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  Experiencias e Innovaciones (E+I)

Las tareas comunicativas en el aprendizaje de lenguas extranjeras: una alternativa para el
desarrollo de habilidades comunicativas

Orquídea Benítez Menéndez
Profesora del Departamento de Idiomas de la Universidad de Pinar del Río, Cuba

Número 42/5
25-04-07


El proceso de enseñanza-aprendizaje de lenguas extranjeras ha sido objeto de disímiles investigaciones a lo largo del tiempo. Los estudios acerca de cómo se enseñan y se aprenden las lenguas han ido progresando, cambiando de orientación en función de los diferentes estadíos del desarrollo científico intelectual y de las necesidades que exige el desarrollo social.

Las lenguas como fenómeno social evolucionan y se desarrollan. El inglés no solo ha evolucionado en relación con su extensión en el mundo, sino que como consecuencia, se han modificado los perfiles sociolinguísticos de quienes lo estudian, de quienes lo enseñan y por supuesto de quienes lo aprenden. En los inicios del tercer milenio, el desarrollo científico-tecnológico, la globalización como fenómeno social y el ingente desarrollo de las tecnologías de la comunicación han propiciado un contexto diferente para la enseñanza-aprendizaje de la lengua inglesa. En todos los procesos de enseñanza-aprendizaje se habla hoy en términos de eficiencia, lograr un aprendizaje eficiente de una lengua extranjera implica indudablemente la habilidad de utilizar la lengua que se aprende con fines comunicativos reales.

Dentro de la enseñanza comunicativa de lenguas, el enfoque basado en tareas ha venido a convertirse en el modo plausible de ejercitar en clases los procesos de comunicación.

La enseñanza mediante tareas surge en los años 80 del siglo XX como un intento de buscar la comunicación real en el aula. Este enfoque nace como una propuesta innovadora en el diseño de la en­señanza comunicativa de lenguas extranjeras y se centra en la forma de organizar, secuenciar y llevar a cabo las actividades de aprendizaje en el aula. La tarea comunicativa, a juicio de autores como Nunan, Breen y Candlin, implica resolver un problema o completar una laguna de información activando un proceso mental utilizando la lengua extranjera, y se considera que es a través de ese proceso que se adquiere la lengua en cuestión.

La tarea comunicativa constituye entonces la célula fundamental de un proceso de enseñanza- aprendizaje de lenguas cuyo objetivo final sea la competencia comunicativa. Las tareas comunicativas constituyen, además, una vía material de incorporación de la realidad a la clase, a la vez que favorecen el protagonismo del estudiante y le brindan la oportunidad de utilizar los conocimientos que posee, provenientes de otras materias o de la realidad circundante, para la solución, ya sea en el actuar personal o colectivo, de los retos que la tarea le impone a cada momento.

Haciendo una profunda revisión bibliográfica sobre el tema se puede concluir que el enfoque comunicativo en la enseñanza de lenguas es el que ha mostrado mayor aceptación, en los últimos años, entre los profesores e investigadores vinculados a esta área del saber. El enfoque basado en tareas nace como una propuesta innovadora en el diseño de la enseñanza comunicativa de lenguas. Constituye un intento de buscar la comunicación real en el aula para las personas que estudian una lengua extranjera y no tienen la posibilidad de utilizarla en situaciones auténticas.

. Uno de los primeros en argumentar la efectividad de las tareas como estímulo para el aprendizaje fue Allwright (1981) quien cuestionó la necesidad de la instrucción del lenguaje y enfatizó en la necesidad del uso real del lenguaje. Las premisas de este modelo se definieron en los trabajos de autores como: Long (1985, 1989), Kramsch (1984), Breen y Candlin (1984), Prabhu (1984), Long y Crookes (1989), Estaire y Zanón (1990), quienes transitaron por caminos ya recorridos por otros especialistas como Jonson (1979) y Allwright .El interés por las tareas dentro de la investigación psico-pedagógica se explica en tanto estas son mediadoras entre los fenómenos cognitivos y la interacción social, actuando como puente entre el ambiente y el proceso de información, lo que en términos de educación significa verlas como elementos condicionadores de la calidad de la enseñanza a través de la mediación del proceso de enseñanza- aprendizaje.

En el contexto de la enseñanza de lenguas la enseñanza mediante tareas representa una propuesta alternativa, ampliamente fundamentada por las investigaciones psicolingüísticas y pedagógicas además de constituir un intento contemporáneo de dar forma concreta a la filosofía que sustenta el enfoque comunicativo. El mayor impacto de la resolución de tareas, según autores como Nunan, con quien concuerda plenamente la autora de este trabajo, está centrado en el campo de la metodología, terreno en el cual ha venido a llenar un vacío existente, convirtiendo a las tareas en elementos centrales en la elaboración de programas..

La elaboración de una metodología de enseñanza basada en tareas que crean el contexto para una situación real de comunicación dotó al enfoque comunicativo de una forma plausible de lograr la competencia comunicativa de los estudiantes, ya que las tareas provocan en el alumno una necesidad de comunicarse y crear significados, condición esencial que le permite, mediante un proceso interior, adquirir la lengua.

El concepto de tarea pasó a ser tan relevante que ocupó un lugar central en la enseñanza de idiomas. En una acertada metáfora Nunan expresa que: “...la elaboración de programas se encarga de ele­gir nuestro destino de viaje, mientras que la metodología se encarga de determinar la ruta que tomaremos para alcanzarlo...” y agrega que “...la resolución de tareas desempeña un papel tan importante en la adquisición de lenguas que el camino se ha vuelto más importante que su destino”.

El concepto de tarea se sustenta en la idea de que la lengua no se internaliza a través de generalizaciones sobre su estructura, sino que se internaliza de manera inconsciente como resultado de un proceso interior, desencadenado al querer resolver una necesidad de comunicación y esta necesidad de comunicación es creada por la propia estructura de la tarea que el alumno debe resolver.

 En la literatura especializada es posible encontrar definiciones de tarea comunicativa elaboradas por diversos autores e investigadores.

El Longman Dictionary of Applied Linguistics señala que la tarea es una actividad o acción llevada a cabo como resultado de haber procesado o comprendido el lenguaje.

Breen (1987. p. 23) la define como “...cualquier iniciativa para el aprendizaje del lenguaje que esté estructurada, posea un objetivo concreto con su contenido respectivo, un procedimiento de trabajo ya especificado y una variedad de resultados para los que realizan la tarea.

Willis J. (1996) define a la tarea como una actividad “donde la lengua meta es usada por el estudiante con un propósito comunicativo con el objetivo de lograr un resultado”.

Por su parte Nunan (1989. p. 10) considera que es “...una unidad de trabajo en el aula que implique a los aprendices en la comprensión, manipulación , producción o interacción en la L2 mientras su atención se halla concentrada prioritariamente en el significado más que en la forma”.

Arroyo M. (1999) define a la tarea como una unidad de organización de la actividad docente que propicia el desarrollo de una serie de acciones cognitivas, de comunicación e interrelación personal, con la utilización de materiales lingüísticos y no lingüísticos con el objetivo de solucionar un problema real previamente establecido u obtener determinados resultados con la L2.

La autora de este artículo propone como definición de tarea la siguiente: es la célula básica de organización del proceso docente-educativo de lenguas extranjeras, que posee un objetivo, estructura y secuencia bien determinados, y cuyas dimensiones se corresponden con las cuatro áreas de competencia, estando diseñada para crear contextos de uso de la lengua que propicien ejercitar los procesos de comunicación y resolver problemas o completar un vacío de información utilizando la lengua extranjera que se aprende.

En la concepción de tarea comunicativa que proponemos, esta opera en las dimensiones que se infieren de la descripción hecha por Littlewood, citado por Rivera (2000). Estas dimensiones son:

  • Subsistema de manipulación de los componentes lingüísticos hasta el nivel de automatización que les permita expresar su mensaje flexible y espontáneamente (dimensión lingüística).
  • Subsistema de relación de los componentes lingüísticos con las funciones o intenciones que estas realizan en la comunicación (dimensión discursiva).
  • Subsistema de valoración de los componentes lingüísticos, funciones e intenciones comuni­cativas y patrones retóricos a fin de estar seguros de su significado social. Conlleva la habilidad de variar su propio lenguaje para servir a las diferentes circunstancias sociales (dimensión sociolingüística)
  • Subsistema de dirección a fin de usar las funciones comunicativas, patrones retóricos, el lenguaje en general para comunicar significados eficientemente en situaciones concretas con arreglo al objetivo que se persiga (dimensión estratégica)

Dentro de la tarea estas dimensiones pueden combinarse de diversas maneras, jerarquizándose unas a otras en dependencia del objetivo de la tarea. De este modo, la tarea puede adquirir un matiz lingüístico, discursivo, sociolingüístico o estratégico que la haga identificable y clasificable como tal, en tanto las dimensiones caracterizan las relaciones jerárquicas dentro de la tarea. No obstante, la dimensión estratégica, que constituye el “organismo de dirección”, subordinada a un objetivo comunicativo y/o de aprendizaje se revela entre todas las demás como el mecanismo de orientación, ejecución y control de la tarea en sí.

El objetivo de la tarea es lo que determina el desarrollo de esta. El objetivo es lo que queremos que los estudiantes logren con la realización de la tarea, por lo que todas las decisiones que se tomen para su realización, dependen de la decisión sobre el objetivo final de la tarea.

En opinión de la autora, tomando en cuenta los postulados de la teoría de la actividad de Leontiev, la secuencia de realización de la tarea debe constar de una fase de preparación, una de ejecución y una de control.

En la primera fase se prepara a los alumnos para la realización de la tarea. En ella se incluye:

  • Crear la motivación para la ejecución de la tarea y la familiarización con el tema.
  • Preparar a los alumnos en los contenidos lingüísticos necesarios, estableciendo los necesarios vínculos entre el material ya conocido, que es preciso activar para la ejecución de la tarea (feedback), y los nuevos conocimientos.

En esta fase los alumnos, a través de la auto-evaluación, descubren dónde tienen más carencias y reconocen las áreas que necesitan reforzar. Para suplir estas carencias el profesor debe suministrar los niveles de ayuda necesarios, en dependencia de las diferencias individuales de sus educandos.

En la fase de ejecución se lleva a cabo la elaboración del producto final. Durante esta fase se desarrollan principalmente actividades de comprensión, expresión o interacción. En esta fase la intervención del profesor será menor, y mayor la participación de los estudiantes, la que tendrá un carácter más espontáneo e independiente, hasta aproximarse cada vez más a las condiciones de uso real de la lengua. Durante esta fase la interacción dominante debe ser de alumno-alumno, propiciando el uso de la lengua extranjera en función de cubrir vacíos de información y resolver problemas reales.

En la fase de control, el alumno monitorea su propio aprendizaje, comprende hasta que grado logró o no el objetivo que se proponía con la realización de la tarea. En esta fase se debe propiciar que el alumno determine en qué áreas debe trabajar más, en cuáles debe profundizar, y de este modo dar lugar a nuevas actividades post-tarea, que promuevan el estudio independiente y la independencia cognoscitiva del estudiante.

En un enfoque basado en tareas, el alumno se centra en la resolución de la tarea y “se olvida” que está en la clase de lengua extranjera, por tanto aprende jugando, pensando y/o creando. El ingrediente fundamental de la tarea es la existencia de un proceso de razonamiento para resolverla. De este modo, esta metodología, a juicio de autores como Prabhu, Breen y Candlin, despierta en el alumno una actitud diferente frente a la adquisición de conocimientos. El enfoque mediante tareas lleva al estudiante a explorar y desarrollar estrategias propias, estimulando su creatividad y pensamiento lógico, lo que le será muy útil tanto para estudiar lenguas, como para enfrentar otros desafíos en la vida. Por otra parte, al constituir, en muchos casos, un desafío intelectual que deben enfrentar los estudiantes, las tareas contribuyen a elevar la motivación hacia el aprendizaje.

Las tareas deben ejercitar en clases los procesos de comunicación, incluyendo los contenidos necesarios para la comunicación misma.

Mediante el uso de las tareas es posible crear en las clases contextos de uso de la lengua que permitan:

  • Entender cuál es la relación entre las formas y las funciones lingüísticas.
  • Activar los procesos que permiten relacionar lo que decimos con lo que conocemos acerca del contexto particular de uso.
  • Entendernos con el interlocutor, en fin, comunicarnos.

Por otra parte es preciso señalar que la tarea debe mostrar procesos comunicativos reales, ser cooperativa y realizada en parejas o grupos. Investigadores sobre el tema, entre los que sobresalen Willis, Breen y Prabhu, coinciden en plantear que las tareas deben ser motivadoras e interesantes para los alumnos y próximas a su realidad.

Entre las características de las tareas sobresalen también que permiten evidenciar, a partir del análisis de los diversos pasos para su ejecución, los procesos de las situaciones de aprendizaje, facilitando así el tipo de ayuda precisa para que resulten significativos, favorecen el protagonismo del estudiante y facilitan la interdisciplinariedad al permitir incorporar los conocimientos de otras áreas.

Las tareas constituyen también una vía natural de incorporación de la realidad y consolidan la orientación comunicativa en la enseñanza de idiomas. Las tareas comunicativas (como opuestas a los ejercicios que se centran específicamente en la práctica descontextualizada de aspectos formales) pretenden implicar activamente a los alumnos en una comunicación significativa, son relevantes (aquí y ahora, en el contexto académico de aprendizaje), plantean una dificultad, pero son, a su vez, factibles (manipulando la tarea cuando sea preciso) y tienen resultados identificables. Las tareas comunicativas exigen que los alumnos comprendan, negocien y expresen significados con el fin de lograr un objetivo comunicativo.

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