Descripción del proceso.
La sociedad costarricense ha fijado como precepto desde hace más
de 130 años el procurar una educación gratuita, obligatoria
y costeada por el estado como eje central de su desarrollo y de
potenciar en los costarricenses sus capacidades de crecimiento y
desarrollo.
A finales de los 40s, se toma una decisión histórica
de tremenda trascendencia al eliminar el ejército y dedicar
los recursos a las áreas de mayor impacto social como educación,
salud, vivienda, comunicaciones, etc.
Durante años el estado costarricense pudo no solo aumentar
sus capacidades, medios, recursos e infraestructura para atender
este precepto sino que aumento la calidad de sus servicios y tanto
la escuela primaria y secundaria, como la educación universitaria
jugaron un papel determinante en los avances en desarrollo humano
y social alcanzados en la reducción de las brechas sociales
y en procurar espacios de interacción y homogenización
de clases sociales como parte del modelo de democracia existente.
La década pasada coloca a nuestra sociedad frente a grandes
cambios y transformaciones, por un lado los procesos de ajuste estructural
y reducción del estado, la dinámica demográfica
que muestra un crecimiento acelerado de la población, la
presión por una redefinición de los parámetros
de calidad de la educación y la perdida de poder adquisitivo.
Es un hecho sociológico que, efectivamente, la educación
en la sociedad costarricense ha jugado como factor determinante
en los procesos de movilización social y es claro también
que la expansión y cobertura de la educación primaria
y secundaria a lo largo del territorio nacional ha permitido favorecer
a varias generaciones.
El fenómeno más reciente es que asistimos, en los
últimos años, a un alto deterioro de la educación
y muy en especial de la educación primaria y muy fuertemente
de la educación secundaria, al grado de que el informe del
estado de la nación indica sobre "El reto nacional de
superación de la pobreza" que, atender el problema de
la baja cobertura de la educación secundaria es, sin lugar
a dudas, una forma de atender a largo plazo un problema estructural,
que explica entre otros, la persistencia de la pobreza en el país.
En la ciudad de Cartago a finales de la década de los 80
este fenómeno comenzó a reventar en términos
de falta de cupo en los colegios oficiales, que no daban abasto
con la demanda estudiantil, y por otro lado la incapacidad estatal
de continuar abriendo nuevos colegios dadas la crisis fiscal y las
restricciones para ampliar el estado y su sector publico.
Comienzan a emerger escuelas y colegios privados que "aprovechan"
la necesidad emergente para establecerse y funcionar. El tema es
que este modelo comienza también a plantearse, no solo ofrecer
la oferta limitada de la educación publica sino trascenderla,
en especial alrededor de dos bastiones, la enseñanza "bilingüe"
y la enseñanza de la "computación",
que buscan preparar a los jóvenes, y quizás a los
jóvenes con mayores ventajas económicas y culturales,
para los cambios que acechan nuestro desarrollo. Sin duda el modelo
privado ve en esto un claro y altamente rentable negocio, en el
marco de la gestión privada de un servicio público.
En este panorama surge en Cartago un colegio de secundaria, el
Colegio Jorge Volio Jiménez, apadrinado por una fundación
humanista, la fundación José de San Martín,
que diseña una propuesta de educación secundaria alternativa,
atractiva, de alta calidad académica, que forjara un estudiante
con alto espíritu científico y critico.
La propia dinámica del proceso fue involucrando activamente
a los padres y madres en la gestación y construcción
del mismo y los coloca ante el disyuntiva de afirmarse como una
alternativa de colegio público, lo cual requería del
debido reconocimiento y padrinazgo político, o desarrollarse
como un modelo privado, clásicamente hablando.
Lo interesante es que en ese momento emerge como alternativa un
modelo de gestión empresarial basado en el modelo cooperativo,
centrado en los padres y madres de familia, donde el soporte de
económico se fuese desarrollando en el marco cooperativo,
y el desarrollo académico fuera basado en el modelo y requisitos
del colegio publico pero enriquecido y fortalecido con la formas
de gestionar una propuestas innovadora y alternativa.
El modelo cooperativo de servicios educativos, donde el proyecto
central es el colegio de secundaria, se ha venido desarrollando
y ya alcanza 10 años el colegio y 8 años la cooperativa,
con instalaciones adecuadas, en terrenos del colegio universitario
de Cartago, bajo convenio de usufructo, una estabilidad financiera
importante que permite reinvertir los recursos en el fortalecimiento
programático y de infraestructura.
Hoy día se ha revisado críticamente el modelo educativo
y pedagógico, se ha iniciado un fortalecimiento en los docentes,
y en los programas, de la interdisciplinariedad, del enfoque cooperativo,
en especial en cultivar formas de aprendizaje cooperativas y de
cultivar la cultura cooperativa en los estudiantes, que en su bagaje
sean portadores de aportar formas de gestión empresarial
cooperativa, desde la diversidad de profesiones y oficios en los
que les toque desempeñarse en el futuro.
En síntesis el surgimiento y consolidación de una
cooperativa de padres y madres de familia que son dueñas
del colegio, donde cada padre o madre que matricule un hijo o hija
en el colegio tiene la opción de ser miembro de la cooperativa
y participar activamente en la gestión administrativa, académica
y política del modelo.
Hoy cuenta con 400 asociados, (47% mujeres), más de 350
estudiantes y se han graduado 4 generaciones estando el 100% de
ellas en las universidades o habiéndose graduado.
Tres características importantes, que son parte de la identidad,
por un lado, la ausencia de examen de admisión, lo que lo
diferencia de la mayor parte de los privados que por esta vía
descreman la calidad del ingreso a 7º año, un fuerte
programa de cultivo y estímulo de actividades artísticas
y culturales y una propuesta de acompañamiento especial para
estudiantes con adecuación curricular.
1. Los procesos de movilización de capital social.
El hecho de que cerca de 400 personas, mujeres y hombres, estén
involucrados en la gestión empresarial de un colegio de secundaria,
bajo un modelo de colaboración y trabajo voluntario, expresa,
siguiendo a Pérez Salgado y B Klisberg, una forma de participación
ciudadana en la gestión publica de la educación y
representa el embrión de una forma de movilización
y de intervenir efectivamente en la gestión de las políticas
publicas.
Este modelo embrionario en Costa Rica, es en otros países
de un peso altamente significativo en la educación, como
es el caso de España.
Embrionario porque concretiza la gestación de un estado
deseable adaptado a la realidad actual y con capacidad de negociación
y regulación.
Es también otro ejemplo de lo planteado por V. Gálvez,
en el sentido de fenómenos importantes de gestión
ciudadana que ocurre antes de la conciencia plena del mismo, y ejemplifica
la posición de aceptación y colaboración de
los actores, pero dando un tremendo salto cualitativo al dejar de
ser clientes o beneficiarios para asumirse como actores protagonistas,
como socios gestores.
Es un paso de colaboración y contribución ciudadana
en forma sistemática, organizada, activa, voluntaria y sin
fines de lucro, tendiente a contribuir con el estado en la tarea
de brindar educación secundaria.
Sabemos que en muchas comunidades y distritos las escuelas publicas
operan con grandes dificultades y carencias y que las condiciones
académicas de sus profesores tienden a ser restringidas y
poco aprovechadas, pero cuentan con el enorme potencial de los padres
y madres de familia que podrían asumir un rol mas determinante
en la gestión como socios y gestores.
El hecho de que, en el marco de COOPEJOVO, sea desde la asamblea
de asociados y desde los comités y consejo de administración,
donde se perfila y define el modelo educativo y pedagógico,
desde donde se gestionan los mecanismos y recursos técnico
logísticos y donde se cultiva un enfoque de formación
ciudadana, hace que a la luz de la teoría asistamos a un
modelo que en la escalera de la participación, planteada
por S. Anstein, ocupa los tres niveles mas altos de asociación,
poder delegado y control ciudadano.
El tema desafiante en el crecimiento nuestro es, cómo hacer,
internamente, que esa gestión cooperativa, sea efectivamente
de una múltiple y variada participación de los asociados
y asociadas, cuando la cultura que nos rodea es de rehuir a las
responsabilidades.
Por eso es que un elemento como la cultura colaborativa y de trabajo
voluntario, de rendición de cuentas es esencial en estos
modelos.
Examinemos con cuidado los tres grandes criterios de asociación,
poder delegado y control ciudadano.
Esta claro que el modelo asociativo, en este caso cooperativo,
sumado a la asociatividad, dentro del conjunto de instituciones
privadas, ha permitido negociar y obtener el reconocimiento oficial
del Ministerio de Educación Pública con respecto al
funcionamiento y programas aprobados, con lo que se asegura una
contribución a la política pública dentro de
sus orientaciones y exigencias, sin quedarse en ese nivel, sino
complementando o trascendiendo y elevando los niveles de calidad
con que se atienden esas orientaciones.
Es claro también que al cultivar la cultura cooperativa
en los estudiantes se contribuye y contribuiría significativamente
a formar ciudadanos y ciudadanas preparados para ser actores y gestores
de formas asociativas y de asumir delegación de poder y control
ciudadano.
En cuanto a poder delegado, es claro que esta negociación
ciudadana, con el sector público, para ofertar con éxito
educación secundaria ha resultado en un plan particular de
enseñanza reconocido oficialmente.
Ahora bien el tema es, cómo los resultados muestran y satisfacen
a los padres y madres y cómo satisfacen al Estado y sobretodo
a los estudiantes, donde la evidencia mayor es que de las 5 generaciones
egresadas el 98% están en universidades publicas o han terminado
su educación universitaria con éxito.
Sobre el control ciudadano como criterio y retomando lo planteado
por S. Anstein acerca de la "demanda de escuelas controladas
por la comunidad", este modelo de participación publica
que significa COOPEJOVO, muestra que en más de 8 años,
el intento efectivo ha superado la retórica.
Obviamente esto es un embrión de clase media, pero esta
gestando las bases de un modelo que se ha vuelto altamente atractivo,
para el sector de economía social, para regiones y zonas
del país donde emerge como esperanzador.
Para el movimiento cooperativo nacional este esfuerzo, existente
en otros dos casos, uno en Limón y otro en Heredia, emerge
como una gran oportunidad de incidencia en la política pública
y en una forma de contribuir a la transformación de nuestro
modelo democrático electoral en un modelo de democracia participativa
y autogestionaria.
Lecciones preliminares sobre el avance general del proceso.
Estos primeros años son apenas de incubamiento del modelo
y de gestación experimental de los componentes que requiere
desarrollar un esfuerzo como este, pero comienza a invertir en generar,
la base sistémica de conocimiento acerca de cómo generar
y desarrollar esfuerzos de este tipo.
Son múltiples las demandas desde otras comunidades y desde
la misma opinión pública por conseguir acompañamiento
y asesoramiento en desarrollar o establecer cooperativas de este
tipo en otras partes del país.
Estamos a las puertas de un posible congreso sobre cooperativas
de educación, incentivado por los diferentes organismos de
integración cooperativa, donde se pueden debatir y construir
mejor los pasos siguientes y potenciar capacidades para multiplicar
procesos.
Este proceso parece confirmar lo planteado por R. Guimaraes en
"El Leviatán Acorralado", acerca de que la participación
pública es y será el ingrediente clave para asegurar
la calidad y sustentabilidad de los proyectos de desarrollo y para
la reconformación del estado venidero, dado los efectos e
impactos sobre la gobernabilidad.
Evidentemente prepara y gesta desde abajo condiciones y capacidades
para que podamos orientar y cargar de contenidos, efectivamente
democratizantes, los procesos de descentralización.
Finalmente, este proceso busca vencer el centralismo cultural,
enunciado en el texto de capital social de la CEPAL y mediante la
forja de nuestra juventud con una base cultural cooperativa y por
tanto, capaz de reactivar y potenciar el enorme peso que tendrá
ese capital social en la gestación del desarrollo futuro.
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