El desafío
Los alumnos -a medida que avanzan en la escolaridad- disminuyen
su interés en todo lo relacionado con la lengua. Sus producciones
presentan una gradual desidia, coronando en los años superiores
en un evidente fastidio y rechazo por todo lo literario.
En el contexto de "encierro urbano" sufrido y padecido
en mayor medida por los niños, se ha implementado un sistema
mediático, abusivo y masificado que los somete a llevar sus
momentos de ocio a actividades poco estimulantes y creativas, las
cuales los condicionan a posteriores tensiones y actitudes agresivas.
Recuperar el espacio que el arte de la palabra tenía en la
niñez debe ser el compromiso y la meta de una escuela que
pretende desarrollar y estimular ciudadanos que se adentren en la
cultura y en el dominio positivo de la civilización en que
viven.
En este contexto, la poesía puede ser vista como medio de
expresión asequible y, por ende, eje disparador de la autoestima
para la creación de sus producciones en el fértil
terreno del aula-taller.
Las producciones en el contexto del "diálogo"
que se establece entre los escritores y los lectores, ofrecen una
posibilidad de "salir del encierro".
Por otra parte, se pretende estudiar el lenguaje valorizando lo
literario.
El problema y sus posibles causas
El empobrecimiento de las producciones escritas de los alumnos
en el segundo ciclo se ve acompañado de una progresiva disminución
del interés por leer y escribir.
Las causas pueden encontrarse en diferentes niveles:
El sistema educativo
Las tendencias mundiales (CEPAL/UNESCO) muestran los tres rasgos
relevantes de la llamada crisis de los sistemas educativos, sistematizados
de la manera siguiente por Ricardo Hevia (1992):
- Desarticulación y aislamiento del sector educativo con
otros sectores del Estado y de la sociedad.
- Carácter centralizado y burocrático de su administración.
- Los procesos educativos se centran en la enseñanza, pero
no en el aprendizaje.
Esto se amplió con:
- Incorporación de contenidos.
- Enseñanza de la lengua y la literatura basada en su estructura
formal y en el estudio de obras y autores, en contraposición
a los esquemas "del dejar hacer" que la escuela sufrió
durante años.
Las prácticas docentes
- Ocupación del aprendizaje de la lectura y la escritura
como ejes prioritarios del desarrollo curricular.
- La lengua reducida a la enseñanza de los contenidos de
las variadas teorías lingüísticas.
- Matrices y recetas de moda que asolan las didácticas.
Las condiciones del alumno
- Dificultades en la adquisición del formato de la prosa.
- Desvalorización de sus producciones por el avasallamiento
de las correcciones en desmedro de la originalidad.
- Inseguridad en el empleo de las herramientas del lenguaje.
- Obligatoriedad de la lectura y escritura escolarizada.
Condiciones para el cambio
El aprendizaje escolar de carácter artificial -en respuesta
a la demanda de contenidos- se naturaliza, dificultando la construcción
del conocimiento, en especial en aquellos alumnos cuyo capital simbólico
es diferente al exigido por el discurso escolar, lo cual redunda
en repitencia y en su más grave consecuencia mediata: la
deserción.
Respetar la psicogénesis de los aprendizajes de los alumnos
requiere de los docentes una preparación académica
sin remisiones. Los profesionales que abordaron el tema en su auxilio
no siempre se adjuntaron a la práctica del aula, librando
a los maestros a marchas, ensayos y contramarchas para poder emprender
satisfactoriamente las nuevas teorías. El desgaste, el desgano
y los no siempre vistos resultados están alejando los valiosos
emprendimientos en aras de metodologías efectistas aunque
no eficientes. Revaluar las prácticas de investigación
en el aula, ejecutadas por docentes, acercará la teoría
a la práctica, conciliando finalmente en la praxis: punto
esencial para todo cambio valedero.
La poesía como protagonista
Los niños de 6 años inician, en primer grado, el
camino de sus nacientes letras entre satisfacciones y halagos. Continúan
sus logros hasta casi terminar segundo, momento en el cual las dificultades
comienzan a centrarse en la adquisición de un lenguaje escrito
que les permita comunicar con claridad su pensamiento. Su mágica
inventiva supera holgadamente las herramientas lingüísticas
que poseen para conquistarlo.
Los niños no se conforman con escribir: "La nena tenía
un globo rojo". En su mente tan prolífica hay otras
imágenes:
"La nena es la única ganadora del concurso de cartas
Pókemon... se peina con trenzas... no toma la sopa... le
gustan los helados de chocolate... asiste a clases de patín...
se pelea con su hermano... y tiene un globo rojo que le regaló...
un extraterrestre con forma de árbol... que se confundía
en el parque... al que asiste con su abuela porque la mamá
trabaja...".
Pero estas ideas, que en el lenguaje oral se vuelcan con facilidad,
van más allá de la capacidad de escribir. El ingenio
atropella, sin embargo en la hoja las frases resultan confusas e
incoherentes.
El niño comienza entonces, a supeditar su creatividad a
una forma más convencional de escritura; resignado, contempla
sus trabajos sumergidos en correcciones o simplemente desiste del
genuino placer que le proporcionaba escribir porque no logra concretar
el diálogo que necesita.
Cuando escribimos nos comunicamos, por eso queremos mostrar lo
escrito y ahí entra en juego el lector. Lamentablemente,
cuando el texto no es legible para el otro, se transforma en un
monólogo sólo objetable y leído por la maestra
que lo encerró -padeció- entre correcciones.
Pocos alumnos superan esta etapa con satisfacción, la mayoría
comienzan a percibir un profundo fastidio por las producciones escritas
y todo lo que devenga en lo literario.
Los docentes observan cómo sus alumnos se alejan de los
libros, del placer genuino que brinda leer y escribir y los padres
detectan horrorizados que sus hijos no son capaces de realizar una
esquela para felicitarlos en su día, a pesar de haberlos
ayudado a descifrar los caminos de los sustantivos abstractos requeridos
en la evaluación. Paradójicamente, la expresión
escrita y oral: punto culminante en los planes de estudio, ha sido
delegada; suponer que la asimilación de técnicas básicas
en torno a vocabulario, gramática, ortografía y conjugación,
implicarían el manejo automático de las producciones
ha traído un retrotraer a didácticas abandonadas hace
años. Evidentemente, regresar a las prácticas pedagógicas
con las cuales fuimos enseñados no resulta efectivo en estos
tiempos y dejarlos en un libre hacer, tampoco.
La propuesta
La idea de organizar un taller de lengua consiste en transformar
lo cotidiano en un hacer placentero. La literatura y la lengua en
un diálogo, en que el escribir y el leer resulten el arte
que nos permite comunicarnos con el otro; expresarnos como identidades
subjetivas y sociales.
La experiencia muestra que recurrir a las herramientas de la lengua
a partir de la necesidad y no como un objetivo que se cierre en
sí mismo, permite que alumnos con dificultades importantes
-incluso en su proceso de alfabetización- consigan expresarse
a través de poesías de una calidad impensable en los
parámetros de la escolaridad en la que se desenvolvían.
Goethe decía: "El arte es el mediador de lo inexpresable",
y es en la poesía donde los niños encuentran con mayor
accesibilidad el arte de su expresión escrita.
Las maestras debemos reencontrar en la práctica el accionar
que nos permita sentirnos satisfechas. El deterioro de la función
específica docente y la poca credibilidad y reconocimiento
de la sociedad en su tarea nos han sumergido en un continuo devenir
entre modas pedagógicas y soluciones de apuro. Los docentes
nos sometemos agobiados ante las imposiciones de matrices y directivas
que no se centran en la praxis cotidiana. Trabajar en hipótesis
e investigaciones desde el accionar, agilizará los resultados
y la retroalimentación de cambios que la educación
demanda.
La expresión infantil
¿Y qué le sucede a ese nene que pintaba un sol verde
de furia -como el increíble Hulk- despeinando y lanzando
rayos para luchar contra la tormenta violeta y amarilla -a lunares,
igualita a su paraguas nuevo-? ¿Conseguirá ser capaz
de trasladar la imagen a la palabra escrita? ¿Sabrá
hacerlo? O después de correcciones terminará dejando
su sol amarillo: un sol simple sin grandes creatividades pero fácil
de dominar con sus letras. Todas conservamos la visión de
alumnos desbordantes de imaginación: atropellada, intensa
en el relato oral. Si el coloquio resulta confuso, ¿cómo
podrá llevarlo a la hoja? Precisamente son esos alumnos,
muchas veces de logros tardíos en su proceso de alfabetización,
los que se decepcionan y que, paradójicamente, más
necesitaban el arte de la palabra. Picasso comentaba que le llevó
toda una vida desprenderse de lo aprendido y poder pintar como niño.
La lectura es evidente, quería recuperar para su arte la
creatividad original, atosigada de técnica. El invento de
la fotografía abandonaba la necesidad de lograr copiar fidedignamente
la realidad, la expresión artística llevaba a nuevos
caminos.
He llegado a la conclusión de que la poesía me permite,
en un primer acercamiento, descubrir a "los soles verdes",
y luego le brinda a ellos la posibilidad de pintar con sus versos.
En el camino, esos alumnos van conservando, acrecentando o recuperando
la autoestima de sus propias letras, para encontrar las herramientas
escritas que los lleven a la prosa y a la concreción de sus
relatos.
Cuando uno acerca poesía a los niños, la aprecian.
Les resulta sencillo descubrir una imagen, cómo juega, cómo
se dibuja.
Por lo común, los textos escolares traen poemas rimados,
que les recuerdan las nanas y las canciones. Suelen ser hilarantes
y de musicalidad efectista, la llamada poesía para niños.
Pero, ¿qué sucede si uno les lleva a Federico?
Una mirada personal
El primer trabajo que realicé en segundo año de EGB1
se llamaba "Las lunas de Federico" (Cuadernos del caracol.
Editorial Estrada) y me refería, claro, a García Lorca.
Cómo éste se enamoraba de la Luna, cómo la
veía, qué cosas le contaba, le decía... su
forma de llamarle. Los chicos después eligieron su palabra,
la que más necesitaban o querían. Y también
tuvieron que nombrarla pero sin decirla, ofrecerle secretos, descubrirle
juegos... Ese primer trabajo me permitió aprender la facilidad
con que descubren las imágenes, las metáforas, las
personificaciones aún antes de estar al corriente del nombre
de estos recursos.
De este modo nacieron las primeras poesías que no eran rimadas,
que se dejaban llevar por esa musicalidad interna que ellos desprenden
con la facilidad de la risa o el asombro, esa curiosidad y frescura
que tienen por todo.
Ahí aprendí también, casi al mismo tiempo,
lo otro importante que quería destacar, y que es precisamente
"el otro". El escritor, el poeta, necesita del otro, del
lector, del escucha: para comunicarse, para que se forme ese diálogo
tan único.
Comprendí que al escribir resultaba indispensable el mostrarse
y que, en la necesidad de que el otro lo perciba, lo disfrute, lo
aprecie, inician "el propio apremio de hacerlo", no ya
por la corrección o por el resultado -usualmente tan poco
efectivos para los chicos y tan agobiantes para los docentes-, sino
porque van a enseñarlo.
El otro deviene espejo, y es independiente del afecto de la "seño".
Comienzan a sentirse escritores porque tienen lectores. Por eso
es fundamental la devolución, y no me centro en el trabajo
corregido y modelado en perfecciones que jamás leen ni revisan,
sino a su propia motivación.
Algo tan simple como leer a sus compañeros hará que
resulte obligatoria una buena grafía. La caligrafía
toma el cariz para el cual fue creada, no por bonita o prolija,
sino porque sobre todo debe permitir, con su trazado, una lectura
fluida.
La lectura, tema para otro disfrute
Nosotros hacemos rondas de lecturas, de sus propios trabajos o
de otros autores. No únicamente para la maestra, como a veces
hacía en otros tiempos (mientras un grupo trabajaba, el elegido
del momento iba leyendo a mi lado), práctica válida,
tal vez, para cuando el docente y el alumno recién se están
conociendo.
La lectura debe ser para todos. Es el lector escucha el que nos
lleva a necesitar la lectura oral.
Asimismo, a veces los espacios determinan el ordenamiento. Hemos
trabajado en salones reducidos; la tarea de reubicar las sillas
para nuestras rondas nos insumía todo el tiempo. Entonces,
simplifiqué leyendo las producciones. Si bien mis recursos
de narradora podrían haberme beneficiado, no fueron suficientes.
Ellos se acostumbran y necesitan leer sus trabajos, regocijarse
de la respuesta del otro. Si el clima lo permite, nos trasladamos
al patio, cuando no, lo solucionamos de una manera clásica:
seis nenes se paran al frente -no de a uno, al menos al principio
los intimida, ya que no los alberga la calidez de la ronda- y van
leyendo. Usualmente realizan tres exposiciones, las analizamos,
comentamos y valoramos, para dar paso a los otros tres. Del hacer
van surgiendo los lectores especiales, que engalanan con su declamación
los textos y son requeridos para leer las obras. Es entonces cuando
los signos de puntuación se vuelven imprescindibles.
Por reseñar un ejemplo: uno de los nenes maniobra un vocabulario
portentoso que vuelca en argumentos que atrapan, obteniendo finales
que todos esperamos porque sabemos que va a sorprendernos. Esto
no era sencillo de descubrir puesto que no había podido dominar
el formato. La puntuación de la prosa narrativa, así
como su cohesión, no estaba al nivel de su imaginación
y su expresión oral. No le alcanzaba. El leer para otros
logró que acabara desterrando el "y... y... y..."
utilizado como punto o coma. Cuántas veces yo se lo dije,
qué "seño" anterior a mí no se lo
habrá destacado, no obstante fue su lectura a los otros,
a los otros partícipes atentos y escuchas, lo que lo ayudó
a conquistarlo y seguir avanzando continuamente.
La narrativa para los niños no es fácil de dominar,
como no lo es tampoco para los adultos. ¿Alguna vez intentaron
escribir un cuento? Realizar la experiencia -además del placer
que nutre por sí mismo- nos acercará a comprender
la visión de nuestros alumnos.
Los chicos saben muy bien la historia que quieren contar, pero
la atropellan y terminan sofocándola o enredándola
en repeticiones. Por eso, a veces, sienten el desamparo de los logros
de los primeros tiempos, cuando se iniciaban en la escritura y todos
eran alientos. A medida que avanzan en la escolaridad van sofocando
su magia.
El alumno al que antes me refería dio el puntapié
inicial con la poesía. Ese formato libre, innato, le -y nos-
permitió descubrirlo. Cómo disfrutábamos la
facilidad con que nos creaba imágenes y juegos de palabras.
La autoestima, el saber que sí podía enseñarnos
su magia, lo inició en el camino de la confianza.
Cuando se trata de la lectura de sus propias producciones, reciben
y esperan la crítica, una crítica que ayuda a la construcción.
Disfrutamos todos los detalles y también se encuentran los
errores. La corrección del texto resulta un hecho en el que
todos participamos. Actualmente las rondas de lecturas de las producciones
-conservan el nombre aunque podamos o no mantener la forma espacial-
son acompañadas por la valoración personal y por escrito
de un compañero que la deja sentada y firmada debajo del
texto. No deviene en un "muy bueno" o "me gustó";
lleva implícitos los recursos empleados, o las sugerencias
para mejorar. Es decir, refleja el trabajo oral que recibió
la obra.
Con el tiempo se acostumbran y no quieren entregar sus primeros
borradores: ellos saben que ningún escritor enseña
sus letras sin terminar. Igualmente, me regalan una frase o una
idea, un verso o una historia oral, y me permiten curiosear por
los bancos. Es hábito que yo detenga la clase, les pida permiso
para ver si puedo mostrarlo, y lo lea.
También escribimos los trabajos, los versos, los finales,
los recursos de los otros, señalando el autor. Y así
nos vamos llenando de maravillas, de comparaciones tan ingeniosas
como: "Era tan pálida que hasta los muertos la veían
pálida." Rescatar esa frase le llevó a su autor
a realizar un cuento "inquietante", calificativo que utilizó
una compañera: "'Seño', inquieta la imaginación,
es justo para leer en un sótano". Un nene que, hasta
ese momento, estaba en blanco y no se decidía a continuar.
Como dije, siempre "el otro" en ayuda.
Del aula al "gran público"
En septiembre de 2003 leyeron por primera vez en el XI Festival
Internacional de Poesía realizado en la ciudad de Rosario.
Durante el mes previo debieron elegir las poesías preferidas
y los lectores que iban a mostrarlas. Y, como a veces ocurre, no
declamó quien todos considerábamos era la favorita.
Su lectura es tan veloz que, para el ritmo de degustación
que requiere un poema, no resultaba lo más conveniente; más
adelante, su cadencia tan histriónica alcanzará el
grado de sazón adecuado.
El poeta Alberto Miyara nos había visitado y descubrió
cómo escribían. Le recitaban sus poesías de
memoria, le nombraban autores. Una de las nenas me hizo uno de los
mejores regalos de los que he disfrutado como escritora: declamó
una poesía mía, la única que yo les había
dado. La sabía del año anterior, le había gustado
y la memorizó. No resultó trabajada formalmente, es
más, no se me hubiese ocurrido que podía ser para
cuarto de EGB, pero ellos también son curiosos y querían
saber cómo yo escribía. Se las llevé para leer
y ellos quisieron copiarla.
Si reconozco que, como adulto, me alentó más ese
hecho irrefutable que verla publicada, ¿qué le sucede
a un niño escritor cuyos compañeros lo citan para
ser incluido en plena entrevista con un reconocido periodista del
periódico local?
ÁNGELES MANCHADOS
15 soles sucios
en la esquina
confundidos en edades
limpian cristales opacos
algunas manos vencidas
de solidaridades gastadas
asoman por las ventanillas
esparadrapos de metal
nimios e inútiles,
las heridas
de hambres y miserias
en golpes eternos
nunca sanan
gusanos corruptos, avariciosos e idiotas
han infestado la inocencia
de ángeles
¿quién pagará por
estas flores quemadas
que no fueron pimpollos?
No hay patios
No hay malvones
No hay risas
Y los ángeles están manchados.
Rita
No me sorprendí como debiera, porque ya desde la primera
estrofa se dieron cuenta a qué me refería de modo
metafórico. Una sola palabra se les resistió un poco:
"esparadrapos", pero percibieron su significado en función
del contexto y, luego, lo confirmaron con el diccionario.
Ese es otro punto interesante: les encantan las palabras. Alentamos
con verdadero placer cuando alguien nos regala una nueva. Es sorprendente
cómo los vocablos desconocidos abren su propio espacio creativo,
seguramente porque no están centradas en su aspecto normativo,
en donde la corrección es lo trascendente. Su valor escolarizado
muchas veces las repliega a la indiferencia.
Arte que respira
La poesía no es un formato a copiar, un: "Cambiemos
el final del cuento". He advertido que existen técnicas
que asoman los "Nocturnos" y sus "Nocturnitos",
provienen de acercarles a los alumnos poesías de poetas consagrados
para intentar que ellos las recreen. Ignoro la validez que pueda
ofrecer un beneficio tan cerrado en sí mismo más allá
de lograr que parezca que "escriben muy bien". No es ésa
mi propuesta; cuando los alumnos leen poesías propias o de
otros no lo hacen con el propósito de aprender a hacerlas
utilizando una plantilla de formato genérico, sino porque
necesitan y disfrutan el arte. Ellos precisan escribir textos nuevos,
suyos; repetir con modificaciones no es escribir, es ejercitarse.
Lo mismo ocurre cuando se les pide que copien un dibujo, resulta
innecesario que se señale que no es propio. Nosotras podemos
llegar a afirmar que alguien dibuja muy bien porque sus dibujos
son bonitos, en cambio los chicos son tajantes: es copiado. Debemos
diferenciar las acciones que especifican el uso de técnicas
de escritura de las que empleamos para sus producciones.
Cuando se le enseña el color marrón a un alumno,
las prácticas de la docente de plástica podrán
circular de acuerdo a su formación o capacidad, desde informarle
directamente cómo es, permitirle que experimente libremente
o articular una actividad que lo impulse a su descubrimiento, pero
en definitiva ella sabe que cualquiera de las opciones que realice
no tienen nada que ver con la expresión del arte -aunque
esto no impida que igual se produzca-, son sólo acciones
que se refieren a la técnica y la necesidad del conocimiento:
los colores amarillo, azul y rojo forman el marrón. De igual
manera acontece en matemática, desde que se abandonó
el problema tipo, las maestras nos vemos en aprietos para enseñarla,
al igual que sus alumnos en aprenderla. Quienes lo logran, aprenden
matemática, los que no, van subsanando con trucos mientras
lo van consiguiendo, como hacíamos nosotros cuando éramos
alumnos.
Lengua suele ser más generosa a la hora de elegir actividades
creativas, pero asimismo es asolada por chicos que terminan odiándola.
En nuestra constante búsqueda para evitarlo, se suelen alternar
ejercicios ortodoxos con ciertas pinceladas que parecen ser creativas
porque encierran dibujos o actitudes ingeniosas, para después,
al final, entusiasmadas por la misma motivación de los chicos
o por una idea genial de último momento que nos contaron,
se nos ocurrió o encontramos, les pedimos para sus producciones
que utilicen toda su imaginación. Allí los niños
optan por dejarse tentar por la premisa y terminan acosados por
las correcciones o intentando modelar un producto que satisfaga.
Del mismo modo, también solemos maravillarnos con propuestas
de libros que nos inundan de actividades creativas, que a la hora
de la producción escrita dejan asomar un desmadre inarticulado
que poco tenía que ver con nuestra intención. Evidentemente,
nuestra tarea deviene en nada simple, lograr el equilibrio para
que las herramientas que necesitan no sofoquen su arte.
Bibliografía
CEPAL-UNESCO: (1992): Educación y conocimiento: eje de la
transformación educativa con equidad. Santiago, Chile.
GARDELLINI, Rita (2004): "Alumnos lectores... alumnos escritores"
y su seño Los soles verdes. Provincia de Santa Fe. Publicado
en los talleres de la Cámara.
HEVIA, Ricardo (1992): "La educación y el desafío
de la modernidad", en Tablero, Bogotá.
IANNAMICO, Roberta; RIVERA, Iris, y SAGUIER, M.ª Alejandra
(1988): Los libros del caracol 3. Para jugar y escribir. Buenos
Aires, Estrada.
Poesías de los alumnos
A continuación, varias poesías que he conservado;
sería injusto señalar cuáles corresponden a
los que no eran "buenos en lengua", o sencillamente la
odiaban, porque la mayoría pertenecen a mis "soles verdes".
Es representativo observar que los "soles verdes" concluyen
opacando a los amarillos, estos terminan buscando en ellos mismos
su verde para no pasar desapercibidos.
Las producciones, entonces, no son presentadas exclusivamente desde
lo referencial, como abordaje desde su significativa calidad literaria,
varias razones acompañan su inclusión. Hubiera resultado
ilustrativo relatar la "pequeña historia" que acompaña
el proceso -anterior- de aprendizaje de cada una, pero esto las
habría llevado al forzoso anonimato de sus autores; paradójicamente,
si señalaba los logros personales palidecía su reconocimiento.
Sí indicaré a modo revelador que la mayoría
compone el grupo de los que inclusive llegaban a "odiar lengua"
y protestaban efusivamente si el texto superaba media página.
Como suele ocurrir, muchos soberbios trabajos han quedado en el
tiempo, especialmente los de los varones que, excepto por insistencia,
no suelen conservarlos.
Quinto año (10 años)
DESGARRO
Las lúgubres
y gélidas calles, bañadas
de hojas infieles
por abandonar sus árboles.
Los barrios desolados
de criaturas inocentes
se derrumban ante sus ojos.
Hierbas escarchadas
lloran gotas de hielo
que escurren de sus miradas
verdes.
Julieta Meyer
MONÓLOGO
Tengo una esperanza
en la garganta.
Sueño con ella,
juego con ella
pero transcurre
el tiempo
y tu puñal de soledad
atraviesa mi volar,
mi reir,
mi soñar.
Y lo único que puedo es...
estar sola con vos.
Lucía Soldo
|
CLAUSURADO... ESA PALABRA ESTÁ GRABADA EN LOS LABIOS
Una garganta
de nudos mudos
acordonada de penas secas
que brotan del corazón.
Un viento húmedo
en la mirada solitaria
y palabras en la borda
que no pueden escapar.
El alma oscura
grita en el fondo
queriendo que sus letras
sean dichas.
Abro las ventanas,
veo puro sol,
recuerdo tardes de invierno
y las cierro.
Mi rostro feliz
ya no engaña a nadie.
Olivia Kingsland
¿CÓMO TENDRÉ QUE HACER?
Cuando aquieta el amanecer
nunca lo puedo ver,
nunca lo puedo atrapar.
¿Cómo tendré que hacer
para que me libere esta ciudad?
¿Cortar los edificios para poder
cazar estrellas?
O tal vez...
cuando caiga la noche,
atraparla.
¿Le puedo hacer trampas?
Florencia Quevedo
|
Siento algo profundo,
real, pesado.
Una bandada de soledad
Detiene mi vuelo.
Carla Bisagni
Árboles que se mueven,
murciélagos que van y vienen.
Un viento con su aullido
hace mal a mis oídos.
Cindi Ferreira
¿Cómo harás?
Te nombro,
siento cosquilleos.
Te escribo,
siento que no existo
y me pregunto...
¿Cómo harás para ser libre?
Emilia Antonelli
EL VIENTO
Las bolsas con él se llenan,
se llenan con mi amigo.
Y él como muy tonto
todo regala y queda sin nada.
Por eso es transparente,
así que nadie lo ve.
Y eso le sirve de ayuda
cuando hace travesuras.
Si quieren pueden probar
dejando la puerta medio abierta,
verán que en pocos segundos
él entra.
Él siempre está conmigo,
nunca se aparta de mi lado
aunque el humor de mis días
esté nublado.
Miranda Lopez
|
Cuarto año (9 años)
ME ENCIERRAN, PERO YO GANO
Siento que los edificios
me roban nubes y estrellas
y no puedo salir a jugar con ellas.
También siento
que alguien
se ha robado
las luciérnagas de mi ciudad,
por eso
no puedo salir a cazarlas
y de linternas usarlas.
Pero yo le hago trampa
cuando voy al parque
a patinar, jugar
y ver a las aves más alto volar.
Mis papás también le hacían trampas
sumergiéndose
en el misterio de las casas abandonadas
y en las fantasías que creaban.
Ojalá existieran
túneles subterráneos
que guíen a los autos
por debajo de la tierra
y las calles queden
para las bicicletas
y niños que juegan.
Sofía Carnevale
|
SELVA DE CEMENTO
Odio vivir encerrada
en esta selva de cemento
los árboles son los edificios
y las fieras ladrones de sueños
los parques
son espejismos de lo que eran
y las calles gritan sin piedad
como los llantos de un bebé pidiendo comida
la paz fue vencida
y ahora todos son esclavos de sus impuestos
la gente ya no tiene tiempo de disfrutar la vida
porque este país no se los permite
detesto esta selva de cemento
que me encierra y me amenaza cada día más
quitándome mi alegría y mis ganas de vivir
la Argentina es una sombra de lo que fue
nuestros patriotas se han convertido en cerdos
revolcándose en nuestros sentimientos
por eso yo con dolor pienso
¿alguna vez cambiaremos?
Juliana García Cupe
|
GLACIARES ARGENTINOS
Empresario de hielos
puedo vivir en sus heladas agujas puedo ver sus águilas
mensajeras...
A veces Moreno,
tapa a su primo lago
con su helada boca.
Ayer, le regalé un par de patines
para tirarse de la montaña.
El glaciar Moreno me dijo
que necesitaba frío para sus pies,
me dio pena
y le regalé mi heladera.
Facundo Molina
PRINCESA DE LOS CORAZONES
Princesa de los corazones,
cada vez que te veo
apareces con un sombrero.
Princesa de los corazones,
tu corazón sonríe si estarías conmigo
Espero que cuando me veas
con la perra
no te pongas celosa,
no te asustes
que no está rabiosa.
Ahora su cara sonríe
como un bombón
espero que haya algo en tu corazón
como paz o amor.
Lucas Bonfis
|
Tercer año (8 años)
¿El sol está soñando?
Que lo mojen...
las gotas de cristal,
de su espejo el mar.
El sol está,
furioso, muy furioso
porque un pececito,
le sacó su bañito de luna.
¡¡Las nubes están muy contentas!!
porque vino el viento loco
y las llenó de locura.
Julia Lamas Ambrosini
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Segundo y tercer año
Estoy mojando
tus cartas, miles
de bellas lágrimas
y de color dulce.
Lucía Vitale
MI BUEN AMIGO
Lindo cachorro
¿por qué caminás tan lento...?
Sólo un rayito de luz
basta para prenderte.
Tomi, huye,
Tomi, huye,
que viene el sol
celoso de tus ojos.
Ramiro D'Acri
EL RECORRIDO DEL SOL
El sol muere
por los rayos
de pena
de la Luna.
El reflejo
del sol
es un destello
de luna.
El sol quiere jugar
en el mar
con sus amigas las nubes
y su amiga Lunerita.
Las olas, olas
traviesas, traviesas
llegan, llegan
a la arena, arena.
Julia Ditzel
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LUCIÉRNAGA
El sol es muy divertido
y tiene varios
amigos para jugar
por muchos siglos.
El sol está muy apenado
porque la Luna
no está en su lugar
y viene una luciérnaga
a ayudar.
Le da su lucecita
para que la Luna Lunerita
no se ponga mal.
¡El sol es muy divertido!
con sus lentes negros
y su malla a rayas...
En cambio, las nubes
son muy vergonzosas.
Cuando lloran
y se abrazan, ¡paf!
se larga a llover.
Ludmila Paula Castillo
GLIPTODONTE
¿Tortuga, por qué estás
en mi corazón?
Porque tú me encontraste
en el lugar equivocado.
¿Por qué eres herbívoro?
ups... me comí un insecto,
uy... no era un insecto,
es... es... ¡una avispa!
¿Y qué estaba haciendo?
Armando su nido.
¿Qué eres, una tortuga
o un gliptodonte?
Soy un gliptodonte nada más,
cayó la luna
y así fue como me convertí en tortuga.
Mauro Pacilio
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MI HERMANITA
Cuando está chinchuda
es una hermosura
y los ojos le brillan
como dos lunas.
Cuando nació
mi hermanita
justo empecé
a sentir celos
porque pensé
que a ella
la mimaban más
y a mí menos.
Siempre siento
que mi hermanita
es más linda que yo
porque le brillan
los ojos como dos lunas
pero mamá siempre dice
que las tres somos
unas hermosuras.
Brenda Alonso
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