Estrategias de innovación en la educación superior: el caso de la Universitat Oberta  de Catalunya
             Begoña Gros Salvat *
             Pablo Lara Navarra **
             * Vicerrectora de Innovación en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), 
              Barcelona, España. 
              ** Profesor del Área de Gestión de Recursos de Información y Sociedad de la 
              Información, Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Barcelona, España. 
             Síntesis: El objetivo  fundamental de este artículo es analizar el concepto de «innovación» referido  al ámbito de la formación en educación superior, a través del modelo de  innovación abierta adoptado en la Universitat Oberta de Catalunya (uoc). En la actualidad, el desafío del  sistema universitario es la diferenciación, tanto en la investigación como en  la oferta formativa, y un proyecto de innovación debe responder a esa necesidad  de diferenciación estratégica. El proyecto implementado por la uoc  es un modelo de innovación estratégica cuyo objetivo principal es producir una  apertura a la colaboración y el conocimiento elaborados en el ámbito de la  formación en entornos virtuales de aprendizaje y, al mismo tiempo, posicionar  la universidad como institución generadora de conocimiento dentro de una  cultura de transformación y mejora continua. 
              Palabras clave: innovación educativa; educación superior;  Universitat Oberta de Catalunya; entornos virtuales de aprendizaje. 
              Síntese: O objetivo fundamental deste artigo é analisar o  conceito de «inovação» referido ao âmbito da formação em educação superior,  através do modelo de inovação aberta adotado na Universitat Oberta da Catalunya  (uoc). Na atualidade, o desafio do  sistema universitário é a diferenciação, tanto na pesquisa como na oferta  formativa. E um projeto de inovação deve responder a essa necessidade de  diferenciação estratégica. O pro-jeto aplicado pela uoc é um modelo de inovação estratégica cujo objetivo  principal é produzir uma abertura à colaboração e ao conhecimento elaborados no  âmbito da formação em meios virtuais de aprendizagem e, ao mesmo tempo, situar  a universidade, como instituição geradora de conhecimento, dentro de uma  cultura de transformação e de melhoria contínua. 
              Palavras-chave:  inovação educativa; educação superior; Universitat Oberta de Catalunya; meios  virtuais de aprendizagem. 
              Abstract: The main goal of this  article is to analyse the concept of «innovation» in the sphere of higher  education, through the model of open innovation deployed by Universitat Oberta  de Catalunya (uoc). Nowadays, the  challenge that the university system is facing is differentiation, both in  research and in teaching. And a project concerning innovation must fulfill that  need for strategic differentiation. The project carried out by uoc is a model of strategic innovation.  Its aim is to be open to the reception of collaborative experience and  knowledge produced in the area in which virtual learning environments are  created. It also aims at positioning the university as an institution that  creates knowledge in a workframe of constant change and improvement. 
              Key words: educative  innovation, higher education, Universitat Oberta de Catalunya, learning virtual  environment 
             1.      El concepto de  innovación
             El término «innovación», sin duda, es una palabra de moda y, como  suele ocurrir con las palabras que se ponen de moda, se utiliza de forma muy  diferente y adquiere múltiples significados según el contexto. En el mundo de  la empresa, de las universidades, de las organizaciones, se está usando de  forma constante como un elemento de valor y de diferenciación. Por ello, nos  parece necesario situar el propio concepto de innovación y establecer el  sentido que le otorgamos dentro del contexto universitario. 
             Dicho concepto ha evolucionado con el pasaje de la sociedad  industrial a la sociedad de la información. El modelo de innovación asociado a  la industria se ha basado en un esquema cerrado en el que el proceso de innovar  estaba monopolizado por la empresa. Apenas existía comunicación con el mundo  universitario y cada uno de los ámbitos se desarrollaba por vías  independientes. La aproximación entre la universidad y la empresa se ha ido  potenciando e incentivando poco a poco, y, en este sentido, tienen una especial  relevancia los programas de ayuda a los proyectos competitivos europeos,  incluidos los nacionales, que han servido para vincular la investigación con el  desarrollo y la innovación acercando ambos mundos. De este modo, la universidad  proporciona conocimiento que puede convertirse en un producto a ser patentado e  incorporado al mercado. 
             En la sociedad actual, el conocimiento ya no es monopolio de las  universidades porque las empresas y corporaciones han creado sus propios  departamentos de investigación e innovación. Los repositorios de conocimiento  son abiertos y las universidades se interesan por los problemas del mercado y  las empresas por las universidades. Hay una mayor globalización en la  investigación y en el desarrollo. La información, la formación y el  conocimiento se encuentran en primer plano, mediados por tecnologías que  facilitan y transforman de forma rápida los procesos de comunicación, el acceso  a la información y la producción del propio conocimiento. En este contexto, la  innovación surge como un elemento de creación de nuevos conocimientos,  productos y procesos. Forma parte de la creación del conocimiento y de la  subsistencia de las organizaciones. La innovación se convierte en «una  obligación en la vida de las organizaciones» (Larrea, 2006, p. 21) y resulta,  por tanto, un mecanismo de diferenciación estratégica: «es una parte  indiscutible de la cartera de valores del siglo xxi»  (Drucker, 1985, p. 13). 
             En ocasiones, mejora e innovación caminan unidas sin establecerse  claras diferencias entre ambos conceptos. La mejora es conservadora en tanto se  sitúa en el camino iniciado que ya ha producido resultados positivos. Los  procesos de mejora se pueden planificar y es posible predecir los resultados de  una forma bastante precisa. En cambio, innovar se trata no solo de mejorar un  proceso o un producto sino que implica generar un verdadero cambio. Supone la  apuesta por un servicio, proceso o recurso que introduce elementos de valor  diferenciados, y que conlleva, además, un plus de calidad. Implica asumir  riesgos ya que no se conocen a priori ni el camino ni los resultados que se van  a obtener, aspecto este muy importante ya que muchas organizaciones adoptan  posturas en extremo conservadoras, precisamente por el hecho de que consideran  el riesgo como una amenaza. Sin embargo, como afirma Larrea, «los buenos  profesionales deben convertirse en maestros del error» (2006, p. 91). 
             La innovación está relacionada con la obtención de nuevos  conocimientos y con procesos creativos. Y aunque es posible considerarla como  un rasgo característico de determinadas personas que tienen formas creativas de  solucionar problemas o plantear cuestiones diferentes, nuestro enfoque no  pretende convertir la innovación y la creatividad en rasgos de personalidad o  en componentes de una actividad que involucra únicamente a una parte del  personal de una organización. Consideramos necesario conceptualizar y gestionar  la innovación de forma consciente y planificada para que todos los miembros de  la organización se sientan partícipes y puedan aportar conocimientos e ideas. 
             Mientras que en la sociedad industrial la innovación se centró en  la obtención de nuevos productos, actualmente es el resultado de una apuesta  para mejorar un servicio, un producto o un recurso. Por lo tanto, cuando  hablamos de innovación no nos referimos únicamente a la creación de un  producto, sino que el concepto se hace extensivo a un servicio, a un proceso e,  incluso, a la gestión organizativa de la propia organización. 
             Como ya hemos indicado, dado que la innovación supone un riesgo,  es importante tener criterios claros para valorar y medir su impacto. En el  momento de evaluar la innovación, hay que tener presente que los parámetros de  impacto no siempre se obtienen de manera inmediata. En el sistema de evaluación  de una innovación el usuario final siempre es un agente participativo  fundamental. De hecho, cada vez más, la diferenciación entre productos ya no se  genera por el producto en sí mismo sino por el valor que los grupos sociales le  asignan. El sentido y el significado que le den los usuarios/clientes son  sumamente importantes. Este aspecto es claro si analizamos los productos  tecnológicos para los que las preferencias de los usuarios determinantes de su  elección poco tienen que ver con la tecnología, ya sea que se trate de un  modelo de teléfono móvil, un ordenador o un reproductor multimedia. La  tecnología que proporcionan los productos actuales supera, en muchos casos, las  propias necesidades del usuario. Por ello, la diferencia entre los productos no  se basa en sus características técnicas sino en la facilidad de uso y en el  atractivo del propio producto. El elemento emocional y de valoración genera la  principal diferenciación. 
             Hasta hace pocos años, la mayoría de las universidades no se había  planteado la innovación como algo propio del sistema universitario, sistema  cuyas piezas clave han sido la investigación y la docencia, pensando la  innovación como una actividad propia del sistema empresarial, ajena al quehacer  académico. La relación entre la universidad y el sector empresarial ha estado  mayormente desarrollada en Estados Unidos, donde los modelos de universidad son  más heterogéneos. Según Lester y Piore (2004), existen dos modelos de  referencia básicos que representan extremos entre una gran variedad de posibles  relaciones: el de la   Universidad de Harvard, que mantiene un sistema académico en  el que hay una relación con el sector empresarial pero siempre a partir de las  líneas estratégicas marcadas por la política de la universidad, y el modelo de la Universidad de  Stanford en el que la institución está alineada con el sector empresarial. 
             La innovación en las universidades   no pasa solo por generar una comunicación abierta y fluida con el  exterior sino que, en nuestra opinión, se trata también de plantearla para la  propia estructura académica y el sistema formativo. Las universidades españolas  se han desarrollado en el marco de un modelo muy homogéneo en cuanto a títulos,  formas de acceso, profesorado y estudiantes. Sin embargo, el reto actual del  sistema universitario es diferenciarse tanto en la investigación como en la  propia oferta formativa. La competencia en el sector tiene mucho que ver con la  producción de elementos diferenciadores y esto significa que la innovación va a  jugar un papel muy importante en el futuro de las instituciones académicas. 
             La innovación no puede ser una práctica aislada. Un proyecto de  innovación responde a una necesidad de diferenciación estratégica. La  diferenciación es la meta y la innovación es el proceso para conseguirla. Por  consiguiente, para que una organización sea innovadora ha de sistematizar y  ejecutar de forma consciente y controlada su desarrollo estratégico. Los  términos riesgo, confianza, colaboración, diferenciación, sostenibilidad,  valor, calidad, son parte indisociable de la innovación. 
             2.      Modelos de innovación
             A partir de diversas investigaciones sobre los modelos de  innovación en el ámbito empresarial y universitario, Lester y Piore (2004),  consideran que podemos encontrar dos metodologías diferentes de innovación:  analítica e interpretativa (ver tabla 1). 
              
             El «enfoque analítico» supone que la organización establece la  innovación como objetivo a través de la generación de proyectos. Es una  innovación orientada a la solución de problemas con una clara definición del  inicio y el final del proceso. Bajo esta perspectiva, la innovación se  consolida en la propia organización que la sustenta. Se trata de un proceso  sistemático, planificado y muy vinculado a los resultados derivados de la  investigación. De hecho, la innovación es el último eslabón de la cadena de  I+D+i1. 
             Aunque durante mucho tiempo la innovación se ha conceptualizado  como una actividad derivada de la investigación, y los resultados de esta  última se han considerado transferibles y fuente básica para la innovación, en  los últimos años, este enfoque ha empezado a cuestionarse ya que existen otras  formas de entender el proceso de innovación y su relación con la investigación,  a partir de flujos más abiertos entre los diferentes procesos. Además, la  innovación se percibe cada vez más como fuente de datos para la investigación  por lo que la relación entre ambos procesos es mucho más bidireccional. 
             El «enfoque interpretativo» enfatiza más la importancia de la  innovación en el proceso que en el producto. No hay punto de inicio y de final  claramente definidos ya que es muy dinámica. En este enfoque, los fines y los  medios no se distinguen de una forma clara y adquiere especial importancia la  creación de buenas redes de comunicación que se producen más allá de la propia  organización y la conectan con el entorno. 
             En cierta medida, el enfoque interpretativo está relacionado con  el concepto de «innovación abierta» desarrollado por Chesbrough (2003), cuya  idea central es que en un mundo en el que el conocimiento está distribuido, las  organizaciones no pueden desarrollar de forma exclusiva su propia investigación  ni su propio sistema de innovación. Sin embargo, lo que sí pueden hacer es  utilizar innovaciones de otras organizaciones. Las ideas valiosas pueden  provenir de múltiples fuentes desde dentro y fuera de la organización, y pueden  convertirse en producto también dentro o fuera del sistema en el que han sido  generadas. Además, las invenciones internas que no se pueden explotar en la  organización, son factibles de ser externalizadas para que otras organizaciones  las aprovechen. De este modo, mientras que la innovación cerrada limita el uso  del conocimiento interno a la propia organización sin dejar que este sea  utilizado por otros, la innovación abierta crea un flujo de comunicación  constante entre el interior y el exterior de la organización. 
             Un ejemplo destacado en la mayoría de la bibliografía sobre  innovación abierta hace referencia a las comunidades de código abierto (open  source). La aportación básica de esta comunidad es que pone a disposición  de todos el código fuente de un determinado producto, por lo que puede ser  reutilizado, modificado y, por supuesto, mejorado. Detrás del código abierto  hay una idea relativamente sencilla; cuando los programadores en Internet  pueden leer, modificar y redistribuir el código fuente de un programa, este  evoluciona, se desarrolla y mejora. Los usuarios son capaces de adaptarlo a sus  necesidades, se detectan y subsanan los errores con más rapidez y las  aplicaciones acaban teniendo, en definitiva, una mejor calidad que la mayoría  del software convencional. 
              
             En el modelo de innovación abierta (tabla 2) se considera que la  innovación se encuentra, en gran medida, en los espacios fronterizos entre  distintas disciplinas del saber. Por ello, es importante permitir el flujo de  las ideas para dejar paso a visiones diversificadas y promover la participación  de diferentes profesionales. 
             3.      Universidad e  innovación
             Al principio fue en los claustros académicos donde se generaban y  desarrollaban las principales aportaciones a la ciencia y la cultura. Durante  muchos años la universidad se constituyó como el espacio dedicado al saber,  monopolizando la transmisión a la sociedad del más alto nivel de conocimiento.  En el transcurso del último siglo han convivido distintos modelos de  universidad, desde los centrados en la especialización de los conocimientos  hasta los modelos que se han decantado por proporcionar unos saberes y una  formación más generalistas. No obstante, en todos ellos es la institución  universitaria la que ha continuado teniendo una importante influencia sobre el  desarrollo del conocimiento. Sin embargo, este hecho ha cambiado de forma  notable. Como afirma Barnett «la educación superior ha pasado de ser una  institución en la sociedad a ser una institución de la sociedad» (2001, p.  222). Ya no ejerce el monopolio del conocimiento experto. El conocimiento no  solo se ha expandido a organizaciones externas a la institución universitaria,  sino que la misma educación superior se está desarrollando también fuera de  ella. 
             La universidad es una institución de la sociedad, y hablar  de la formación en término de competencias es una manera pragmática y  utilitaria de ajustarse a la realidad social y de trasladar el énfasis de la  transmisión del conocimiento por parte del docente, al compromiso del  estudiante con el aprendizaje. 
             La universidad tiene un reto importante ya que, a pesar de las  múltiples presiones sociales, no puede convertirse tan solo en un instrumento  al servicio de la economía y al servicio de la demanda. No puede proporcionar  únicamente saber útil al mercado. El académico debe también seguir interesado  por la consistencia y creación de nuevos conocimientos, sea cual fuere el  interés inmediato que tenga su aplicación. Pero tampoco puede cerrarse, los  profesores han de fomentar en sus estudiantes las competencias que exige la  sociedad junto a una competencia académica que suponga una apropiación  reflexiva y crítica de lo conocido y un compromiso ético con la sociedad. 
             Alinear los intereses de la investigación y la innovación de las  universidades con los intereses comerciales genera muchas tensiones. Por un  lado, las estructuras internas universitarias dificultan la transferencia de  conocimiento con el ritmo y la agilidad necesarios, demandados desde el sector  empresarial. Las soluciones que se están adoptando para facilitar la  transferencia de conocimiento entre la universidad y la empresa son diversas:  oficinas específicas de transferencia de tecnología, parques científicos y  tecnológicos, centros de investigación con capital mixto (público y privado), spin-off4, etcétera. 
             Las soluciones son, efectivamente, variadas y seguramente no hay un  modelo único. Este depende mucho del contexto cultural, organizativo y también  de las características de los propios conocimientos. Muchas veces la creación  de centros de investigación y de otras estructuras fuera del ámbito  estrictamente académico, responde también a la dificultad de trabajar de forma  interdisciplinar dentro de la propia universidad. Como ya se ha mencionado, la  capacidad para crear innovación tiene mucho que ver con la posibilidad de  trabajar de forma interdisciplinar ya que la innovación se genera en espacios  fronterizos y esto supone elementos de hibridación. Los entornos académicos son  muy cerrados y no resulta fácil este tipo de trabajo tan deseable desde el  punto de vista de la generación de nuevos conocimientos. 
             La relación entre la investigación y la innovación es también  sutil. Stokes (1997) considera que, en muchas ocasiones, se dan de forma  simultánea la motivación por contribuir al avance del conocimiento y el deseo  por conseguir algo que sea práctico, útil y aplicable. La motivación de los  investigadores, según este autor, puede analizarse utilizando el modelo clásico  a partir de la división entre la investigación teórica y la investigación  aplicada. 
             De la Orden  (2007) argumenta que la investigación básica puede ser «pura» e «inspirada en  la práctica» y que numerosos avances de la ciencia han sido estimulados a  partir de los problemas. El hecho de que la investigación sea aplicada no  supone que no sea básica. 
                      La investigación que  se realiza en cada cuadrante puede estar comprometida en actividades analíticas  e interpretativas. En las empresas, los objetivos prácticos siempre incluyen la  ganancia comercial, mientras que los académicos buscan otro tipo de objetivos y  motivaciones mucho más relacionadas con la propia carrera académica que con el  mercado. 
              
             Un estudio de la   Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (ocde, 2003) manifiesta que la mayor  parte del conocimiento sobre la docencia es un conocimiento tácito que no tiene  en cuenta la acumulación del saber ni teórico ni metodológico. La innovación  tampoco parece ser un elemento a destacar. Según el mismo informe, no hay  prácticamente cooperación entre los profesionales de los sectores formativos en  la diseminación de las innovaciones, ya que la mayor parte de la comunicación  se centra en los resultados de las investigaciones. 
             En España, la universidad convencional no está alineada con los  modelos basados en la interdisciplinariedad y la innovación, alineación que  ameritaría un debate que aún prácticamente no se ha planteado. Seguramente,  tanto el modelo de institución centrada en el conocimiento como el abierto al  mercado obedecen a necesidades sociales y culturales diferentes, y posiblemente  puedan coexistir diferentes modelos en un entorno económico. No obstante, es  preciso que las universidades definan sus estrategias y sean capaces de  comunicarlas con eficacia. 
             Además de considerarla como lugar de formación de técnicos y  profesionales, la universidad sigue teniendo la opción de fomentar el trabajo  intelectual y científico como aventura y no solo como producción rentable. En  otros términos, tiene una responsabilidad educativa. No se pueden pedir  procesos de innovación a las universidades si ellas mismas no son capaces de  formar a los estudiantes en el cambio.  
             La pregunta es: ¿la universidad trabaja para formar personas  capaces de integrar y generar cambios, de comprender la provisionalidad del  conocimiento y de desempeñarse colaborativamente? Algunos cambios que se están  introduciendo pueden facilitar nuevas formas docentes enfocadas hacia alguna de  estas cuestiones, y por ello, pensamos que la innovación en el sector formativo  es especialmente urgente y necesaria. 
             4.      Innovación sobre la  docencia y el aprendizaje
             Hasta finales de la década de los ochenta la investigación sobre  la docencia universitaria estuvo fundamentalmente centrada en el análisis a  nivel micro de metodologías y procesos innovadores. Se consideraba que la  innovación y el cambio se producían de forma personal a través de las  modificaciones realizadas por determinados profesores. La creciente  institucionalización de los esfuerzos por la innovación durante los últimos  años ha dado paso a lo que Hannan y Silver (2005) denominan «innovación  guiada». Esta no niega el proceso personal pero centra la atención en la  innovación dirigida e incentivada desde las instituciones. Estos autores  (Hannan y Silver, 2005, p. 161) establecen la existencia de siete tipos  distintos de innovación que las investigaciones deben llevar asociadas para la  mejora del conocimiento en cada uno de los temas mencionados. Son los  siguientes: 
            
              -  Innovaciones  individuales y de grupo. Responden directamente, relacionadas con el aula y  el curso, a las necesidades de los estudiantes y a los asuntos profesionales  (seminarios dirigidos por los estudiantes, simulaciones de laboratorio,  etcétera).
 
              -  Iniciativas  disciplinares. Están patrocinadas por asociaciones y grupos profesionales.
 
              -  Innovaciones que  responden a la educación por medios tecnológicos. Aprovechan las nuevas  tecnologías y adquieren o desarrollan materiales asociados.
 
              -  Innovaciones  provocadas por el currículo. Están implementadas para satisfacer las  necesidades de la estructura modular y/o semestral y para responder a cambios  de contenido de los campos de estudio y de los desarrollos interdisciplinares.
 
              -  Iniciativas  institucionales. Incluyen las decisiones de normativa diferente y los  procesos de desarrollo profesional.
 
              -  Iniciativas  sistémicas. Contemplan la creación de un gobierno en las nuevas  universidades o comités diferenciados y adaptados a cada institución.
 
              -  Derivados  sistémicos. Emergen dentro de las instituciones de educación superior como  resultado de la normativa y la praxis en todo el sistema.
 
             
             La innovación en este nivel educativo ha llegado a significar un  proceso planeado para introducir un cambio orientado hacia nuevas mejoras para  una persona, un curso, un departamento o la educación superior en su conjunto y  su contexto. Este tipo de innovación, aunque utilizado como único concepto,  puede no tener las mismas implicaciones para el profesor que para el alumno. No  existe una relación necesaria entre ambos. Una innovación en los procedimientos  de aprendizaje del estudiante puede ser independiente de cualquier tipo de  enseñanza en su sentido tradicional. Precisa de elementos de análisis y medida,  aspecto que apenas se ha tenido en cuenta. 
             Al buscar evidencias en los procesos de cambio, Cuban (1999)  considera que hay que tener presente dos criterios: la penetración y la  efectividad. En el primer caso, hay que evaluar si el cambio ha modificado  realmente las formas de enseñanza-aprendizaje. La efectividad se refiere al  impacto real en la mejora del aprendizaje. Obviamente, este segundo aspecto es  mucho más difícil de evaluar pero, como ya hemos señalado previamente, la innovación  ha de ser juzgada por el propio usuario. Los estudiantes son el elemento clave  para el análisis de las mejoras en los sistemas de análisis de la innovación. 
             Un proceso innovador conlleva intención, planificación y esfuerzo  pero puede fracasar en los resultados. Por ese motivo, la investigación es  especialmente importante y relevante ya que posibilita elementos clave. Por un  lado, dirigir los procesos de innovación a través del conocimiento básico  generado por las investigaciones, y, por otro, evaluar y analizar los  resultados de la innovación. 
             En los últimos años, la creación del espacio europeo de educación  superior (eees) ha generado un  necesario debate sobre el sistema formativo utilizado por las universidades; de  hecho, la forma de impartir la docencia apenas ha sufrido cambios en la mayoría  de ellas. La búsqueda de nuevas metodologías y tecnologías más acordes con la  formación que debe recibir un estudiante universitario es necesaria y urgente.  Por ello, dentro del sistema universitario español el uso del concepto de  innovación se vincula a la transferencia de conocimiento pero también a la  innovación del propio sistema formativo. En los últimos años, la mayor parte de  las universidades ha creado vicerrectorados relacionados con la innovación en  la docencia y ha generado servicios que han adoptado nombres muy diversos:  centro de innovación, factoría, servicio de innovación, gabinete de innovación,  unidad de innovación, etc. En la mayoría de los casos, la innovación se asocia  a cambios metodológicos muy relacionados con el eees  y con el soporte en el uso de las tic  en la formación. 
             En nuestra opinión, es preciso tener una visión sistémica de la  innovación. No podemos pensar que esta se produce solo a partir de la  incorporación de la tecnología, concepto este muy arraigado en el ámbito  educativo que ha conducido a enormes errores de apreciación y desarrollo. La  tecnología ha sido contemplada, en sí misma, como un factor de innovación. Sin  embargo, el verdadero cambio apenas se ha producido porque la tecnología se  utiliza sobre las mismas orientaciones metodológicas que han sido útiles en la  sociedad industrial pero que tienen poco que ver con la sociedad digital. El  uso cada vez más generalizado de la red no necesariamente implica la  modificación de prácticas ni la incorporación de nuevas dimensiones del  aprendizaje. Con pocas excepciones, esta presencia tiende a imponer un modelo  educativo centrado en los contenidos, traspasando lo presencial en la red. Como  señala Himanen: 
             La academia tiende a modelar su estructura de aprendizaje tomando  como base el modelo monástico del emisor-receptor. Ironía que, por lo demás, no  hace sino amplificarse cuando la academia empieza a construir una «universidad  virtual» y el resultado es una escuela monástica informatizada (2002, p. 96). 
             La mayoría de los modelos formativos sigue tomando como base  modelos de enseñanza tradicional en que lo importante es transmitir  información. Los estudiantes acceden a los contenidos de sus profesores a  través de la red sin que haya mayor mediación o valor «añadido» en el proceso  de aprendizaje. Esta es precisamente una de las causas por las cuales muchas  iniciativas alrededor de la formación en línea han fracasado. De hecho, el  planteamiento de la formación centrada en los materiales sin que haya una  mediación importante y un acompañamiento durante el proceso conduce al fracaso.  La presencia del docente en la red y la interacción social generada entre los  estudiantes es un elemento clave para el aprendizaje. 
             5.      La innovación en la Universitat Oberta  de Catalunya
             Desde sus inicios en 1996, la uoc es una universidad abierta que  desarrolla su actividad docente a través de un modelo de formación en línea.  Este hecho resulta diferenciador y ha permitido generar una importante  experiencia sobre e-learning. Pero si, como mencionábamos previamente,  el factor tecnológico no es garantía de innovación: ¿cómo plantear la  innovación en una universidad en la que la tecnología es uno de sus motores  principales? Este es precisamente el reto que nos planteamos. 
             En una universidad presencial, la tecnología suele usarse como  complemento y su forma de aplicación es más fácilmente adaptable ya que las  experiencias de uso de las tic no  necesariamente comprometen a toda la organización. El modelo educativo de la uoc es un modelo en red y en la red. Este  supone un complejo sistema en el que la modificación de un elemento afecta a  toda la organización. Precisamente por ello, es importante plantear y  sistematizar la innovación para mejorar los modelos formativos y organizativos  que sustentan el aprendizaje. Además, el aprendizaje con soporte tecnológico se  está desarrollado con mucha rapidez en el ámbito de la educación superior, por  lo que incorporar la innovación constituye más que un indicador de calidad, una  necesidad ineludible. Por todo ello, la   uoc ha apostado por incorporar la  innovación no solo como un objetivo estratégico a conseguir como respuesta a  las circunstancias actuales, sino como cultura de transformación y mejora  continua. Una cultura que debe impregnar y fundamentar las diferentes acciones  y cambios emprendidos en el sistema, con el fin de promover y sostener una  evolución constante que asegure la calidad del trabajo realizado y la  competitividad de la institución. 
             A partir del modelo de formación en línea, la innovación en la uoc  se sitúa en el espacio en que confluyen tres elementos fundamentales (ver  figura 1): el modelo docente, el modelo tecnológico y el modelo organizativo.  La innovación se establece a partir de los inputs generados a través de  la colaboración con otras universidades, organizaciones y empresas. En este  sentido, la innovación se refiere a productos, procesos y metodologías  centradas en el ámbito del e-learning. 
              
             La experiencia acumulada sobre e-learning es importante,  pero hace falta mejorar los sistemas de gestión y transferencia de conocimiento  ya que no ha habido un sistema de planificación de estos procesos, y el  conocimiento no ha fluido de forma apropiada en el interior y hacia el exterior  de la organización. 
             El modelo de innovación que estamos desarrollando se basa en el  modelo de innovación abierta y utiliza también el enfoque analítico en la  gestación de la innovación de productos de la organización. De este modo, el  modelo de innovación se articula a partir de dos procesos de innovación  diferenciados (bottom-up y top-down) que deben fluir de forma  independiente, pero que tienen diversos momentos de confluencia, especialmente  al final del proceso y en la generalización de los resultados obtenidos. 
             Las acciones se orientan hacia la creación de sistemas que  incentiven la innovación como práctica necesaria dentro de las tareas de  gestión y de docencia. Pero esto no es suficiente, resulta fundamental que las  innovaciones desarrolladas tengan un valor en los procesos de evaluación y  acreditación del personal de gestión y del profesorado. En este sentido, nos  parece de vital importancia que la innovación se realice a través del trabajo  en grupo, enfatizando la creación de equipos multidisciplinares en los que  participen personas con distintas funciones y cargos dentro de la institución.  Este aspecto es fundamental para favorecer la transversalidad. 
             Los procesos de innovación emergente (bottom-up) son  aquellos que parten de las iniciativas del profesorado o del personal de  gestión de la universidad. Esta modalidad de innovación se propone hacer  emerger e impulsar el desarrollo de proyectos de calidad que supongan un valor  añadido en el modelo docente y organizativo. 
             Este flujo de acción está muy determinado por un enfoque analítico  de innovación. Nos basamos en la generación de proyectos que pueden nacer  únicamente como innovación pero que, en muchos casos, también están  relacionados con algunas investigaciones previas realizadas por los docentes.  Por ejemplo, existen proyectos de investigación sobre análisis de  comportamiento de los estudiantes que se están utilizando para mejorar  metodologías de aprendizaje y aplicaciones tecnológicas. 
             Los procesos de innovación estratégica (top-down) surgen a  partir de las iniciativas y líneas marcadas por el equipo de gobierno con el  fin de convertirse en proyectos motores de innovación. Este tipo de pro-cesos  de innovación se basa en la existencia de un laboratorio de de-sarrollo y de  pruebas, que permite producir aplicaciones con las condiciones necesarias para  poder ser monitorizadas y evaluadas de forma sistemática y continuada. A partir  de estas aplicaciones generadas, se analiza la mejor manera de enfocar y  estudiar su posterior transferencia y generalización, tanto dentro de la propia  universidad como en otros contextos. Este tipo de acciones está liderado desde  ámbitos diversos: proyectos de tipo tecnológico, metodológico y de gestión. Por  consiguiente, implica la participación de diversos equipos de la universidad. 
             Este tipo de innovación está basada en un enfoque de innovación  abierta. Se prioriza la constitución de plataformas de trabajo que impliquen la  colaboración con distintas universidades, organizaciones y empresas. Asimismo,  estas iniciativas pueden derivar en la preparación conjunta de solicitudes a  convocatorias oficiales para la financiación de acciones de investigación y/o  desarrollo, tanto en el ámbito nacional como internacional. 
             En síntesis, los resultados de innovación obtenidos a través de  los proyectos estratégicos se traducen en productos entendidos como  instrumentos, metodologías o recursos para la formación. Estos han de ser  probados y analizados antes de consolidarse como productos. En definitiva,  antes de pasar a un proceso de producción se estima importante plantear su aplicabilidad  y sostenibilidad dentro de la organización. En algunos casos, es posible que el  producto pensado no sea de aplicación inmediata para la uoc pero, en cambio, otra organización  puede encontrar beneficios en su utilización y, por tanto, el flujo de  transmisión del conocimiento es importante. Por ejemplo, se ha estado  desarrollando una herramienta de etiquetaje de foros cuyo resultado más  inmediato puede ser su utilización en una empresa que precisa la gestión de  intervenciones de un gran número de usuarios. En definitiva, y como afirmábamos  anteriormente, apostamos por un modelo de innovación abierta porque eso implica  un posicionamiento de la uoc como institución generadora de  conocimientos. 
             Los dos tipos de innovación que proponemos en la definición de  nuestro modelo (bottom-up y top-down) no dejan de ser una  estrategia para fomentar, generar y consolidar la innovación como elemento  constitutivo en los distintos ámbitos de actividad de la universidad, y al  mismo tiempo para orientar esta actividad desde una visión sistémica. Ambas  corrientes, la ascendente y la descendente, se articulan y desarrollan a través  de proyectos que, si bien pueden tener dimensiones y alcances muy distintos,  mantienen una estructura similar en lo que respecta a sus componentes  esenciales y su sistema de flujo. Esta estructura configura lo que podríamos  llamar la arquitectura de la innovación dentro de nuestro modelo (ver figura  2), que se caracteriza por incorporar una serie de fases que deben completarse  para que pueda considerarse completo el ciclo de innovación, incluyendo la  implementación, la evaluación y la difusión (tanto interna como externa) del  producto elaborado o los resultados obtenidos. La implementación implicará,  generalmente, la realización de una experiencia piloto de prueba en cursos de  grado o postgrado de la uoc, que deberá ser  monitorizada para su evaluación. 
              
             Para poner en marcha el flujo ascendente o bottom-up, se  han creado convocatorias internas de proyectos emergentes, dirigidas tanto al  profesorado como al personal de administración y gestión de la universidad. Su  objetivo no solamente es el de fomentar la actividad de innovación en los  distintos ámbitos de trabajo de la institución, para que esta llegue a ser un  elemento constitutivo de base, sino también el de conocer las expectativas,  necesidades e iniciativas de innovación existentes de facto. A menudo las  iniciativas se encuentran ocultas en la rutina del día a día y hay un  desconocimiento de lo que sucede dentro de la propia organización. Como indica  el nombre de dichos proyectos, se trata de hacer emerger la innovación para  identificarla, reconocerla y vincularla entre sí o con otros proyectos o  iniciativas institucionales. 
            Estas convocatorias pretenden recoger la máxima variedad posible  de iniciativas de innovación con independencia de su procedencia, de su  temática o del ámbito de aplicación. No se limitan a proyectos de innovación  docente sino que entendemos que, en general, los proyectos afectan a los tres  ámbitos mencionados: docentes, tecnológicos y organizativos. 
             Las convocatorias internas empezaron a funcionar en el año 2007 y  hasta el momento se han generado cuarenta y cuatro proyectos. En relación a su  contenido, han surgido proyectos de distinta tipología, que incluyen desde  mejoras en los procesos de gestión hasta la creación de recursos y actividades  docentes. Algunas de las propuestas comparten una misma temática o ámbito de  innovación, como es el caso de los proyectos vinculados al uso de video y  audio, la definición y creación de repositorios de contenidos, o la aplicación  educativa de herramientas Web 2.06. Esta identificación temática de la  innovación emergente permite pensar en establecer puntos de convergencia y  mayor coordinación. Asimismo, permite la vinculación de proyectos que comparten  una misma base metodológica y/o tecnológica, o que persiguen objetivos  similares. Y finalmente, facilita apreciar si el alcance de las necesidades que  comparten es lo suficientemente extendido como para pensar en su  generalización. 
             Con relación al flujo descendente o top-down, el tipo de  acción que lo impulsa es la creación de líneas estratégicas que se concretan  también en los que hemos denominado «proyectos motores». Estos se llevan a cabo  en colaboración con otras universidades y con el sector empresarial. En este  caso, se trata también de diseñar productos que permitan valorar el interés y  la viabilidad de nuevas metodologías, recursos o tecnologías para su aplicación  en el ámbito formativo. 
             La estrategia básica que motiva este tipo de acción es la de  ofrecer productos que pueden dar cuenta de las potencialidades de innovación  contenidas en cada línea, abriendo la posibilidad de su posible producción y  aplicación en un contexto real, ya sea dentro de la universidad o fuera de  ella. Se trata, por tanto, de generar innovación en el interior de la  organización pero también de realizar transferencia de conocimiento. En la  actualidad, se han establecido cuatro ámbitos básicos de trabajo: 
            
              - Aprendizaje  inmersivo. Se trata básicamente de la exploración de los nuevos sistemas de  aprendizaje a través de mundos virtuales. El interés básico es el análisis de  la potencia de los entornos en 3D y los juegos digitales para el aprendizaje.
 
              -                 Aprendizaje  colaborativo. En el aprendizaje en línea la interacción es fundamental. Las  herramientas que permiten el aprendizaje colaborativo y la producción conjunta  de conocimiento es cada vez más abundante. No obstante, su incorporación en  procesos formativos todavía no es sencilla. Por este motivo, se está trabajando  en la creación de herramientas adaptadas a los procesos de aprendizaje tales  como el etiquetaje de foros electrónicos, herramientas de visualización, etc.
 
              -                 Evaluación de  competencias. En el entorno del espacio europeo, las competencias se sitúan  como elemento clave en la formación universitaria. Por este motivo, adquirir  sistemas que permitan la evaluación de competencias, la generación de  portafolios para los propios estudiantes y sistemas de guía en el aprendizaje,  es otro ámbito importante para la   uoc.
 
              -                  Nuevos formatos y  canales. Es importante dar acceso a los contenidos de la universidad a  través de nuevos canales que permitan combinar formas de accesibilidad y  movilidad. Por este motivo, se ha desarrollado una experiencia de producción de  un media center para proporcionar información a través de la televisión.  Además, se trabaja desde hace años en la adaptación de contenidos a múltiples  canales: móvil, libros electrónicos, etcétera.
 
             
             El objetivo final de los dos enfoques descritos es llegar a  procesos de confluencia de los dos flujos de innovación. Se trata, como se  refleja en la figura 3, que algunos de los proyectos emergentes terminen siendo  transferidos y generalizados a toda la institución, y que los proyectos motores  confluyan con proyectos emergentes. Este aspecto es, sin duda, uno de los  puntos más difíciles y delicados del modelo ya que provoca tensiones porque se  han de priorizar las acciones. En realidad, el problema más importante es que  los grupos que generan proyectos emergentes desean que estos se generalicen al  conjunto de la organización. En este punto, todavía es necesario plantear  sistemas de análisis de los productos que permitan garantizar mejor la  transferencia interna o externa. Nos enfrentamos, en definitiva, a una mejora  de la gestión de la innovación. 
              
             En el terreno del aprendizaje virtual, la investigación es también  un aspecto importante para la innovación. En este sentido, si partimos de un  modelo de investigación aplicada, las relaciones entre innovación e  investigación resultan especialmente interesantes. De hecho, son muchos los  grupos de profesores que están realizando investigaciones sobre el uso de  determinadas herramientas del campus virtual para la mejora del aprendizaje  que, obviamente, pueden servir para definir nuevos productos tecnológicos que  mejoren la formación. 
             El modelo de investigación aplicada, o la investigación basada en  el diseño es un elemento que, todavía de forma muy incipiente, se está  empezando a perfilar como una vía para mejorar la relación entre los resultados  de la innovación y la investigación. En cualquier caso, resulta evidente que el  modelo de innovación abierta permite que el origen y el flujo de la innovación  sean mucho más variados y flexibles. Como afirman Ridderstrale y Nordström, «la  infoestructura de la organización es más importante que la infraestructura»  (2006, p. 58). 
             La comunicación también tiene un papel central dentro del modelo  de innovación de la uoc. No solo es  fundamental como en los procesos de coordinación y crecimiento internos,  necesarios para asegurar una repercusión global de las iniciativas emprendidas  en la propia organización, sino como medio para trascender este contexto y  enriquecerse del intercambio y las aportaciones de otras instancias. Por este  motivo, consideramos que el portal de innovación7 de la uoc también tiene que consolidarse como un  elemento de comunicación y banco de ideas con la finalidad de favorecer la  circulación del conocimiento. 
             Finalmente, otro tipo de acciones, tales como el Forum de  Innovación8 se sitúan en esta misma línea de comunicación.  Nos proponemos ofrecer a la comunidad un espacio para el intercambio de  opiniones y conocimientos en torno a temas relacionados con la innovación y, de  forma especial, en el campo formación con soporte tecnológico. 
             Los procesos de innovación de las organizaciones no resultan  sencillos, ni siquiera en las universidades con pocos años de vida, como es el  caso de la uoc. La cultura  universitaria ha estado muy centrada, en los últimos años, en la obtención de  buenos resultados de investigación académica. La evaluación y acreditación del  profesorado se fundamenta, básicamente, en las contribuciones realizadas en  publicaciones de impacto en los diversos sectores académicos. Por su parte, las  iniciativas del profesorado relacionadas con la mejora de la docencia y la  transferencia de conocimiento están mucho menos valoradas por las agencias de  acreditación. Este es el motivo por el que las estrategias de innovación en el  terreno de la formación, aunque sean impulsadas en el interior de cada  universidad, precisan también de una valoración externa dentro del sistema  universitario. Estamos convencidos de que sin innovación las universidades no  podrán situarse, diferenciarse y complementarse de forma adecuada. 
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