Estado y educación en Europa y los Estados Unidos: situación actual y tendencias de futuro
DOI:
https://doi.org/10.35362/rie101242Keywords:
Estado, educación, Estados Unidos, Europa, políticas educativasAbstract
Describe el autor cómo la quiebra del Estado del Bienestar supone una ruptura del modelo educativo caracterizado porque el Estado se encarga de la provisión y control de la educación para todos los ciudadanos. El nuevo contexto, marcado por una crisis de dos tipos: económica y coyuntural y estructural o de ajuste de los sistemas educativos, exige una serie de transformaciones. Entre ellas se destacan la descentralización y redistribución del control estatal y la participación de la comunidad y los agentes sociales en su gestión. Señala también las posibles tendencias de futuro, marcadas por una búsqueda de eficiencia basada en la evaluación externa del sistema, tanto en lo referente a sus resultados o productos como en los medios para lograrlo. Entre esas tendencias se encuentra la privatización, entendida no tanto como un intento de traspasar al sector privado las responsabilidades educativas, sino como de acercar al sector público los beneficios de una gestión privada más eficiente.
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(1) Conviene anotar aquí tres de las obras más significativas al respecto, especialmente en cuanto se refiere al papel del Estado: Fritz K. Ringer, Education and Society in Modern Europe (Bloomington & London: Indiana University Press 1979), Margaret S. Archer, Social Origins of Educational Systems (London: Sage, 1979) y Carlo M. Cipolla, Educación y desarrollo en Occidente (Barcelona: Ariel, 1983).
(2) En 1717 el rey Federico Guillermo I, sin duda influido por el pietismo, dió un impulso sin parangón en otros países a la enseñanza pública con un Decreto que prescribía que "en todos los lugares donde existan escuelas, los padres deben ser obligados, bajo riguroso castigo, a enviar sus hijos a ellas, mediante el pago de dos dreier como retribución escolar a la semana, asistiendo diariamente en invierno y una o dos veces a la semana en verano para que no olviden completamente lo que han aprendido en invierno". Tomado de Lorenzo Luzuriaga, Historia de la educación y de la pedagogía (Buenos Aires: Losada, 1969), pág. 154.
(3) Esta tesis se desarrolla en profundidad en la obra de Keith MacMillan, Education Welfare. Strategy and Structure (Longman: London and New York, 1977). Las conexiones entre el Estado del Bienestar y la educación se desarrollan en Grace, G.R.: Education: commodity or public good? (Wellington: Victoria University Press, 1988) y, muy especialmente, por lo que respecta a las implicaciones educativas de la crisis del Estado del Bienestar, en Lauder, H.: Education, Democracy and the Crisis of the Welfare State. (Christchurch: University of Canterbury Press, 1987).
(4) En propiedad, debiera decirse los Estados, tanto en el caso de la R.F.A. como, claro está, en el de los Estados Unidos. En ambos casos, los poderes federales son más bien reducidos.
(5) Tomamos como punto de partida para desarrollar este punto la esquematización de los aspectos esenciales de los sistemas educativos que se conoce con la denominación de IBE International Guide to Educational Systems, que debemos a Brian Holmes. Esta tipología es utilizada habitualmente por la Oficina Internacional de Educación (UNESCO, Ginebra). Puede completarse con el International System for Classifying Education (ISCED), que debemos a J. Lauwerys. Véase sobre este punto: Agustín Velloso y Francesc Pedró, Manual de Educación Comparada. Vol. I. Conceptos básicos (Barcelona: PPU, 1991), pp. 151 y ss.
(6) Como acontece, por ejemplo, en el Reino Unido donde no es obligatoria la escolarización en una institución escolar, necesariamente.
(7) O, en su defecto, de la autoridad pública competente. En el territorio comunitario sólo el 15% de los docentes son empleados de organismos privados (Fuente: Comisión de las Comunidades Europeas, Eurostat). Sobre la cuestión del mercado laboral de los docentes en el territorio comunitario y sus distintos modelos puede verse el reciente estudio de Guy Neave, The Teaching Nation. Prospects for teachers in the European Community (Oxford: Pergamon Press, 1992), especialmente el cap. V..
(8) Una aportación interesante a este análisis, por la diversidad de perspectivas incluidas, lo constituye la obra de Ian McNay y Jenny Ozga (eds.), Policy-Making in Education. The Breakdown of Consensus (Oxford: Pergamon Press, 1985). La influencia de los aspectos económicos en la reciente evolución de los sistemas educativos se desarrolla en la obra Education and the Economy in a Changing Society (Paris: OECD, 1989) y, más recientemente, en Ginsburg, Mark B. (ed.): Understanding Educational Reform in Global Context. Economy, Ideology and the State. (New York: Garland, 1991).
(9) Sin embargo, estas preguntas acostumbran a amagar segundas intenciones y ataques indirectos, por ejemplo, a los defensores de políticas que insisten en mantener los niveles de gasto público en educación o a quienes abogan por la relevancia de la investigación educativa. Así se demuestra en Grace, Gerald: “The New Right and the Challenge to Educational Research.” Cambridge Journal of Education 21:3 (1991): 265-275 y en House, E.R.: “Gran política, pequeña política.” Cuadernos de Pedagogía 202 (1992): 51-57.(10) The OECD Observer 148 (Octubre-Diciembre 1987). Hasta qué punto esta disminución del gasto público en educación se traducirá en un recorte de las prestaciones o obedece más bien al ahorro derivado de nuevas formas de administrarlas y de gestionarlas es algo mucho más difícil de predecir.
(11) La expresión de “Estado sobrecargado” fue acuñada en la obra de Guy Peters, F. and R. Rose: The Overloaded State. (London: Sage, 1977), donde se analizaban en profundidad algunas de las tesis que aquí se exponen.
(12) Las transformaciones del contexto de los países europeos y los efectos de ajuste de sus sistemas educativos han sido abordadas recientemente, de forma muy acertada, por Ingemar Fägerling y Britt Sjöstedt, "Planeamiento y gestión de la educación en Europa: tendencias y desafíos" Perspectivas 77 (1991), pp. 93-108, y en Husén, T., A. Tuijnman, and W.D. Halls, ed.: Schooling in Modern European Society. A report of the Academia Europaea. (Oxford: Pergamon Press, 1992), así como en Francesc Pedró: “Tendencias en educación: tradición e innovación en la escuela europea” Investigación y Ciencia (en prensa). En lo que se refiere estrictamente a las transformaciones tecnológicas y su impacto en los sistemas educativos puede verse Francesc Pedró (coord.), Noves tecnologies, noves professions. Les noves tecnologies i els seus efectes sobre l’ocupació i la formació en diversos sectors de l’activitat econòmica, a Catalunya i a Europa (Barcelona: INCANOP, 1990).
(13) Brian Holmes, International Yearbook of Education, vol. XXXV (Paris: UNESCO-BIE, 1983), p. 31.
(14) De esta tendencia anterior a la década de los ochenta se da buena cuenta, a escala mundial, en la obra de Juan Monreal y Antonio Viñao, Modelos de administración educativa descentralizada. Su aplicación a la región de Murcia (Murcia: Universidad de Murcia, 1982).
(15) Así se pone de manifiesto en Jon Lauglo y Martin McLean (eds.), The Control of Education. International Perspectives on the Centralization-decentralization Debate (London: Heinemann, 1985).
(16) Para un examen comparativo de las formas de participación de las familias en los órganos de gobierno de los centros educativos europeos puede consultarse K. Schleicher, “Home-School Relations and Parental Participation” en Maurice Galton y Alan Blyth (eds.), Handbook of Primary Education in Europe (London: David Fulton, 1989).
(17) Citado en K. Fenwick y P. McBride, The Government of Education (Oxford: Marint Robertson, 1981), p. 211.
(18) OCDE, L’enseignant aujourd’hui. Fonctions, Statut, Politiques (Paris: OCDE, 1990) y OCDE/CERI, La décentralisation et l’amélioration de l’école: Nouvelles perspectives et conditions propices au changement (Paris: OCDE/CERI, mimeo, 1989). Ver también la obra de Guy Neave, The Teaching Nation, anteriormente citada.
(19) OCDE/CERI, La décentralisation et l’amélioration de l’école, op. cit., pág. 59.
(20) Diversas publicaciones auspiciadas por grandes empresas así lo dan a entender. Véase, por ejemplo, European Round Table of Industrialists, L'educació i la competència professional a Europa (Barcelona: Institut Català de Noves Professions, 1990). Todo ello acaba traduciéndose, por ejemplo, en la presencia de 77 y 89 investigadores por cada 10.000 personas activas en Estados Unidos y en Japón, respectivamente, frente a una media comunitaria escasamente superior a 40 investigadores. Cfr. The OECD Observer 176 (June-July 1992).
(21) De nuevo, no estará de más recordar la afirmación implícita en el título de la obra de Nash, R.: Schools can't make jobs. (Palmerston North: Dunmore Press, 1983).
(22) Lo cierto, sin embargo, es que este aparente coste puede traducirse, en última instancia, en un ahorro para el Estado, aunque sólo sea en términos de lo que hubiera tenido que invertir de no existir la concurrencia del sector privado. Esto puede aplicarse especialmente en el terreno de la dotación e infraestructura de los centros universitarios para la investigación.
(23) Véase Ingo Richter, “European Communities” en Ian K. Birch e Ingo Richter, Comparative School Law (Oxford: Pergamon, 1990), pp. 337-349. Para una descripción muy documentada de los programas comunitarios en educación, pueden consultarse: Neave, G.: La Comunidad Europea y la Educación. (Madrid: Forum Universidad-Empresa, 1987) y Calzada, Teresa-Eulàlia y Berta Gutiérrez, ed.: Guía de la Educación en la Comunidad Europea. (Madrid: ICE de la Universitat Autònoma de Barcelona/CIDE, 1989).
(24) Jean-Pierre Jallade, “Recent Trends in Vocational Education and Training: an Overview” European Journal of Education 24:2 (1989), pp. 103-126.
(25) Guy Neave y Frans A. Van Vught, Prometheus Bound. The Changing Relationship Between Government and Higher Education in Western Europe (Oxford: Pergamon, 1991).
(26) Francesc Pedró, La respuesta de los sistemas educativos europeos al reto del desempleo juvenil. Tendencias europeas en materia de estrategias para prevenir, reducir o paliar los efectos del desempleo juvenil (Madrid: CIDE, en prensa).
(27) B. Simon, Education and the Labour Movement, 1870-1920 (London: Lawrence and Wishart, 1965).
(28) La literatura sobre el tema es copiosa. He aquí algunos clásicos: T. Becher, M. Eraut y J. Knight, Policies for Educational Accountability (London: Heinemann, 1981). T. Becher y S. Maclure (eds.), Accountability in Education (Slough: NFER, 1978). D. Lacey y D. Lawton (eds.), Issues in Evaluation and Accountability (London: Methuen, 1981). G. Neave, "Accountability and Control" European Journal of Education 15 (1980), pp. 49-69. Acaso la obra más comprensiva sobre el tema sea Kogan, M.: Educational accountability. (London: Hutchinson, 1986).
(29) Guy Neave, "Accountability in Education" en George Psacharopoulos (ed.) Economics of Education. Research and Studies (Oxford: Pergamon, 1987), pág. 71.
(30) Esta tesis se amplía en Guthrie, J.W.: “The evolving political economy of education and the implications for educational evaluation.” Educational Researcher 42:2 (1990): 109-131. La cuestión de la evaluación educativa y sus implicaciones políticas ha generado una copiosa literatura comparativa en los últimos años. He aquí algunos ejemplos significativos: Colin Power y Robert Wood, “National Assessment: a Review of Programs in Australia, the United Kingdom and the United States” Comparative Education Review 28:3 (1984), pp. 355-377. Pierre Laderrière, “Les pays industriels et l’évaluation. Le contexte de développement d’une nouvelle stratégie” Administration et éducation 1 (1989). Laderrière, Pierre: “How should we assess in education?” Contemporary European Affairs 3:4 (1990): 28-34. Norris, Nigel: Understanding educational evaluation. (New York: St. Martin's Press, 1990). Psacharopoulos, George S.: Evaluation of Education and Training: what room for the comparative approach? (Dijon: University of Bourgogne, 1992).
(31) El National Centre of Vocational Qualifications, véase más arriba.
(32) Al estilo de los que realiza anualmente Gallup, por cuenta de la administración federal, para conocer el grado de satisfacción de los ciudadanos con respecto al sistema educativo de los Estados Unidos.
(33) Este último punto es particularmente relevante. Las fuentes más notables para la práctica del auto-análisis del establecimiento escolar se encuentran en D. Hopkins, Doing School-Based Review: instruments and guidelines (Louvain: Acco, 1988).
(34) La consideración que merece el ciudadano en esta nueva coyuntura no es la de usuario, ni tan sólo la de contribuyente, sino más bien la de cliente. Cfr. OECD: Administration as service. The public as client. (Paris: OECD, 1987).
(35) Estas tesis se reflejan en el reciente libro blanco sobre la reforma inglesa: Department for Education: Choice and Diversity. A new framework for schools. (London: HMSO, 1992) que constituye una verdadera apología de la aplicación del liberalismo a la política educativa.
(36) Véase Caroline Gipps, “National Assessment and School Evaluation in the United Kingdom” Scuola democratica 3-4 (1989), pp. 171-188.
(37) P. Clarke, “The Argument for Privatisation” en J. Neuberger (ed.), Days of Decision. Privatisation: Fair Shares for All or Selling the Family Silver (London: Papermac, 1987), p. 66.
(38) Una buena exposición de motivos se encuentra en Stuart Sexton, Our Schools-A Radical Policy (London: Institute of Economic Affairs, 1987). Stuart Sexton fue asesor de Mrs. Thatcher para cuestiones educativas y uno de los promotores de la reforma inglesa actualmente en curso. La crítica a los postulados inherentes a la privatización se encuentra, por ejemplo en Burns, Robin. J: “Privatisation and Education Crisis in Comparative Perspective.” In Contemporary Perspectives in Comparative Education, ed. Robin J. Burns y Anthony R. Welch. 3-34. (New York: Garland, 1992). Un examen cuantitativo del impacto efectivo de las tesis privatizadoras sobre los sistemas educativos europeos se encuentra en Psacharopoulos, George S.: “The Privatization of Education in Europe.” Comparative Education Review 36:1 (1992): 114-126.
(39) Sobre este punto puede verse Octavi Fullat, Escuela pública, escuela privada (Barcelona: Humanitas, 1983) y también mi trabajo titulado L’escola privada a Europa (Barcelona: Societat Catalana de Pedagogia, Institut d’Estudis Catalans, mimeo, 1991).
(40) Estas son, por ejemplo, algunas de las tesis que se analizan en Chubb, J.E. y T.M. Moe: Politics, Markets and America's Schools. (Washington, D.C.: Brookings Institution, 1990).
(41) He ahí un claro ejemplo en el que se demuestra la coincidencia en las estrategias entre gobiernos de distinto signo político. Es más, el Partido Laborista británico ha reorientado su política educativa para conseguir el aprovechamiento para la red pública de las prestigiosas, y privadas, Public Schools.
(42) Tal y como se defiende en Daniel Haag, The Right to Education: What Kind of Management? (Paris: UNESCO-BIE, 1982).
(43) D.P. Doyle y B.S. Cooper, “Funding the Individual? A Chapter on the Future of Chapter 1” en D.P. Doyle y B.S. Cooper (eds.), Federal Aid to the Disavantaged (Lewes: Falmer Press, 1988).
(44) Estas cuestiones se debaten desde la perspectiva comparativa en dos obras recientes: William Lowe Boyd y James G. Cibulka (eds.), Private Schools and Public Policy. International Perspectives (London: Falmer Press, 1989) y Geoffrey Walford (ed.), Private Schools in Ten Countries. Policy and Practice (London: Routledge, 1989).
(45) Curioso caso de perversión del lenguaje, pues se trata en verdad de escuelas privadas creadas originariamente con la voluntad de ofrecer un servicio público, de carácter caritativo. De ahí su denominación original que aún mantienen, como corresponde a un país donde la tradición juega un papel muy relevante en todas las esferas de la vida.
(46) Esta tesis se desarrolla con más detalle, entre otros lugares, en Ronald Fletcher, Education in Society: the Promethean Fire (London: Penguin, 1984).
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