El evolucionismo social, los problemasde la raza y la educación en Colombia, primera mitad del siglo XX: El cuerpo en las estrategias eugenésicas de línea dura y de línea blanda

Autores/as

  • Andrés Klaus Runge Peña Universidad de Antioquia, Colombia.
  • Diego Alejandro Muñoz Gaviria Universidad de Antioquia, Colombia.

DOI:

https://doi.org/10.35362/rie390808

Palabras clave:

cuerpo, Colombia, sociobiología, fenotipos, eugenesia

Resumen

Este artículo trata sobre los denominados autores de la degeneración de la raza en Colombia. En él se muestra cómo se produjo la apropiación que estos intelectuales colombianos hicieron de las ideas evolucionistas y del progreso surgidas de la sociobiología especulativa durante la primera mitad del siglo XX, que tenía un carácter eugenésico tanto en su versión dura como mejoramiento de la raza nativa por los fenotipos europeos a través de la inmigración de extranjeros, como en su versión blanda -como mejora de las condiciones socioculturales de las poblaciones, en gran parte a través de la educación. Además, se señala cómo, para el caso específico colombiano, y a partir de los discursos de estos intelectuales, el cuerpo se convirtió en un punto estratégico de las orientaciones eugenésicas mencionadas. Aquí el papel del cuerpo resulta ser, a la vez, el de una entidad biológica y el de una entidad simbólico-cultural. De ahí que la medicina y las propuestas eugenésicas ligadas a ella pasasen rápidamente del marco de "lo corporal" al campo de "lo social, lo cultural, lo ético, lo político", infiriendo profundamente en este último.

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Biografía del autor/a

Andrés Klaus Runge Peña, Universidad de Antioquia, Colombia.

Profesor de la Universidad de Antioquia y coordinador del grupo de investigación sobre Formación y Antropología Pedagógica e Histórica.

Diego Alejandro Muñoz Gaviria, Universidad de Antioquia, Colombia.

Docente investigador de la Universidad de Antioquia y miembro del grupo de investigación sobre Formación y Antropología Pedagógica e Histórica.

Citas

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Notas:
1 Este trabajo es uno de los resultados de la investigación «El concepto de cuerpo en las escuelas normales de Antioquia entre 1920 y 1940: moral católica y moral biológica»,financiada por el CODI de la Universidad de Antioquia, Colombia.
2 Según Herrera (1999, pp. 70 y ss.), los principales intelectuales que se preocuparon y se ocuparon de una educación –activa– durante la primera mitad del siglo pasado, se pueden ubicar en dos grupos, a saber: los de orientación psicológica y los de orientación sociológica. Los primeros, a su vez, se dividen en aquellos que propusieron una educación laica, como Agustín Nieto Caballero y Gabriel Anzola Gómez, y los que se ubicaron dentro de una psicología católica, como Miguel Jiménez López y Rafael Bernal Jiménez. Por su parte, dentro de la orientación sociológica, cabe mencionar a José Francisco Socarrás, Luis López de Mesa, Germán Arciniegas, Darío Echandía y Gerardo Molina. Frente a este grupo de pensadores están los defensores convencidos de la pedagogía católica, dentro de los que se cuentan Félix Restrepo Mejía y Eduardo Ospina.

3 La perfectibilidad (perfectibilité) es un concepto acuñado por Rousseau para designar la capacidad y la posibilidad humana de perfeccionarse. La perfectibilidad en Rousseau no está determinada de un modo positivo, por lo que, en ese sentido, no es ni teleológica –desde el punto de vista aristotélico–, ni normativa –en el sentido de la doctrina de la imago Dei–. Como resultado, la perfectibilidad puede llevar al ser humano tanto a la perfección como a la depravación. Gracias a la capacidad inherente de poder perfeccionarse, el ser humano se sale entonces de la creación, de un «desarrollo natural»,y empieza a hacer de sí mismo su propia historia.

4 Resulta interesante mencionar aquí que las ideas de intervención y de expropiación por cuestiones de raza y de atraso ya estaban en boca de Rafael Uribe Uribe. En un artículo titulado «El derecho de expropiación sobre las razas incompetentes»,Uribe Uribe, comentando algunas apreciaciones del capitán estadounidense Alfredo Mahan, se hacía la pregunta sobre si los colombianos tenían o no los rasgos distintivos de las razas incompetentes, lo que justificaría, a la luz de las apreciaciones del estadounidense en cuestión, la inevitable intervención y expropiación por parte de los «más fuertes y desarrollados». Se sostenía que, para merecer un territorio, no bastaba con estar en él, sino que había que exigir a sus pobladores, además –según el autor comentado–, «capacidad para el progreso» y «supervivencia por la organización» (Uribe Uribe, 1955, pp. 143-144). Con un tono amenazante, escribía entonces Uribe Uribe: «Óigase bien: indios de América, egipcios en África, árabes en Asia, turcos en Europa, en una palabra, todos los incompetentes de raza y de sistema, están obligados, por interés superior de la civilización, a ceder su territorio (evicción) o a aceptar un control político o económico (subalternización)» (Uribe Uribe, 1955, p. 147). La «supremacía por la energía» y el «derecho justificado por la competencia», ideas propias de las naciones que iban a la vanguardia y que eran radicalmente darwinianas, según Uribe Uribe, aparecían ante sus ojos como incontrovertibles, pero, por otra parte, como una voz de alerta y como una llamada a la acción. También esa idea la sostenía López de Mesa, para quien «la moral, la conducta de los hombres, está regida por esta ley de ‘jerarquización’; lo más fuerte, individual o colectivamente, dará la norma» (López de Mesa, 1926, p. 217).

5 Díaz Soler, 2001, pp. 143 y ss., 2005; Laclau, 2005.

6 En la terminología de Foucault, podríamos hablar aquí de una «biopolítica de la población» y de una «anatomopolítica de los cuerpos»; de un «poder político» y de un «poder pastoral» (Foucault, 1992, pp. 250 y ss.). Es decir, según lo primero, los cuerpos de los individuos del sector popular entran en un proceso de modelamiento y de individualización homogeneizante, a través de ciertas instituciones disciplinarias como por ejemplo la escuela, con el propósito, de acuerdo con el segundo concepto, de mantener regulada y sana a esa población (cuerpo múltiple), con miras, sobre todo, a una mano de obra y a una producción más eficientes. Como dice Foucault, «en resumen: tenemos una tecnología de adiestramiento opuesta a una tecnología de seguridad, una tecnología disciplinaria que se distingue de una tecnología aseguradora y reguladora; una tecnología que es, en ambos casos, una tecnología del cuerpo, pero en uno es una tecnología en la que el cuerpo es individualizado como organismo, dotado de capacidades, y, en el otro, es una tecnología en la que los cuerpos son reubicados en procesos biológicos de conjunto» (Foucault, 1992, p. 258).

7 Así, «conviene vincular el acontecer histórico colombiano con la cultura universal para disponer de un patrón de medida que autorice su calificación, o sea, ayuntarle un término de referencia, aunque somero, que la gradúe en su vario devenir» (López de Mesa, 1970b, p. 55). Como se puede notar, junto a la homogeneización del tiempo en nombre de un progreso universal, se homogeneiza también la formación humana en nombre de «la» cultura, es decir, en nombre de «aquella espiritualidad excelsa que abarca el arte, las buenas maneras y la filosofía, aquella depuración del espíritu que busca las tesis trascendentales de la vida y las emociones sublimadas, que mira a los fines remotos con mirada sibilina y que crea valores ideales para la lucha humana» (López de Mesa, 1917,p. 227).

8 La minoría de edad y el estado infantil no sólo se tienen para las etapas evolutivas del sujeto en términos de niñez y de adolescencia, sino que, además, se refieren a consideraciones geopolíticas y raciales según las cuales nuestro país, por ejemplo, era considerado como una nación menor de edad, comparada con las sociedades avanzadas, y, por ello, susceptible de ser intervenida y/o «ayudada» por esas sociedades mayores de edad (como es lógico, con ideas como ésta se legitimaba a su manera el intervencionismo). Así, tanto la condición de minoría de edad (niñez y adolescencia) de los sujetos individuales, de las etnias (indígenas, afros, mestizos) como de las sociedades infantes, llevaba a la conformación de temporalidades y de espacios panoptizados, en donde los que están inmersos se convierten en objetos de intervención y de vigilancia, es decir, en objetos de una gestión controlada de sus vidas, que, aún hoy, se pueden ver como un poder funcionando en el ámbito social contemporáneo (actualmente estas formas de infantilización se pueden ver funcionando cuando entran en relación, v. gr., los discursos ecológicos y ambientalistas con la situación de las comunidades indígenas). Acerca de la idea de sociedad en condición de minoría de edad o de infante, ver Spengler, 2002, pp. 45-90.

9 López de Mesa decía, por ejemplo, que había que crear «un ideal de raza. Enseñar al pueblo que tiene una misión histórica que cumplir; que cada acto de su vida tiene que armonizarse con otros actos hacia algo superior [...], que cada pueblo, realmente histórico, está formando día por día la conciencia humana universal [...]. Que el pueblo es una cultura o al menos un ideal, y no mera porción de raza o parcela de territorio» (López de Mesa, 1926, p. 178).

10 «Del mismo modo que los ideales positivos se concretan en utopías soñadas y en prohombres representativos, los ideales negativos dibujan pesadillas insoportables, incluidas personas o grupos representantes del mal. Los marginados por la sociedad [...] no son seres al margen de la historia, aunque estén marginados, sino que forman parte fundamental de esta interpretación sin la cual la sociedad no podría funcionar. Son pilares básicos de la convivencia, elementos que sitúan las fronteras de la permisividad, de la barbarie, del caos; por tanto, básicos a la hora de delinear el mapa de la civilización» (Parceval, 1995, p. 21).

11 Recordemos que el tema de la eugenesia ha estado asociado, a través de la historia, a la pretensión humana de «mejorar» las disposiciones y las condiciones primordiales, que, a nivel biológico y cultural, operan como dotaciones básicas del ser humano, y gracias a las cuales se inicia la humanogénesis y se orienta hacia un determinado ideal de perfección. La eugenesia se basa en los aportes de la genética humana, y en las posturas del determinismo racial y del darwinismo social. Desde parámetros darwinistas y spencerianos, la eugenesia le sobrepone a una selección natural una selección artificial. El término «eugenesia» ( eugenes = bien nacido, de buena raza) designa entonces un espacio de indagación en el que se aplican los conocimientos sobre la genética humana a las diferentes poblaciones, con el propósito de «mejorarlas». El concepto de «eugenesia» fue utilizado por primera vez en 1883 por el antropólogo británico Francis Galton (1822-1911), pariente de Charles Darwin. Para Galton, la eugenesia era una ciencia cuyo propósito fundamental era el de optimizar las disposiciones heredadas consideradas positivas y valiosas mediante un buen «cultivo» o «crianza». El fin último de la eugenesia es el «mejoramiento» a largo plazo de las disposiciones naturales de la población, favoreciendo, por un lado, la reproducción, el mantenimiento y el mejoramiento de los «saludables», y, por otro, impidiendo la reproducción de los «enfermos» y de los menos aptos a base de medidas sociopolíticas que van desde la prohibición del matrimonio (reproducción) entre impedidos físicos y mentales hasta su esterilización, e incluso hastasu eliminación (eutanasia), como sucedió en el transcurso del régimen nazi. En Colombia, durante 1920, y como se verá más adelante, se consideraron muy seriamente la educación y la inmigración como estrategias eugenésicas para la población degenerada.

12 Saldarriaga Vélez habla en esta época de una «matriz de formación de lo social», conformada por «los saberes médicos, biológicos, psicológicos y experimentales,que veían lo social como el ámbito de los movimientos poblacionales, las relaciones entre organismo y medio ambiente, la influencia del clima, la herencia y la raza; su modo de intervención partía de la experimentación médica sobre grupos marginales, el examen y los tests psicobiológicos [...] reconocible claramente durante las dos primeras décadas del siglo XX, época de auge de las campañas antialcohólicas, higienizadoras y eugenésicas, de introducción de los restaurantes escolares y de la medición antropométrica, etapa cuyo momento cumbre fue la llamada Polémica sobre la Degeneración de la Raza en 1918» (Saldarriaga Vélez, 2000, pp. 334-335).

13 El trasfondo de los problemas sobre la degeneración y la posible regeneración de la raza está inscrito en las teorías racistas sobre la civilización que se originaron durante la segunda mitad del siglo XIX. El principal precursor y representante de estas teorías fue el francés Joseph Arthur Gobineau, quien, en su escrito Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas, se preocupó por la «evolución» (nacimiento, esplendor, decadencia y muerte) de las civilizaciones. Este autor fue uno de los que propuso que las mezclas raciales eran una forma muy importante de elevar el nivel cultural y biológico de cualquier raza, apreciación que fue retomada en nuestro país durante la primera mitad del siglo XX. Según el punto de vista de este autor, la degeneración de las razas se encuentra asociada a ciertas mezclas de sangre no adecuadas. De allí la relación estrecha que se plantea entre raza, racismo, eugenesia y progreso, en donde la raza puede aparecer como factor de atraso y de decadencia. En Colombia, el problema de la «degeneración» de la raza estuvo en boca de muchos pensadores, políticos e intelectuales de la época, y fue incluso tratado en el Congreso. Eso sirvió para que viera la luz la Ley 114 de 1922 sobre inmigración. Con esta ley se exhortaba al mejoramiento de las condiciones raciales (étnicas, culturales, sociales), tanto en un sentido físico como moral, mediante la promoción de la inmigración de individuos y de familias que tuvieran las características que se requerían –que las elites y el poder hegemónico requerían– para el eventual mejoramiento de la raza nacional. De acuerdo con esto, quedaba también prohibida la entrada de otros individuos y de otros grupos, que, por sus condiciones étnicas, orgánicas y/o sociales, fueran considerados como un «problema» para el posible mejoramiento de la «raza colombiana», y, por tanto, para el progreso de nuestro país. Eso significó, dentro de la misma lógica, una mirada discriminatoria y excluyente hacia ciertos grupos de la propia sociedad (afros, indígenas y el pueblo en general).

14 Desde la biología es necesario citar a Darwin, quien en sus textos utilizaba la palabra «progreso» para enunciar procesos que hoy bien se podrían denominar como evolución o como desarrollo. Del mismo modo, se podría considerar que en Spencer también existe esa mirada sociológica con respecto a una evolución social. Así, el siglo XIX tiene una fuerte relación con la idea de progreso a través de lo que se denominó «evolución social» y «evolución biológica», o, como lo planteó Comte, «ley del progreso» (Comte, 1995).

15 Escobar, 1998.

16 Aquí hay que tener en cuenta, tal como plantea Nisbet (1991), que la idea de progreso se encuentra en una relación muy estrecha con la existencia, desde el punto de vista histórico, de determinados grupos raciales –étnicos–, a quienes los difusores de un pensamiento racista consideran como fundamentales para el adelanto y la mejora de la civilización.

17 El evolucionismo social se erigió así como uno de los saberes fundamentales de las ciencias sociales, que tuvo gran circulación durante la época, y que, para el caso concreto colombiano, permitió, gracias a la apropiación de que fue objeto, la fundamentación conceptual e ideológica de los llamados pensadores de la degeneración de la raza.

18 Un aspecto de la «ideología» del racismo es el de que difunde ciertas visiones e imaginarios que ayudan a que las desigualdades sociales se «naturalicen». Para una revisión actual del concepto de «ideología» véase •i•ek, 2004.

19 En esta misma línea temática se pueden consultar, entre otros, los trabajos de Herrera (2001) y de Chinchilla (2001).

20 Sáenz, Saldarriaga y Ospina, 1997, p. 19.

21 La idea de progreso, propia de la época moderna en cuanto a sugestión o a representación colectiva para la explicación del devenir histórico, es situada, incluso desde el mismo Comte, con una carga de cierta obligatoriedad para todo pensamiento que se considere positivo; de ahí que, a pesar de las diferencias existentes entre el padre de la sociología y el iniciador del evolucionismo social, este último consiga entender el progreso social desde la fusión entre los postulados de la ciencia social y la ciencia biológica, en el punto convergente de la ley de la evolución. «En sus primeros principios, Spencer se propone fundar la ley general de la evolución sobre los axiomas de la persistencia de la fuerza, de la indestructibilidad de la materia y de la continuidad del movimiento. La transformación de la fuerza y de la materia por su movimiento llevan a la evolución, en la cual la materia se integra, el movimiento se dispersa y se diferencia, en tanto que las fuerzas establecen equilibrios variados. El proceso de evolución puede caracterizarse así como el pasaje de una homogeneidad incoherente a una heterogeneidad coherente» (Gurvitch,1970, p. 188).

22 Timasheff, 1977, pp. 58-59.

23 Uno de los capítulos de Principios de sociología se titula, precisamente, «La sociedad es un organismo».

24 Argumentos y categorías que posteriormente fueron adoptados por las teorías de sistemas.

25 De acuerdo con los planteamientos de Darwin, la evolución actúa sobre los seres vegetales y animales en términos de su eficacia reproductiva y de su capacidad de supervivencia. Según la primera verdad de la evolución referida al crecimiento exponencial, los seres vivos tienden a reproducirse cada vez en ritmos de aumento proporcional. Y no hay excepción a la regla, sostiene Darwin. Todo ser vivo se multiplica de una manera natural por un factor tan elevado, que, si no se le destruyera, la tierra no tardaría en quedar poblada por la progenie. La segunda ley de la evolución es la variación, según la cual, y a pesar del carácter constante de las especies, los individuos que pertenecen a ellas pasan constantemente por pequeñas variaciones. El tercer punto es la herencia. Todo ser viviente tiende a mantener, es decir, a heredar los rasgos de sus progenitores. La teoría de la evolución de Darwin plantea entonces que las especies son proclives a crecer hasta acercarse a los límites de sus recursos. En esa lucha por la existencia, tienen mayores posibilidades de subsistir los individuos más fuertes y con mayor capacidad de adaptación al medio. La descendencia de estos propende a heredar los rasgos favorables y a perpetuarlos en las generaciones siguientes. De allí que, como consecuencia lógica, los individuos menos adaptados y débiles no tengan las mismas probabilidades de sobrevivir y se inclinen a desaparecer. Así, a grandes rasgos, en estos procesos se mantienen o se fortalecen unos aspectos y se eliminan otros, transformándose o evolucionando de tal modo las especies (Darwin, 1993).

26 Durkheim, 1985.

27 Representado por autores como el inglés Walter Bagehot (1826-1877), quien en su texto Física y política (1872) propone como rasgo fundamental de la evolución la lucha de grupos, y la variabilidad como idea de progreso; por Ludwig Gumplowicz (1838-1909), quien, en sus libros Raza y Estado (1875) y Lucha de razas (1883), plantea que la evolución social y cultural es el resultado de la lucha de grupos o de la supervivencia del más fuerte. Para el austríaco Gustav Ratzenhofer (1842-1904), tal y como sostiene en su libro Naturaleza y fin de la política (1893), las tareas de la sociología son descubrir las tendencias fundamentales de la evolución social, y las condiciones de bienestar de los seres humanos. Para este autor, la sociedad se dirige por intereses, que son la expresión de una necesidad a través de la cual se produce una percepción de su inevitabilidad, siendo ésta innata o instintiva. En cuanto al norteamericano Albion W. Small (1854-1926), los intereses son los móviles más simples que pueden descubrirse en la conducta de los seres humanos, tal y como sostiene en su trabajo Sociología general (1913). La vida misma es el proceso de desarrollo, de adaptación y de satisfacción de intereses. Por su parte, William Graham Summer (1840-1910), en su escrito La ciencia de la sociedad (1872), sostiene que la ley fundamental es la evolución, proceso espontáneo, unilineal e irreversible, que no puede ser modificado por el esfuerzo social. Para dicho autor, la evolución es impulsada hacia adelante gracias a la lucha por la existencia. Se trata de un combate que enfrenta al hombre con la naturaleza y con los demás hombres, sin que nadie pueda ser culpado por las penalidades que unos individuos puedan imponer a otros.

28 Para el evolucionismo psicológico, la mente humana, con su capacidad para deliberar y para elegir, no es, pues, un factor de la evolución; en realidad, su interferencia con la evolución más bien es dañina. Al mediar el decenio de los años 80 del siglo XIX surgió una nueva rama del evolucionismo, que, contrariamente a la teoría de Spencer, atribuyó a la mentalidad humana un papel importante en la evolución. Sus fundadores fueron los sociólogos Lester F. Ward (1841-1913) y Franklin H. Giddings (1855-1931).

29 El evolucionismo económico de Achille Loria (1857-1953) sustenta la tesis de que la disminución gradual de la tierra libre (tierra de la que aún no se ha apropiado nadie), es el factor básico del desarrollo evolutivo social.

30 Aquí se trata del evolucionismo tecnológico de Thorstein Veblen (1857-1929), en el que la evolución social es esencialmente un proceso de adaptación mental de los individuos bajo la presión de circunstancias en las que ya no se toleran los hábitos formados con anterioridad.

31 El evolucionismo demográfico, desarrollado por Adolphe Coste (1842-1901), plantea que un solo factor determina la evolución de la sociedad: la creciente densidad de la población reflejada en los tipos de aglomeraciones humanas.

32 Spencer, 1984.

33 Chiappe, 1983, p. 9.

34 Weber, 1994.

35 Timasheff, 1977, p. 59.

36 Jiménez López, 1948.

37 Un aspecto ejemplar en intervención pedagógica fue la experiencia realizada en el departamento de Boyacá de 1925 a 1930. Liderada por Rafael Bernal Jiménez, sobrino de Miguel Jiménez López, y para ese entonces Director de Instrucción Pública de esa circunscripción política y administrativa, la reforma educativa estaba encaminada hacia una serie de mejoras de y mediante la educación. Dentro de sus pretensiones fundamentales, se encontraban la de combatir los problemas de pobreza material y espiritual, y la de la debilidad física de los alumnos. En eso un punto muy importante lo marcó la higiene escolar, y, junto con ella, el establecimiento de los restaurantes y de los médicos escolares (Helg, 1987, pp. 122 y ss.). En un «mensaje al magisterio nacional», Bernal Jiménez esboza los temas del programa que habrán de ser tratados para mejorar la educación y para dignificar la labor del maestro. En el tercer lugar de la agenda aparecen «la escuela y la nacionalidad», y, como parte también de él, está el numeral acerca de «la escuela colombiana frente a los problemas de la raza, del medio físico peculiar y de la edad histórica de nuestra nacionalidad». En cuarto lugar figura «el problema de la higiene y de la vigorización de la raza». Como primer punto por tratar dentro de esta temática está el de la «escuela defensiva». Preguntas planteadas aquí son: «¿Qué debe hacer la escuela para la vigorización de la raza?», «¿cómo podría desarrollarse una intensa campaña a favor del aseo popular y del mejoramiento de las condiciones higiénicas de las masas: la alimentación, el vestido, las costumbres?». Como segundo punto por tratar dentro de esta temática estaría «la colaboración del médico en la acción educativa y defensiva de la escuela», y, como tercero y como cuarto puntos de esta temática se encuentran «Educación y campañas antialcohólicas» y «Educación física» (Bernal Jiménez, 1949, pp. 64, 65 y 66; y 181 y ss.; y Sáenz, Saldarriaga y Ospina,1997).

38 Noguera, 2003, p. 25.

39 Recientemente, Peter Sloterdijk, en su libro Regeln für den Menschenpark. Ein Antwortschreiben zu Heideggers Brief (1999), revivió polémicamente el debate sobre los aspectos eugenésicos implícitos o que están detrás del Humanismo. Humanizarse fue adentrarse en las letras, crear una sociedad literaria selecta, que hoy en día se ha vuelto cuestionable en su procedimiento de formación erudita y escolástica, pero cuya pretensión sigue estando viva como «desalvajizamiento» y domesticación del hombre por medios artificiales, es decir, antropotécnicos o eugenésicos.

40 Recordemos que Lamarck (1744-1829) adjudicaba a los organismos un instinto o un impulso hacia el perfeccionamiento, que siempre tendía hacia la consolidación de estructuras cada vez más complejas. La evolución, en este caso, se da como realización de las exigencias de adaptación al entorno. Los comportamientos adaptativos actúan entonces como condicionantes del cambio corporal y orgánico de los seres.

41 Jiménez López, 1920, p. 37.

42 La cursiva es nuestra.

43 Como forma de contrarrestar y de neutralizar las taras de nuestras razas y de detener el proceso de moralidad decreciente, Jiménez López hizo la propuesta de fomentar la inmigración con miras al mestizaje. Así, «el más deseable para regenerar nuestra población es un producto que reúna, en lo posible, estas condiciones: raza blanca, talla y peso un poco superiores al término medio entre nosotros; dolicocéfalo; de proporciones corporales armónicas; que en él domine un ángulo facial de ochenta y dos grados, aproximadamente; de facciones proporcionadas para neutralizar nuestras tendencias al prognatismo y al excesivo desarrollo de los huesos maxilares; temperamento sanguíneonervioso, que es especialmente apto para habitar las alturas y las localidades tórridas; de reconocidas dotes prácticas; metódico para las diferentes actividades; apto en trabajos manuales; de un gran desarrollo en su poder voluntario; poco emotivo; poco refinado; de viejos hábitos de trabajo; templado en sus arranques, por una larga disciplina de gobierno y de moral; raza en la que el hogar y la institución de la familia conserven una organización sólida y respetada; apta y fuerte para la agricultura; sobria, económica y sufrida, y constante en sus empresas» (Jiménez López, 1920, pp. 38-39).

44 Jiménez López, 1920a, p. 44.

45 Este es uno de los puntos más problemáticos de las teorías sobre el determinismo racial y sobre la degeneración, pues proceden en nombre de un «origen primitivo puro», que es tan difícil de sustentar como muchas de las mismas afirmaciones estereotipadas sobre los grupos considerados decadentes.

46 Jiménez López, 1920, p. 26.

47 Jiménez López, 1916, p. 9; 1917; 1917a.

48 El concepto de «educación física», en Jiménez López, tiene un doble sentido,a saber: uno general y otro que él denomina «escolar» (Jiménez López, 1928, p. 234). «La educación física, en su sentido más general, abarca todos aquellos conocimientos y cuidados que tienen como fin el total y perfecto desarrollo orgánico. Así es que debe comprender, desde los principios de la puericultura antes del nacimiento y aun antes de la procreación, hasta las reglas para la adquisición de las destrezas manuales y sensoriales más elevadas. En ella tiene cabida [...] todo lo que dice relación con el alimento [...], con los preceptos que la Higiene dicta [...], con el aseo personal y con las reglas profilácticas contra las enfermedades comunes en la infancia y en la juventud» (Jiménez López, 1928, p. 233). En su sentido amplio, la educación física abarcaría –para este autor– todo lo concerniente a la puericultura, a las manualidades, a la educación sensorial, a la dietética, a la higiene y el cuidado de la salud, a la educación muscular, a los deportes, a los ejercicios y actividades musculares ordenadas. Frente a este concepto amplio, dicho autor propone el de una educación física en sentido escolar, que tiene como preocupación «el buen desarrollo de los músculos y del esqueleto» (Jiménez López, 1928, p. 234), y que se basa fundamentalmente en el ejercicio.

49 Para López de Mesa, «abrir una brecha infinita entre funciones vitales y espíritu, es prejuzgar reconocido el límite en donde las unas acaban y empieza el otro, contra la experiencia conturbadora, que nos está diciendo lo inextricable de este fenómeno» (López de Mesa, 1970, p. 131).

50 En la Civilización contemporánea, los coqueteos de López de Mesa con apreciaciones de corte eugenésico se hacen evidentes, cuando dice, por ejemplo: «Un cultivo de la familia, no sólo en su educación social, sino, también, en su vigor genético, es aceptable y conveniente; puede aun autorizar una vigilancia del Estado en cuanto a la salud de los cónyuges y el divorcio, cuando ocurra el disimulo engañoso de graves perturbaciones que hagan posible una nueva generación enferma» (López de Mesa, 1926, p. 110).

51 «Su democracia puede hacerle descuidar la prudente vigilancia de su constitución racial, y no atender a la inmigración como problema étnico y cultural, pues no debemos olvidar que las grandes civilizaciones son el producto de fusión de dos razas que se compenetran y fecundan en un medio propicio» (López de Mesa, 1926, p. 192).

52 «También es un error llamar democracia al socialismo o al sovietismo. Es un abuso de etimologías y una mentira institucional. La corriente que engloba estas tendencias más o menos desordenadas pudiera llamarse sencillamente biocracia, el gobierno de la vida, el derecho a vivir, y a vivir lo mejor posible, que invocan las masas del proletariado universal. No es el derecho del trabajo contra el capital, no es el derecho del trabajador a su ganancia, sustancialmente es el grito de la vida que quiere vivir. Es la afirmación de la existencia en su conservación, en su recreo, en su procreación y en su perfeccionamiento» (López de Mesa, 1926, pp. 146-147).

53 «El otro elemento de producción de esta desidia es el hábito: la carencia de una disciplina adecuada y de lo que hoy llamamos en lenguaje deportivo un ‘entrenamiento’,constituye fuente principal de nuestra dejadez y pereza de iniciativa» (López de Mesa,1970a, p. 20).

54 «Así como la existencia de los individuos sólo se justifica por el ejercicio de una función socialmente útil, la de las naciones está esencialmente condicionada por el cumplimiento de alguna misión cultural. La posición meramente vegetativa de individuos y de pueblos es hoy inadmisible en la angustiosa estrechez de los recursos vitales de que dispone el mundo. Ha llegado la hora de imponernos ciertas normas de economía en la generación del hombre, que no sean las de atiborrar el planeta de seres inútiles, de millares de millones de organismos ociosos o estorbosos para la augusta génesis del espíritu» (López de Mesa, 1949, p. 125).

55 López de Mesa, 2000, p. 52.

56 Castro, 1915, 1915a. En la recopilación Los problemas de la raza en Colombia no hay escritos de dicho autor, pero se puede decir que estuvo al tanto de estos asuntos, según sus vínculos y sus artículos en la revista Cultura.

57 Bejarano, 1920.

58 Noguera, 2003, p. 26.

59 La estructuración epigenética se refiere al hecho de que los seres humanos no se encuentran insoslayablemente determinados ni por su propio desarrollo natural ni por su origen metafísico o religioso, sino por sus propias prácticas. Es decir, que los individuos tienen que determinarse a sí mismos mediante su interacción con el mundo, transformándose a sí mismos y transformando ese mundo.

60 Noguera, 2003, p. 237.

61 Noguera, 2003, p. 123.

Cómo citar

Runge Peña, A. K., & Muñoz Gaviria, D. A. (2005). El evolucionismo social, los problemasde la raza y la educación en Colombia, primera mitad del siglo XX: El cuerpo en las estrategias eugenésicas de línea dura y de línea blanda. Revista Iberoamericana De Educación, 39, 127–168. https://doi.org/10.35362/rie390808

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2005-09-01

Número

Sección

Artículos del monográfico