caso para el aula
Uno de los apartados más significativos en torno a los criterios
para adoptar el enfoque CTS en la educación se corresponde
con los elementos que señalan los docentes cuando deciden
adoptar uno u otro caso. Las diversas respuestas consignadas se
pueden agrupar en tres bloques, según las justificaciones
aportadas por los docentes:
- Aspectos relacionados con el entorno: básicamente
de tipo ambiental (sobre todo el desastre del Prestige 8) y económico (la coyuntura de la
guerra contra Irak; las transformaciones productivas por agotamiento
de los sectores tradicionales, el efecto de las migraciones en
la composición del empleo); se presentó con mayor
incidencia en las simulaciones sobre Plataformas y
Ahormada.
- Aspectos vinculados con las asignaturas: el caso se
enlazaba a aspectos de contenidos y de métodos de trabajo
en asignaturas como CTS, Filosofía, Geografía, Psicología,
Tecnología, Educación Física y Ciencias.
Se presentó con mayor incidencia en el caso del Contrato
del dopaje.
- Tópicos contemporáneos: por relacionarse
con problemas socialmente relevantes y de actualidad, y que afectan
a los alumnos. Se presentó con mucha frecuencia en el caso
de La cocina de Teresa.
En todas las experiencias los casos simulados fueron utilizados
como injertos CTS, es decir, como añadidos temáticos
relacionados con el desarrollo tecnocientífico de una materia.
Ejemplos internacionales conocidos de esta línea de trabajo
son los proyectos de elaboración de materiales educativos,
tales como los de Science in a Social Context (SISCON), que muestran
cómo se han abordado en el pasado problemas sociales vinculados
con la ciencia y la tecnología, o cómo se ha llegado
a cierta situación incierta en el presente. Así mismo,
los casos permitieron abordar los dos grandes campos de una educación
CTS: cuestiones científicas y tecnológicas relevantes
que afectan a la sociedad, y análisis de los aspectos sociales
y culturales de la ciencia y la tecnología (Acevedo, Vázquez
y Manassero, 2003).
Como injertos CTS los casos simulados tienen una gran potencialidad,
ya que sirven para aprender conceptos y métodos de análisis,
para reflexionar sobre cuestiones morales, y para aprender a participar
en el mundo tecnocientífico actual. También tienen
plasticidad, como se desprende de la interpretación de la
tabla anterior, adaptándose a diversas materias, a diferentes
jornadas, a las particularidades e intereses del alumnado, así
como a los diferentes contextos.
4.2 La presentación del caso
En la mayoría de las experiencias la noticia ficticia se
presentó como si fuera real. Luego se aclaraba su carácter
imaginario, sin que por ello se perdiera el interés despertado
por el tema de la controversia. Con independencia de su carácter
supuesto, la verosimilitud de la noticia resultó motivadora
para que en el aula la simulación se comportara como un artefacto
tecnológico, es decir, como un producto capaz de involucrar
a agentes sociales y a redes sociotécnicas que utilizan conocimientos
científico-técnicos, pero también juicios valorativos.
Los alumnos sabían que la propuesta de instalación
de plataformas petrolíferas podría ser real, o que
una antena de telefonía móvil se podría llegar
a instalar en su centro; de hecho, hay ejemplos reales de casos
similares, con lo que el juego de la noticia ficticia es simplemente
el detonante que permite el inicio del trabajo en el aula.
4.3 La temporalización de las experiencias
El trabajo de las simulaciones se estructuró en todos los
casos siguiendo el orden propuesto en la guía didáctica.
En términos generales, el trabajo se realizó entre
8 y 16 sesiones de 50 a 55 minutos cada una. Se comenzó siempre
con la lectura y el análisis de la noticia ficticia, y se
concluyó con el debate y la decisión final, seguida
de una valoración del proceso.
La planificación y el correcto desarrollo de las actividades
participativas son aspectos muy importantes para propiciar su utilidad
en el aprendizaje de la participación social. Las actividades
y los tiempos de un instrumento de participación pública
real en decisiones tecnocientíficas, como son los congresos
de consenso (consensus conferences), se limitan a tres días,
aunque se celebran actividades y conferencias previas para informar
a los participantes sobre el tema. Por ello, la planificación
de las simulaciones de controversias CTS participativas, debiendo
ajustarse a los condicionantes de los tiempos de las instituciones
escolares, debe ser la adecuada para poder tratar con detenimiento
el asunto sin llegar a provocar cansancio.
4.4 El trabajo en los equipos
El trabajo en los equipos comprende varios tipos de actividades:
la investigación documental, la elaboración del informe
y su exposición, y la participación en el debate.
La labor en equipo permite el aprendizaje en red. Las redes
explotan la diversidad de experiencias, de necesidades, de percepciones,
de recursos, de visiones, etc., y operan como detectoras de nuevos
problemas, perspectivas y soluciones. En las diferentes experiencias
se observó que los grupos funcionaron como un espacio de
negociación permanente, de entrenamiento mutuo y de aprendizaje
común.
Con relación a la fase de investigación en los equipos,
no se redujo a la documental; también hubo trabajo de campo
para tomar datos de primera mano, v. gr., sobre los posibles efectos
ambientales por la instalación de plataformas petrolíferas.
Los problemas que se reseñaron durante la fase del trabajo
en equipo se relacionaron con varios aspectos, que incluyeron desde
las actitudes y la falta de hábitos que tienen los alumnos
españoles en este tipo de actividades, hasta las dificultades
en la lectura e interpretación de los textos, pasando por
problemas circunstanciales como las huelgas por causas externas.
Otro aspecto que presentó especiales dificultades fue el
de la redacción original de los informes escritos, actividad
cooperativa en la que también se manifestaron importantes
carencias de experiencias previas. Las diferencias en la calidad
de los informes no se asoció a los diferentes casos elegidos
ni a las posibilidades que ofrecían los distintos actores
de cada uno. Más bien consistieron en la propia implicación
de los estudiantes que trabajaron en cada equipo, en apoyo prestado
y en las orientaciones dadas por el docente, y, en menor medida,
en el acceso a las fuentes de información y en las variables
que explican las diferencias de calidad de los informes elaborados
por cada equipo. Esta parte del trabajo demandó especial
atención de parte de los profesores. Implicó al docente
como un miembro activo de todos los equipos, actuando en funciones
de asesoría, de orientación, de monitoreo para el
seguimiento en el trabajo documental, y de contraste en la preparación
de los argumentos. Allí donde el trabajo no fue muy supervisado
y orientado por el profesor, los informes y la labor en equipo se
dificultaron mucho más, lo que demuestra que las estrategias
cooperativas, lejos de anular el papel del docente en el aula, exigen
de él una nueva y más compleja profesionalidad, lo
que quizá explica que no sean tan frecuentes en las formas
habituales de enseñanza. En todo caso, el aprendizaje del
trabajo en equipo es considerado por algunos autores como un requerimiento
de la alfabetización científica y tecnológica
(Giordan et al., 1994).
4.5 Las exposiciones y los debates
Las exposiciones constituyeron uno de los mayores desafíos
del trabajo de los equipos. Según registran los docentes,
las hubo de todas las características: desde las muy bien
logradas, apoyadas en informes muy documentados, hasta otras de
menor calidad pese al buen nivel del informe, y, en un reducido
número, las que presentaron desafortunados resultados y no
contaron con un buen informe. Ya en el debate la situación
podía cambiar, pues no siempre un buen informe o una buena
exposición garantizaron un buen desempeño de un actor
social. Las habilidades retóricas que se ponen en juego en
las actividades muy dialógicas tienen características
singulares, para cuya preparación no resultan suficientes,
con ser necesarios, los documentos sobre un tema y la preparación
de una exposición oral.
Con relación a temas que se suscitaron en los diferentes
debates, con frecuencia se analizaron situaciones de futuro. Por
ejemplo, en el caso de las plataformas y de las energías
renovables se planteó si tales alternativas podían
llegar a sustituir en el futuro el papel actual del petróleo.
El tema del futuro introduce la ética de la responsabilidad,
que supone tener en cuenta la existencia de la naturaleza, ya que
las acciones humanas, con la capacidad científico-tecnológica
actual, inciden tanto en el presente como en el futuro. Es el futuro
indeterminado, más que el espacio contemporáneo de
la acción, el que nos proporciona el horizonte de la responsabilidad
(Jonas, 1995).
En términos generales, tampoco se puede considerar que haya
buenas o malas exposiciones y debates, debido a las características
y al juego que ofrece un determinado actor social o una u otra simulación.
La diversidad de comportamientos mostró una característica
muy importante en torno a las controversias tecnocientíficas.
El juego de las controversias permitió ver la flexibilidad
interpretativa, es decir, las diversas interpretaciones de un
mismo hecho científico o de un diseño tecnológico.
4.6 Las decisiones al final de cada caso simulado
Las decisiones que se tomaron en las diferentes experiencias fueron
distintas de un aula a otra, incluso en el mismo caso simulado.
Por ejemplo, en el de las plataformas petrolíferas, en ocho
de las aulas se aprobó su instalación, y también
en ocho se rechazó, mientras que una aplazó la decisión.
Que un mismo caso tenga en diversas experiencias diferentes respuestas,
a veces a favor y otras en contra, concuerda con lo planteado sobre
la flexibilidad interpretativa, y, sobre todo, con la noción
de infradeterminación. Este término se refiere al
modelado de los factores contextuales propios del proceso tecnocientífico
en juego. Dicho modelado social consiste en que, a partir de los
diversos datos de una evidencia empírica, es posible tener
diversas aproximaciones tecnocientíficas que pueden ser igualmente
satisfactorias, y que, por tanto, requieren del concurso de valores
y de intereses externos a la propia ciencia para zanjar la incertidumbre
presentada (López y González, 2002). En el caso de
las simulaciones, eso significa que diversos actores sociales pueden
tener criterios tecnocientíficos asimismo válidos
y satisfactorios, por lo que tomar decisiones excede este carácter
técnico para concentrarse en motivaciones de tipo ético,
valorativo o con diversos intereses sociales. Es por eso por lo
que la participación informada de los profanos resulta tan
relevante para dar legitimidad democrática a las decisiones.
Por último, hay que señalar que cuando se aprobaban
las propuestas, por ejemplo la instalación de las plataformas,
los alumnos abogaban por decisiones tecnológicas abiertas
y por desarrollos tecnológicos sensibles al medio ambiente
y a las personas. Este hecho es muy importante, porque se relaciona
con la búsqueda de una tecnología más amigable
o participativa. Y participativa en dos sentidos. En primer lugar,
porque incorpora a las personas, aceptando el hecho de que sus respuestas
hacia una tecnología son diferentes y trascendentes. En segundo
lugar, por la posibilidad de incorporar a la naturaleza en un sentido
creativo en la búsqueda de soluciones tecnológicas
que den cuenta de la propia naturaleza (Pacey, 1999).
Se puede considerar que la clausura en las simulaciones se dio
en la mayor parte de las experiencias por la redefinición
del problema (Bijker, Hughes y Pinch, 1987), es decir, las propuestas
iniciales que dieron lugar a las simulaciones fueron modificadas
y matizadas en direcciones más cercanas a las personas y
a la naturaleza. Por otro lado, las decisiones quedaron abiertas,
lo que significó disminuir la tendencia a la irreversibilidad
o al atrincheramiento de la tecnología.
4.7 La evaluación de las experiencias
El proceso de evaluación llevado a cabo a lo largo de la
simulación comprendió tres dimensiones. La primera
consistió en los comentarios cualitativos del docente en
temas relacionados con el alumnado, con los materiales, con el proceso,
con las recomendaciones, así como con las nuevas apuestas
de la educación CTS en las que estaría dispuesto a
participar. La segunda se basó en el análisis obtenido
de las respuestas al cuestionario inicial y final diseñado
para cada caso. La tercera correspondió al examen de las
valoraciones que hicieron los propios alumnos del desarrollo en
su aula del caso simulado en el que participaron.
La evaluación de los docentes
En todos los casos la valoración general que hicieron los
docentes fue muy favorable a la didáctica de las simulaciones
CTS. Se pudieron diferenciar tres tipos: la que reportaron los docentes
sobre el alumnado, la que efectuaron sobre los materiales y la del
proceso en general.
En el primer caso, los docentes comentaron que la simulación
les había gustado y que les había servido. Incluso
fueron muchos los testimonios en favor de realizar una mueva simulación,
al considerarla una experiencia grata y positiva. Con relación
a los materiales, señalaron que favorecían la búsqueda
de documentos, posibilitando incidir en aquellos aspectos que se
apreciaron como más relevantes. También consideraron
que el diseño de los materiales de los casos permitió
economizar tiempo y esfuerzos, que fueron adecuados, y que requirieron
poco esfuerzo para su adaptación. El esfuerzo se concentró
sobre todo en ampliarlos con nueva bibliografía, y, en algunos
casos, en traducirlos, en concreto al eusquera. En general, los
materiales permitieron adaptaciones, cambios y ajustes en función
del alumnado, de las características del entorno y del currículo,
de manera que se les pudiera sacar el mayor provecho.
La evaluación del cuestionario inicial y final
Como se ha comentado, en cada uno de los casos simulados se suministró
a los alumnos el cuestionario inicial y final. Dicho cuestionario
comprendió 10 preguntas diferentes de acuerdo con el caso,
algunas de orden conceptual y otras de tipo valorativo, incluyendo
en estas últimas otras interrogaciones más enfocadas
a temas contextuales.
Una vez establecidas las medias ponderadas por cada pregunta según
los cuatro valores (1, 2, 3, 4), tal como se comentó en el
apartado anterior, se compararon los resultados entre el cuestionario
inicial y final de cada caso. Por ejemplo, para La cocina
de Teresa se llevaron a cabo nueve experiencias en aulas,
en las que 153 alumnos contestaron el cuestionario inicial y 148
el final. Los valores medios obtenidos se describen en la tabla
3:
Tabla 3
La cocina de Teresa
Comparación entre cuestionario inicial y final
Pregunta |
Media cuest. inicial |
Media cuest. final |
Media progreso |
1 |
2,477 |
2,966 |
0,489 |
2 |
2,431 |
3,014 |
0,583 |
3 |
2,183 |
2,581 |
0,398 |
4 |
1,889 |
2,615 |
0,726 |
5 |
2,405 |
2,500 |
0,095 |
6 |
2,588 |
2,730 |
0,142 |
7 |
2,294 |
2,655 |
0,361 |
8 |
1,928 |
2,446 |
0,518 |
9 |
2,372 |
2,518 |
0,146 |
10 |
2,595 |
2,932 |
0,337 |
En todos los casos, los valores medios del cuestionario final fueron
superiores a los del inicial, es decir, en todas las preguntas hubo
progresos en el conocimiento de los temas y en la forma de argumentar
sus implicaciones valorativas. En total se evaluaron 1.463 cuestionarios,
de los cuales 746 correspondieron a iniciales y 717 a finales.
Tales resultados coincidieron con lo que en el ámbito internacional
se constata sobre las virtudes de los cursos CTS: alumnos con problemas
en las asignaturas de ciencias aprenden conceptos científicos
útiles a partir de este tipo de abordajes; el aprendizaje
de temas científicos es más fácil, debido a
que el contenido está situado en el contexto de cuestiones
familiares y se relaciona con experiencias extraescolares de los
alumnos; y la labor académica está vinculada directamente
con el futuro papel de los estudiantes como ciudadanos (Waks, 1990).
La evaluación del alumnado sobre los casos simulados
Sobre la base de una encuesta que rellenaron de forma anónima
681 de los alumnos, se pudieron valorar sus opiniones como participantes
en los casos simulados en aspectos como las temáticas, los
recursos, el trabajo en equipo, el informe, la exposición
y el debate, la evaluación, el profesorado y el conjunto
de la clase. Siguiendo una metodología descriptiva y por
encuesta, con el apoyo de un programa estadístico (el SPSS
versión 11.0), se pudo valorar el nivel de satisfacción
de los estudiantes en cada uno de los aspectos referidos.
Los estadísticos descriptivos obtenidos para cada uno de
los aspectos analizados con la escala de 0 a 10, permiten hablar
de una alta consideración de los estudiantes sobre la experiencia
realizada. Los valores de la media aritmética fueron superiores
a 6 en todos los temas. Las más elevadas correspondieron
a la satisfacción de trabajar en equipo (media de
8.00, Sx=1.88), a la complacencia por la coordinación
del aula realizada por el profesor (media de 7.89, Sx=1.58),
y a su labor como guía y orientador de la actividad realizada
(media de 7.79, Sx=1.67). Por otra parte, el trabajo del conjunto
de la clase y el interés del tema tratado resultaron
también muy satisfactorios para los estudiantes (media de
7.72, Sx=1.55 y de 7.48, Sx=1.72, respectivamente).
En la mayoría de los temas analizados la opinión
de los alumnos coincidió, si bien en algunos discrepó
más que en otros. Por ejemplo, en la satisfacción
con la participación personal en la exposición y en
el debate se obtuvo la desviación típica más
alta (2.25), seguida de la satisfacción con la noticia
ficticia (desviación típica de 2.14). La actuación
del profesorado como coordinadora de la experiencia y como orientadora
del proceso de aprendizaje aspectos muy valorados por los
estudiantes, tuvo importantes implicaciones para la propia
satisfacción del profesorado. Desarrollar este tipo de metodología
de trabajo en equipo requirió un importante esfuerzo y dedicación
del profesorado, y en sus valoraciones los alumnos lo supieron reconocer.
4.8 Valoración general de la experiencia
Para terminar, cabe destacar algunos aspectos de los informes de
los docentes relativos a la valoración general de la experiencia.
En general, coincidieron en su complacencia por la experiencia con
los casos, teniendo en cuenta los planteamientos metodológicos,
los objetivos, y una visión global sobre lo que debe ser
CTS en la enseñanza media. Señalaron la experiencia
como enriquecedora, ante todo porque ayudó a acercar la ciencia
y la tecnología a estudiantes que, muchas veces, no están
interesados por dichas disciplinas. A través de los casos,
próximos o distantes del entorno de los estudiantes, se pudo
destacar cómo repercuten los avances científicos y
tecnológicos en la sociedad, cómo cambia ésta,
y cómo es necesario que todos los ciudadanos estemos informados
para reclamar participación en la toma de decisiones.
Los docentes destacaron la importancia que tuvo el taller presencial
como referencia para el desarrollo de las propuestas. La posibilidad
de asumir ciertos papeles y de ponerse en el lugar de los alumnos/as
facilitó la labor del docente, y permitió analizar
con detenimiento las dificultades a las que se puede enfrentar en
cada caso particular. Sin duda, para enseñar a participar
es necesario aprender antes a participar; ese fue el objetivo de
los talleres presenciales, e, incluso, de todo el proyecto.
Por último, se comentó con insistencia el interés
de la mayoría de los docentes por participar en el diseño
de nuevos casos. En los informes realizados a partir de los guiones,
se comentó la intención de proponer nuevos casos con
materias diferentes, mediante un equipo de profesores que trabajara
coordinadamente, o bien bajo temas integradores. Fueron diversas
las ofertas de colaboración por los docentes que participaron
en las experiencias. Esta actitud mostró que el desarrollo
del proyecto había servido para crear una red de docentes
con inquietudes hacia estas fórmulas participativas de educación
tecnocientífica. Sin duda, su continuación deberá
propiciar la ampliación y consolidación de esa red,
y el apoyo a las iniciativas de diseño y difusión
de nuevos materiales que favorezcan los procesos de enseñanza-aprendizaje
participativos.
5. Conclusiones
Las experiencias con los seis casos simulados que se practicaron
en 44 aulas españolas durante el primer semestre del 2003,
permiten pensar que este modelo de educación CTS resulta
una alternativa útil para la renovación de la educación
tecnocientífica. Su variedad temática, la flexibilidad
de las propuestas de trabajo y su posibilidad de uso como injertos
que se pueden integrar en diversas disciplinas, hacen de los casos
simulados CTS una opción interesante y viable para incorporar
a la educación tecnocientífica actividades dialógicas
que propicien el aprendizaje de la participación en controversias
ciudadanas en torno al desarrollo de la ciencia y la tecnología.
Los casos simulados CTS hacen posible la implicación personal
y directa de los alumnos en temas tecnocientíficos y tecnológicos
que les interesan. También permiten un acceso natural y significativo
a las diversas fuentes de información sobre ciencia y tecnología,
mientras preparan los argumentos en defensa de la posición
del actor que les ha correspondido en el debate. Asimismo, favorecen
la receptividad y el interés de los alumnos hacia las cuestiones
de política científica que habitualmente les resultan
ajenas. Y, por último, hacen posible la participación
directa de los escolares en ejercicios de participación pública
sobre controversias tecnocientíficas análogos a los
propios de la vida social, a través de situaciones manejables.
Por tanto, esta propuesta puede ser una alternativa efectiva para
renovar las prácticas de enseñanza de las ciencias,
ya que, por su versatilidad y flexibilidad, puede ser utilizada
de muy diversos modos y en distintos contextos educativos (como
injertos de temas CTS complementarios a los currículos de
las materias de ciencias, como proyectos sistemáticos que
reformen de manera más radical las prácticas de enseñanza
en clave CTS, como actividades para la formación y sensibilización
de los docentes...). A la vista de los resultados de este proyecto,
puede señalarse que la propuesta de educación CTS
con casos simulados favorece:
- Un aprendizaje de los contenidos de ciencia y tecnología
en contexto social. Los casos simulados permiten aprender contenidos
de ciencia y tecnología en estrecha relación con
el propio contexto social en el que se hacen significativos, superando
la tendencia tradicional de que la enseñanza de tales contenidos
se haga al margen de referencias a los contextos sociales, o a
que queden reducidos a una mera ilustración de los efectos
o aplicaciones que pueden tener los resultados de la ciencia y
la tecnología.
- Una percepción más ajustada de la actividad tecnocientífica,
que incluye la presencia en ella de aspectos valorativos. Con
los casos simulados se pone de manifiesto la figura de los aspectos
valorativos en el propio desarrollo de la actividad científica
y tecnológica, superando la habitual imagen neutra de sus
contenidos y de sus procesos.
- Una consideración más ajustada de los vínculos
existentes entre la investigación básica y el desarrollo
práctico. En los casos simulados se hace patente la estrecha
relación entre ciencia y tecnología, superándose
la clásica escisión educativa entre teoría
y práctica, así como la habitual idea de prioridad
de la primera sobre la segunda.
- Una conciencia de la necesidad de que los no expertos también
participen en las decisiones de política científica.
En los casos simulados es esencial la voz de los no expertos en
las decisiones relacionadas con el gobierno y el control de la
ciencia y la tecnología, lo que significa superar en el
aula la habitual primacía del discurso del experto (el
docente) sobre la posibilidad de que el profano (el alumno) aprenda
a construir su propio discurso.
- Un aprendizaje de las disciplinas tecnocientíficas en
interacción efectiva con los campos propios de las disciplinas
sociales. Con el trabajo interdisciplinario de los casos simulados
es más fácil mostrar la íntima relación
entre las disciplinas sociales y las tecnocientíficas,
superando la vieja escisión entre las dos culturas que
tan intensa presencia ha tenido en la organización de las
instituciones educativas.
- Una incorporación de la dimensión creativa y
lúdica al aprendizaje de los contenidos tecnocientíficos,
lo que no es más que reivindicar la propia esencia de la
actividad creadora propia de la ciencia y la tecnología,
pero que muchas veces ha estado ausente de una enseñanza
de las ciencias y las tecnologías más orientada
a la reproducción de los saberes establecidos que al desarrollo
de las capacidades para que los alumnos aprendan a indagar, a
apropiarse y a construir nuevos saberes, algo que resulta esencial
en las propuestas participativas de los casos simulados.
Como se ha dicho, el proyecto que centra los contenidos de este
artículo supone una apuesta por renovar en clave participativa
no sólo las actividades de aula a partir de materiales didácticos
que lo promuevan, sino el propio desarrollo curricular y la formación
de los docentes, que, con sus prácticas, son quienes hacen
efectivas las propuestas de renovación educativa. Por eso,
frente a una formación docente teórica y discursiva,
en este proyecto se ha defendido otra más ligada a la práctica
y más atenta a los problemas cotidianos que plantea la gestión
de un aula participativa. Frente a un desarrollo curricular reducido
a la contextualización o ejemplificación de lo previsto
en las prescripciones normativas, este proyecto ha apostado por
otro más flexible, autónomo y cooperativo, para que
los docentes puedan hacerse responsables de los currículos
que se llevan a cabo en sus aulas. Frente a unos materiales didácticos
rígidos, secuenciales y cerrados, los que se han experimentado
en este proyecto tienen un diseño flexible que permite la
articulación de redes multidireccionales, combinando el sistematismo
que hace coherentes las actividades del aula, con la
apertura para dejar que su uso sea algo vivo y participativo.
El trabajo con simulaciones CTS y la articulación de una
red de docentes dispuesta a cooperar en su desarrollo, suponen una
apuesta por renovar las prácticas de enseñanza en
clave participativa como condición para hacer útil
la educación tecnocientífica en la formación
de la ciudadanía democrática.
La participación y la cooperación en el aula mantienen
una relación con la enseñanza de los contenidos científicos
y tecnológicos más estrecha que la que hay entre medios
y fines. Las actividades participativas y dialógicas, siendo
útiles para el aprendizaje de esos contenidos, son más
que meros instrumentos para dichos fines. Por otra parte, el aprendizaje
conceptual de los contenidos tecnocientíficos, siendo necesario
para una participación responsable de la ciudadanía
en las decisiones sobre el desarrollo tecnocientífico, no
es suficiente para garantizar que existe una formación que
hace posible la participación democrática. La relación
entre educación tecnocientífica y participación
ciudadana debe ser mucho más estrecha de lo que supone considerar
que cada una es un medio para la otra. La educación tecnocientífica
debe ser útil para promover un tipo de ciudadanía
capaz de conocer las claves del mundo actual, de manejarse con autonomía
ante diferentes problemas, y de participar en las decisiones relacionadas
con el control y el gobierno de la ciencia y la tecnología.
Por ello, no cabe separar la participación de las prácticas
cotidianas de enseñanza de las ciencias y las tecnologías.
Quizá el principal valor de la educación científica
y tecnológica sea el que derive de nuestra capacidad para
educar a participar en ciencia y tecnología.
Anexo
Desarrollo de nuevos materiales y nuevas técnicas
didácticas para la difusión de la ciencia y la tecnología
con enfoque CTS en educación secundaria. Proyecto seleccionado
y financiado por la Fundación Española de Ciencia
y Tecnología.
Instituciones
Observatorio para la Difusión de la Cultura Científica.
Universidad de Oviedo.
Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación,
la Ciencia y la Cultura.
Director
José Luis Sampedro
· Coordinador de investigación
José Antonio López Cerezo
· Coordinador académico
Mariano Martín Gordillo
· Materiales
Autoría
La cocina de Teresa: Mariano Martín Gordillo
Ahormada: una controversia urbana: Juan Carlos
González
El contrato del dopaje: Ángel Camacho
La polémica de las antenas de telefonía
móvil: Grupo Argo
Las plataformas petrolíferas: Grupo Argo
Diseño y maquetación
Joaquín Asenjo y Óscar Macías
Coordinación
Juan Carlos Toscano Grimaldi: OEI
· Actividades presenciales
Coordinación de reuniones preparatorias y del seminario
final
José Antonio López Cerezo
Coordinación de talleres
Madrid: Mariano Martín Gordillo, Juan Carlos González
Galbarte y Ángel Camacho Álvarez
Barcelona: Mariano Martín Gordillo y Ángel
Camacho Álvarez
San Sebastián: Juan Carlos González Galbarte
y Ángel Camacho Álvarez
Oviedo: Mariano Martín y Carlos Osorio
· Gestión
Mencía Muro y Carmen Pérez Tabares
· Aula virtual
Soporte y diseño
Joaquín Asenjo y Óscar Macías
Coordinación
Francisco Lupiañez
· Evaluación final
Análisis de los informes de los docentes: Carlos
Osorio M.
Análisis de las encuestas inicial y final: Grupo
Argo
Análisis de las valoraciones de los alumnos: Raquel
Amaya Martínez González y Beatriz Rodríguez
Ruiz
· Informe final
Carlos Osorio M. (Universidad del Valle, Colombia)
· Docentes que han participado en las experiencias del
proyecto
Miren Apalategui, Julián Arroyo Pomeda, Josué
Barba Martín, María Carmen Baruque Calzada, Ángel
Camacho Álvarez, Leticia Cariño Fraisse, Arabela Carranza
Herrero, María Dolores Castro, Jesús Duque Macías,
Elisa Favaro Carbajal, Luis Eloy Fernández García,
Ana Rosa Frechilla García, Emilio Ángel García,
Raúl García Briongos, Soraya García Nogales,
Rafael García Romero, Andrés García Ruiz, Juan
Carlos González Galbarte, Nieves Gómez Vilaseca, Cristina
Lejarza Portilla, Mariano Martín Gordillo, Ladislao Martínez
López, Jesús Ángel Meneses Villagrá,
Joaquín Mestres, Miguel Mori, Manoli Narváez Ferri,
Miquel Nistal, Iñaqui Odriozola, Antonio Olivares Menéndez,
Mónica Rodríguez Marcos, Jesús Rosales Pardo,
Andrés Tomé Díaz, Victoria Valdés, María
Viejo y Francesc Vilalta Roig.
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Notas
(*) Mariano Martín Gordillo
es profesor de enseñanza secundaria en Avilés (España).
Carlos Osorio es profesor de la Universidad del Valle, en Cali,
Colombia. Ambos participan activamente en la Red Iberoamericana
de Educación en Ciencia, Tecnología y Sociedad de
la OEI.
1 En este artículo se exponen
algunos resultados del proyecto Desarrollo de nuevos materiales
y nuevas técnicas didácticas para la difusión
de la ciencia y la tecnología con enfoque CTS en educación
secundaria, seleccionado y financiado por la Fundación
Española para la Ciencia y la Tecnología y desarrollado
por el Observatorio de Cultura Científica de la Universidad
de Oviedo, con la colaboración de la Organización
de Estados Iberoamericanos y el Grupo Argo.
2 En el anexo se relacionan los
participantes en este proyecto.
3 Ver <http://www.fecyt.es>.
4 Ver <http://www10.uniovi.es/observatorio/>.
5 Ver <http://www.oei.es>.
6 Ver <http://grupo-argo.org>.
7 Ver <http://www.campus-oei.org/ctsi/cursovirtual.htm>.
8 Se trata del hundimiento, en
noviembre de 2002, del petrolero Prestige, con miles de toneladas
de petróleo.
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