Introducción
Hoy en día se nos habla a los profesores de atención a la diversidad, motivación, interculturalidad, orientación profesional, pero raras veces se habla del papel de las emociones en el aula y de sus consecuencias en el aprendizaje. Estos temas nos llegan a través de papeles que hay que rellenar, informes que hay que presentar, reuniones larguísimas, que no nos ayudan a mejorar nuestra práctica y que nos obligan a producir “literatura gris”,en lugar de concentrarnos en usar toda la paleta de colores y sonidos, para nuestro cometido más importante: dar clase.
Esta situación nos quita tiempo para pensar, reflexionar, tomarle el pulso a la realidad, reunirnos espontáneamente para crear y buscar soluciones para convivir en esta “maqueta” de la sociedad que es el aula. Aquí nos llegan todos los logros, crisis, frustraciones de cada niño o niña, de cada familia y sobre ese “piso de abajo” debemos construir el día a día. Se nos pide que eduquemos, que consolemos, que comprendamos, que orientemos, que nos comprometamos, que nos demos cuenta de todo, que transmitamos buenos valores, que seamos excelentes en todos los terrenos. ¿Qué más? Hay que ser como Mary Poppins: “prácticamente perfectos”.
Lo que está claro es que es más difícil trabajar en secundaria ahora que hace diez años. Existen conflictos, no es la situación ideal, pero hay burbujas de aire puro que se pueden respirar juntos. Una de ellas, para mí, es esta experiencia que me permitió ayudar a establecer un mayor diálogo entre los alumnos.
La música, y la enseñanza artística en general, no están demasiado reconocidas como disciplinas altamente educativas y formativas, y aún hoy siguen siendo “las Cenicientas” del currículo. A pesar de ello, muchos señores y señoras que deciden, saben que son áreas realmente importantes para el desarrollo de la expresión, de la imaginación, de la coordinación, de la socialización y de muchas otras que nosotros sabemos.
Lo único que puedo decir es que la juventud y la futura ciudadanía están perdiendo sensibilidad en todos los aspectos.
Exposición del tema
Idea generadora
La idea de este pequeño artículo dormía en mis registros de clase desde hace varios años. Me propuse conocer, reconocer ,compartir, “ponerles otra ropa” y revivir canciones que aportaban los alumnos y alumnas, que a partir de un momento, nos pertenecieron a todos los de la clase. Pensé en integrar en la clase lo que el alumno trae de casa, y como “cada casa es un mundo”, ahora más que nunca, ese gesto es necesario para vivir y convivir. Se habla de interculturalidad como el diálogo e intercambio entre personas que aportan sus diferencias individuales y culturales a las relaciones sociales.
"Si partimos de considerar que la vitalidad(de una cultura) puede medirse por su potencialidad de cambio y entendemos los subgrupos o minorías como objetivo a conocer, apreciar y salvaguardar esta diversidad, no por el aislamiento sino precisamente por la interrelación y el diálogo enriquecedor" (JULIANO, Dolores. Educación intercultural).
Tema con variaciones
Descripción de las actividades en el aula
Desde 1992 utilizo en mis clases una actividad introductoria al tema de música popular y tradicional. Esta actividad consiste en recoger, a través de grabaciones hechas por los alumnos durante el receso de fin de año, las canciones que todavía se recuerdan en la familia.
Me pareció una buena excusa para volver a sentarse en la cocina o en el salón, con la televisión apagada, y recordar esas canciones, olvidadas por el tipo de vida que llevamos en la actualidad.
El tema de música tradicional y popular se trabaja en 1° de ESO y para introducirlo hablamos de la vida de ahora, la de nuestros padres , la de nuestros abuelos y todavía la de más atrás. Luego, recordamos juegos tradicionales, canturreamos los que tienen música y comparamos los nombres del mismo juego en distintos sitios, las diferentes formas de cantar y de jugar.
Aquí surgen los juegos más básicos, los sorteos y recitados, como "Piedra, papel o tijera", que en árabe es (según lo que oigo) "Jasdra, huarka, mikas" y en ruso, (siempre desde mi oído) "Kàmeñ, bumága, noshnechí".
También hacen su aparición las canciones de fiestas del pueblo como “El pollo”, ”El pobre de mí” y “¡Qué aldragueras son las que miran por las ventanas!”.
Con esta pequeña preparación, se van los chicos y chicas con la tarea para las vacaciones de fin de año. Después del receso, el 80% del alumnado suele traer su ficha completa; algunos, también sus grabaciones; el 10% restante se suma en los días siguientes. Un 10% no lo trae nunca. Las excusas: "me olvido", "mi mamá no sabe ninguna canción", "me da vergüenza" y otras; al final, intento que hagan en clase la actividad, con mi ayuda.
He realizado esta actividad con alumnado de 12 y 13 años, que todavía parece no estar demasiado cohibido por el medio. Para la recogida de canciones presento a mis alumnos esta ficha.
La ficha para realizar la recogida
Escribe la canción más antigua y más querida que te cante un miembro
de tu familia
- Alumno/a:
- Nombre del informante (quién canta la canción):
- ¿Cuándo se cantaba?:
- ¿Quién se la enseñó?:
- Escribe el estribillo. Si está en otro idioma, resume el texto:
- Haz un dibujo que ilustre la canción:
- Si puedes, ¡grábala!
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Partí de la consigna de la antigüedad y significatividad de las músicas para las familias. No busqué "lo genuino" a nivel cultural, ni lo realmente antiguo, porque: ¿qué es antiguo para alguien de 35 años? Lo que me pareció más relevante fue buscar lo emocional, que al final, es lo que se suele transmitir. Es una forma más de intentar entender el mundo musical de “andar por casa”, fuera de toda postura y modas.
“Lo auténtico descansa en el espacio que existe entre la aspiración individual y la tradición cultural, en un mar en el que cada uno de nosotros navega y traza el curso de nuestra propia ‘Arca’ flotante” (SWANWICK , K.,1994).
También me parecieron interesantes las explicaciones. Aquí tenemos un ejemplo:
La justificación afectiva de la elección de una canción...
Una canción querida por los abuelos...
Fueron las madres las que más respondieron, además de algún abuelo. No me extrañó el hecho de que trajesen músicas como "Vamos a la cama, que hay que descansar”, porque esas músicas televisivas ahora forman parte del nuevo repertorio familiar y cumplen una función. Pensé que muchos abuelos y familias podrían no estar aquí por varios motivos, por lo que observo que en muchos casos, la transmisión de las culturas se encuentra en estos momentos en manos de gente más joven y de los medios de comunicación.
Algunas de las fichas de recogida tenían dibujos que ilustraban el texto de las canciones y en algunos casos, la traducción y la adaptación fonética de algún fragmento. Algunas veces, los alumnos traían las grabaciones de sus familias cantando juntas, acompañadas por instrumentos.
Me concentré en la música y en el texto leyendo entre líneas pude ver que las canciones no se eligen porque sí. Había canciones que relataban historias de amores, añoranzas, pérdidas, distancias, renuncias.
Un ejemplo que me conmovió fue el de una canción rumana que habla de un sacrificio personal, que dice:
Açi renunta la viatã si la mine
Açi renunta la tot pentru tine...
(“Voy a renunciar a mi vida y a mí,
voy a renunciar a todo para ti”...)
Una canción de Ecuador que habla del mismo tema:
Quiero comprarle a la vida
Cinco centavitos de felicidad
Quiero tener yo mi dicha
Pagando con sangre y con lágrimas...
Otras eran más festivas por el ritmo, pero con temas variados, como el caso de un chico que había tenido una boda en ese fin de semana y me cantó unas rumbitas que había escuchado de su padre y de su tío, acompañado por su primo a los bongós. Estos niños viven la música en su comunidad y me trajeron una grabación hecha en el teléfono móvil (paradojas de la postmodernidad), de sus respectivos padres tocando y cantando juntos.
¡Ay, Camarón, Camarón!
Desde que tú te marchaste ya no hay otro mejor
Se ha muerto el cante flamenco, llevo pena en el corazón.
En la isla de Baleares se me perdieron las alpargatas
Como no vaya a buscarlas, se va a liar una zaragata
En la isla de Baleares se me perdieron las alpargatas...
Vaya sorpresa que me he llevado contigo
No me lo esperaba, pero tengo que asumirlo
Da pena la idea de que ya no vives conmigo
Ale ale o, ale ale o,
ale ale ale se la llevó
ale ale ale se la llevó
ale ale ale se la llevó
Otras jocosas, ésta con un texto bastante machista, “que cobra el impuesto más caro a las feas”, era importante para el alumno, porque se trataba de una música que su bisabuelo cantaba.
Oigan un momento
pero no se alteren todos
los ayuntamientos han hecho
un impuesto sobre las mujeres...
Algunas que me sorprendieron por su antigüedad, como "la Serenita”
¡Mira, niña, qué bien canta la serenita del mar!
Madre, no es la serenita, ni tampoco el serenal
Es el hijo del rey Conde que por mí penando está...
Y "De colores se visten los campos", cantada por un niño de Ecuador. Esta música se quedó allí desde cuando los que emigraban eran los de aquí.
De colores se visten los campos en la primavera
de colores son los pajaritos que vienen de afuera
de colores es el “alco” iris que vemos salir
y por eso los muchos colores, los muchos colores
me gustan a mí.
Ese "muelle" disparador, de canciones cargadas de emociones, me hizo pensar en ese cúmulo de sentimientos encontrados, en los recuerdos, en las fotos de familia, en las rupturas, en la espera de una carta o de una llamada para los que están lejos, la sensación de "estar aquí pero allí", la transitoriedad, el miedo y la esperanza. Situaciones comunes en las historias familiares, sentimientos humanos e inevitablemente reales con los que se desayunan muchos de nuestros alumnos. Como dice Teresa Salgueiro, cantante de Madredeus, intentando explicar lo que es la “saudade” portuguesa:
”Es un sentimiento que se produce cuando estamos distantes de alguien o de algo que nos gusta. Por eso, por un lado, nos sentimos tristes, pero al mismo tiempo sentimos alegría por experimentar el sentimiento, ya que tenerlo constituye la prueba del amor que sentimos”.
Después de recoger las fichas, que este año fueron de cartulinas de colores tamaño A4, con fotos y datos sobre gustos personales, las ordené y encuaderné, reutilizando la idea del libro viajero de Educación Infantil. Este libro forma parte de los libros de la clase y suele ser muy apreciado y considerado como algo en el que todos se sienten representados.
Luego grabé las canciones, transcribiendo y arreglando las que me parecieron más adecuadas para utilizar en clase, porque son divertidas, porque tienen otros modos, otros ritmos, buenos textos, en fin, elementos nuevos para nosotros.
Aquí pongo tres como ejemplo. De algunas canciones he tomado un fragmento que me pareció más sencillo, en este caso, el estribillo “Que se la llevó”, por la pregunta y respuesta de melodía y percusión y por la posibilidad de acompañar la canción con una progresión fácil de acordes en la guitarra o en el teclado.
Cuando tocaron para la clase, después de practicar Juanjo, el “cantaor”, con la luz apagada por la vergüenza, Jon, el tocaor, me dijo que el bongó no sonaba bien y que iba a tocar sólo en el parche más tenso. Luego nos enseñaron a tocar las palmas, con su agudo y grave, mostrándonos una vez más que la forma en que aprenden los niños naturalmente, no es como nosotros pensamos.
De otra canción hice un pequeño arreglo para piano y voz, porque el niño que la cantó es estudiante de piano y puede tocarla mientras cantamos (“V lesú Rodilas Yolochka”).
La primera parte de la melodía recuerda un poco a la utilizada por Kodàly en su cuarteto de cuerdas. Es una canción rusa de Navidad, que habla de un pino que crece, según Alexis, “guapo y delgadito” en el bosque. Una aproximada adaptación a la fonética castellana:
V lesú rodilas yolochká
V lesú oná roslá
Simoi y letom stroinayá
Selyonayá bilá
Después de varios años he podido constatar que el repertorio de música tradicional es prácticamente desconocido para los niños que proceden de grandes ciudades, sin embargo, el alumnado que procede del medio rural, todavía lo conserva, como parte del “botiquín musical familiar”.
Este es el caso de los niños que provienen del medio rural en Marruecos. La mayor parte sabe cantar, bailar y tocar el pandero y la darbuka, con unos ritmos complicadísimos para nuestros oídos, sin embargo, ellos los hacen sin pestañear, sonriendo. Las niñas que asisten al centro rezan en casa, pero recuerdan esta canción de cuando iban a la mezquita en su país de origen.
sta canción habla de cuando el trigo está alto y no se atreven a hacer la traducción, porque me aseguran que es muy difícil y que tiene que hacerlo “alguien que sepa de verdad”.
Esta canción suele estar en la última página de los libros religiosos en los que se inicia a los jóvenes a la lectura. Es divertido ver a estas mismas chicas bailando el “Reggaetón” de “Don Omar”, rapero de Ecuador, con sus compañeras de clase y agregándoles a las coreografías algunos movimientos de la “Danza del vientre”.
Coda
A modo de conclusión
Pocas veces los profesores pensamos en lo importante que es la música para las personas, y en la fuerza que contienen los sonidos y las palabras. ¿Qué significa la música? ¿Cómo podemos sentirnos representados en una canción a través de las palabras de otro? Esa misma empatía es la que nos lleva a emocionarnos ante determinados tipos de música. Esa es la empatía que necesitamos para reabrir el canal de comunicación y reconocernos en las emociones del otro.
Sentirse representado por algo propio y compartido, como en este caso por una música que es importante para las familias y para los chicos, o por el hecho de “existir” en un libro que es de todos, puede parecer una nimiedad, pero creo que abre perspectivas de comunicación desde la música propia y no sólo desde “la música de lata”, a cuyos dictados todos acatamos.
Si ese tesoro musical afectivo “sale de una maleta”, cobra una importancia especial cuando se desembala, tiene el perfume del recuerdo y el de la añoranza.
Este diálogo a través de canciones del “botiquín afectivo musical de cada uno”, o a través de cualquier actividad de participación real, es un paso adelante en la mutua comprensión entre las personas y las culturas.
Bibliografía
JULIANO, Dolores (1993): Educación intercultural: escuela y minorías étnicas. Eudema Antropología. Horizontes. Editorial Eudema, Madrid, p. 96.
LÓPEZ BONO, Gabriela (2004): “¿Qué música te traigo?”, en La música educa. Revista Eufonía, n.º 30, Didáctica de la música. Editorial Graó, Barcelona, pp. 111 a 114.
NETTL, Bruno (1997):“La Etnomusicología y la enseñanza de la música del mundo”, en La transformación de la educación musical a las puertas del siglo XXI. Editorial Guadalupe, Buenos Aires, pp. 35-42.
SWANWICK, Keith (1997): “Autenticidad y realidad de la experiencia musical”, en La transformación de la educación musical a las puertas del siglo XXI. Editorial Guadalupe, Buenos Aires, pp. 141-157.
WEICH-SHAHAK, Susana (1994): “Proyecto de integración de la música popular dentro del marco escolar: las vivencias musicales de las tradiciones de los padres llevadas a la escuela”, en Música y Educación, Revista trimestral de Pedagogía Musical, año VII, 4, n.º 20. Editorial Musicalis, Madrid, pp. 19-34. |