Educación, desarrollo y equidad social

Autores/as

  • Manuel de Puelles Benítez Catedrático de Política de la Educación de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) de España.
  • José Ignacio Torreblanca Payá Juan March de Estudios e Investigaciones de Madrid (España).

DOI:

https://doi.org/10.35362/rie901180

Palabras clave:

educación, desarrollo, equidad social

Resumen

La necesidad de reorientar las prioridades del desarrollo desde una exclusiva optimización del crecimiento económico hacia objetivos sociales más amplios como la erradicación de la pobreza y una mejor distribución de la renta es hoy sumamente reconocida». Michael P. Todaro, 1985.

Se ha dicho recientemente que sería difícil encontrar a alguien que en el mundo actual negara la importancia de la educación para la salud económica de cualquier país2. Sin embargo, detrás de este aparente consenso, existen múltiples problemas de no fácil solución, tales como: ¿cuánta educación se necesita de cara al desarrollo económico? ¿quiénes deben recibirla? ¿cuánto se ha de invertir? ¿debe darse preferencia a la educación primaria o, por el contrario, los esfuerzos deben centrarse en la secundaria? ¿no es la educación superior un requisito inexcusable para el cambio tecnológico? ¿cómo conciliar todas estas demandas? ¿cuánto invertir en ellas? Como veremos a lo largo de este trabajo, tales cuestiones no son sino el resultado de la complejidad que alberga el binomio desarrollo-educación.

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Citas

Notas:

(1) Este trabajo es el resultado de la reelaboración y ampliación del documento que, encargado por la OEI para concretar el estado de la cuestión, se presentó a la V Conferencia Iberoamericana de Educación, celebrada en Buenos Aires en el mes de septiembre de 1995.

(2) Bailey, Th. y Eicher, Th., «Educación, cambio tecnológico y crecimiento económico», La educación. Revista interamericana de desarrollo educativo, nº 119, III, 1994, pp. 461-479.

(3) Utilizamos el término crecimiento como sinónimo de incremento del nivel de renta, la palabra industrialización como aumento de la participación del sector industrial en la renta nacional y la voz desarrollo como crecimiento sostenido de la renta unido a un cambio estructural.

(4) Los principales autores de la idea de la convergencia progresiva entre centro y periferia fueron Pearson y Rostow. Véase Gilpin, R., The Political Economy of International Relations, Princeton, Princeton University Press, 1987.

(5) Véase la obra clásica de Lewis, A., Teoría del Desarrollo Económico, México, Fondo de Cultura Económica, 1958 (la obra original, The Theory of Economic Growth, es de 1955). Véase también el libro no menos clásico de Rostow, W., The Stages of Economic Growth, London, Cambridge University Press, 1960 (hay traducción española, Las etapas del crecimiento económico: un manifiesto no comunista, México, Fondo de Cultura Económica, 1973).

(6) La UNISDRI -United Nations Research Institute on Social Development- definió dieciséis indicadores del desarrollo, entre los que incluyó aspectos como la esperanza de vida, el consumo de proteínas, las tasas de escolarización, las condiciones de la vivienda, el acceso a luz eléctrica, agua y gas, así como a la productividad agraria. Véase Todaro, M. P., Economic Development in the Third World, New York, Longman, 1985 (hay traducción española, El desarrollo económico del Tercer Mundo, Madrid, Alianza Universidad, 1988).

(7) Por ejemplo el ICFV -Índice de Calidad Física de Vida- que califica a los países según la posición relativa que ocupan en atención a tres variables: esperanza de vida, mortalidad infantil y grado de alfabetización. Véase Todaro, op. cit.

(8) Se trata de tener en cuenta la propia situación de estos países, que va desde el subdesarrollo hasta la marginación, pasando por la realidad del desarrollo dependiente. Véase Gilpin, op. cit., pp. 288-290.

(9) Véase Todaro, op. cit., pp. 85-88.

(10) Por ejemplo, las comisiones económicas regionales como CEPA, CEPALO, CEPE o CEPAL, y nuevas agencias especializadas como UNCTAD.

(11) Véase la obra de Krasner, Structural Conflict: The Third World Against Global Liberalism, Berkeley, University of California Press, 1985.

(12) Esta nueva demanda, que tendría su base en la Asamblea de la UNCTAD de 1964, sería asumida en 1970 por el Grupo de los 77 de la ONU. Véase al respecto el libro de Ramón Tamames, Estructura Económica Internacional , Madrid, Alianza, 1988, pp. 181-184.

(13) Se argumentaba, concretamente en el caso de América Latina, que los mayores períodos de crecimiento se habían dado en épocas de segregación respecto de la situación económica del Norte (gran depresión del 29 y segunda guerra mundial), sobre la base de una «industrialización sustitutiva de importaciones» (ISI).

(14) Para una crítica frontal, véase Martín Seco, J. F., La farsa neoliberal. Refutación de los liberales que se creen libertarios, Madrid, Temas de hoy, 1995, passim. Desde la perspectiva de América Latina, véase Castañeda, J. G., La utopía desarmada, Barcelona, Ariel, 1995, especialmente los capítulos XIII y XIV.

(15) Growth with Equity Industrializing Countries (GEIC’s).

(16) Fundamentalmente mediante un círculo virtuoso de exportaciones, de inversión extranjera, de incrementos constantes de productividad, de flexibilidad y de proteccionismo selectivo.

(17) Fajnzylber, F., «Las Economías Neoindustriales en el Sistema Centro-Periferia de los Ochenta», Pensamiento Iberoamericano, nº 11, pp. 125-129.

(18) Gilpin, op., cit., p. 290.

(19) Solow, R. M., «Technical Change and the Aggregate Production Function», Review of Economics and Statistics , v. XXXIX, 3, 1957.

(20) Partiendo de una tasa de crecimiento medio del 3,39% anual, Aukrust asignó un 0,46% al capital físico, un 1,12% al trabajo y un 1,81% a la «organización». Véase Aukrust, O., «Investment and Economic Growth», Productivity Measurement Review , 1959.

(21) Schultz, Th. W., «Education and Economic Growth», en Henry N. (ed.), Social Forces Influencing American Education , Chicago, 1961.

(22) Bowman M. J. y Anderson, C. A., «Concerning the Role of Education in Development», en Geertz, C. (comp.), Old Societies and New States , Glencoe, The Free Press, 1963.

(23) Casi veinte años después, en 1982, Sandberg llegaría a la misma conclusión. La diferencia con Bowman y Anderson radica en que Sandberg estudió las relaciones entre educación y desarrollo en unos cuantos países europeos desde 1850 a 1970. Véase Sandberg, L. G., «Ignorance, Poverty and Economic Backwardness in the Early Stages of European Industrialization: Variations on Alexander Gerschenkron’s Grand Theme», Journal of European Economic History, 11, 1982 (hay traducción española en Núñez C. E. y Tortella G. (eds.), La Maldición Divina. Ignorancia y Atraso Económico en Perspectiva Histórica, Madrid, Alianza Universidad, 1993, pp. 61-88).

(24) Denison, E. F., Why Growth Rates Differ: Post-War Experience in Nine Western Countries, Washington, D. C., The Brookings Institution, 1967. Véase también su obra Accounting for Slower Economic Growth: The United States in the 1970s, Washington, D. C., The Brookings Institution, 1979.

(25) Una exposición estrictamente económica de los diversos enfoques sobre las relaciones entre la educación, el capital humano y el crecimiento económico puede hallarse en Vaizey, J., Economía Política de la Educación, Madrid, Santillana, 1976, capítulos II y III (la versión original, The Political Economy of Education, es de 1972).

(26) Hicks, N., «Is There a Trade-off between Growth and Basic Needs?», Finance and Development, 17 (2), 1980.

(27) En este trabajo se revelaba también una relación importante entre alfabetización y baja fertilidad, preanunciando uno de los grandes temas de la década de los 90: el de la relación entre la educación de la mujer y el descenso de las tasas de la natalidad, mejora de la nutrición e impulso a la enseñanza primaria. Véase Wheeler, D., Human Resource, Development and Economic Growth in Developing Countries: A Simultaneous Model , Washington, D. C., World Bank, 1980.

(28) Bowman, M. J., «Education and Economic Growth: an Overview», en King, T. (comp.), Education and Income: A Background Study for World Development Report, 1980, Washington, D. C., World Bank, 1980.

(29) Blaug, M., «Where Are We Now in the Economics of Education?», Economics of Education Review, 4, 1985.

(30) Inkeles, A. y Holsinger, D. B. (comps.), Education and Individual Modernity in Developing Countries, Leiden, Brill, 1974.

(31) Graff, H., The Legacies of Literacy, Bloomington, Indiana University Press, 1987.

(32) No entramos ahora en la polémica, que todavía subsiste, sobre si la revolución industrial se inició en Inglaterra porque, como ha señalado Nicholas, tenía unos niveles relativamente elevados de alfabetización, o si, como ha indicado Hobsbawm, la primera industrialización inglesa no exigió grandes conocimientos académicos, bastando las destrezas técnicas adquiridas en el propio espacio fabril, tesis muy en la dirección de la teoría moderna de aprender-haciendo (learning by doing), pero que olvida que la educación básica también influye sobre la efectividad del aprender-haciendo.

(33) Tortella, G. y Núñez, C. E., «Educación, capital humano y desarrollo: una perspectiva histórica», en Núñez, C. E. y Tortella, G. (eds.), La Maldición Divina..., op. cit.

(34) Cipolla, C., Literacy and Economic Development in the West, Baltimore, Penguin Books, 1969 (hay traducción española: Educación y desarrollo en Occidente , Barcelona, Ariel, 1970).

(35) World Bank, World Development Report 1900, Washington, D. C., 1990.

(36) Todaro, M.P., op. cit.

(37) Forojalla, S. B., Educational Planning and Development, London, Macmillan Press, 1993. Obsérvese que, aunque los problemas subrayados son propios de estos países, varios de ellos afectan también, en mayor o menor grado, a los países desarrollados.

(38) Peasle, A., «Elementary Education as a Pre-requisite for Economic Growth», American Economic Review, vol. 75, nª 5, 1985. Citado en Hallak, J., Invertir en el Futuro. Definir las Prioridades Educacionales en el Mundo en Desarrollo , Madrid-París, Tecnos-UNESCO, 1991, p. 57.

(39) Un estudio empírico del diferencial sexual aplicado a España puede hallarse en el documentado trabajo de Núñez, C., E., La Fuente de la Riqueza. Educación y Desarrollo Económico en la España Contemporánea , Madrid, Alianza Universidad, 1992, especialmente pp. 174-189.

(40) CEPAL, Educación y Conocimiento: Eje de la Transformación Productiva con Equidad, Santiago de Chile, 1992, pp. 157-169.

(41) Drucker, P. F., Las Nuevas Realidades: en el Estado y la Política, en la Economía y los Negocios, en la Sociedad y en la Imagen del Mundo, Buenos Aires, Sudamericana, 1990.

(42) CEPAL, op. cit., pp. 104-106.

(43) Naisbitt J. y Aburdene P., Megatendencias 2000, Bogotá, Norma, 1990.

(44) CEPAL, Equidad y Transformación Productiva con Equidad: un Enfoque Integrado, Santiago de Chile, 1992.

(45) Gorz, A., Métamorphose du Travail, Paris, Galilée, 1988.

(46) Bayley Th. y Eicher, Th., op. cit., a quienes seguimos en este punto.

(47) España fue un clásico ejemplo negativo en el pasado. Como ha demostrado Clara E. Núñez en su obra ya citada, La riqueza de las naciones, la sobreestimación en el siglo XIX de las enseñanzas secundaria y terciaria, en detrimento de la primaria, fue una de las causas importantes del retraso económico español y de su incorporación tardía a la revolución industrial.

(48) V Conferencia Iberoamericana de Educación, Declaración de Buenos Aires, Argentina, Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), 1995, pp. 2-3.

Cómo citar

de Puelles Benítez, M., & Torreblanca Payá, J. I. (1995). Educación, desarrollo y equidad social. Revista Iberoamericana De Educación, 9, 165–189. https://doi.org/10.35362/rie901180

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Publicado

1995-09-01

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